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De "Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo"

Parte 7: Firmeza y flexibilidad, un núcleo sólido con mucha elasticidad

Nota de la redacción: A continuación publicamos la séptima entrega de una charla que Bob Avakian dio hace poco a un grupo de partidarios que están investigando la experiencia histórica del socialismo y la dictadura del proletariado a fin de prepararse para popularizarla mediante discusiones y debates, especialmente en universidades.

La charla está en la internet (en inglés) en revcom.us. Hemos insertado los títulos y pies de página.

Además del principio del "núcleo sólido con mucha elasticidad", hay otro principio y método muy importante: saber distinguir entre los momentos y circunstancias en que es necesario apretar las riendas (y prestar atención a todo detalle) y en que no es necesario hacerlo (y es mucho mejor no hacerlo). Esa contradicción se aplica a todo tipo de cosas en muchos niveles. Cualquier cosa que se haga, siempre tiene aspectos a los cuales hay que prestar atención muy minuciosa e incluso exigir, en cierto sentido, que "se haga así", porque si no, todo el proyecto se irá a pique. Pero si unopresta ese tipo de atención a otras cosas, o exige que "se haga así", ¡ni siquiera se puede hacer!, y si lo intenta, todo sale mal.

Consideren cualquier proceso, como por ejemplo el proceso de escribir algo. Es preciso expresar claramente las ideas centrales y a veces es necesario dedicar mucho tiempo para captarlas bien, para entenderlas a fondo. Pero con otras cosas, no es que no importe como se expresen, pero no se puede ni se debe prestarles la misma atención minuciosa.

De igual modo con las reuniones. Una reunión, a pesar de lo que opinen algunos anarquistas, necesita una estructura, un orden del día [risas], porque sin eso no se saca ninguna conclusión. Si los compañeros se salen del tema, hay que decir: "Oigan, no estamos tratando ese punto. Podemos verlo un poco más adelante, pero si hablamos de todo al mismo tiempo, no resolvemos nada". Sin embargo, si quieren explorar el tema desde varias perspectivas, no tiene caso intervenir a cada rato: "No es así, compañero. Hay que tratar ese punto asá". En tal caso, será una discusión muy breve y la reunión se acaba rápido. Todo mundo se va, o jamás vuelve a una segunda reunión. Además, si se busca controlar lo que todos dicen, será una discusión muy pobre y no se aprenderá nada nuevo. Hasta se terminará socavando algunas cosas que ya se sabían.

Podemos ver todo esto en varios niveles. Aun cuando hay que decir "estamos tratando este tema (y no el otro)", se necesita cierta flexibilidad, porque si no, la gente no puede expresarse. En un nivel, se pide que todos se atengan al tema, pero en otro nivel se permite que traten otros temas en ese marco, lo cual abre espacio para la diversidad. A veces pasan a otro tema, pero así y todo, si se impone un control muy rígido, el resultado será que no se discuta a fondo el tema indicado.

En un nivel, hay que llevar la batuta y no permitir que se salgan del tema, y en otro, dejar que se toquen una serie de temas relacionados porque si no, se apaga a los compañeros y se sofoca el proceso que se necesita para producir la abundancia y profundidad de ideas que permita sintetizar al mayor grado posible la verdad.

Podemos enumerar muchos ejemplos más de la vida diaria. Consideren cualquier cosa y se darán cuenta que tiene ciertos aspectos que deben hacerse así y no asá ("se hace así y hay que prestarle atención muy detallada") y muchas, muchas cosas más a las cuales no es necesario ni debido prestarle ese tipo de atención.

Una atmósfera de debate y diversidad

Esto es cierto especialmente en la esfera del trabajo con las ideas. Si queremos mucho debate y discusión en la sociedad, lo necesitamos también en la vanguardia. Claro, no se debe borrar la diferencia entre la vanguardia y las masas: los que integran la vanguardia consciente le entran a las cosas de otra forma; debaten y discuten a través de la estructura del partido. Pero si hacemos de eso algo absoluto, si erigimos un muro entre el partido y las masas, no vamos a crear el ambiente vibrante que buscamos.

Por eso, incluso en el partido hay que definir las cosas sobre las cuales se necesita la más férrea unidad. Es decir, ¿cuándo necesitamos el "núcleo sólido" y cuándo podemos tener muchas diferencias y diversidad porque no es necesario resolver ciertas cosas ni exigir que sean así o asá? ¿Acaso debemos tener una línea unificada sobre cada película que veamos? [risas] ¡Qué aburrido! Aparte llevaría a problemas mucho más severos.

En cualquier rama de la ciencia, por ejemplo, hay muchas cuestiones que los expertos en esa rama no han resuelto todavía. Como dijo Mao metafóricamente: ¿qué caso tiene que apenas nos bajemos del caballo hagamos proclamaciones sobre qué es verdad y qué es falso? Eso hace mucho daño.

En el partido se necesita el tipo de proceso dinámico que he venido describiendo y, a la vez, se necesita, definitivamente, el "núcleo sólido". Se necesita "elasticidad" que parta de la base de ese núcleo sólido. El núcleo sólido es principal y esencial, pero si no hay elasticidad y mucho debate y diversidad partiendo de esa base, el ambiente se volverá muy árido y acabaremos perdiéndolo todo.

No podemos abandonar el núcleo sólido. En algunas cosas tenemos que ser muy firmes, fíjense. Otro poeta planteó que no se deben suprimir las ideas; hay que permitir que se expresen todas sin excepción, dijo, criticar las que se consideren incorrectas y así la gente aprende. Le contesté: "Como principio, es bueno y debemos aplicarlo en gran medida, pero no podemos convertirlo en algo absoluto". Le di un ejemplo: ¡imagínate que en la nueva sociedad en cada esquina haya dibujos de violaciones de mujeres y linchamientos de negros! ¿Se podría construir una nueva sociedad con tales imágenes en todos lados? Hay veces que tenemos que decir: "¡No lo permitiremos!, porque de otro modo, las masas se desmoralizan y se desorientan, y los reaccionarios se envalentonan". Por eso, no es tan sencillo y sí, hay ciertas cosas que no podemos permitir.

Pero hay muchas, muchas más que podemos y debemos permitir. Por ejemplo, ¿cómo eliminamos la supremacía masculina y la supremacía blanca? Podemos y debemos tener mucho debate sobre eso, y muchas críticas y lucha sobre una gran variedad de cosas. Nuevamente, se necesita el núcleo sólido, y mucha elasticidad. Con algunas cosas, tenemos que ser muy firmes y decir sí o no; tiene que ser así y no puede ser de otra manera.

Pero, repito, "nosotros", ese nosotros a que me he referido, tiene que ir expandiéndose constantemente. Asimismo, en todo momento, ese núcleo dirigente, tal y como es, tiene que dirigir: tiene que combinar correctamente el núcleo sólido con la máxima elasticidad posible partiendo de esa base. Digo, el núcleo va expandiéndose, pero eso no borra el hecho de que en todo momento le toque determinar si es hora de apretar las riendas y prestar atención muy detallada o si, debido a las condiciones y circunstancias concretas, no es necesario y, de hecho, es mucho mejor no hacerlo.

La administración Bush: Un núcleo sólido absolutista

También es ilustrativo aplicar este concepto a la clase dominante. En gran medida, en la clase dominante de Estados Unidos en este momento hay un grupo de reaccionarios descarados que tiene un núcleo muy sólido. Atacan constantemente el relativismo. Pero, por otro lado, curiosamente, muchos de los allegados de Bush y los que fomentan el fundamentalismo religioso también fomentan algunos aspectos del posmodernismo. Les gustan ciertos aspectos hasta cierto punto. Les gusta que ataque la ciencia. [risas] Les gusta que diga que es "solamente otra narrativa" que inherentemente no es ni cierta ni falsa, sino que expresa su propio "paradigma" (modelo). Eso les conviene porque da la idea de que la ciencia no puede descubrir la verdad y les hace más fácil fomentar todo tipo de babosadas, como el creacionismo.

Pero en general odian el relativismo y quieren fomentar absolutos. Tienen un núcleo sólido absolutista, el grupo de Bush (para no entrar en más detalle), sobre todo lo que llamamos la agrupación fascista cristiana, que tiene representantes de peso en la clase dominante y el respaldo de sectores muy fuertes.

De plano, no les cae la elasticidad, pero curiosamente, los otros sectores de la burguesía, "los liberales" (y sus bases populares), a quienes les gusta más, no pueden contra el absolutismo. Su relativismo no puede contra eso, porque no tiene un centro, un núcleo sólido, que conteste los planteamientos centrales de la fuerza derechista, más fascista. Por eso, "los liberales" ceden terreno constantemente a esa fuerza más fascista, porque en realidad, comparten muchos de sus planteamientos centrales y no encuentran una base sólida para destacar sus diferencias. Quieren ser los buenos en contraste con la otra bola de desalmados, y a veces estos lo consienten, como el lobo de la fábula de caperucita roja que se disfrazó de abuelita: "¡Para comerte mejor!". O sea, a los fascistas les conviene que los liberales sean tolerantes. Pero ahí está la bronca: ¡no es posible combatirlos con tolerancia! Fíjense, que la nueva emisora liberal ("Air America"), igual que otras cosas por el estilo, ha sido un fracaso garrafal, precisamente porque los liberales no tienen una respuesta.

En cambio, nosotros, ¡sí! Pero no podemos ser otro núcleo sólido absolutista, que es lo contrario solamente en apariencia (como el reflejo en el espejo). Necesitamos un núcleo sólido que de veras tenga mucha elasticidad, y que permita concretar los intereses fundamentales y la iniciativa creciente de más y más masas.

Lecciones de la experiencia histórica: Las cuatro todas

Antes de concluir, quiero abordar algunos aspectos de la experiencia histórica de la dictadura del proletariado y la sociedad socialista hasta la fecha y las lecciones de los grandes logros (los logros histórico-mundiales que son lo principal y esencial) y también de las deficiencias y errores muy reales, y aprender de ambos aspectos.

En una célebre afirmación, Marx caracterizó las metas de la revolución socialista como las "cuatro todas", y los maoístas de China y nosotros, nuestro partido, hemos tomado esa formulación. Marx dijo que la dictadura del proletariado es un punto de transición (a ver si recuerdo la cita exacta) para la supresión de las diferencias de clase en general, o todas las diferencias de clase, para la supresión de todas las relaciones de producción en que estas descansan, para la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, para la subversión de todas las ideas que brotan de esas relaciones sociales. Es una afirmación muy concisa y muy compleja, que encierra mucho materialismo y mucha dialéctica. Obviamente, nos podríamos pasar un buen rato examinándola, pero no tenemos tiempo ahora. Sin embargo, quiero decir algunas cosas al respecto.

Primero, fíjense en el materialismo de Marx: no solamente habla de eliminar las diferencias o distinciones de clase; enseguida habla de la base de esas distinciones, de lo más fundamental de la sociedad, es decir, el sistema de producción y las relaciones de producción que son la base de la economía. Sin barrer y transformar el sistema de producción y las relaciones de producción, no es posible abolir las diferencias y opresión de la sociedad, las desigualdades, las distinciones de clase y otras desigualdades sociales.

Además de las relaciones de producción, Marx habla de las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, como las relaciones de opresión y la desigualdad entre hombres y mujeres, que son parte de esas relaciones de producción de explotación y opresión. Podríamos nombrar otras relaciones sociales de opresión, por ejemplo, en la esfera de política y en las relaciones de poder político.

Marx pasa entonces a señalar que es necesario revolucionar todas las ideas que corresponden a esas relaciones sociales (eso corresponde más o menos a la segunda ruptura radical que menciona en el Manifiesto Comunista : la ruptura radical con todas las ideas tradicionales). Como señalamos en el caso de la relación entre la intelligentsia democrática y los pequeños comerciantes, las ideas no corresponden a las relaciones sociales solamente en un sentido estrecho y mecanicista sino en un sentido fundamental. Por ejemplo, cuando se dice: "No creo que nadie realmente conozca la verdad", ese agnosticismo no corresponde en un sentido directo, estrecho y mecanicista a las relaciones de producción y las relaciones sociales del capitalismo. No es una expresión directa del hecho de que el sistema de producción capitalista se basa en la producción y distribución de mercancías y que tiene el rasgo especial de que la fuerza de trabajo, la capacidad de trabajar, se vuelve una mercancía, y las masas tienen que venderla para subsistir, lo cual es la base de la explotación del proletariado.

Todo eso no se expresa directa ni mecánicamente en la idea de que no se puede conocer la verdad. Pero, en última instancia, esa idea es una expresión de la dinámica del sistema, fundamentalmente el sistema económico, que se filtra a través de las relaciones sociales y políticas, y las relaciones y expresiones ideológicas y culturales. En última instancia, se llega a una posición que dice: si no se puede conocer la verdad, no se puede transformar la sociedad ni rebasar el tipo de sociedad que tenemos ahora. Aunque no alaba directa ni conscientemente las relaciones de producción del capitalismo, sirve para reforzarlas, pues dice que una idea es igual que otra; no se puede conocer la verdad ni el mundo ni los rasgos esenciales de la realidad ni se puede transformarlos. ¡Ni modo!, no queda otra que acomodarse a "lo que es".

No lo plantea directamente alguien que haya estudiado las relaciones de producción del capitalismo ni lo dice para reforzarlas. Más bien, es una idea que se filtra a través de las instituciones y relaciones y expresiones de las fuerzas dominantes de la sociedad y se refleja en la mente. O sea, es realidad material, como las relaciones sociales y de producción y las relaciones de clase del capitalismo, que se refleja en la mente como agnosticismo, como la idea de que no se puede comprender todo eso y cambiarlo. Por eso, a la clase dominante le conviene fomentarla de diversas formas.

Las "cuatro todas" están interconectadas, pero no de manera simplista, determinista o mecanicista. Es mucho más complejo y, por eso, Mao señaló que en la esfera de las ideas no se pueden manejar las cosas de forma simplista. Las ideas no son como otras cosas, dijo, no debemos abordarlas con un enfoque simplista. Claro, tampoco debemos manejar otras cosas así, pero es especialmente importante en el campo de las ideas y la lucha de ideas. Para determinar la verdad, es preciso examinar las ideas, bregar con ellas y desmenuzarlas, lo cual nos lleva de vuelta a lo que dije al principio de la charla.

El materialismo de Marx se destaca en las "cuatro todas", como las llamamos: todas las distinciones de clase, todas las relaciones de producción, todas las relaciones sociales, todas las ideas. También se destaca la dinámica dialéctica entre ellas señalada por Marx. Expresa la complejidad del proceso de avanzar más allá del horizonte estrecho del derecho burgués, de rebasar completamente la época en que las cosas, en última instancia, se definen por las relaciones de producción del capitalismo.

Un problema que se nos ha presentado es que Marx dijo eso, si mal no recuerdo, en los años 1850, y ahora nos encontramos en el siglo 21, y la transición que señaló ha resultado muy larga, mucho más larga y compleja de lo que esperaba. Cuando dijo que la dictadura del proletariado es una transición a las cuatro todas, para mí está muy claro que tenía en mente un futuro más a corto plazo. Pero la experiencia de la Unión Soviética y China demuestra que lucharon por décadas y apenas empezaban a emprender esa transición.

Eso expresa lo que llamamos las dos grandes contradicciones de la sociedad socialista y la dictadura del proletariado. Primero, el hecho de que el socialismo es una transición al comunismo, y no el comunismo en sí. Lleva los vestigios del capitalismo, que persisten por mucho tiempo y con mucha fuerza. Me refiero a todas las cosas que he venido señalando, como la contradicción intelectual/manual, la diferencia entre la ciudad y el campo, las relaciones de opresión y desigualdad entre hombres y mujeres. Todo eso queda de la vieja sociedad y no podemos barrerlo de un solo golpe. Por otra parte, y en relación dialéctica con eso, está el hecho y el problema de que en la experiencia histórica hasta la fecha —y lo más probable es que sea así por un tiempo considerable— los países socialistas han surgido en un mundo dominado, y rodeados y cercados muy concretamente, por el imperialismo. Esas dos cosas, o grandes contradicciones, interactúan.

Los problemas que hemos tenido en la sociedad socialista no son, como algunos piensan, esencialmente problemas de burocracia ni de individuos o líderes individuales que "se han corrompido". Es algo mucho más complejo y mucho más arraigado.