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Comunismo y ecología: Cómo la revolución abre el camino para que la humanidad lidie con la crisis ambiental… y cuide el planeta

La revolución es la única manera viable de lidiar con la crisis del medio ambiente. El reciente mensaje y llamamiento del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, La revolución que necesitamos... La dirección que tenemos, lo expresa así:

Este sistema es lo que nos ha metido en la situación en que nos encontramos hoy y que nos mantiene ahí. Y es por medio de la revolución que se acabe con este sistema que nosotros mismos podríamos dar origen a un sistema mucho mejor. El objetivo final de esta revolución es el comunismo: un mundo en que las personas trabajen y luchen juntas por el bien común... en que todos contribuyan a la sociedad lo que puedan y reciban lo que necesitan para tener una vida digna de un ser humano... en que ya no haya divisiones entre las personas en que algunas gobiernan y oprimen a otras, arrebatándoles no sólo los medios para obtener una vida digna sino también el conocimiento y un medio para entender bien el mundo y tomar acciones para cambiarlo.

En un país como Estados Unidos, la revolución socialista es el primer paso para aproximarse a un mundo comunista y para luchar por él. El nuevo poder estatal del socialismo es radicalmente distinto al del capitalismo. Desarrolla sus prioridades de acuerdo a las necesidades de la humanidad en general. La sociedad socialista se organiza de acuerdo al principio del trabajo y lucha cooperativa de la gente para el bien común. En una economía socialista, se socializa la propiedad y control de la producción por medio del estado socialista. Se ponen los medios para crear riqueza al servicio de la sociedad y la humanidad.

En el socialismo, las reglas de la producción de mercancías (o de las ganancias al mando, de expandirse o morir) ya no determinan las condiciones y el marco para lo que es posible y deseable producir. Eso será un paso increíblemente liberador. Por primera vez, será posible organizar y coordinar la producción de una manera planificada y racional. Será posible interactuar con el medio ambiente de una manera sustentable. Por primera vez, será posible desencadenar la creatividad de las masas populares, y dar pasos para abrir la esfera del conocimiento científico a toda la sociedad y a la vez dar un alcance mucho mayor y con más sentido a la activad científica profesional. Pero, como este número especial ha venido señalando, la humanidad enfrenta una inminente catástrofe ambiental. Se está acabando el tiempo.

Una prioridad fundamental de cualquier nueva sociedad socialista será ponerse a proteger y conservar los diversos ecosistemas a fin de impedir el colapso ambiental general y asegurar el bienestar del planeta para las futuras generaciones. La sociedad socialista promoverá un profundo entendimiento de la conexión de las personas a la naturaleza y de su responsabilidad para con el planeta.

La verdadera historia de la revolución socialista

En el mundo contemporáneo, no existen países socialistas. El socialismo sí existió en la Unión Soviética de 1917 a 1956 y en China de 1949 a 1976. En 1976, después de la muerte de Mao Tsetung y el posterior arresto de sus más cercanos colaboradores en un golpe de estado militar, se revocó el socialismo y se restauró el capitalismo, aunque se hayan retenido algunos de los elementos superficiales del socialismo.

Bajo el capitalismo, la producción social y el cálculo económico se rigen por las ganancias. En el socialismo, eso ya no será cierto. Una sociedad y economía socialista trabajará de manera consciente para promover y avanzar la revolución mundial hacia un mundo comunista. La toma de decisiones y las responsabilidades en la economía se regirán por una producción racional y planificada, y por el desarrollo de las destrezas y conocimientos, recursos y capacidades de la sociedad, con la finalidad de servir lo que sea útil e importante para el mejoramiento de la humanidad del mundo.

Pero antes de ese golpe y sobre todo durante la Revolución Cultural, la China socialista logró cosas extraordinarias. La esperanza de vida pasó de 32 a 65 años entre 1949 y 1976. La sociedad dedicó muchísima atención a las cuestiones de la igualdad de género, popularizando el lema “las mujeres sostienen la mitad del cielo”. La China maoísta abrió época con un modelo de crecimiento autosuficiente y equilibrado que proporcionara seguridad alimentaria. La producción industrial creció a un 10% al año durante la década de la Revolución Cultural. Como caso único, a la vez la industrialización de la China socialista no fue un proceso de urbanización descontrolada en gran escala.

Hablando de la orientación ambiental de China cuando era una auténtica sociedad socialista (y no la de hoy), ésta emprendió la expansión en gran escala de los bosques en las zonas rurales para impedir la erosión del suelo; hizo inversiones en grandes proyectos de conservación del agua; y alentó el uso de abonos bacteriales e insecticidas microbiales tradicionales en los cultivos. El reciclaje de desechos en la industria fue un elemento importante de la economía socialista de China. Y uno de los avances más importantes en la gestión económico-ambiental fue el desarrollo de la “planificación zonal”: además de los planes industriales, la sociedad llevó a cabo la planificación general a los niveles local y regional que evaluara los impactos del crecimiento económico sobre la sociedad y las comunidades.

Todo eso contiene lecciones positivas. No obstante, estas primeras sociedades socialistas, incluida la china, no tuvieron un entendimiento adecuado de la importancia de proteger los ecosistemas del planeta. Y desde los tiempos de esas revoluciones y su derrota, la degradación de ecosistemas críticos viene alcanzando peligrosos puntos de inflexión.

Necesitamos un enfoque verdaderamente radical

Por eso necesitamos un enfoque verdaderamente radical hacia el desarrollo de una sociedad socialista que es ecológicamente sustentable… una sociedad que alienta y valora lo desconocido y la diversidad de la naturaleza… y, de manera fundamental, una sociedad comprometida a salvar este planeta y a hacerlo habitable para los seres humanos. Tal enfoque es posible.

Por una parte, en el mundo los científicos y otros tienen décadas de experiencia, desde los años 1960, en el estudio de cuestiones ambientales. De hecho ya saben mucho sobre lo que se tiene que hacer para revertir estas tendencias destructivas e impedir daños fundamentales al medio ambiente del planeta en conjunto. Y se están tomando algunas iniciativas importantes para proteger los ecosistemas, tales como los arrecifes de coral. Crece el uso y experimentación con fuentes renovables de energía.

No obstante, no se están llevando a cabo estas cosas a una escala lo suficientemente grande como para que tengan un efecto de peso a largo plazo. Los científicos y otros siguen topándose con un muro cuando traten de hacer lo que se tiene que hacer. O sea, se topan de frente con las relaciones de las ganancias al mando que dominan la vida social y económica en el planeta y que ponen trabas para que la humanidad no pueda tomar las acciones que correspondan para conservar el planeta.

Pero sigue siendo cierto que desde hace mucho los conservacionistas y otros científicos han conocido una buena parte de lo que se tiene que hacer, aunque siempre habrá nuevas teorías y debates sobre el alcance y las soluciones a la emergencia ambiental. Así que eso es un factor positivo para lidiar con la crisis ambiental en una nueva sociedad.

Por otra parte, existe un nuevo adelanto en el entendimiento que puede habilitar a la humanidad para hacer la clase de revolución socialista polifacética y liberadora que se necesita en el mundo actual. Se trata de la nueva síntesis del comunismo de Bob Avakian. Éste ha tomado los logros de las anteriores revoluciones a la vez que los ha analizado críticamente y de maneras importantes ha ido más allá de ellos; sobre esa base, ha sintetizado una visión del socialismo como una sociedad verdaderamente transformadora y vibrante. Esta nueva síntesis también da la necesaria orientación para extender y promover la revolución mundial.

La revolución socialista no promete una utopía. Cualquier nueva sociedad socialista enfrentará enormes retos, presiones y contradicciones. Existe la propia gravedad de la emergencia ambiental. Una revolución liberará al pueblo y hará que el potencial científico y técnico se zafe de las trabas del sistema capitalista de propiedad y ganancias. Pero la revolución también será un proceso desgarrador. Los imperialistas no se detendrán ante nada para conservar su dominio; causarán gran destrucción y trastorno. Y en el caso de cualquier revolución que llegue al poder, por un tiempo ésta tendrá que vérselas con extensiones aún considerables de un mundo capitalista imperialista hostil.

A la vez, la nueva sociedad tendrá que vérselas con las actividades contrarrevolucionaras de los explotadores derrotados en la sociedad así como de aquellas personas en el poder que volverían a establecer el capitalismo. Y estará agobiada por las divisiones sociales e ideas atrasadas heredadas de la sociedad de las clases explotadoras. Para hacer la revolución y hacer que siga avanzando, se requiere la dirección de un partido comunista de vanguardia. La nueva dirección confrontará una tarea monumentalmente compleja de conservar el poder y a la vez hacer que sea un poder que valga la pena conservar — un poder que atraiga a cada vez más masas populares a participar en la administración de la sociedad, un poder que lidera una sociedad llena de efervescencia y vitalidad, un poder que en los hechos da pasos hacia el objetivo de eliminar todas las divisiones de clases y relaciones explotadoras de producción, todas las relaciones sociales e instituciones opresivas, y todas las ideas que las reflejan y sobre esa base, eliminar el estado mismo y la misma necesidad de una dirección institucionalizada. Todo eso requiere la dirección de un partido comunista de vanguardia.

Éste es un reto histórico: hacer la revolución en estas entrañas del imperialismo, salir de lo que será una lucha convulsionante por el poder con la voluntad moral y política, y seguir forjando la voluntad, de modo que el nuevo estado y sociedad socialista verdaderamente puedan ser un faro — por la emancipación de la humanidad además de la conservación del planeta.

Sociedad socialista y planificación socialista

La nueva sociedad tendrá enormes necesidades de reconstrucción y de satisfacer las necesidades materiales y culturales para la gran mayoría de la sociedad, sobre todo aquellos que fueron de los de abajo y sufrieron muchísimo en la vieja sociedad. Habrá necesidades agudas a corto plazo, siendo importante la de proporcionar vivienda, alimento y servicios de salud.

No se puede satisfacer tales necesidades pasando por alto los efectos largoplacistas sobre los ecosistemas. Y en nombre de la “urgencia”, será fácil recaer en las viejas maneras de hacer las cosas. Será necesario analizar estas contradicciones y tomarlas en cuenta, según una visión de una sociedad y mundo ecológicamente sustentable y verdaderamente liberador.

Bajo el capitalismo, la producción social y el cálculo económico se rigen por las ganancias. En el socialismo, eso ya no será cierto. Una sociedad y economía socialista trabajará de manera consciente para promover y avanzar la revolución mundial hacia un mundo comunista. La toma de decisiones y las responsabilidades en la economía se regirán por una producción racional y planificada, y por el desarrollo de las destrezas y conocimientos, recursos y capacidades de la sociedad, con la finalidad de servir lo que sea útil e importante para el mejoramiento de la humanidad del mundo.

Como punto de orientación, ante todo la sociedad socialista tiene que partir de los intereses largoplacistas de la humanidad y del planeta. Para conservar y proteger los ecosistemas, es necesario “asumir la perspectiva de largo plazo”: de tener la mira puesta en el futuro de muchas décadas y generaciones. Eso es algo que no puede hacer la sociedad capitalista, con su modo de operación de “enriquecerse rápidamente” y la necesidad impuesta por la competencia de expandirse o morir, y es algo que ha conducido a la situación en que hoy nos encontramos.

En contraste, el socialismo hace que sea posible asumir tal “perspectiva de largo plazo”. Permite una filosofía y manera completamente nueva de hacer las cosas. Veamos unos ejemplos:

  • El cálculo económico de la nueva sociedad socialista se guiará por amplios criterios y metas: arrancar de raíz las desigualdades que queden de la vieja sociedad; la sustentabilidad ambiental; la realización de balances racionales entre industria y agricultura; la búsqueda de nuevas maneras de integrar campo y ciudad; la superación de la división entre el trabajo intelectual y el manual. Se podrá transferir fondos y recursos de un sector o de una región, a otro, a fin de lidiar con tales problemas.
  • La planificación en el socialismo estará integrada y tendrá dimensiones múltiples. Tomará en cuenta las cuestiones de la salud y la enajenación del trabajo que las personas experimentan; forjará nuevas relaciones de comunidad y cooperación. Se prestará atención a las cuestiones de costos y eficiencia, pero eso ya no servirá a los intereses y la búsqueda de ganancias.
  • Ésta será una economía socialista unificada. Tiene que haber centralización: una dirección y coordinación general y un sentido general de orientación del rumbo que la situación tiene que tomar. Para establecer las prioridades principales, lo fundamental es tener una planificación socialista centralizada y unificada, prioridades tales como superar el legado del racismo; fijar importantes requisitos en la producción y la tecnología; y difundir conocimientos y avances y descubrimientos en la práctica.

Pero la centralización tiene que estar combinada con una extensa descentralización: con la gestión local e iniciativa de base, con muchísima experimentación y descubrimiento increíble a lo largo de la sociedad. Será necesario resumir todo eso y aprender de ello. Tiene que haber muchísimos flujos de información y experiencia. Eso es una parte del dinamismo de una sociedad socialista.

La planificación que toma en cuenta toda la sociedad, y toda forma de vida

En la discusión del capitalismo y el medio ambiente en este número especial, se introduce el concepto de “externalidades”. Esta expresión se refiere al hecho de que cualquier empresa económica o sector de producción dado ejerce impactos, más allá de sus propias operaciones, sobre la economía y la sociedad más amplia. Bajo el capitalismo, los capitalistas individuales no toman en cuenta estos costos sociales y ambientales adicionales de sus actividades, como la contaminación (y por ende hacen que la sociedad y las futuras generaciones paguen).

En una auténtica economía socialista, la sociedad en general tiene que llegar a preocuparse de los mayores costos y beneficios de la actividad económica. De un lado, a los máximos niveles de planificación, se tiene que venir analizando de manera profunda y constante los problemas y contradicciones que el desarrollo económico presente. De otro lado, todas las unidades y niveles de la sociedad tienen que operar con un sentido de mayor responsabilidad global y social. Y el estado socialista tiene que movilizar los conocimientos, destrezas y resolución del pueblo para analizar y solucionar los nuevos problemas y retos que se presenten ante la sociedad y la humanidad del mundo.

En este modelo, ¿cómo funcionaría una economía y sociedad interconectadas y cómo se tomarían las decisiones fundamentales del desarrollo?

Tendrá mucha importancia que al nivel de las localidades, las personas estén repensando y reconfigurando varios aspectos de la organización y procesos de producción, transporte y demás. Habrá la necesidad técnica y la necesidad social de desarrollar proyectos de energéticos alternativos e innovar formas industriales verdaderamente “verdes”. Habrá el conocimiento de condiciones y la capacidad de movilizarse para solucionar problemas grandes. Pero las actividades a este nivel aún tendrán efectos ambientales y económicos más amplios. Por ejemplo, un proyecto local de conservación de agua afectará el equilibrio regional del agua y podría generar nuevas tensiones sobre otros usuarios del agua. El reciclaje podría lidiar con algunos problemas al nivel de las localidades pero no sería suficiente para lidiar con los problemas de largo plazo del calentamiento global.

Existiría una tendencia espontánea de las unidades de las localidades a tomar decisiones sobre las cuestiones del desarrollo en el marco de sus propios recursos (materiales y sociales) y sus propias prioridades. Algunas unidades tendrían una posición mejor y más fuerte que otras y podrían pretender conservar sus propias ventajas. Por eso se necesitaría una forma centralizada, un plan nacional, con el alcance y amplitud de visión para coordinar y enlazar los diversos niveles de la sociedad de modo que contribuya al desarrollo general de la sociedad — y conscientemente vincular todo eso a la meta más amplia de emancipar a la humanidad del mundo.

Es necesario que las operaciones en gran escala y la coordinación centralizada den coherencia y dirección a los diversos aspectos de un sistema económico justo y racionalmente organizado, sea el transporte nacional y regional, la energía básica y las transiciones para alejarse del uso de combustibles fósiles, o los requisitos de insumos y productos de la industria.

Además, aunque cualquier auténtica sociedad socialista se esforzaría por tener la máxima participación en toda esfera, ¿estarán sujetas las medidas para superar el racismo y el patriarcado y de ayudar a la revolución en el mundo principalmente al estado de ánimo del pueblo en cualquier unidad autónoma en cualquier momento dado? ¿Y qué del propio medio ambiente: no se requerirá que el desarrollo sustentable del mundo y la conservación de grandes extensiones del mismo en una forma más o menos virgen tenga una coordinación a un nivel completamente nuevo?

El marco de referencia de una sociedad socialista no es su propio desarrollo como un fin en sí. El punto de partida tiene que ser: cómo se puede moldear el desarrollo de la economía socialista y cómo puede funcionar esta sociedad, de modo que beneficie al planeta entero, haciendo todo lo que pueda para avanzar la revolución mundial, a la vez que esta sociedad también esté satisfaciendo las necesidades urgentes del pueblo y esté contribuyendo a su desarrollo general.

La centralización conlleva los peligros concretos de tomar decisiones a distancia y sin conocimiento que perjudiquen la tarea de largo plazo de superar la separación entre dirigentes y dirigidos. También será necesario poner ese problema ante la sociedad socialista. Y será crítico que en cada etapa y al mayor grado posible, se impulse el papel de la toma de decisiones y responsabilidad descentralizada y toda clase de iniciativas desde abajo, en este marco general

La planificación socialista —y la centralización que concentre el rumbo que la sociedad tiene que tomar y la descentralización que maximice el alcance de la toma colectiva de decisiones al nivel local en el plan central general— es una manera de guiar el desarrollo en conformidad con las metas revolucionarias conscientes. Y la meta más fundamental es la realización de un mundo sin clases. A la vez, la planificación socialista es un extensísimo proceso de aprendizaje.

La nueva síntesis de Bob Avakian abre nuevas posibilidades

Un nuevo poder estatal socialista tiene que concentrar los intereses más altos de la revolución y la emancipación de la humanidad. Este poder tiene que usarse para rehacer radicalmente la sociedad; y es necesario incorporar cada vez más a las masas populares en el ejercicio concreto de este poder y en la administración de los nuevos organismos de gobierno.

Pero eso no puede ocurrir sin una dirección de un partido revolucionario. Esta dirección tiene que dirigir la identificación y la solución de contradicciones centrales en el proceso de crear una economía racional, socialmente justa y ambientalmente sustentable. Y esto tiene que ser un proceso que dirija y aprenda: que aprenda desde todos los ángulos y lugares, de todos los puntos de vista y de todas las críticas.

Como parte de la nueva síntesis, Bob Avakian ha dedicado atención a las “contradicciones todavía por resolver” que pulularán en la sociedad socialista. Aún será necesario librar grandísimas luchas sociales y batallas ideológicas para superar el patriarcado y el legado de la opresión de las minorías nacionales… las diferencias sociales que aún existirán entre los profesionales y los intelectuales, y aquellos que principalmente trabajan con las manos… aún será necesario usar dinero… aún habrá brechas en el desarrollo entre regiones. Habrá tensiones entre la centralización y la descentralización en una economía socialista planificada.

Todo eso suscitará cuestionamiento, generará nuevas ideas, protestas, descontento, lucha e incluso trastornos. ¿Es eso algo bueno o algo malo? Avakian lo considera una fuerza que impulse la continuación de la revolución.

La nueva sociedad tendrá que tratar grandes contradicciones. Por ejemplo:

  • Se necesitará una capacidad militar para defender la revolución, pero no puede ser la misma clase de aparato militar opresivo y monstruoso del imperialismo.
  • La nueva sociedad tendrá enormes necesidades de reconstrucción y de satisfacer las necesidades materiales y culturales para la gran mayoría de la sociedad, sobre todo aquellos que fueron de los de abajo y sufrieron muchísimo en la vieja sociedad. Habrá necesidades agudas a corto plazo, siendo importante la de proporcionar vivienda, alimento y servicios de salud.

No se puede satisfacer tales necesidades pasando por alto los efectos largoplacistas sobre los ecosistemas. Y en nombre de la “urgencia”, será fácil recaer en las viejas maneras de hacer las cosas. Será necesario analizar estas contradicciones y tomarlas en cuenta, según una visión de una sociedad y mundo ecológicamente sustentable y verdaderamente liberador.

Por eso uno de los mayores retos de la sociedad socialista será el de balancear los requisitos de largo y de corto plazo.

¿Qué es urgente? ¿Qué es socialmente justo? Será necesario integrar por etapas y retirar por etapas ciertas tecnologías, productos, modos de transporte y demás. ¿Con qué rapidez se podría transformar y alejarse de la producción y sistemas de energéticos ambientalmente dañinos?

Todo eso será un tema de constante preocupación y aprendizaje. Y todo eso también llegará a ser cuestión de la lucha de clases en la sociedad socialista, porque habrá fuerzas sociales y políticas que pretenderán aprovechar todas estas contradicciones y requisitos de una manera que conduce de regreso al capitalismo.

¿Cómo realizar este aprendizaje y transformación? ¿Cómo dirigirlo? Hablando de esta cuestión verdaderamente fundamental, la nueva síntesis de Bob Avakian es innovadora, iluminadora — y absolutamente necesaria.

El poder estatal socialista y la eliminación de las trabas sobre la ciencia

Un elemento fundamental de esta nueva síntesis del comunismo es la importancia que le presta a la efervescencia cultural, científica e intelectual en la sociedad socialista. Es necesario liberar la ciencia de todas las trabas y limitaciones institucionales del capitalismo: en la manera en que el capitalismo limita y distorsiona la investigación científica a causa de las consideraciones corporativas-comerciales y el papel del aparato militar al servicio de los intereses de un imperio global.

Por una parte, la sociedad socialista tendrá que movilizar a científicos, ingenieros y otros expertos para dedicar trabajo a los problemas ambientales apremiantes. Será necesario organizar muchísimos esfuerzos y proyectos enormemente concentrados para tratar la clase de situación calamitosa que enfrentamos. Una sociedad socialista, libre de los dictados de las ganancias y el control de particulares, será capaz de hacer preparativos y lidiar con desastres naturales tales como inundaciones, huracanes y sequías, cuyos peligros y efectos requerirán de esfuerzos concertadas en toda la sociedad entre los profesionales y las masas básicas. Podrá ejercer esta capacidad para ayudar a las personas de otras partes del mundo a lidiar con tales desastres naturales, como terremotos.

Se popularizará la ciencia a través de la sociedad. Por ejemplo, en la sociedad se popularizarán y se alentará en los grandes debates, discusiones y descubrimientos entre los climatólogos y los científicos ambientales, sobre la manera de solucionar el problema del calentamiento global, sobre su alcance y sobre la forma en que se desarrolla. La sociedad socialista tendrá que promover el entendimiento y debate a nivel mundial.

Por otra parte, la sociedad y la humanidad también requerirán de investigaciones de gran envergadura, nuevas ideas y experimentación que no tienen una relación directa con los proyectos concentrados en la sociedad socialista. Tendrá que haber espacio en la sociedad socialista para que los científicos puedan investigar las cuestiones que no tienen una aplicación directa a la solución de problemas inmediatos, y esta experimentación también tendrá que contar con apoyo y fondos. Para repetir, será necesario eliminar las trabas sobre la ciencia.

Y es necesario sacar la ciencia de su encierro en los claustros. Existen conocimientos que provienen de las personas básicas en los centros de trabajo y las comunidades. Existen conocimientos que provienen de las personas básicas de todo el mundo, de los campesinos y agricultores, de los pescadores y de las personas que viven en las comunidades afectadas por la contaminación. La sociedad socialista tendrá que promover toda clase de polinización cruzada de conocimientos y experiencias: que los meteorólogos e ingenieros intercambien conocimientos sobre las ciencias y el método científico con las personas básicas quienes están chequeando la ciencia, a la vez que los expertos aprendan de las observaciones y descubrimientos, experiencias y aspiraciones de las personas básicas.

Se popularizará la ciencia a través de la sociedad. Por ejemplo, en la sociedad se popularizarán y se alentará en los grandes debates, discusiones y descubrimientos entre los climatólogos y los científicos ambientales, sobre la manera de solucionar el problema del calentamiento global, sobre su alcance y sobre la forma en que se desarrolla. La sociedad socialista tendrá que promover el entendimiento y debate a nivel mundial.

La sociedad socialista, por medio del estado socialista liderado por un partido de vanguardia, tendrá que establecer las prioridades en el desarrollo: en la reconfiguración de la industria, en la distribución de fondos y materiales y en la protección de los recursos naturales.

Como se mencionó, el socialismo tendrá que satisfacer las necesidades grandes e inmediatas de las masas populares; a la vez tendrá a ponerse a desarrollar una economía que ya no se base en los combustibles fósiles. Todo eso requerirá de esfuerzos e innovaciones extraordinarias. Se requerirá de un entendimiento correcto de las prioridades y de la manera de movilizar y desencadenar a las personas para lidiar con estos problemas.

El poder estatal socialista y el papel del disentimiento, el debate y la iniciativa “desde abajo”

Pero será necesario debatir ampliamente en la sociedad socialista y establecer todas estas medidas y de hecho el mismo rumbo general de la sociedad. Y, para repetir, las contradicciones todavía por resolver de la sociedad socialista darán lugar a controversia y lucha. Eso es una fuente de dinamismo en la sociedad socialista.

Respecto al medio ambiente en particular, Bob Avakian ha puesto el ejemplo de Arundhati Roy. Ella es una novelista y activista social que había estado en las primeras líneas de las luchas contra la construcción de presas ambientalmente destructivas en la India. La energía hidroeléctrica es una fuente de energía renovable. Pero no es algo bueno en todos los casos y en todos los lugares. ¿Será posible que en el socialismo siga protestando Arundhati Roy y las personas como ella?

Avakian ha recalcado que el socialismo tiene que ser una sociedad en que no sólo se permite el disentimiento sino que se alienta y se valora. Y será necesario tomar en cuenta a las personas como Arundhati Roy, con la finalidad de contribuir a desarrollar soluciones a estos problemas ambientales muy profundos y serios, a la vez que será necesario llevar lucha ideológica sobre las cuestiones del socialismo, el comunismo y a donde está encaminada la humanidad y a donde tiene que estar encaminada. Aunque no se permitirá que los antiguos explotadores capitalistas tengan los derechos de organizarse para su regreso, no se suprimirá la oposición entre las masas más amplias a diversas medidas e incluso al mismo socialismo —eso se debatirá y habrá lucha sobre ello— siempre y cuando esa oposición no asuma la forma de iniciativas organizadas para derrocar el estado socialista.

Además, habrá iniciativas “desde abajo”: las iniciativas y los proyectos que florezcan en diferentes partes de la sociedad que no cuentan con la dirección e inspiración directa del partido pero de las cuales el partido tendrá que aprender y a las cuales tendrá que dar dirección, como parte de un proceso muy amplio y trascendental de avanzar hacia adelante.

Todo eso es parte del proceso de llegar a conocer la verdad de la sociedad y del mundo, de promover el pensamiento crítico en la sociedad socialista y de habilitar a las masas para entender más profundamente y transformar más profundamente el mundo. Y todo esto a veces será un proceso muy tenso y alborotado, incluso con protestas y trastornos que puedan desestabilizar la sociedad. Pero todo eso es parte del proceso de llegar al comunismo: de máxima elasticidad y experimentación, sin perder el poder, sin perder la revolución y todo lo que ésta representa para la humanidad del mundo. Será necesario tener un liderazgo comunista visionario, un núcleo sólido, como lo llama Avakian, para liderar este proceso complejo hacia adelante.

Con este análisis del socialismo, se ve más claramente por qué las masas populares constituyen el mayor recurso único. Y con todas sus energías creativas, conocimientos y preocupaciones, es posible movilizarlas para luchar, discutir y debatir, y trabajar juntas para determinar cómo edificar una sociedad que verdaderamente emancipe a la humanidad y que trabaje con urgencia para salvar al planeta para las generaciones actual y futuras.

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Nos encontramos en un punto de viraje en la historia. El sistema capitalista-imperialista es un horror para miles de millones de personas en Estados Unidos y por todo el mundo y amenaza al propio tejido de la vida sobre la tierra. Ahora, la elección del fascista Trump presenta peligros aún más extremos para la humanidad, y subraya la ilegitimidad total de este sistema, y la necesidad urgente para un sistema radicalmente diferente.

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