* En la sección del New York Times con reseñas de libros, del domingo 25 de octubre de 2015, al hablar de la convención de 1787 que “llevó a la redacción de la Constitución de Estados Unidos”, Robert E. Rubin, ex secretario del Tesoro bajo Bill Clinton, en efecto dice lo siguiente:
“Se resolvieron los desacuerdos sobre el alcance del poder federal y el diseño de nuestras instituciones democráticas por medio de largas discusiones y, en última instancia, acuerdos de principios”. (énfasis añadido)
¡¿Acuerdos de principios?! La fundación de Estados Unidos a partir de la institucionalización de la esclavitud —del establecimiento oficial del “derecho” de poseer esclavos y el estatus de los esclavos como menos que humanos, en su Constitución de fundación— constituye un “acuerdo de principios” a los ojos de un representante y funcionario de la clase dominante de Estados Unidos de hoy día. Además, la verdad es que ningún político de peso ni otro representante importante de esta clase dominante denunciará, o podrá denunciar, a Estados Unidos, desde su propia fundación, ni denunciará a sus “fundadores”, de acuerdo a los términos con los que más vale sean objeto de denuncia: criminales monstruosos. Si la fundación de un país a partir de la institucionalización de la esclavitud no fuera un crimen monstruoso, ¿qué lo sería? El que ningún representante ni funcionario importante de este sistema, en Estados Unidos, pueda reconocer y aceptarlo como un monstruoso crimen —y que al contrario todos defienden como “grandes hombres” a aquellos, como Thomas Jefferson, que fundaron un país sobre la base de este monstruoso crimen y que perpetuaron este crimen durante generaciones— va a la mera esencia de qué es este sistema y por qué hay una gran necesidad de ponerle fin a este sistema tan pronto que sea posible y reemplazarlo por un sistema que no necesite, no ofrezca ningún lugar y no haga excusas por ninguna forma de esclavitud.
* Por increíble que parezca, en el siglo 21 algunas personas —entre ellas personas en posiciones de poder y autoridad— están decididas a obligar a las mujeres a parir, no importa la situación, los sentimientos ni el mejor criterio de esas mujeres mismas. Se trata de una manera de esclavizar a la mujer bajo los dictados de un opresivo sistema patriarcal de supremacía masculina; y de eso se trata en concreto lo que representan los crueles fanáticos decididos a privarle a la mujer del derecho al aborto.
* Sobre las elecciones: Elegir de entre unos gobernantes opresores no impedirá que éstos sean tus gobernantes y opresores y cometan horrorosos crímenes de lesa humanidad. Lo anterior es cierto en el caso de todos los principales candidatos presidenciales, tanto los del partido Republicano como del Demócrata, y será cierto en el caso de cualquier persona que ocupe la presidencia o cualquier cargo político importante bajo este sistema. El que uno apoye a estas personas efectivamente hace que sea cómplice de estos crímenes.