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¡Empeñarse en la revolución, promover la producción! Cuestiones de concepción y método, Algunos puntos sobre la nueva situación

Introducción

Nota de la redacción: En este número publicamos pasajes de una importante charla de Bob Avakian, grabada en la primera parte de este año: "¡EMPEÑARSE EN LA REVOLUCIÓN, PROMOVER LA PRODUCCIÓN!, Cuestiones de concepción y método, Algunos puntos sobre la nueva situación". Adelantamos la publicación de la parte titulada "La nueva situación" (en el No. 1175) porque era muy oportuna. Esta semana iniciamos la publicación de la charla en orden. Hemos editado el texto e insertado las notas.

Quisiera empezar dando unas orientaciones básicas para la aplicación de los puntos que tocaremos en esta charla. Se centran en un principio que tuvo gran importancia en la revolución china en muchas esferas: "¡Empeñarse en la revolución, promover la producción!". Primero veamos el contexto histórico de la consigna y sobre todo la lucha alrededor de ella; es de mucho interés y muy ilustrativa.

La consigna (que sintetiza un principio básico) se divulgó especialmente durante la Revolución Cultural, aunque se empleó antes. Tenía diversas aplicaciones. Una de ellas era específicamente la esfera de la producción, donde concentró una lucha encarnizada porque, como podemos ver claramente ahora, los revisionistas decían que el propósito de la producción es, a fin de cuentas, la producción; que la revolución y la producción son completamente distintas; y que esta se rige por ciertas leyes, normas y regulaciones que todo mundo debe acatar. Todo mundo debe estar en su puesto y quedarse ahí; se necesita una división de trabajo rígida y cualquier cosa que distraiga la atención de la producción perjudica la causa socialista. La política y la cultura son esferas muy aparte, y en realidad tienen poco que ver con las tareas clave de aumentar la producción de la sociedad en aras de la modernización. Y para los revisionistas la modernización era primordial, pues permitiría el desarrollo de un pujante país socialista que pudiera asumir su debido lugar en el escenario mundial. Por eso, veían como distracciones dañinas las actividades que los revolucionarios proponían, o sea, que se suspendiera la producción unas horas para debatir asuntos políticos, para hacer presentaciones culturales o que las propias masas integraran grupos culturales y crearan obras. Todo eso les parecía una distracción dañina. Eso lo aplicaban también a los comités revolucionarios que surgieron en la Revolución Cultural porque, según su lógica, perjudicaba la causa socialista que los trabajadores dejaran el puesto y participaran en tareas administrativas o, peor aún, que los administradores perdieran el tiempo en la producción, como trabajadores comunes y corrientes. Eso era lo esencial de la línea revisionista sobre esas cuestiones.

Así que no a todo mundo le gustó la consigna ni todo mundo la adoptó y la aplicó. Todo lo contrario, fue la manzana de la discordia.

¿Por qué la plantearon los revolucionarios? Porque captaron que nuestras metas no se logran sin la actividad y la iniciativa consciente de las masas, que el socialismo no es igual a la producción ni se define fundamentalmente por ella, ni incluso por la propiedad estatal de los medios de producción; que implica la transformación revolucionaria de toda la sociedad y en última instancia del mundo entero, a través de la revolución proletaria mundial, que abarca la transformación del modo de pensar, además de las relaciones económicas y sociales, las instituciones políticas y la superestructura (y como parte de ella, la cultura). Por eso comprendieron también que si queremos que la producción esté al servicio de la revolución, antes que todo las masas tienen que captar para qué producen (y por qué producen ciertas cosas) y tiene que darse lucha sobre las cosas que señala el Texto de economía política de Shanghai*: ¿para qué producimos?; ¿producimos para sentar la base de transformar la sociedad y contribuir a la revolución mundial o para incrementar la producción, competir con los países capitalistas y ser un país poderoso? No son simplemente dos ideas o enfoques, sino dos puntos de vista de clase totalmente opuestos.

Además, las masas deben luchar sobre cómo están produciendo, es decir, ¿cuáles son las relaciones de producción?, porque como señaló Marx, para producir los seres humanos entran en ciertas relaciones de producción muy concretas. La producción no se realiza en un plano abstracto sino en un plano concreto por seres humanos que entran en ciertas relaciones de producción muy concretas. Y en el período socialista las masas buscan transformar más y más conscientemente esas relaciones de producción y las relaciones sociales en general, y dar a luz nuevas relaciones que barran las desigualdades y divisiones opresivas de la vieja sociedad. He aquí otro aspecto importante.

Y además de eso, se instaba a las masas a ocuparse de los asuntos del estado y la superestructura en general, y a participar en la lucha por transformarla. Se reconoció la gran importancia de eso para el avance de la causa socialista e incluso para la producción, porque cuanto más las masas captaban conscientemente todo esto --la naturaleza y propósito de la producción, el carácter de las relaciones de producción y, además, los asuntos del estado y del mundo, etc.-- tanto más conscientemente se movilizaban en la producción y creaban "milagros": por ejemplo en la China socialista construyeron un barco de 10,000 toneladas en un dique en que supuestamente solo se podían construir barcos de 5,000 toneladas. Con la conciencia y debate sobre esas cuestiones, se lograron muchas cosas. Era un principio importante.

Pero, repito, no todo mundo lo aceptaba de brazos abiertos, lo captaba y lo aplicaba con muchas ganas. Al contrario, suscitaba una lucha encarnizada. En nuestro partido también suscitó una lucha muy intensa tras el golpe en China, cuando debatimos nuestra posición. Incluso en los niveles dirigentes, los que apoyaban la línea revisionista en China plantearon lo mismo, que esas cosas "frívolas", la suspensión de labores para hacer pintura u otras actividades culturales o para estudiar Anti Duhring ... está bien que lo hagan en su tiempo libre, pero quitar tiempo de la producción va "contra el marxismo". Recuerdo la intervención de un dirigente menchevique** en la reunión decisiva de nuestro Comité Central donde se resolvió la cuestión: la lucha estaba al rojo vivo y planteó un argumento que le pareció muy contundente: dijo que en Shanghai, la principal base de apoyo de la banda de los cuatro, movilizaron a "cantantes, bailarines y quién sabe quién demonios".

Así lo veían los revisionistas: son cosas frívolas y gente inconsecuente, y los verdaderos trabajadores se dedican enteramente al trabajo. Para ellos era un argumento contundente que demostraba que la banda de los cuatro era un desastre: organizaron a cantantes y bailarines a dar presentaciones en las fábricas, y animaron a trabajadores a dedicarse al canto y al baile; para los revisionistas era el colmo.

Pero en realidad el principio de "empeñarse en la revolución, promover la producción" es de gran importancia; se contrapone al pragmatismo y a la noción de que la mejor manera es siempre entrarle derechito y proceder en línea recta. Bueno, a veces es necesario entregarse cien por cien a una tarea y seguir adelante, arrasando con cualquier obstáculo que se atraviese en el camino, por decirlo así, pero como regla general, como principio, como método, proceder en línea recta, sobre todo agachar la cabeza y no más darle pa' adelante, no es la manera de lograr nuestros objetivos. Eso es lo que la burguesía y otras clases explotadoras quieren que hagan las masas: que se queden en su puesto y hagan su trabajo, que agachen la cabeza y que sean, esencialmente, bestias de carga. Pero para lograr nuestros objetivos, que son histórico-mundiales, hay que desatar un proceso dinámico de práctica y teoría, es decir, de luchar, analizar y debatir las cuestiones cardinales de principios, de línea política e ideológica, y asuntos de estado y mundiales, a fin de desencadenarnos para, en cierto sentido, reproducir el mismo proceso con las masas, para desencadenarlas más y más conscientemente. Porque de otra forma, al final no conseguiremos la revolución ni el socialismo, ni el avance al comunismo. Y si de esa forma se lograra conquistar el poder, no sería más que otro golpe de estado burgués si no se cuenta con la actividad, participación e iniciativa consciente de las masas.

Una de las cosas más difíciles para nosotros es que todo encierra contradicción (bueno, es igual para todo mundo, solo que nosotros lo captamos más conscientemente) y nada es sencillo; no existe una "receta mágica", una receta sencilla que podamos aprender de memoria e imponer ciegamente a la realidad. Por ejemplo, para hacer la revolución y, a la larga, la transformación socialista y alcanzar la meta del comunismo mundial, se necesita la iniciativa consciente de las masas, pero también es cierto, como dijo Lenin, que los más grandes crímenes se han cometido en el nombre de las masas. Gente como Kautsky (líder del partido socialista alemán, el partido socialista más grande del mundo antes de la I Guerra Mundial) decía: las masas no están preparadas para esto ni para lo otro, no es hora de lanzarse a la conquista del poder. En China, igual, cuando se querían dar saltos en la transformación socialista, los revisionistas dijeron: no tenemos la base material de producción ni las masas están listas para asumir el reto. Y, la verdad, nunca falta un sector atrasado de las masas para justificar una línea atrasada.

Por eso todo es tan complejo y, como hemos señalado, no hay respuestas fáciles ni soluciones sencillas. Solo tenemos nuestra concepción y metodología, vista en amplia perspectiva histórica, y aplicada concretamente a la situación y contradicciones específicas. Pero sí contamos con principios básicos que podemos y debemos aplicar, de los cuales "empeñarse en la revolución, promover la producción" es uno. Se aplica concretamente a la producción y metafóricamente a todos nuestros esfuerzos, a toda esfera de nuestra actividad. Y su aplicación nos permitirá movilizar ola tras ola de amplias masas, y a través de un proceso dinámico se sumarán más y más masas que conscientemente y por su propia iniciativa asumirán esas tareas y luchas, y a la larga lograrán esas transformaciones, porque de lo contrario cualquier cosa que se logre no durará.

Mao dijo en una ocasión que la autoridad impuesta artificialmente caerá de su propio peso y, por lo mismo, las cosas que se logran por medios y métodos burocráticos no llevarán en última instancia a donde queremos ir. Siempre hay una tendencia a "cortar camino" con esos medios o métodos o, por otro lado, a simplemente seguir la onda de la espontaneidad. Es un gran reto encontrar la síntesis correcta que nos permita desencadenar a las masas y dirigirlas (y quiero volver a esta cuestión más adelante: desencadenar a las masas implica dirigirlas y evidentemente para dirigirlas hay que desencadenarlas; es otra unidad de contrarios). En fin, el principio de empeñarse/promover se aplica en su sentido más amplio a todo lo que hacemos.

Quisiera recalcar la importancia de enfocar así lo que voy a tratar en esta charla, porque mi propósito aquí no es plantear conclusiones ni formular líneas y medidas definitivas para ciertas esferas de trabajo ni sacar un balance del trabajo como tal, sino fomentar el análisis profundo y el amplio debate sobre cuestiones primordiales de trascendencia histórico-mundial. Eso corresponde al principio de empeñarse/promover y así se debe entender la relación entre esta charla y la discusión que se desenvuelve, por un lado, y, por otro, aspectos y esferas importantes, e incluso decisivos, del trabajo del partido y su relación con nuestros grandes objetivos estratégicos.

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NOTAS

* Banner Press, 1994, a la venta en inglés de Libros Revolución o en la Internet de Amazon.com.  [Regrese al articulo]

** Llamamos mencheviques al grupo del PCR que quiso llevar al partido por el camino revisionista, respecto a China y en general, porque como los mencheviques de la revolución rusa, afirmaron que defendían la revolución y el comunismo, pero en realidad tenían una línea opuesta. (En ruso menchevique quiere decir "minoría"; los llamaron así porque eran la minoría opuesta a la mayoría bolchevique en un momento decisivo de la lucha, pero ahora el término se aplica a una tendencia oportunista).  [Regrese al articulo]