Manifestantes: ¿Revocar Roe? ¡No, maldita sea! De Pie Por el Derecho al Aborto. Paul Street
La carta de recaudación de fondos del fin de año que recibí de parte del “Fondo para acción” de Planned Parenthood hace un par de semanas me hace recordar de un antiguo dicho: “No vaya a mear por mi espalda y luego decirme que está lloviendo”.
Yo podría añadir: “y luego decirme que les mande dinero para fingir hacerme un paraguas”.
La presidenta de Planned Parenthood (PP) Alexis McGill Johnson quiere que sepamos que “A lo largo del país, desde la decisión Roe contra Wade de la Corte Suprema, los políticos les han quitado los derechos a millones de personas, dejándolas en situaciones devastadoras… Es posible que hasta 26 estados prohíban el aborto, y muchos ya lo han hecho. Las prohibiciones también abruman los sistemas de atención medica de otros estados al batallar para atender las necesidades de pacientes que tienen que viajar para conseguir atención”.
Pero que no cunda el pánico, porque ya llegó el Planned Parenthood Action Fund (PPAF), brindando lo que McGill Johnson califica de “actos de esperanza radical”. “A partir de la decisión de la Corte Suprema”, escribe McGill Johnson, el PPAF ha estado liderando un gran “movimiento” de “resistencia” con mítines, desobediencia civil, “poniendo el cuerpo en las primeras líneas”, defensa del acceso del votante, acción política (electoral partidista demócrata) e iniciativas legislativas.
Y por lo tanto yo debía mandarle al PPAF $150 o más ya para el 30 de diciembre o antes.
Ni loco.
La solicitud de la Sra. McGill Johnson tiene tanto de malo.
Ni siquiera menciona el nombre ni la fecha de la decisión despreciable, odia-mujeres, requete patriarcal que emitió la Corte fascista cristiana este año: Dobbs contra Jackson, 24 de junio de 2022.
No señala, ni mucho menos denuncia, la naturaleza totalmente ilegítima de la absurdamente derechista-extrema Corte al estilo de El cuento de la criada, obra de Trump, ni la decisión Dobbs, que se opusieron a la opinión pública supermayoritaria estadounidense a favor del derecho constitucional de la mujer al aborto. La decisión se basó en un razonamiento literalmente medieval mientras viola el principio jurídico básico de stare decisis con tal de eviscerar un derecho humano básico que se ganó por medio de años de lucha por las mujeres y sus aliados feministas masculinos y transgénero, y a su favor.
La solicitud de fondos de parte de PPAF tampoco menciona que la decisión (que no identifica) Dobbs claramente venía sirviendo de ariete para un asalto neofascista y nacionalista cristiano blanco más amplio contra varios derechos humanos y civiles básicos relacionados.
McGill Johnson le resta importancia al alcance del terror que la decisión Dobbs ha desencadenado, al no señalar que seis estados han extendido, de manera sádica y sexista, la prohibición del aborto incluso en casos de violación e incesto.
La solicitud del PPAF tampoco dice nada sobre el hecho de que las crueles y coincidentes desigualdades de raza, clase y lugar imposibilitan que las masas de mujeres pobres y personas transgéneras pobres, desproporcionadamente gente de color, tengan acceso al aborto en los estados donde no se prohíbe el aborto.
Dirige las energías políticas hacia los límites asesinos de un arcaico sistema de elecciones y políticas del reino de la minoría, que se encuentra muy a la derecha de la opinión púbica mayoritaria mediante varios mecanismos: El Colegio Electoral, la manipulación de circunscripciones electorales, el absurdo y mal distribuido poder del senado de Estados Unidos, el filibusterismo en el senado, el nombramiento de por vida y el poder exagerado de la Corte Suprema, las reglas plutocráticas sobre las finanzas de campañas y los “derechos de los estados” extremos.
La solicitud del PPAF declara que el “movimiento” que finge que dirige ha presionado a la administración de Biden a “plantear” lo que califica de una “repuesta del conjunto del gobierno a la crisis del acceso al aborto”. Esto es engañoso: PP nunca ha exigido que Biden contrarreste a Dobbs usando su poder de mandar al gobierno federal a asegurar el acceso al aborto seguro legal en tierras y edificios médicos federales por todo Estados Unidos, incluidos estados con prohibiciones bajo el control republi-fascista cristiano.
La parte más repugnante de la carta de solicitud de fondos de McGill Johnson es donde se jacta de las acciones “radicales” que su “movimiento” supuestamente ha emprendido “desde” Dobbs.
Por favor. ¿Y qué de antes de la decisión? Puro silencio…
Pongamos las cosas en claro. “La decisión de la Corte Suprema de anular Roe contra Wade” (el nombre de la decisión, repito, era Dobbs contra Jackson — diga el nombre, Sra. McGill Johnson) se predecía más de medio año antes de la decisión durante la argumentación oral final del caso en diciembre de 2021. La filtración de la decisión a principios de mayo del año pasado dejó poca duda sobre el dictamen final de la Corte de extrema derecha. La decisión final se predecía entre amplios sectores de la sociedad —faltando un levantamiento de masas preventivo al cual PP se negó a ayudar a organizar— desde el momento en que la Corte trumpista conoció el caso (si no desde el momento en que la Corte aceptó conocerlo). Hubo bastante tiempo para que aquellos que quisieran impedir los horrores inminentes, mostraran que las masas paralizarían al país y cuestionarían la legitimidad de sus dominantes instituciones legales y políticas antidemocráticas si los “magistrados” fascistas cristianos máximos de la nación impusieran su deseo de revocar, es decir matar, a Roe.
¿Qué hicieron PP y el resto del “movimiento pro derecho a decidir” liberal con afiliación partidista demócrata para evitar la decisión maliciosa odia-mujeres que estaba claramente en marcha? ¿Se unió con la organización feminista militante De Pie Por el Derecho al Aborto (RU4AR) al tratar de movilizar a las masas a poner el cuerpo en las primeras líneas y paralizarlo todo para prevenir el Infierno que se cernía?
No. Se unió con los demócratas patéticos y otros grupos “liberales” de peso del derecho al aborto para rendirse de antemano y anunciar el advenimiento de la “era pos-Roe” sin dar batalla — sin tantita resistencia de masas en las calles y plazas públicas estadounidenses.
¿Por qué? Una parte importante de la respuesta la sugiere un artículo de opinión en el New York Times el 6 de junio de Josh Marshall, fundador y director en jefe del Talking Points Memo liberal. “Los demócratas”, escribió Marshall dieciocho días antes de la decisión Dobbs, “esperan convertir las elecciones de mitad de período en un referendo sobre Roe contra Wade, la decisión que sirve de eje en defensa del derecho al aborto, a la cual la Corte Suprema casi seguramente revocará este verano”. Oí mucho de la misma lógica moralmente enredada de parte de los demócratas de Iowa City el marzo anterior: “ganaremos las elecciones de mitad de período ya que hayan eliminado Roe”.
Qué tan grotesco y cínico. Para que los demócratas ganaran en noviembre, lo que no lograron —la Cámara de Representantes estadounidense se vuelve republi-fascista en unos pocos días (¿cómo ven su “Roeviembre ahora?)— las mujeres y muchachas tenían que perder un derecho constitucional básico cuya consecución mediante lucha de un movimiento había conseguido un mejoramiento dramático en las oportunidades y libertades femeninas. El partido no tanto “de izquierda” de los dos partidos políticos dominantes del país esperaba triunfos en las elecciones de mitad del período a base de la restauración de la servidumbre femenina mediante el embarazo y la maternidad obligatorios, impuestos por ley, en grandes extensiones de la “democracia más grande del mundo” (donde el 70 por ciento de la población apoyaba la continuación de Roe). Los demócratas ansiaban la decisión horripilante. Y los grupos “pro derecho a decidir” afiliados con los demócratas, PP y NARAL [Liga Nacional de Acción por el Derecho al Aborto], ya venían recaudando fondos a causa del inminente ocaso de Roe desde el momento en que la Corte decidió conocer el caso Dobbs. Se negaron a movilizar a sus miembros en las calles para salvar el derecho de la mujer de interrumpir embarazos no deseados o peligrosos, pero bien que pedían donativos a base del horror que se cernía.
Ya que los grupos establecidos y bien financiados “pro derecho a decidir” no apoyaban una movilización popular de masas, la defensa concreta y comprometida de Roe en las calles (por deficiente que quizá haya sido esa decisión de 1973) le quedó a RU4AR (De Pie Por el Derecho al Aborto). RU4AR inspiró numerosos mítines, marchas y acciones directas impresionantes y apropiadamente airados, bajo el estandarte de “Pos-Roe, ¡No, maldita sea!”. Se inspiró al tomar de modelo el exitoso activismo por el derecho al aborto en Latinoamérica. Promovía el pañuelo verde, el símbolo de las protestas extraordinarias por los derechos femeninos y al aborto en Argentina, México y Colombia. Convocaba a una Marea Verde (algo muy distinto a la promesa tibia, cínica y engañosa de una “Marea Azul” electoral en “Roeviembre”) en las calles y más allá de los espectáculos electorales de los partidos de peso y sus enormes recursos, centrados en candidatos y espaciados para controlar constantemente, lo que se vende falsa y desastrosamente a las masas estadounidenses por “política”, la única política que importa.
Y por hacerlo se ganó ataques viles calumniosos neomacartistas al estilo del COINTELPRO de parte de periodistas liberales e incluso dizque izquierdistas — ataques que falsa y absurdamente acusaba a RU4AR de ser un “culto comunista” financieramente corrupto, anti-gay y odia-transgéneros que se oponía a los servicios de aborto y fondos para abortos.
Lo que me hace recordar: NADA de donativos este año para The Intercept, que posteó uno de los ataques neomacartistas más atroces y despreciables contra RU4AR en julio del año pasado.
El segundo aspecto más repugnante de la carta de McGill Johnson es su silencio extraño y escalofriante sobre el género. Es sobrecogedor. En una solicitud de donativos que supuestamente se trata de “combatir” el movimiento antiaborto, un movimiento que siempre se ha tratado y sigue tratándose en lo fundamental del control supremacista masculino y la opresión de la mujer (y de ahí la oposición a los contraceptivos de parte de la derecha cristiana, íntimamente relacionada), y no “los bebés” —se trata de mantener a la mujer embarazada y en casa, y no simplemente el mito teocrático de “la personería del feto”— McGill Johnson no puede escribir la palabra “mujeres”, “femenino” ni “género” ni una sola vez. Se refiere solamente a “los derechos de las personas”, “todas las personas”, “nuestros derechos”, “libertad reproductiva”, “cuidado médico” y “pacientes” como si la gran mayoría preponderante de los abortos no los buscaran las “personas” específicamente femeninas, como si no fuera el sexismo lo que ha impulsado al movimiento antiaborto por mucho tiempo de manera central y abrumadora, y como si el acceso al aborto fuera simplemente un tema del “cuidado médico” sin relación al género ni al sexismo. ¡Oigan! Estas son las tonterías “woketarianas” (“concienciadas”) que han subido hasta la cima del movimiento establecido “pro derecho a decidir” burgués de los demócratas. Qué tan patético. Qué tan idiota. Qué tan reaccionario.
¿Quiere hacer un donativo de fin de año a verdaderos activistas por el derecho al aborto? Hágalo a RU4AR, enlace: https://actionnetwork.org/fundraising/rise-up-4-abortion-rights-2
Sunsara Taylor habla por De Pie Por el Derecho al Aborto en un mitin el 1º de diciembre en el centro de Los Ángeles (vídeo en inglés).