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BOB AVAKIAN 
REVOLUCIÓN #25: 
Baloncesto de alto nivel, oposición al racismo y otras injusticias... e intolerancia en nombre de la religión — O, ¿en realidad Dawn Staley quiere que se le conozca como “Talibán Dawn”?

Los campeonatos de baloncesto universitario masculino y femenino (NCAA) acaban de concluir.

El campeonato masculino lo ganó, por segundo año consecutivo, la Universidad de Connecticut (UConn).

De mayor interés —principalmente por razones positivas, pero desgraciadamente también negativas— es el campeonato femenino, que ganó Carolina del Sur, cerrando una temporada invicta con una victoria sobre Iowa y su jugadora superestrella, Caitlin Clark, en el partido de la final del campeonato.

(En un artículo de dos partes en revcom.us, analizo lo que hace de Clark una jugadora de baloncesto tan sobresaliente, así como algunas cuestiones grandes y controvertidas que han surgido en la evaluación de su juego — incluido el hecho de que Clark, que es blanca, es una superestrella en un deporte identificado y dominado por las personas negras, en términos de quiénes juegan y sobresalen en el juego. Insto no sólo a los aficionados del baloncesto sino a todos los que se preocupan por el arte y la belleza —y por la justicia— a ir a revcom.us y leer ese artículo.)

En este mensaje, me centraré en la entrenadora del equipo femenino de Carolina del Sur, Dawn Staley, una ex jugadora estelar de baloncesto que ha ganado premios dos años seguidos como entrenadora del año de baloncesto universitario femenino. Después del partido de campeonato, Staley aprovechó la ocasión para hacer una generosa declaración de agradecimiento a Caitlin Clark y a la forma en que ha elevado el baloncesto femenino. Y Staley ha expresado algunas buenas posiciones contra el racismo y otras injusticias.

Pero también es cierto que Staley, que adhiere a una especie de cristianismo fanático, ha abusado de su posición como representante de una universidad pública (la Universidad de Carolina del Sur) para promover agresivamente esas creencias religiosas, e incluso para atacar a personas que no comparten esas creencias. Así que, si bien hay que defender firmemente a Staley contra los ataques de los racistas y otros intolerantes debido a las buenas posiciones que ha expresado, es necesario denunciar agudamente a sus propias violaciones de principios importantes y a su propia forma de intolerancia.

Como lo establece la Constitución de los Estados Unidos, se supone que existe una “separación entre la iglesia y el estado”. Esto significa que las instituciones del gobierno, incluidas las instituciones públicas como la Universidad de Carolina del Sur, no deben utilizarse para promover la religión. Las personas que representan a estas instituciones quizá tengan, o no tengan, creencias religiosas personales, pero nadie debería utilizar la plataforma de estas instituciones para promover su religión particular, o la religión en general. No obstante, eso es exactamente lo que Staley ha estado haciendo.

Hace poco, en relación con el reciente torneo de la NCAA, Staley ha expresado repetidamente la ridícula noción de que ¡algún supuesto dios realmente se preocupa por que las mujeres de Carolina del Sur ganen el campeonato de baloncesto, y de que dicho dios ha estado involucrado en ese proceso de ganar (según Staley, esta victoria de Carolina del Sur, después de su derrota ante Iowa en 2023, se trata del desarrollo de la “voluntad” y el “plan” de este dios)!

¿Qué pasa si, por casualidad, eres uno de los equipos con los que Carolina del Sur jugó? ¿Significa que este supuesto “dios” está en tu contra — y que si intentas vencer a Carolina del Sur, estás violando la “voluntad” y el “plan” de este “dios”? Este es un campeonato de baloncesto — ¡no se le debería convertir en una especie de cruzada sagrada!

Pero eso todavía no es lo peor: Staley ha ido al extremo de proclamar, por televisión nacional, que si no crees en dios, algo está mal contigo. Para empezar, ¿qué pasa si eres un estudiante en la Universidad —u otras personas que ven la televisión nacional— y tienes una religión diferente, o ninguna religión? ¿Cómo te hará sentir esto? Y el problema —el efecto negativo— es aún más grande que eso.

En respuesta a esta escandalosa afirmación de Staley, la respuesta es que no tiene nada de malo en absoluto —de hecho, tiene algo muy positivo, e importante— basarse en la negativa, con fundamentación científica, a creer en cosas que no existen, inclusive un dios, o dioses imaginarios, cuya existencia fue inventada por seres humanos, mientras que el culto a estos seres inexistentes pero supuestamente divinos lo han promovido clases dominantes opresivas e instituciones gobernantes a lo largo de los siglos — y todavía el día de hoy, porque puede impedir que las personas lleguen a comprender, científicamente, los motivos concretos por los que se encuentran en la terrible situación en la que se encuentran, y lo que se puede hacer al respecto, aquí mismo en este mundo real, levantándose contra este sistema y derrocando este sistema el que es la causa de esta terrible situación.

Llama la atención que, en la medida que es posible conocer, nadie en una posición oficial le haya indicado a Staley que es inaceptable que ella utilice su plataforma como representante de una universidad pública a fin de promover su religión — y además atacar a las personas que no comparten esa religión. Pero, pues, a pesar de lo que está en la Constitución, esto no es muy sorprendente, dado qué tan importante que es para la clase dominante que el pueblo negro y los oprimidos en general estén abrumados por la religión y su tergiversación anticientífica de la realidad, y qué tanto la clase dominante realmente quiere y promueve que las personas negras echen “rollos sobre dios”.

Las buenas posiciones de Staley, en algunos otros ámbitos —o su destreza como entrenadora y ex jugadora— no implican que esté bien ignorar, o disculpar, su uso indebido de su posición como representante de una universidad pública a fin de promover sus creencias religiosas, y el daño causado por su intolerante declaración contra las personas que no comparten esas creencias. Sí, las personas tienen derecho a su religión, pero no está bien —causa un tremendo daño— cuando difundan la intolerancia en nombre de su religión, cualquiera que sea la forma de esa intolerancia. Imagínese si Staley hubiera dicho: si usted se es asiático o latino, algo está mal con usted. O judío... o musulmán... y así sucesivamente.

Y el hecho de que Staley es negra no implica que lo que dijo sea menos escandaloso, repugnante y peligroso. Se han cometido muchos crímenes horrendos en nombre de la religión, no sólo a manos de europeos blancos, sino también a manos de personas no blancas en muchas partes del mundo. Un ejemplo flagrante hoy es el del Talibán en Afganistán — cuyo horroroso gobierno fundamentalista islámico, que aterroriza a las masas de personas, se basa en el fanatismo religioso. En realidad ¡¿Staley quiere que se le conozca como “Talibán Dawn”?! Por supuesto, aun con su fanatismo religioso, de tipo cristiano, Staley para nada es culpable de las terribles atrocidades que ha cometido el Talibán — contra aquellos a quienes consideran impíos “infieles”, contra las mujeres y contra el pueblo en general. Y, como he señalado, Staley ha adoptado algunas posiciones positivas sobre cuestiones importantes. Pero la lógica de su intolerancia abiertamente expresada, contra personas que no comparten sus creencias religiosas, puede llevarnos por un camino terrible. Ciertamente, esto no le hace ningún bien al pueblo negro, ni a otros oprimidos — pero sí causa un daño real a la lucha contra la opresión y la injusticia.

Sin embargo, a diferencia del Talibán, para Staley todavía existe una manera de hacer lo correcto al respecto. Las personas que se preocupan por la justicia necesitan decirle, sin tapujos, a Staley:

Sí, usted tiene el derecho a su religión — pero necesita dejar de abusar de su posición como representante de una universidad pública a fin de promover su religión (o la religión en general), algo que usted seguro sabe que de plano está equivocado. Y necesita dejar de lado esta basura intolerante contra las personas que no comparten sus creencias religiosas, hacer que sea consecuente su oposición a la injusticia y la intolerancia, y asumir la magnanimidad intelectual y la generosidad de espíritu que se necesitan de manera crucial en estos tiempos. 

En varias obras —incluidos el libro ¡Fuera con todos los dioses! Desencadenar la mente y cambiar radicalmente el mundo, el diálogo que sostuve con Cornel West en 2014 y la Entrevista más reciente que concedí en El Show RNL (¡Revolución, y Nada Menos!) en YouTube— he enfatizado la importancia de reconocer el derecho de las personas a la religión y de expresarle respeto, y la necesidad de unirse con las personas cuyas creencias religiosas incluyen posiciones en oposición a la injusticia. Pero, al mismo tiempo, también he dejado en claro el verdadero daño que causa la religión, en general y particularmente al contribuir a mantener al pueblo negro y a otras personas en una situación de terrible opresión. En futuros mensajes volveré a abordar esta cuestión muy importante.