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BOB AVAKIAN 
REVOLUCIÓN #33: 
La poderosa experiencia positiva del movimiento de los años 1960 — la importancia crucial de unirse ampliamente contra las injusticias y atrocidades, bregando con la mente abierta sobre diferentes ideas y programas, y un debate de principios sobre las diferencias.

En un mensaje anterior (Número Veintisiete), recordé la experiencia del Movimiento Pro Libertad de Expresión (FSM) en la Universidad de California-Berkeley y el movimiento radical general de la década de 1960, y lo que eso implica en relación con lo que está pasando hoy —cuando una vez más existe una resistencia crucial contra atrocidades terribles e injusticias profundas— especialmente la masacre genocida que Israel está perpetrando contra el pueblo palestino, con el apoyo total de Estados Unidos, y los intentos despiadados de reprimir a las protestas contra esta atrocidad.

Lo que caracterizó al movimiento verdaderamente masivo de la década de 1960, con todas sus diferentes corrientes, fue una determinación de concretamente poner fin a los atropellos contra los cuales la gente se estaba levantando, junto con un amplio sentido de “estar todos juntos en la lucha por un mundo mejor”, y la generosidad de espíritu, así como la magnanimidad intelectual, que la acompañaba. Una de las expresiones significativas al respecto fueron las importantes conversaciones y debates sobre diferentes ideas y programas, al interior del amplio movimiento de masas, donde se abordaba el verdadero contenido y sustancia de las posiciones opuestas, en lugar de mezquinos pleitos basados en “ataques bajos” y tergiversaciones de los puntos de vista de los demás — o en negativas a abordar con seriedad los puntos de vista que son distintos al propio punto de vista y que podrían desafiarlo.

Incluso con las tendencias contradictorias que sí existieron, ¿por qué existió una cultura muy positiva que definía el auge radical de los años 1960 en general? La respuesta básica es que, con muchas ideas diferentes sobre lo que esto significaba, las masas de personas, especialmente los jóvenes, aspiraban a algún tipo de transformación revolucionaria, liberadora del mundo.

(Por qué el movimiento de esos años no logró hacer nacer el cambio revolucionario al que literalmente aspiraban millones de personas en esos tiempos es una cuestión importante que definitivamente cabe analizar con seriedad. Pero eso rebasa el ámbito de este mensaje en particular. He abordado este tema en discursos y escritos que están disponibles en mis Obras escogidas en revcom.us — incluido el artículo Bob Avakian responde a Mark Rudd: Sobre las lecciones de los años 1960 y la necesidad de una revolución real — Expresiones infantiles de indignación, o acomodarse con este sistema monstruoso, no son las únicas alternativas. Mark Rudd fue uno de los líderes de las protestas de 1968 en la Universidad de Columbia, y posteriormente se convirtió en una de las figuras dirigentes del grupo “Weather Underground”).

Para aquellos que hoy están motivados por aspiraciones de un mundo más justo y mucho mejor — para aquellos que se preocupan por la verdad y comprenden qué tan importante lo es una verdadera comprensión de dónde proviene toda la injusticia y la opresión, y la manera en que es posible ponerles fin — para aquellos que pueden reconocer que abordar de forma seria, honesta y basada en principios las ideas y los programas en contienda es un elemento crucial para llegar a conocer la verdad, especialmente en materia de temas realmente profundos y críticos: hay mucho que aprender de la cultura positiva de ese inspirador movimiento de masas de la década de 1960.

A la luz de lo que he enfatizado aquí, abordo la acusación de que cuando nosotros, los revcom (comunistas revolucionarios), participamos en protestas y otras acciones, simplemente estamos tratando de promover “lo nuestro”, algo que supuestamente es “ajeno”, o incluso está en oposición, a lo que trata la lucha o movimiento particular. Esto es totalmente falso, fundamentalmente erróneo. Al participar, junto con otros, en protestas y resistencia contra injusticias y opresión, tenemos dos objetivos básicos: unir a todos los que sea posible unirse, de la manera más amplia posible, que más se base en principios, en la lucha contra esta injusticia y opresión. Y promover nuestro análisis, alentar discusiones y debates amplios sobre nuestro análisis, y ganarnos a la mayor cantidad de personas posible hacia nuestro análisis de la causa fundamental de toda esta injusticia y opresión y además hacia lo que se requiere para ponerles fin, y arrancar de raíz sus bases: nuestro análisis científico de que todas estas injusticias, toda esta opresión, están fundamentalmente arraigadas en este sistema del capitalismo-imperialismo, y —si bien la resistencia en su contra es muy importante—, se requerirá una revolución para derrocar este sistema, y crear un sistema fundamentalmente diferente y verdaderamente emancipador, a fin de eliminar y desarraigar en concreto toda esta injusticia y opresión.

Y se tiene el siguiente punto decisivo: es muy positivo, muy importante cuandoquiera que la idea de “revolución” esté “en el aire”. Al mismo tiempo, se tiene la cuestión crucial de lo que significa en realidad una “revolución” y cuál debería ser el contenido de una revolución: cuáles son sus fines y objetivos, sus principios rectores y su ideología — y, derivado de eso, cuáles tienen que ser (y no ser) los métodos y medios de lucha para hacer nacer esa revolución.

Una vez más, esto enfatiza la necesidad crucial de una conversación y debate de principios sobre todo esto — y en lo más fundamental: ¿cuál es la causa de toda la injusticia y la opresión, y cuál es la solución a esto? Nosotros, los revcom, siempre tenemos ganas de entablar semejante conversación y debate de principios, con el reconocimiento una vez más de que es una parte necesaria y crucial para llegar a conocer la causa fundamental y la verdadera solución a todas las terribles atrocidades y sufrimientos innecesarios a los que las masas de personas están sometidas, no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo, y la amenaza muy concreta a la humanidad que representa el rumbo actual, y acelerado, de las cosas, bajo la dominación de este sistema del capitalismo-imperialismo.