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BOB AVAKIAN 
REVOLUCIÓN #40: 
“Descolonización”... y revolución

Tal como la situación en Palestina ilustra gráficamente, aún existen situaciones en el mundo de hoy en que las personas están sometidas a la dominación colonial directa — y dondequiera que esta situación exista, ponerle fin a esa colonización es un objetivo inmediato justo, necesario e importante.

También se tiene el terrible legado del colonialismo en África, Asia y otras partes del mundo, incluida las Américas, que entrañaba la brutal conquista, y la explotación y opresión literalmente asesina, de masas de personas.

Pero la causa fundamental del terrible sufrimiento de las masas de la humanidad hoy en día no es el colonialismo de los siglos pasados… ni el legado del colonialismo… ni tampoco las situaciones que queden del propio colonialismo. La causa fundamental es el sistema del capitalismo-imperialismo, el que domina en Estados Unidos y domina al mundo. Y la solución fundamental es una revolución total — y no la “descolonización” — y especialmente no la noción de la “descolonización” que acepta el marco del sistema existente del capitalismo-imperialismo y pretende obrar al interior de ese marco.

Las dinámicas de este sistema del capitalismo-imperialismo, con su dominación de la economía mundial y de las relaciones entre personas y entre naciones, son la causa raíz, y los medios principales para imponer las terribles condiciones de explotación y opresión a las cuales están sometidas las masas de la humanidad en todas partes del mundo — y son la causa principal de la creciente amenaza al futuro, e incluso a la propia existencia, de la humanidad mediante la acelerada destrucción del medio ambiente y el peligro cada vez mayor de una guerra entre potencias imperialistas con armamento nuclear.

En los casi 80 años desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, se han operado cambios importantes en muchas partes del mundo, y en el mundo en su conjunto. Por ejemplo, la mayoría de los países anteriormente colonizados se han vuelto formalmente independientes, y potencias coloniales ya no los gobiernan directamente. Pero esto no ha resultado en la verdadera liberación para las masas de personas en esos países, que siguen bajo una brutal explotación y asesina opresión. Ni siquiera ha resultado en el fin de la dominación actual de esos países por el sistema del capitalismo-imperialismo y un puñado de países imperialistas, sobre todo Estados Unidos.

(Se tiene el caso particular de China, donde sí se hizo una revolución total que en 1949 se ganó la verdadera liberación —aboliendo la dominación imperialista del país— y luego avanzó más allá de eso, durante las siguientes décadas, construyendo un sistema socialista con el objetivo de eliminar y arrancar de raíz las relaciones de explotación y opresión, no sólo en la propia China sino en última instancia en el mundo en su conjunto. Pero se revocó esa revolución, se restauró el capitalismo en China, y la propia China ha emergido como una gran potencia capitalista-imperialista en sí. Es muy importante entender por qué y cómo ocurrió esto, lo que rebasa el ámbito de este mensaje. En revcom.us, se encuentran obras, mías y de otros, que sí analizan esto más detallada y profundamente. Pero esta revocación del socialismo en China pone de relieve una realidad esencial: si bien las revoluciones socialistas en países particulares son muy importantes —en sí y como parte de hacer avanzar una revolución emancipadora por todo el mundo—, en última instancia, únicamente con el triunfo final de dicha revolución, la revolución comunista, en el mundo en su conjunto, será posible poner fin de manera final y completa a todos los sistemas y relaciones de explotación y opresión.)

También es un hecho que, en los casi 80 años desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, en el contexto de un mundo cambiante en general, se han reemplazado algunas formas históricas de opresión en el propio Estados Unidos —por ejemplo, algunas formas de segregación y discriminación “legales”— con nuevas formas de opresión que han operado algunos cambios cosméticos, pero nada de eso ha llevado a la verdadera liberación.

Únicamente una revolución puede hacer surgir la emancipación completa para las masas de la humanidad oprimida, abriendo el camino para avanzar por el camino de abolir por fin las bases de toda explotación y opresión, de cualquier persona, en todas partes. Y se tiene el siguiente punto decisivo que enfaticé en mi mensaje número Treinta y Tres:

 Es muy positivo, muy importante cuandoquiera que la idea de “revolución” esté “en el aire”. Al mismo tiempo, se tiene la cuestión crucial de lo que significa en realidad una “revolución” y cuál debería ser el contenido de una revolución: cuáles son sus fines y objetivos, sus principios rectores y su ideología — y, derivado de eso, cuáles tienen que ser (y no ser) los métodos y medios de lucha para hacer nacer esa revolución. 

Tal como también he enfatizado (en particular en el mensaje número Veintidós), solamente en el proceso de una revolución verdaderamente trascendental y emancipadora —la revolución comunista— de enfrentar y finalmente derrocar este sistema del capitalismo-imperialismo, y de crear algo mucho mejor, es posible que las masas de personas también cambien de manera fundamental su modo de pensar — rompiendo con la opresiva cultura, “valores” y mentalidad promovidos por este sistema y adoptando los valores emancipadores de la revolución comunista cuyo objetivo es un mundo sin divisiones opresivas y explotadoras entre los seres humanos.