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BOB AVAKIAN 
REVOLUCIÓN #41: 
El problema fundamental al que nos enfrentamos no es el “patriarcado heteronormativo blanco”.
 

Número Cuarenta y Uno: El problema fundamental al que nos enfrentamos no es el “patriarcado heteronormativo blanco”. El sistema al que nos enfrentamos no es simplemente algún arreglo en el que los “hombres blancos heterosexuales” dominan a los demás.

Este sistema tiene integrada en sí toda esta opresión —incluida la opresión por motivos de nacionalidad y raza, sexo y género— pero todo esto descansa sobre ciertos cimientos, un modo de producción definido: la forma en que está organizada y funciona la economía. Como he enfatizado antes: si no comprendes esto, de hecho no comprendes el verdadero problema ni la verdadera solución.

La explotación capitalista no es una invención de los europeos blancos. La opresión no es simplemente una cosa “blanca” o “masculina” (o una cosa “masculina blanca heterosexual”). Y el imperialismo no es simplemente los países europeos que dominan y roban a los países y pueblos que han colonizado. Como señalé en el mensaje número Veintiuno:

Cosas como el racismo y la misoginia (el odio a las mujeres) no son características “integrales” de las personas blancas y los hombres — y la actitud de cuidarse de sí mismo y al diablo los demás no está “integrada” en los seres humanos. Todas estas cosas son productos del sistema bajo el cual la gente está obligada a vivir — las opresivas relaciones económicas, políticas y sociales del sistema, y las ideas y la cultura que reflejan y refuerzan esas relaciones.

Y:

En general a lo largo de la historia de la humanidad, en cualquier parte del mundo en que las personas hayan estado divididas en amos y esclavos, en “clases altas y clases bajas”, esta división ha ido acompañada de la idea de que aquellos en la posición superior son de alguna manera, por su propia “naturaleza”, superiores como seres humanos, y aquellos en la posición inferior son seres humanos “inferiores”. Esto ha sido cierto en los imperios y países antiguos, así como en los más modernos, de Asia, África y las Américas, así como en Europa.

Por ejemplo, el país asiático de Japón es un país capitalista-imperialista. Su desarrollo como país basado en la explotación y la opresión de masas de personas se remonta mucho más allá de cualquier relación significativa con los europeos. Y hay lecciones cruciales que aprender del papel de Japón en el período previo a la segunda guerra mundial y durante ella (el período de los años 1930 y principios de los 1940). Durante esos años, los capitalista-imperialistas japoneses estaban decididos a reemplazar a los países europeos como potencia imperialista dominante en el resto de Asia. Su objetivo no era conseguir que se liberarala gente en esos países asiáticos, sino realizar el saqueo imperialista japonés a esos países y la explotación a su gente.

Pero los imperialistas japoneses lo hicieron en nombre de una “identidad asiática” y en oposición a la dominación europea. Invadieron y ocuparon a muchos otros países asiáticos, incluida China, y los soldados invasores y ocupantes japoneses llevaron a cabo las atrocidades más horrendas contra las masas de personas en esos países, incluida la violación en masa de mujeres.

¿Por qué lo hicieron así los imperialistas japoneses? No simplemente debido a que eran hipócritas depravados, sino en lo más fundamental debido a la naturaleza y a las necesidades del sistema del capitalismo-imperialismo, que se basa en la explotación despiadada de masas de personas, y está impulsado por una amarga competencia entre explotadores capitalistas y una intensa rivalidad entre países capitalista-imperialistas, sean esos capitalista-imperialistas europeos, asiáticos o de cualquier otra “identidad”.

Cualquier sistema que se base en la explotación también tendrá, como una de sus principales características, la brutal supremacía masculina, junto con otras relaciones opresivas —y la motivación de los soldados de tal sistema supondrá la expectativa y el “derecho” a la conquista y saqueo sexuales de mujeres— algo que ciertamente ha sido cierto para las fuerzas armadas estadounidenses a lo largo de su historia.

Para poner fin finalmente a toda esta terrible opresión, en todas partes, es necesario ir más allá de todos los sistemas fundados en la explotación — es necesario derrocar el sistema del capitalismo-imperialismo y abolir y arrancar de raíz las relaciones de explotación y opresión, en todas partes. Ésa es la verdadera solución al verdadero problema fundamental al que se enfrentan ahora los seres humanos en todas partes.