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BOB AVAKIAN 
REVOLUCIÓN #42: 
El imperialismo — y la guerra imperialista: cuál es y cuál no es su motivación fundamental, su naturaleza y su papel, y cómo se le puede poner fin finalmente.

En el mensaje anterior (Número Cuarenta y Uno), hablé de la realidad del capitalismo-imperialismo japonés, y el papel de ese país imperialista en el período previo a la Segunda Guerra Mundial y durante ella. El bombardeo atómico de dos ciudades japonesas por parte de Estados Unidos signó el fin de esa segunda guerra mundial. Algunas personas han argumentado que el racismo fue el factor motivador esencial de este horroroso acto de masacre de civiles en masa — que estos ataques con bombas atómicas se llevaron a cabo porque los japoneses no son blancos. El hecho es que, durante el curso de esta guerra, los japoneses dentro del propio Estados Unidos estuvieron sometidos a terribles injusticias (encarcelados en campos de concentración, con el robo de sus tierras y otras propiedades) y las crudas representaciones racistas de las personas japonesas fueron una característica importante de la propaganda de guerra de Estados Unidos. También hay poca duda de que el racismo fue parte de la razón por la cual, entre demasiadas personas en Estados Unidos, no sólo aceptaron los horrorosos ataques con bombas atómicas contra ciudades japonesas sino que, en una medida repugnante, los celebraron.

No obstante, este racismo no fue la razón fundamental por la que se llevaron a cabo estos ataques con bombas atómicas.

Se motivó en lo fundamental por las necesidades e imperativos del imperialismo capitalista estadounidense. Lo hicieron como parte de las maniobras para establecer a Estados Unidos como el “Número Uno” al salir de esa guerra — el opresor imperialista número uno, el número uno en el saqueo y destrucción de personas y el medio ambiente. Fue una declaración de supremacía estadounidense —y una advertencia—, sobre todo para la entonces socialista Unión Soviética, que de hecho había sido una aliada de Estados Unidos durante la guerra, pero que al fin de la guerra volvió a ser considerada un enemigo que representó el principal obstáculo a la dominación imperialista estadounidense en el mundo.

Definitivamente es cierto que el uso de armas nucleares, con el bombardeo atómico de ciudades japonesas, llevó un nivel y un carácter cualitativamente nuevos a la destructividad de la guerra, y presagió el comienzo de una nueva era terrible en la historia de la humanidad. Pero la masiva masacre de civiles y la destrucción de ciudades, durante la Segunda Guerra Mundial, no fue algo que se inició con el bombardeo atómico de Japón, ni se limitó a dicho bombardeo. Por ejemplo, el masivo bombardeo con bombas incendiarias a la ciudad alemana de Dresde por parte de Estados Unidos también abarcó una horrorosa matanza de grandes cantidades de civiles.

El hecho es que los imperialistas estadounidenses emprendieron el desarrollo de la bomba atómica como un medio crucial para obtener superioridad estratégica, particularmente sobre Alemania, un país europeo. Para cuando Estados Unidos ya había desarrollado la capacidad de usar la bomba atómica, Alemania ya había sido derrotada — y, si eso no hubiera ocurrido, nadie puede decir que Estados Unidos no habría usado la bomba atómica contra Alemania.

Desde la Segunda Guerra Mundial, se han dado varias ocasiones en las que los planificadores de guerra estadounidenses han elaborado planes para utilizar armas nucleares, aunque de hecho eso no ha pasado... hasta ahora. (Entre otras cosas, se quedó al descubierto mediante el trabajo de Daniel Ellsberg. Éste fue un ex analista militar del gobierno de Estados Unidos que, en 1971, por medio de lo que se conoció como Los Documentos del Pentágono, puso al descubierto la naturaleza criminal de la guerra la que Estados Unidos libraba en Vietnam en ese entonces. Hace poco Ellsberg murió, pero antes pasó los últimos años de su vida destapando y advirtiendo contra el peligro muy real de una guerra nuclear).

Es cierto que, una vez que los imperialistas estadounidenses utilizaron la bomba atómica contra Japón —y nunca admitieron, o consideraron, que estaba mal hacerlo—, probablemente habrían vuelto a utilizar armas nucleares — salvo por el hecho de que, no mucho después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética también desarrolló armas nucleares, lo que así rompió el monopolio estadounidense sobre dichas armas y creó una situación en la que las consideraciones sobre una guerra nuclear tenían que tomar en cuenta la posibilidad de que su propio país fuera golpeado con ataques nucleares.

No obstante, se han dado situaciones en las que el mundo ha estado muy cerca de la aniquilación nuclear, como la Crisis de los Misiles en Cuba a principios de la década de 1960, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron al borde del precipicio de una guerra nuclear. Y, ahora mismo, el peligro de una guerra entre potencias imperialistas con armas nucleares está aumentando una vez más, con la intensificación de la rivalidad entre Estados Unidos y China, y particularmente ahora con la guerra en Ucrania, que se inició con la invasión de Ucrania por parte de Rusia pero rápidamente se convirtió en una guerra en la que Estados Unidos y Rusia se están combatiendo, hasta ahora, indirectamente entre sí, en que Estados Unidos (y sus “aliados” en la OTAN) está armando fuertemente y en esencia dirigiendo a las fuerzas ucranianas, utilizando soldados ucranianos como “carne de cañón” en esta guerra con Rusia.

Todo esto ilustra poderosamente la importancia literalmente de vida o muerte de mi declaración de que:

Nosotros, la gente del mundo, ya no podemos darnos el lujo de permitir que estos imperialistas sigan dominando al mundo y determinando el destino de la humanidad. Y es un hecho científico que la humanidad no tiene que vivir así. 

A fin de ya no tener que vivir así, es necesario llevar a cabo una revolución total, derrocar el sistema del capitalismo-imperialismo y crear un sistema radicalmente diferente y mucho mejor. La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de mi autoría, contiene una visión panorámica y un plano concreto para ese sistema radicalmente diferente y mucho mejor. En esta Constitución se deja muy claro lo siguiente:

La Nueva República Socialista en América del Norte no desarrollará y no utilizará armas nucleares ni otras armas de destrucción masiva. Librará una lucha resuelta y polifacética para liberar al mundo de todas estas armas, y lo hará como parte de la lucha mayor y general para derrotar y desmantelar todos los estados y fuerzas imperialistas y reaccionarios y avanzar hacia la realización del comunismo en todo el mundo, lo que por fin hará que sea posible hacer realidad los deseos y los sueños de un mundo sin guerras que han tenido innumerables seres humanos en el largo desfile de la historia, y los intereses fundamentales de la humanidad.

Esto no es tan sólo un sueño o simplemente una edificante aspiración. Como he comentado a lo largo de estos mensajes (y de manera concentrada en los números del Uno al Once), este es un momento poco común en el que una revolución para derrocar este sistema —sí, justo en este poderoso país capitalista-imperialista— no sólo es urgentemente necesaria pero es posible, y además esta revolución haría posible un salto crucial hacia un futuro emancipador en el que la humanidad verdaderamente podría florecer, sin el terrible sufrimiento al que están sometidas las masas de la humanidad, y sin la amenaza continua de la aniquilación nuclear.