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BOB AVAKIAN 
REVOLUCIÓN #43: 
Lo que debe ser “centrado” es la verdad con fundamentación científica....

Lo que debe ser “centrado” es la verdad con fundamentación científica, y en particular la verdad con fundamentación científica respecto a los intereses fundamentales de las masas de la humanidad: la necesidad y la base para una revolución total y emancipadora.

Aquí va una importante lección de la experiencia histórica de la revolución — y de la contrarrevolución. Poco después de la muerte de Mao Zedong, en 1976, arrestaron a aquellos que fueron considerados sus seguidores más cercanos en el Partido Comunista de China (la llamada “Banda de los Cuatro”), y los declararon “contrarrevolucionarios”. Especialmente debido a la importancia verdaderamente histórico-mundial de lo que implicaba este acontecimiento, yo estaba decidido a descubrir la verdad y decir la verdad al respecto. El análisis dejó claro que lo que había ocurrido fue un golpe de estado reaccionario, que revocó la revolución en China y puso a China en el camino de restaurar el capitalismo (aquellos que habían llevado a cabo este golpe de estado eran los verdaderos contrarrevolucionarios). Pero para penetrar la apariencia superficial de las cosas y llegar a la realidad más profunda y esencial, era necesario aplicar un método y enfoque científico.

En aquel entonces, algunas personas insistían en que “no era el lugar” de ninguna persona de fuera de China hacer este análisis científico — que se debía dejarle al pueblo chino determinar lo que había ocurrido y qué hacer al respecto.

¿Les suena familiar?

Esa posición (“no es su lugar”) era, claro está, una tontería —y algo peor— un intento de encubrir el golpe de estado capitalista que había ocurrido. Era necesario señalar en aquel entonces —tal como definitivamente lo es ahora— que no existe algo como este u otro “pueblo” como algún tipo de conjunto uniforme, sino que hay diferentes clases y otros grupos sociales en cada pueblo, y muchos diferentes puntos de vista y programas. (Obviamente, las fuerzas capitalistas que arrestaron a la “banda de los cuatro”, por un lado, y la “banda de los cuatro”, por el otro, no formaban parte de algún “pueblo chino” uniforme sino que ocupaban lados opuestos de la lucha profunda sobre cuál rumbo debía tomar China: seguir avanzando sobre el camino revolucionario del socialismo, o ir hacia atrás con la restauración del capitalismo — resultando, tal como lo ha hecho, en la emergencia de China como un explotador capitalista-imperialista importante, y un destructor del medio ambiente).

De un sentido más fundamental, China, con la dirección de Mao, había constituido un poderoso bastión del socialismo revolucionario y una fuente de inspiración y apoyo para la lucha revolucionaria de los oprimidos en todas partes — y era no solamente el “derecho” sino la responsabilidad de todas las personas que se preocuparan por esta situación, y especialmente todas las que trabajábamos activamente por la misma transformación revolucionaria emancipadora del mundo, analizar científicamente lo que había ocurrido en China tras la muerte de Mao, y oponerse firmemente a este golpe de estado capitalista y ponerlo al descubierto.

Las masas de personas en China en esta nueva situación se encontraban bajo el dominio de nuevos explotadores y opresores capitalistas, que controlaban las instituciones decisivas de la sociedad y las usaban sistemáticamente para propagar mentiras sobre lo que de hecho había pasado, y para reprimir con saña a las fuerzas que se oponían a este golpe de estado. Como el mismo Mao había dicho: Si después de su muerte, los revisionistas (fuerzas capitalistas) en China tomaran el poder, en tal caso las personas por todo el mundo deberían unirse con los revolucionarios en China para oponerse a esos revisionistas. ¿Pero, cómo podrían hacerlo las personas por todo el mundo, si no analizaran científicamente si, de hecho, había ocurrido un golpe de estado capitalista y de ahí tomar una posición sobre esa base?

Todo eso de “no es su lugar” decir a los oprimidos en otro país u otra parte del mundo cómo deben entender su situación y qué hacer al respecto — eso es totalmente ruin en términos políticos y filosóficos, y hace un verdadero daño. Contribuye a impedir que las personas, en todas partes, se enteren de la verdad sobre cosas verdaderamente profundas, y que actúen a partir de esa verdad.

Como enfaticé en el mensaje número Veintitrés (“la verdad es… la verdad”), personas de diferentes naciones o diferentes “identidades”

tienen experiencias significativas en común, pero no se tiene una sola perspectiva “uniforme” entre sí sobre su propia experiencia (ni hablar de las cosas en general). Así que, la noción demasiada común de que esta o aquella “identidad” deba decidir sobre las cosas relacionadas con ellas como una “identidad”, ignora el hecho de que existen divisiones al interior de cada “identidad” (diferencias individuales —y, de más importancia, divisiones sociales y de clase— y, de la mano con esto, muchas diferentes ideas y perspectivas sobre las cosas); e ignora el hecho decisivo de que, una vez más, la verdad no surge directamente de la experiencia, sino que hay que determinarla científicamente, y la capacidad de hacer esa determinación no se limita a las personas de alguna “identidad” particular. 

Mi orientación siempre ha sido que todos tienen la responsabilidad de determinar lo que es cierto y lo que no lo es, y de actuar a partir de la verdad. Y especialmente a partir de desarrollarme como revolucionario, y después como revolucionario comunista, desde la época de los años 1960, siempre he actuado de acuerdo con el principio de que toda persona que esté trabajando por la emancipación de las masas de la humanidad oprimida tiene que responsabilizarse de determinar lo que llevará a esa emancipación, y lo que no lo hará, en cualquier país particular y en el mundo en su conjunto. 

Actué de acuerdo con este principio cuando fui a China en los años 1970 (antes del golpe de estado capitalista): les planteé algunas críticas serias a los representantes del Partido Comunista de China en torno a ciertos aspectos de la política exterior de China en aquel entonces — que incluía su apoyo al régimen torturador encabezado por el Sha de Irán y al gobierno asesino de Ferdinand Marcos en las Filipinas. (En el artículo en revcom.us La teoría comunista científica y el problema con la “línea de masas”, expliqué algunas de las razones por las que el Partido Comunista de China adoptó estas políticas incorrectas y perjudiciales en ese período, al mismo tiempo que enfaticé que, a la vez que estaban llevando a cabo estas políticas muy incorrectas y éstas hicieron verdaderos daños, en los primeros años de los 1970, Mao y aquellos que seguían su dirección en el Partido Comunista de China continuaban apoyando a varias luchas revolucionarias en diferentes partes del mundo durante ese tiempo, a la vez que también daban dirección a la continuación de la revolución al interior de la misma China.)

Actué de acuerdo con este mismo principio cuando trabajaba estrechamente con el Partido Pantera Negra, durante sus días revolucionarios en los años 1960: cuando yo tenía desacuerdos con ellos, yo se los planteaba, y lucharíamos —sí, a veces agudamente— al respecto. Para dejarlo claro, cuando teníamos desacuerdos, a veces yo tenía razón, y a veces ellos la tenían — pero siempre se trataba de ¿qué es cierto, y qué no lo es, qué es correcto y qué no lo es, qué hará avanzar la lucha revolucionaria, y qué obraría en su contra?

Así era el espíritu, la orientación y el enfoque, de parte de los dos lados. Y así es la orientación y enfoque que se necesita con urgencia ahora — en oposición a todos y cada uno de los intentos de apagar la discusión y el debate cruciales en torno a cuál es el problema fundamental que enfrenta la humanidad oprimida, y en última instancia toda la humanidad, y cuál es la solución fundamental al respecto.