El siguiente mensaje es de Bob Avakian Oficial en Substack, y la traducción del inglés al español hecha por revcom.us. Escuche en inglés y lea en español los despachos mediáticos de @BobAvakianOfficial
¿Por qué los presentadores y comentaristas deportivos usan trajes?
¿Por qué los entrenadores siempre tienen “razón” hasta un día antes de ser despedidos?
¿Por qué seguimos sometidos a la “jueza Judy”?
Y qué carajos con esta canción “The Night They Drove Old Dixie Down” [La noche en que derribaron al Viejo Dixie].
Piénselo: ¿qué sentido tiene que la gente en un evento deportivo (como fútbol o baloncesto) use trajes? No obstante, cuando ves partidos en la televisión, los locutores y comentaristas casi siempre los usan. Seguro que la respuesta sea que así se pretende transmitir “autoridad” —particularmente la “autoridad” del tipo de personas que usan trajes— lo que obviamente tiene implicaciones más allá de los deportes en sí, en términos de qué tipo de personas (personas que usan trajes) deberían ser respetadas como “autoridad”.
Lo mismo seguro está detrás del hecho de que en los deportes, los comentaristas, escritores, etc., si bien se sienten cómodos criticando a los jugadores, mucho más rara vez critican a los entrenadores. Por ejemplo, cuando un equipo de baloncesto echa a perder una jugada, a menudo escucharás a los locutores y comentaristas de televisión decir cosas como: “No creo que el entrenador fulano de tal esté muy contento con lo que hicieron en la cancha”. Pero es mucho más raro escucharlos decir: “En realidad el entrenador está haciendo un pésimo trabajo... todo el enfoque del entrenador está muy mal”... y así sucesivamente. Rara vez se oye eso... hasta que los “altos mandos” deciden despedir al entrenador — y en tal caso es más probable escuchar críticas al entrenador.
Una vez más, esto claramente parece ser una cuestión de “autoridad” —tal como la representa el entrenador— y de no criticar mucho a esa autoridad... a menos que y hasta que una “autoridad superior” actúe para deshacerse del entrenador.
Todo esto me recuerda algunas de mis frases favoritas del Movimiento Pro Libertad de Expresión (FSM) en la Universidad de California-Berkeley en la década de 1960 — las burlas a la actitud de la administración universitaria (y a los poderes detrás de ella), con la forma en que practican su autoridad arbitraria e injusta: “Los derechos civiles, la política, nada más se interponen en el camino / cuestionan la autoridad cuando ustedes deben obedecer”. (Esto era parte de las estrofas de canciones con melodías de villancicos navideños tradicionales —en este caso, “Jingle Bells” [Suenen las campanas]—, pero con palabras muy distintas, que la gente en el FSM inventó creativamente para poner en ridículo a la Administración de la Universidad de California por su oposición al movimiento y sus intentos de reprimirlo.)
Luego se tiene a la jueza Judy. Ella era una verdadera jueza que durante mucho tiempo tuvo un programa de televisión, donde resolvía disputas entre personas. Ahora, tras pasarse a la streaming (transmisión por cable), ella vuelve a la televisión abierta. ¿Qué tengo contra ella? Bueno, ella representa el hecho de que, en los tribunales del supuesto sistema de “justicia” —y en la sociedad en general— la “presunción de la inocencia” es una ridiculez, chiste patético, especialmente para las personas sin riqueza ni poder.
Esto se expresó en el hecho de que, hace ya algunos años, en una aparición en la televisión nocturna, la “jueza Judy” contó un chiste cuyo remate y propósito era precisamente que las personas procesadas son culpables desde el principio. (Aquí va el chiste: una maestra lleva a sus alumnos al tribunal para presenciar un juicio, donde están procesando al acusado por homicidio, y el juez señala al acusado y le dice a los alumnos: “Ahí está el homicida”. Cuando el abogado defensor objeta, el juez responde: “Y ese es el abogado del homicida”).
¿Nada más un chiste? Bueno, muchos chistes tienen un importante contenido social y político, y una vez más el contenido de este chiste es que las personas acusadas de un delito son automáticamente culpables —y el juez debe actuar en consecuencia— lo que, una vez más, representa un problema muy serio: en un sentido general, y especialmente para las personas sin riqueza ni poder, la “presunción de la inocencia” es una ridiculez, chiste patético bajo este sistema.
Que la “jueza Judy” piense que se trata de algo divertido (y algo que ella quiere propagar contando este “chiste” a un público de masas) nos enseña mucho sobre ella — pero no sólo ella: el problema aún más serio es que esta orientación de ella es un reflejo de cómo funciona en realidad el llamado “sistema de justicia”.
Finalmente, ¿cómo es posible que personas que supuestamente apoyan los derechos civiles, como Joan Báez, se metan a cantar esa terrible canción “The Night They Drove Old Dixie Down”? Esa es una canción que expresa tristeza por la derrota de la Confederación de los propietarios de esclavos (“Old Dixie” [el Viejo Dixie]) en la Guerra Civil de Estados Unidos. Cualquiera que se preocupe por la emancipación del pueblo negro, y por un fin de la horrorosa opresión, debería estar encantado de que “el Viejo Dixie” fuera derribado.
Y ahora, para la emancipación total del pueblo negro, y de todas las personas, en todas partes, que están oprimidas y explotadas, ya es hora de derribar todo este sistema del capitalismo-imperialismo, que desarrolló una gran parte de su riqueza y poder sobre el lomo de los esclavos, y que hoy oprime asesinamente a masas de personas en Estados Unidos y literalmente a miles de millones de personas por todo el mundo, incluidos más de 150 millones de niños cruelmente explotados en minas, maquiladoras y campos de cultivo.