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BOB AVAKIAN 
REVOLUCIÓN #58: 
El comunismo, el nuevo comunismo y el reto a los intelectuales “progresistas”

Hace un tiempo, un camarada, que es una persona intelectual altamente desarrollada, hizo la observación de que los intelectuales deben estar súper entusiastas (“bailando en las calles”) sobre el nuevo comunismo que he desarrollado, que abarca un resumen científico de los logros principalmente positivos, pero también los problemas y errores serios, en las revoluciones comunistas anteriores.

Después de todo, el nuevo comunismo pone un gran énfasis en la importancia de una atmósfera que aliente y apoye a la efervescencia artística e intelectual, el pensamiento crítico, la curiosidad científica y la incansable búsqueda de la verdad, dondequiera que lleve. Además, como he enfatizado de manera repetida, el objetivo del nuevo comunismo no es la venganza a manos de aquellos que han estado sometidos a horrores reales bajo este sistema del capitalismo-imperialismo; el objetivo es la emancipación de la humanidad en su conjunto, de todas las formas en que una parte de la sociedad domina, explota y oprime a otras. Como una expresión esencial de esto, se tiene este principio crucial del nuevo comunismo:

El nuevo comunismo repudia cabalmente, y está decidido a arrancar de raíz en el movimiento comunista, la venenosa noción, y la práctica, de que “el fin justifica los medios”. Es un principio central del nuevo comunismo que los “medios” de este movimiento tienen que provenir de y corresponder con los “fines” fundamentales de abolir toda explotación y opresión mediante una revolución que se dirija sobre una base científica.

Sin embargo, se ha revelado que, en una medida abrumadora entre los intelectuales “progresistas”, la inquietud que expresan sobre lo represivo del comunismo no se trata tanto de una razón por negarse a examinar con seriedad al nuevo comunismo, sino más bien una racionalización, un pretexto, por esa negativa. 

¿Por qué es así? Se debe al hecho de que, cualesquiera que sean sus pretensiones “progresistas”, estos intelectuales tienen una “interés creado” en este sistema parásito del capitalismo-imperialismo, y el papel de Estados Unidos como potencia imperialista número uno — que se engorda de la explotación brutal y la opresión asesina no sólo de las masas de personas en Estados Unidos sino de literalmente miles de millones de personas por todo el mundo, incluidos más de 150 millones de niños. Este parasitismo es la base para las “chucherías” que este sistema pone a la disposición de estos intelectuales. (Por “chucherías” no me refiero solamente a los beneficios materiales —lo que muchos de estos intelectuales sí poseen en distintos grados— sino también al beneficio de poder dedicarse al trabajo intelectual y a la expresión artística, siempre y cuando lo hagan al servicio de los intereses de la clase dominante de este sistema, o que al menos no desafíen o amenacen a esos intereses.)

Para aquellos intelectuales que pueden reconocer que cualesquiera “chucherías” que obtengan de este sistema para nada son tan importantes en comparación con el enorme sufrimiento y destrucción causados por este sistema, a nivel mundial —y el peligro muy real que representa para el futuro, y la propia existencia, de la humanidad— y para aquellos que no tienen tanto “interés creado” en este sistema, existe el reto muy positivo de examinar seriamente y asumir activamente el nuevo comunismo, así como la transformación revolucionaria inspiradora y emancipadora del mundo que el nuevo comunismo ilumina y encarna.