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LOS PROCESOS CONTRA EL FASCISTA DONALD TRUMP,
Y LA NATURALEZA CRIMINAL DE ESTE SISTEMA ENTERO

O: No se dejen tomar por tontos por los alardes de Trump o por las poses de los demócratas como defensores de la justicia — Necesitamos una revolución y un sistema fundamentalmente diferente y mucho mejor.

Mientras escribo lo siguiente, Donald Trump enfrenta múltiples acusaciones penales y procesos inminentes, relacionados con su intento de dar un golpe de estado y permanecer en el poder después de perder las elecciones de 2020, y otras acusaciones de delitos graves.

Más allá de los partidarios incondicionales de Trump, algunas personas —que examinan las cosas sólo de formas parciales y superficiales— se han tragado la afirmación, declarada en voz alta por el propio Trump, de que es víctima de un proceso injusto, o de una persecución1. Este fenómeno abarca a algunos de aquellos que están amargamente oprimidos bajo este sistema, que se han dejado engañar por la apariencia superficial de que, dado que Trump es objeto de persecución de parte de individuos que manejan el gobierno, pues hay algo con lo que hay que identificarse en la situación de Trump, hasta algo que hay que admirar y respetar en la forma en que Trump denuncia con desafío estos cargos criminales y a aquellos que los presentan.

En este sentido, es importante considerar que las posturas de Trump —incluido su intento de adoptar una pose de “perro rabioso” en la foto policial de su “ficha” para su juicio en Atlanta— parecen tener el propósito de atraer no sólo a su “base” abierta y agresivamente racista, sino también a otras personas que deberían tener mejor criterio, incluidos hombres negros y latinos (al parecer Trump calcula que al menos algunos de éstos se impresionarán por su propia postura machista).

Esto añade una dimensión adicional a por qué es importante tener en claro qué es lo que Trump en realidad representa, y qué en realidad está pasando con estas acusaciones en su contra.

En cierto nivel, se tiene el hecho de que, como he señalado antes —y como examinaré más aquí—, Donald Trump no es “duro”, es un bolo inflado de heces fascistas2.

Pero es necesario examinar más a fondo, llegar a conocer lo básico y la esencia del asunto.

En primer lugar, Trump es un representante de la clase dominante de este sistema roba-vidas y aplasta-almas del capitalismo-imperialismo estadounidense, y cuenta con el respaldo de un sector poderoso de esa clase dominante.

En segundo lugar, y más concretamente, es un fascista — un representante del sector fascista de esa clase dominante. Y que tengamos claridad sobre lo que esto significa. Un artículo reciente en revcom.us enfatiza que Trump, y otros que impulsan las cosas hacia un gobierno abiertamente fascista en Estados Unidos:

Han desatado a una base social organizada y armada de millones de personas que creen que tienen una “misión desde dios” para imponer una agenda de supremacía blanca abierta, la subordinación patriarcal de las mujeres y la purga de las personas LGBTQ de la vida pública, terror contra los inmigrantes y la demencia anticientífica. Para lograr esto, necesitan y tienen ganas de “hacer reventar” el funcionamiento normal del gobierno político de este sistema3.

Ahora bien, algunas personas tienen una forma de pensar tan retorcida que en realidad reconocen lo que Trump representa —o al menos que es un racista abierto y descarado—, pero en seguida adoptan la postura de que de algún modo es mejor optar por un racista conocido, como Trump, que por personas que fingen no ser racistas pero en realidad lo son, como los dirigentes del Partido Demócrata. Esta es una expresión de una visión lastimosamente estrecha y de aspiraciones reducidas — la incapacidad de ver más allá de los confines de este sistema del capitalismo-imperialismo, e incluso una incapacidad de concebir cosas más allá de una situación en la que se tiene que elegir entre racistas descarados y racistas “disimulados”. Más específicamente, este modo de pensar no entiende que cuando un político de pesos pesados de uno de los dos partidos de la clase dominante (en este caso, los republicanos) pregona un racismo descarado, no se trata simplemente de su “opinión personal” o de su “inclinación personal”. Se trata de una declaración abierta de la intención de hacer que el racismo, y todo lo que está ligado a él, sea política oficial del gobierno, con el respaldo forzoso del estado entero (la policía, las fuerzas armadas, los tribunales, las prisiones, y demás), así como las “milicias” racistas y otros golpeadores justicieros fascistas armados (los equivalentes de hoy día del Ku Klux Klan y las turbas de linchadores de los años de la segregación abierta y “legalizada” y el “estatus de segunda clase” para los negros). Entre otras cosas, esta es la razón por la que estos fascistas están decididos a eliminar, en la educación pública, incluso las referencias limitadas a la verdadera historia de Estados Unidos, incluida la horrorosa naturaleza y los efectos de la esclavitud, las consecuencias respectivas y la continuación de la opresión racista, al día de hoy.

El hecho es que Trump no es simplemente un racista “abierto”. Como dije en una serie de artículos en 2020, es un racista genocida, que estaría más que dispuesto no solo a seguir encarcelando, sino de hecho a matar a grandes cantidades de negros y otras personas de color, a los cuales él claramente considera menos que humanos4.

También cabe decir que la noción de que de algún modo “más vale” ir con los racistas “abiertos” es, al menos en algunos casos, no sólo un reflejo de una ignorancia flagrante sino también de lo que hay que calificar de ambición sucia: los esfuerzos por estar, de alguna manera, en posición de escapar de las consecuencias de este racismo abierto y sacar una tajada del “botín” de este sistema, botín que se basa no sólo en la opresión asesina de los negros y otros, en Estados Unidos, sino también en la explotación despiadada, y en la superexplotación, de literalmente miles de millones de personas, en Estados Unidos y en todo el mundo, incluidos más de 150 millones de niños en el tercer mundo (América Latina, África, el Medio Oriente y Asia).

En realidad, ¿qué está pasando con los procesos contra Donald Trump y los conflictos “en la cima”?

En términos básicos, el sector fascista de la clase dominante, representado por Trump y el Partido Republicano, está decidido a eviscerar las “normas tradicionales” mediante las cuales se ha gobernado a Estados Unidos desde poco después del fin de la Guerra Civil en 1865, incluida la “transferencia pacífica del poder” —la que en realidad es la “transferencia pacífica del poder” entre los diferentes sectores de la clase dominante, por medio de las elecciones (en las que los ganadores de las elecciones ocupan los cargos y los perdedores aceptan los resultados). Para que los fascistas instituyan un gobierno indiscutible y eliminen incluso la apariencia de permitir ciertos “derechos civiles y legales” que se han ganado mediante una lucha decidida contra la opresión racista, sexista y de género y otras injusticias, es crucial que evisceran estas “normas” — a la vez que toman medidas para apoderarse de las instituciones gubernamentales clave, y para utilizarlas para su programa fascista, entre ellas las juntas escolares locales, las juntas electorales, los gobiernos estatales, los organismos de “inteligencia” y las fuerzas armadas, así como los tribunales de todos los niveles, hasta la Corte Suprema.

(El artículo en revcom.us al que me referí anteriormente ofrece una serie de ejemplos de la ofensiva de los fascistas para eviscerar las “normas” de este sistema opresivo, incluido el intento de llevar a un juicio político a Joe Biden, en parte como “represalia” por los dos juicios políticos de los demócratas contra Trump cuando éste era presidente, y en un sentido más amplio, como parte de la ofensiva republicana para apoderarse y consolidar una forma fascista de gobierno a nivel nacional).

Por otro lado (es decir, en el caso del sector opuesto de la clase dominante, generalmente representado por el Partido Demócrata), están determinados a mantener las “normas tradicionales” y la forma de gobernar el país que se ha practicado durante generaciones —de tomar ciertos medidas parciales hacia la “inclusión” y la “diversidad”, mientras se continúa con la ilusión de la “libertad y justicia para todos”— es la mejor manera de mantener la estabilidad del gobierno capitalista en el territorio nacional y perseguir los intereses “nacionales” (es decir, los intereses imperialistas) de la clase dominante estadounidense en el ámbito internacional. Este sector de la clase dominante está firmemente convencido de que triturar estas “normas” y revertir abiertamente las concesiones parciales a la lucha contra la injusticia amenazará seriamente a la estabilidad del gobierno capitalista-imperialista estadounidense “en el frente interno” y socavará su posición internacional en un momento en el que está enfrentándose a un serio desafío a su dominación en el mundo, no sólo por parte de Rusia, tal como se concentra ahora en la guerra en Ucrania, sino aún más por parte de la potencia en ascenso China (que todavía finge ser “socialista”, con un gobierno de parte de un dizque partido “comunista”, pero que desde hace mucho que se ha convertido en un verdadero país capitalista-imperialista).

Para el Partido Demócrata, y para el sector de la clase dominante estadounidense que básicamente representa, es necesario y de vital importancia mantener, y propagar en voz alta, la noción de que Estados Unidos es una “luminosa ciudad en la colina”, un gran experimento en la democracia y (como nunca se aflojan en repetir) “el líder del mundo libre”. Por eso, por ejemplo, Joe Biden se ha esforzado por declarar que Estados Unidos ha sido una luz brillante de libertad e inspiración para el mundo durante más de 200 años.

La respuesta a esto se expresa poderosamente en la siguiente declaración:

Vayan donde quieran, busquen donde puedan, recorran todas las monarquías y despotismos del viejo mundo, viajen por Sudamérica, observen todas las crueldades y, cuando las hayan visto todas, compárenlas con las acciones cotidianas de esta nación y dirán como yo que, en lo que se refiere a la barbaridad repugnante e hipocresía desvergonzada, Estados Unidos reina sin rival.

Las anteriores palabras son de Frederick Douglass, antiguo esclavo y decidido abolicionista, de 1852, pero esta declaración de Douglass dice con audacia la verdad sobre Estados Unidos hasta el día de hoy, con los continuos crímenes masivos cometidos bajo este sistema, dentro de Estados Unidos y por todo el mundo.

(En “ESTADOS UNIDOS: Verdaderamente un modelo — de GENOCIDIO RACISTA DEPRAVADO”, a la luz de los horrores perpetrados contra el pueblo negro a lo largo de la historia de Estados Unidos, llamé la atención sobre la siguiente verdad contundente: “Por lo que respecta a la depravación, no podemos encontrar nada de lo que hicieron Hitler y los nazis que era peor que eso”. Reto a cualquiera que desee cuestionar eso a que lea ese artículo y otro material en revcom.us que ponen al descubierto una cadena interminable de atrocidades que han caracterizado a Estados Unidos, desde sus inicios y a lo largo de su historia. Y, en “Una nota final”, al final de este artículo, sigo poniendo al descubierto y analizando algunos de los crímenes monstruosos de este “líder del mundo libre”, desde su fundación hasta hoy).

Demócratas y republicanos: regreso al pasado, destrucción del futuro

Hace poco, alguien hizo una observación importante y reveladora: los demócratas, así como los republicanos, cada uno a su manera, están tratando de restaurar una situación que existió en el pasado, mientras que ambos representan una amenaza mortíferamente seria al futuro de la humanidad.

Los republicanos fascistas quieren, y están decididos a plasmar —con cualquier violencia que consideren necesaria—, un retorno a la situación que había existido durante mucho tiempo en Estados Unidos, antes e incluso durante algún tiempo después de la Segunda Guerra Mundial, donde la desigualdad estaba institucionalizada y abiertamente impuesta, incluida la discriminación y opresión racial, sexual y de género.

Por su parte, los demócratas quieren volver a la situación en la que el imperialismo estadounidense era la potencia dominante en esencia indiscutible en el mundo. (Ésta es una situación que existió al fin de la Segunda Guerra Mundial, y durante un corto lapso de tiempo después de ésta, la que terminó en 1945, y luego nuevamente durante un tiempo después de la desintegración y el ocaso de la Unión Soviética, que dejó de existir a principios de la década de 1990.) Y junto con la forma en que las políticas de los demócratas, así como de los republicanos, y el funcionamiento actual de este sistema entero, están destruyendo el medio ambiente a un ritmo rápidamente acelerado, estos imperialistas del Partido Demócrata están dispuestos a arriesgar el futuro, y la existencia misma de la humanidad en su empecinamiento de hacer frente al desafío a la dominación mundial de Estados Unidos, en particular por parte de una China capitalista-imperialista en ascenso. Es revelador, por ejemplo, que los últimos dos candidatos presidenciales del Partido Demócrata, Hillary Clinton y Joe Biden, son belicistas abiertos y agresivos. Entre otros crímenes, tanto Biden como Clinton apoyaron la invasión estadounidense de Irak en 2003, un crimen de guerra internacional, sobre la base de mentiras flagrantes — una invasión que resultó en cientos de miles de muertes y en la destrucción y dislocación masiva en Irak, y desató una vorágine de muerte y destrucción en esa parte del mundo. Y ahora, Biden, como presidente, persigue agresivamente, y continuamente intensifica, la injerencia de Estados Unidos en una guerra de sustitutos con el imperialismo ruso en Ucrania, al mismo tiempo que se prepara activamente para una guerra con China5.

Los dos juicios políticos contra Trump que los demócratas proseguían mientras controlaban la Cámara de Representantes reflejan sus diferencias básicas e inquietudes serias sobre el papel y las políticas de Trump como presidente.

El juicio político más reciente contra Trump se celebró después del ataque masivo de sus partidarios al Congreso cuando éste se sesionaba, el 6 de enero de 2021, para certificar oficialmente a Biden como el ganador de las elecciones presidenciales de 2020, y a Trump lo responsabilizó por ese ataque. Este ataque al Congreso fue parte de un intento de golpe de estado de Trump, con el objetivo de anular los resultados de aquellas elecciones presidenciales de 2020 y permanecer en el poder en desafío de esos resultados. La oposición de los demócratas a esto, y el juicio político contra Trump a raíz de esto, implican claramente la gran preocupación de los demócratas por mantener las “normas tradicionales” de este sistema —en particular la “transferencia pacífica del poder” entre diferentes sectores de la clase dominante— junto con la ilusión de “democracia, con libertad y justicia para todos”: un camuflaje que encubre la dictadura real (el monopolio del poder político y la fuerza armada y la violencia “legítimas”) que ejerce la clase dominante capitalista-imperialista.

El anterior (primer) juicio político contra Trump, que se inició a fines de 2019, se centró en la acusación de que, a fin de socavar a Joe Biden —el que probablemente iba a ser (y resultó ser) el oponente del Partido Demócrata contra Trump en las elecciones de 2020—, Trump estaba saboteando la ayuda militar a Ucrania, la que en ese entonces estaba involucrada en una guerra más limitada con los separatistas prorrusos en Ucrania (que, con la invasión rusa en 2022, se ha convertido cada vez más en una gran guerra en la que Estados Unidos, encabezado por el administración Biden, está cada vez más profundamente involucrada). Junto con la cuestión particular de qué estaba haciendo Trump como presidente en relación con Ucrania, existía la preocupación, particularmente en el sector de la clase dominante representado por el Partido Demócrata, de que Trump estuviera socavando a la OTAN y otras “alianzas” militares y políticas que están encabezadas por Estados Unidos. Uno de los principales objetivos de Biden —en general y tal como se concentra en la guerra en Ucrania— es “reparar”, fortalecer y ampliar dichas alianzas.

(Además, una de las principales acusaciones penales que Trump enfrenta ahora abarca “poner en peligro la seguridad nacional” —es decir, los intereses y la dominación imperialista estadounidense a nivel internacional— al conservar ilegalmente para sí mismo y manejar descuidadamente documentos “clasificados” relacionados con esta llamada “seguridad nacional”.)

Es importante entender que ambos sectores de la clase dominante de este país capitalista-imperialista están de acuerdo en tomar todas las medidas extremas que sean necesarias para intentar evitar que China supere a Estados Unidos como el país imperialista más poderoso del mundo. Pero estos sectores opuestos de la clase dominante estadounidense están profundamente divididos no sólo sobre la manera de gobernar al propio Estados Unidos, sino también sobre la manera de conseguir su objetivo perverso de mantener a Estados Unidos como el “Número Uno” — el explotador, opresor y saqueador número uno en el mundo. Los fascistas (o al menos algunos de ellos) creen que estar involucrados en muchas alianzas formales con otros países (menores) quizá restringa la libertad de actuar del imperialismo estadounidense —inclusive con violencia y destrucción irrestrictas— para hacer valer sus intereses, en cualquier lugar en el mundo. Y, más específicamente, al menos muchos de estos fascistas consideran firmemente que la guerra de sustitutos que Estados Unidos, bajo la batuta de Biden, está librando contra Rusia en Ucrania es una distracción del necesario enfoque de oponerse a China y utilizar todos los medios que sean necesarios para impedir que China supere a Estados Unidos como potencia imperialista dominante en el mundo, tanto en el ámbito militar como económico. Y estos fascistas consideran que la guerra en Ucrania fortalece los vínculos de Rusia con China, lo que hace más poderosa la oposición a la dominación estadounidense. Por otro lado, Biden —y sus aliados en la clase dominante— están librando una guerra de sustitutos con Rusia en Ucrania, y están aumentando continuamente la injerencia de Estados Unidos en dicha guerra (utilizando a los ucranianos como “carne de cañón” en esta guerra) porque esta parte de la clase dominante estadounidense está convencida de que derrotar y debilitar a Rusia, y su capacidad para desafiar al dominio estadounidense, es importante en sí y también abrirá una cuña entre Rusia y China.

No debería ser necesario decir que este tipo de consideraciones, en cualquiera de los bandos, no tiene ninguna relación con los intereses fundamentales de las masas de personas en Estados Unidos y en el mundo en su conjunto. Pero, de ser necesario decirlo, lo siguiente es muy importante como orientación y directriz fundamental:

Los intereses, objetivos y grandes designios de los imperialistas no son nuestros intereses — no son los intereses de la gran mayoría de la gente en Estados Unidos ni de la inmensa mayoría de la gente en el mundo en su conjunto. Y hay que ver las dificultades en las que se han metido los imperialistas en pos de estos intereses, y hay que responder a dichas dificultades, desde el punto de vista de la gran mayoría de la humanidad y de las necesidades básicas y de la urgente necesidad de la humanidad de un mundo diferente y mejor, de otro camino, y no desde el punto de vista de los imperialistas y sus intereses6.

Los procesos contra Donald Trump, los profundos conflictos que ello refleja, y un momento poco común en que la revolución se vuelve más posible

Volviendo directamente a los procesos actuales contra Donald Trump, como es posible ver en las cosas sobre lo que he arrojado luz aquí, lo que estos procesos representan es una cierta concentración del conflicto más amplio y general entre los dos sectores de la clase dominante capitalista-imperialista en Estados Unidos — un conflicto y lucha que reflejan amargos y profundos antagonismos entre éstos, en los que cada lado siente cada vez más que lo que representa el otro lado es una amenaza existencial y un golpe potencialmente fatal a la propia naturaleza y papel de este país capitalista-imperialista y a su posición como potencia dominante en el mundo. Estas divisiones al interior de esta clase dominante seguirán profundizándose y agudizándose, con el resultado de que serán cada vez más incapaces de gobernar de una “manera unificada”.

Como lo he analizado a fondo y como he enfatizado repetidamente, todo esto —lo que está pasando al interior de Estados Unidos así como en el escenario mundial más amplio— ahora está encaminándose, y definitivamente podría conducir, hacia algo aún más terrible que la “vida normal” bajo este sistema. Pero también es muy importante reconocer que esto también encierra el potencial de algo verdaderamente emancipador —una revolución real para derrocar este sistema, en este país capitalista-imperialista más poderoso, y crear un sistema radicalmente diferente y mucho mejor— un potencial que tiene la posibilidad de convertirse en una realidad EN EL CASO DE QUE los revolucionarios hayan estado difundiendo el mensaje ampliamente entre las personas, arrojando luz sobre la realidad más profunda de lo que está pasando y por qué, sacando a relucir que SÍ EXISTE una alternativa a vivir así, y luchando con las personas para que rompan con todas sus formas equivocadas de pensar y se sumen a la revolución.

Es de crucial importancia reconocer el peligro muy real que representan Trump y el sector fascista de la clase dominante —y su “base” de lunáticos racistas, lunáticos odia-mujeres y odia-LGBT, anti-inmigrantes y anticientíficos, con sus ganas de emprender una nueva guerra civil, pero también es de crucial importancia reconocer dos cosas básicas: 1) Este fascismo no es de alguna manera “ajeno” a la naturaleza “virtuosa” de este “líder democrático del mundo libre”, sino que es un producto que crece en el suelo fétido de Estados Unidos —que surge de su pútrida naturaleza interna y desarrollo histórico— así como una respuesta al desafío a su posición dominante en el mundo. Dicho de otra manera, este fascismo es una expresión extrema de la explotación despiadada... de la virulenta y violenta supremacía blanca, supremacía masculina y patriarcado... y de la grotesca “supremacía estadounidense” — todo lo cual está vertido en los cimientos y está profundamente integrado en las relaciones, instituciones y cultura dominantes de Estados Unidos. Estas son las relaciones, instituciones y cultura de un sistema que es completamente pútrido y anticuado, que desde hace mucho que pasó su fecha de caducidad, que riega veneno peligroso por todas partes desde su núcleo putrefacto, y que representa una amenaza muy real para el futuro y para la existencia misma de la humanidad. Y 2) “Hace falta cambiar radicalmente esta situación, al grado en que haya masas de personas preparadas para derrotar a estos fascistas y a hacerlo como parte de deshacerse de este sistema entero, que ha engendrado a estos fascistas, junto con todos los demás horrores que perpetra continuamente7.

A manera de conclusión, esto debe convertirse rápidamente en el entendimiento básico al que se gana a masas de personas, primero miles y luego millones de personas, para que lo adopten, y actúen en consecuencia, para hacer de una revolución emancipadora que se necesita con urgencia una realidad poderosa:

Cuando los conflictos entre los diferentes sectores de la clase dominante burguesa (capitalista) se vuelven tan profundos y con tanta hostilidad entre sí que ya no pueden gobernar de la “manera acostumbrada” en que lo han hecho durante generaciones, “se trata de una señal de grietas y fisuras extremadamente profundas y agudas en el orden establecido entero; y los oprimidos deben aprovechar semejante situación para alzarse en una lucha revolucionaria para derrocar el dominio de la burguesía por completo… y no para ponerse del lado de un sector de la burguesía contra otro8.

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NOTAS, de Bob Avakian

1. Existe una cierta similitud entre algunas personas que se sienten atraídas hacia apoyar a Trump y a varias figuras que han respaldado y ayudado a la campaña presidencial de Robert F. Kennedy Jr, por una creencia despistada de que Kennedy representa algún tipo de oposición positiva al “establecimiento” (o al “orden establecido”) cuando en realidad la “oposición” de Kennedy está muy dentro del marco del sistema existente del capitalismo-imperialismo, y a la vez se caracteriza por una locura anticientífica, particularmente pero no sólo en oposición a las vacunas seguras, eficaces y que salvan vidas. Por supuesto, existen diferencias entre el populismo de derecha y el de “izquierda”. La versión de derecha generalmente se caracteriza por un odio hacia las élites intelectuales, especialmente porque consideran que estas “élites intelectuales” están dando beneficios inmerecidos a “personas inferiores”, a expensas de los “estadounidenses patrióticos, trabajadores y observantes de la ley”. Es probable que la versión “izquierdista” del populismo se caracterice por una oposición a las élites corporativistas, o más en general a los súper ricos (“la clase multimillonaria”), con demandas como una distribución más “equitativa” de la riqueza bajo este sistema.

No obstante, sigue siendo cierto que existe un espacio importante de superposición entre el “populismo” de derecha y el “populismo” supuestamente de izquierda. Ambos incluyen a fuerzas y tendencias políticas caracterizadas por una especie de oposición irracional a ciertas figuras y fuerzas poderosas —ya sea el gobierno (o partes de él) y las “élites intelectuales”, o las grandes corporaciones e instituciones financieras—, una oposición que carece de toda comprensión con fundamentación científica acerca del sistema en el que se basa todo esto, y una oposición caracterizada por una gran dosis de individualismo de “no me pisotees”, que se basa en el parasitismo del capitalismo-imperialismo estadounidense y apesta a dicho parasitismo (el hecho de que Estados Unidos, como potencia capitalista-imperialista dominante en el mundo, se ceba de la explotación y la opresión de literalmente miles de millones de personas por todo el mundo, incluidos los más de 150 millones de niños que están superexplotados, particularmente en el tercer mundo de América Latina, África, el Medio Oriente y Asia).

En relación con todo esto, es de crucial importancia entender que el problema no se trata de tal o cual institución financiera o gubernamental, o de los “establecimientos” del Partido Demócrata o del Republicano como tal, sino del sistema del capitalismo-imperialismo en sí, del que todas estas diferentes instituciones y centros de poder son parte, si bien con sus diferentes intereses y roles particulares y diferentes enfoques de mantener e imponer este sistema. [volver]

2. El artículo “Donald Trump no es ‘duro’, es un inflado bolo de heces fascistas” está disponible en revcom.us. [volver]

3. “Si estás esperando que ‘al final todo salga bien’, más vale que leas lo siguiente: Tres maneras en que acababa de aproximarse aún más el fascismo”. Este artículo también está disponible en revcom.us. [volver]

4. Donald Trump — Racista genocida, que está disponible en revcom.us. [volver]

5. Visite revcom.us para leer los extensos escritos de Bob Avakian sobre esta guerra de sustitutos de Estados Unidos contra Rusia en Ucrania, entre ellos: La guerra en Ucrania y los intereses de la humanidad: Un enfoque revolucionario científico contra la confusión nociva y los delirios chovinistas; “No se preocupen acerca de una guerra nuclear — ¡Si estalla, Rusia perderá!” La demagogia peligrosa de Timothy Snyder en nombre del imperialismo estadounidense y su guerra de sustitutos en Ucrania; Ucrania: una tercera guerra mundial es el verdadero peligro, y no una repetición de la Segunda Guerra Mundial. [volver]

6. Lo BAsico, 3:8 (Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian, RCP Publications). [volver]

7. Esta declaración se cita en Algo terrible, O algo verdaderamente emancipador. Se presentó por primera vez en De los Revcom (Revcom.us): Una Declaración, un Llamamiento a que se organice ahora para una revolución real, que también está disponible en revcom.us. Énfasis añadido. [volver]

8. Esto es parte de la importante declaración próxima a salir en revcom.us, De los Revcom (Comunistas revolucionarios), La revolución — La acumulación de las bases para jugárselo el todo por el todo, con una verdadera oportunidad de ganar, Orientación estratégica y enfoque práctico. [volver]

UNA NOTA FINAL: Sobre la verdadera naturaleza y los monstruosos crímenes de Estados Unidos

La serie Crimen Yanqui, en revcom.us, analiza 100 de los peores crímenes de Estados Unidos, desde su fundación hasta hoy —una lista que no se trata simplemente de los “incidentes aislados” de irregularidades sino de todo un patrón de atrocidades repetidas a lo largo de los años una y otra vez, que refleja la naturaleza esencial de Estados Unidos—, una lista que seguirá creciendo hasta que una revolución derroque y arranque de raíz el sistema del capitalismo-imperialismo que gobierna en Estados Unidos y lo reemplace por un sistema radicalmente diferente y mucho mejor, basado en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, que he escrito.

Lo que concentra gran parte de los crímenes monstruosos de Estados Unidos y de su clase dominante es el hecho de que esta República del llamado “Estados Unidos” de América es:

Una República ¡cuyo “Himno Nacional” lo escribió un dueño de esclavos (O decidme, veis… toda la esclavitud)!....

Una República fundada en la esclavitud y el robo genocida: que encadenó a millones de negros durante generaciones… masacró a enormes números de indígenas y les robó sus tierras… que libró una guerra que robó la mitad del territorio mexicano, lo que extendió muchísimo la esclavitud.

Un sistema que, desde su inicio y hasta la fecha, se ha basado en la explotación despiadada, usando y abusando de las masas de personas para crear una riqueza para unos pocos, un sistema que tiene integrada e impone con violencia la supremacía blanca, la supremacía masculina y la opresión de género… que saquea a personas en todas partes del mundo… que destruye el medio ambiente, y que libra una guerra injusta tras otra, al extremo de amenazar a la propia existencia de la humanidad… de extinguir la esperanza de un futuro digno, o de plano un futuro. 

(Esto es parte de una importante declaración de los revcom, Lealtad, que está disponible en revcom.us.)

Estados Unidos es un país en el que una mujer es agredida-golpeada cada 9 segundos. Es un país donde un gran número de mujeres son violadas y agredidas sexualmente cada año; un país donde se ha arrebatado a las mujeres el derecho al aborto, con la imposición del control supremacista masculino sobre sus cuerpos y su propio ser, lo que constituye, en un sentido muy concreto, una forma de esclavización femenina. Estados Unidos es un país en el que las personas LGBT son objeto de discriminación, persecución, intimidación, vilipendio y abusos, brutalización y de plano el asesinato.

Este es un sistema en el que más de 40 millones de mujeres están atrapadas y esclavizadas en el tráfico sexual internacional y en la llamada “industria del sexo”; un sistema en el que cientos de millones de mujeres son cruelmente explotadas como parte clave de las “cadenas de suministro” de la economía mundial y del sistema capitalista-imperialista en general, en el que Estados Unidos ha sido durante décadas la potencia dominante.

Y se tiene la violencia masiva e injusta perpetrada por el imperialismo estadounidense en el “escenario internacional”:

Además de los continuos crímenes contra la humanidad llevados a cabo por Estados Unidos, tan sólo desde la Segunda Guerra Mundial, abarcando la matanza estadounidense de millones de civiles en Vietnam, y antes de eso en Corea, y los sangrientos golpes de estado que ha orquestado en Indonesia, Irán y otros lugares, en el período comprendido entre 1846 y el presente, Estados Unidos ha intervenido en los países de América del Sur y América Central —de manera militar, con golpes de estado de la CIA, o de otras maneras— en al menos 100 ocasiones, a costa de literalmente cientos de miles de muertes y una miseria sin fin para la gente de esos países.

(Esto es de mi artículo “El descarado chovinismo pro estadounidense: ‘Antiautoritarismo’ como ‘tapadera’ para apoyar al imperialismo estadounidense”, que también está disponible en revcom.us.)

Y se tiene el hecho de que Estados Unidos es (al menos hasta ahora) el único país que de hecho ha utilizado armas nucleares, con su bombardeo atómico a dos ciudades japonesas al fin de la Segunda Guerra Mundial, con la incineración instantánea de cientos de miles de civiles japoneses y el sometimiento de muchos otros a una muerte lenta y agonizante debido a los efectos de la radiación. Y luego, en tiempos más recientes, se dio la invasión ilegal de Irak por parte de Estados Unidos, basada en mentiras descaradas, y ahora la guerra de sustitutos en Ucrania, junto con preparativos activos para una guerra con China, con el creciente peligro de la aniquilación nuclear.

Todo ello bajo administraciones tanto demócratas como republicanas.

En cuanto a la afirmación de Biden (y del sector de la clase dominante que él representa) de que Estados Unidos está metido en una lucha histórica, en Estados Unidos y por todo el mundo, entre “democracia” y “autoritarismo antidemocrático”, en “‘Antiautoritarismo’ anticientífico: Al servicio del imperialismo estadounidense y en promoción del chovinismo pro estadounidense”, ofrezco la siguiente lista de algunos de los países con los cuales, tan sólo desde de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha estado aliado —y en los cuales en muchos casos ha instaurado, por medio de invasiones, golpes de estado sangrientos, etc.— gobiernos opresores que son “autoritarios” (a los cuales se tendrían que considerar “autoritarios”, según la “lógica” de los “teóricos” del “autoritarismo”):

Chile… Brasil… Haití… Cuba (antes de la revolución de 1959)… El Salvador… Nicaragua… Guatemala… Honduras… Panamá… la República Dominicana… Grecia… Polonia… Indonesia… Las Filipinas… Corea del Sur… Vietnam del Sur… China (antes de la victoria de la revolución en 1949)… Irán… Irak… Turquía… Israel.

Cabe repetir, esta es solamente una lista parcial de los gobiernos “autoritarios” a los que los imperialistas estadounidenses han respaldado —y en muchos casos han instaurado por medio de invasiones, golpes de estado sangrientos, etc.— tan sólo desde la Segunda Guerra Mundial. 

Debajo de la apariencia externa de una “respetabilidad” (y hasta del aura de una “dignidad solemne”) que rodea a muchos de los “dirigentes” de Estados Unidos, se tiene la realidad de la mentalidad verdaderamente perversa y demente que se requiere que alguien tenga —o que esté compelido a adquirir— a fin de servir como altos funcionarios de este sistema. Además de los hechos y análisis que ya he ofrecido que ilustran claramente este tema básico, se tiene lo siguiente, que sirve de recordatorio de que, en cuanto a una mentalidad no sólo asesina sino verdaderamente macabra, no sólo se puede mirar a Donald Trump, o a otros republicanos fascistas, sino también a alguien como Hillary Clinton. Como se señala en un artículo reciente en revcom.us (una versión actualizada del Crimen Yanqui Caso #35: La guerra de 2011 de Estados Unidos y OTAN en Libia), en 2011, como secretaria de Estado de la administración Obama, Hillary Clinton figuraba entre los más fuertes y más acérrimos defensores del bombardeo de Estados Unidos y la OTAN al país de Libia en el norte de África, lo que condujo a la destitución del gobierno encabezado por Muamar Gadafi y, al mismo tiempo, a la muerte de miles de libios. El fin del gobierno de Gadafi también condujo a un extenso caos y a un conflicto civil dentro de Libia, que ha continuado en diversas formas al día de hoy — y que ha amplificado enormemente la muerte y la devastación resultantes de las recientes inundaciones masivas en Libia.

Como señala ese artículo de revcom.us, cuando las fuerzas opuestas a Gadafi —que se beneficiaron de los meses de bombardeos contra las fuerzas de Gadafi por parte de Estados Unidos y la OTAN— finalmente capturaron, torturaron y asesinaron al propio Gadafi, Clinton se rió en la televisión y dijo: “Vinimos, vimos, él se murió”. Pero aquellos que capturaron y mataron a Gadafi no sólo lo torturaron en un sentido vago: lo sodomizaron, de una manera especialmente brutal. Con conocimiento de eso, Clinton hizo alegremente la macabra declaración: “Vinimos, vimos, él se murió”.

Y luego se tiene al propio Barack Obama, cuya elección como “primer presidente negro” se supone que hay que considerar una gran hazaña y una “prueba” de que Estados Unidos continúa avanzando hacia “una unión más perfecta”. Lo siguiente brinda una parte, pero solamente una parte, de la verdad sobre el verdadero papel de Obama, como ejecutivo en jefe de esta potencia capitalista-imperialista verdaderamente monstruosa, y en lo más fundamental, la verdad sobre la naturaleza de Estados Unidos y de este sistema en su conjunto.

En 2012, Barack Obama pronunció estas palabras mientras elogiaba a las fuerzas armadas estadounidenses por su papel en Vietnam:

[U]no de los capítulos más dolorosos de nuestra historia fue Vietnam — más específicamente, la forma en que tratamos a nuestras tropas que cumplieron servicio allá... [Ustedes] escribieron una de las historias más extraordinarias de valentía e integridad en los anales de la historia militar.
(Barack Obama, 28 de mayo de 2012, parte de la Conmemoración de la Guerra de Vietnam)

Las fuerzas armadas estadounidenses no tenían, y no tienen, nada de “heroico”. Por el contrario, son —sin la más mínima exageración— una máquina de masivas e indecibles crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, un hecho concentrado sistemáticamente en sus acciones en Vietnam, con un nivel de destrucción y depravación que es casi incomprensible:

la matanza de millones de civiles vietnamitas, con incesantes bombardeos y fuego de artillería, incluso contra escuelas, hospitales, presas y otra infraestructura esencial, y el extenso uso de napalm (gelatina incendiaria), fósforo blanco, Agente Naranja y millones de municiones antipersonal, todo lo que mató quemados o mutiló a enormes números de niños y otras personas;

el arruinamiento de los medios de subsistencia de millones de vietnamitas — mediante la destrucción de grandes extensiones de tierras de cultivo y el ganado que son tan esenciales para la gente en las zonas rurales de Vietnam;

la tortura de personas detenidas como prisioneros —incluidos muchos civiles— hombres, mujeres, ancianos y jóvenes, incluso niñitos;

la mutilación de cadáveres y la exhibición, como “trofeos”, de partes corporales de los vietnamitas que mataban;

la violación en masa de mujeres y niñas vietnamitas.

Las fuerzas armadas estadounidenses y sus soldados “heroicos” perpetraron todo ello, y otras cosas.

La serie “Crimen Yanqui” incluye la historia de la masacre de My Lai en Vietnam, en la que soldados estadounidenses asesinaron sin motivo a más de 500 civiles, casi en su mayoría ancianos, mujeres y niños no combatientes. Y es un hecho bien documentado que esta masacre no fue una especie de excepción o aberración, sino que representó el enfoque y los medios esenciales de la maquinaria de guerra estadounidense en Vietnam, fomentada ideológicamente por una combinación perversa y venenosa de anti-comunismo ignorante e irracional, chovinismo pro estadounidense y racismo y misoginia grotescos que consideraban y trataban al pueblo vietnamita como “gooks” y “slopes” infrahumanos, y a las mujeres como lo más inferior de todos.

Esta es la verdadera historia del papel de Estados Unidos en Vietnam, que en la mente retorcida de los jefes de estado del imperialismo estadounidense, como Barack Obama, se considera y se elogia como “una de las historias más extraordinarias de valentía e integridad en los anales de la historia militar”.

Esto no sólo revela la mentalidad completamente corrupta de Obama —y de cualquiera que presida este sistema verdaderamente monstruoso—, sino que también es cierto que en este caso, Obama reescribe la historia de manera deliberada, y vil: pone patas arriba el verdadero papel de estos “soldados” en Vietnam. Se queja de que los “soldados” que llevaron a cabo estas atrocidades en Vietnam no recibieron ningún “agradecimiento” por cumplir su “servicio” en horrorosos crímenes de guerra, sino que las masas de personas en Estados Unidos condenaron estos crímenes de guerra, de manera justa y con razón.

Y Obama no menciona (o se niega a mencionar) el hecho de que muchos de esos soldados (y ex soldados) llegaron a rebelarse abiertamente contra lo que se les ordenó hacer en Vietnam y se convirtieron en una parte importante de la oposición masiva al papel de Estados Unidos en esa guerra. En oposición a lo que Obama elogia perversamente como heroico, esa rebelión de los soldados estadounidenses contra el gobierno y el sistema que los alentaba y ordenaba llevar a cabo atrocidades casi increíblemente horrorosas — pues, tal tipo de rebelión de veras es algo al que hay que honrar y alentar.