Todos hablan de que los demócratas no tienen “madera”. Bueno, en realidad no se reduce a un problema de falta de “madera”. No tienen, ni han podido desarrollar, un programa coherente que plantee una alternativa a esto — debido a los cambios, debido a la forma en que se resolvió la guerra fría, debido a la manera que se desenvolvió la situación sobre esa base, debido a la creciente globalización, debido a que la base material subyacente para lo que era el programa del Partido Demócrata para administrar el capitalismo, plasmado en programas como el Nuevo Trato y la Gran Sociedad, ya no tiene la misma base que tenía en el pasado.

Esto es lo que fundamentalmente está impulsando y estableciendo las condiciones, y no el que un lado haya mejorado mientras dormíamos o subestimábamos el peligro. Sí, la gente estaba dormida y subestimaba el peligro, pero esa no es la esencia de lo que está ocurriendo. Tiene sus raíces en dinámicas mucho más profundas y más determinantes que impulsan esto y sientan las bases para el debate al interior de la clase dominante. Una vez más, de eso se trata, amigos.

Es un debate al interior de la clase dominante cuyos términos están determinados por estas dinámicas subyacentes, y, a su vez, por la imposición agresiva y cohesionada de un programa por parte de un sector de la clase dominante el cual ha llegado a predominar, o sea en este momento, aquellos agrupados en torno a Bush.

Así que sí, el Partido Demócrata — en cierto sentido, a un nivel superficial, carece de “madera”. Pero la razón por la que carece de “madera” se debe a que, por un lado, es un partido de la clase dominante y, por otro, no puede elaborar un programa para la clase dominante que sea coherente, y que satisfaga las necesidades y se corresponda a las dinámicas, y lo que eso pone en marcha en el contexto de lo que ha ocurrido y lo que está ocurriendo en el mundo de hoy.