Durante los años en que trabajaba de manera estrecha con el Partido Pantera Negra y su dirigencia, en sus días revolucionarios en la década de 1960, cuando se sostenían conversaciones, y a veces desacuerdos, no me decían: “¿Quién eres tú, como hombre blanco, para hablar de la liberación del pueblo negro y de la revolución — quién eres tú para estar en desacuerdo con nosotros sobre esto?” No — las cosas nunca se basaban en una “identidad”, sino en lo que era cierto y lo que no lo era. Eso es lo que todos nos esforzábamos por determinar.
Este fue el caso cuando me encontré por primera vez con Huey Newton, en un programa cultural africano-americano en Oakland (él se me acercó y me preguntó: “¿Quién eres, Sócrates?” — lo que condujo a un intercambio sobre la revolución: ¿era necesaria, y en realidad era posible hacerla?). Lo mismo ocurrió en las conversaciones posteriores que sostuve con Huey, Bobby Seale, Eldridge Cleaver y otros líderes del Partido Pantera Negra: siempre la base y el criterio era lo que era cierto y lo que no lo era, y nunca cuál “identidad” que tenía alguien.
Estábamos bregando con la manera de cambiar radicalmente el mundo de una manera emancipadora, y no la manera de crear un “nicho” para nosotros mismos, ni la manera de rebajar a otras personas y treparnos por encima de ellas para conseguir una mejor posición para nosotros, en este terrible mundo tal como está, bajo la dominación de este sistema del capitalismo-imperialismo.
Con eso es lo que deberían estar bregando todos aquellos que se preocupan por los oprimidos de la tierra y por el futuro de la humanidad, sobre la base de principios e integridad — y no la fanfarronería y chanchullos de aquellos que buscan convertir “identidad” en capital.
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(vídeo en inglés)