El 16 de junio, el valiente denunciante, activista en contra de la guerra y escritor Daniel Ellsberg murió a la edad de 92 años. En agudo contraste con lo que se considera “valentía” en esta sociedad, Daniel Ellsberg reconoció y actuó basándose en la idea de que la gente del mundo, y el futuro de la humanidad, importan más que la propia comodidad.
Daniel Ellsberg se hizo famoso por publicar los Papeles del Pentágono en el New York Times y otros periódicos en 1971, cuando la guerra genocida de Estados Unidos en Vietnam proseguía con furia y el movimiento contra esa guerra sacudía la sociedad estadounidense. Ellsberg trabajó como asesor de alto nivel en el Pentágono a mediados de la década de 1960. Pero a finales de los sesenta se volvió radicalmente en contra de la guerra. Sentía la profunda responsabilidad moral de hacer todo lo posible para detenerla, sin importar el coste personal.
Los Papeles del Pentágono sacaron a la luz pública la sórdida historia de esta guerra y las mentiras que las administraciones demócrata y republicana habían contado para justificarla. Su publicación alimentó aún más el movimiento antibelicista y un profundo cuestionamiento de la legitimidad del sistema. Ellsberg fue detenido y se enfrentó a un total de 115 años de cárcel. Sin embargo, nunca se echó atrás ni se arrepintió de su acción (los cargos fueron finalmente desestimados).
Toda una vida de apoyar y motivar a MÁS denunciantes
En los 50 años transcurridos desde los Papeles del Pentágono, Ellsberg ha seguido pidiendo a los funcionarios del gobierno que actuaran con valentía y revelaran secretos y mentiras gubernamentales para ayudar a detener guerras y otras injusticias. Lamentó que otros tardaran tanto en dar un paso al frente.
Durante los años de Obama, apoyó a denunciantes como Julian Assange, fundador de WikiLeaks; Chelsea Manning, que sacó a la luz crímenes de guerra de Estados Unidos; y Edward Snowden, que filtró documentos que ponían al descubierto los programas de vigilancia masiva de Estados Unidos. (La administración Obama persiguió a más denunciantes que ningún otro presidente).
Toda una vida de oponerse a las armas nucleares, las guerras estadounidenses y el imperio
Daniel Ellsberg también se centró en el grave peligro de las armas nucleares y la guerra, así como en las continuas e injustas guerras de Estados Unidos. Incluso cuando se enfrentaba a un cáncer terminal, Ellsberg habló enérgicamente contra la guerra de sustitutos de Estados Unidos en Ucrania y sus peligros catastróficos: “El riesgo actual de guerra nuclear, sobre Ucrania, es tan grande como el mundo jamás ha visto”. Advirtió del peligro de un “invierno nuclear”:
[m]ás de cien millones de toneladas de humo y hollín procedentes de las tormentas de fuego en las ciudades incendiadas por uno u otro bando, al atacar primero o segundo, se elevarían a la estratosfera donde no será sacado por lluvia y envolverían el globo en cuestión de días. Ese manto bloquearía hasta el 70% de la luz solar durante años, destruyendo todas las cosechas del mundo y causando la muerte por inanición de la mayoría de los seres humanos y otros vertebrados de la Tierra... Es urgente poner fin a esta guerra... Necesitamos una cesación del fuego y negociaciones.
Denuncia al imperio y sus medios de comunicación
También denunció a los medios de comunicación por ocultar la verdad incómoda de que los estadounidenses
son ciudadanos de un imperio... en el núcleo de un imperio que cree que tiene el derecho a determinar quiénes gobiernan en otros países, y si no los aprobamos por su efecto sobre los intereses corporativos, o por su negativa a darnos bases, o por motivo de oleoductos de un tipo que necesitamos, nos sentimos absolutamente en nuestro derecho y capaces de eliminarlos, de orquestar un cambio de régimen.
Prácticamente todos los presidentes nos dicen, o nos tranquilizan, que somos un pueblo que ama la paz, que estamos muy lento para ir a la guerra, muy reacio, quizás demasiado lento en algunos casos, pero muy decidido una vez que hemos entrado, pero cuesta mucho conseguir que aceptemos la idea de ir a la guerra, que ese no es nuestro estado normal. Eso, por supuesto, va en contra del hecho de que hemos estado en guerra casi continuamente... ¿Qué papel desempeñan realmente los medios de comunicación en esto, en engañar al público? y ¿es muy difícil engañar al público? Yo diría, como uno que trabajaba dentro del sistema, que uno se da cuenta: no es difícil engañarlos. En primer lugar, a menudo se les dice lo que les gustaría creer: que somos mejores que los demás, que somos superiores en nuestra moralidad y en nuestra percepción del mundo1.
¡Echaremos de menos a Daniel Ellsberg! En este momento poco común en que una revolución real se ha vuelto más posible, los denunciantes —los nuevos Dan Ellsberg— pueden tener un impacto enorme al sacar a la luz pública los crímenes, las mentiras y los sucios secretos de este sistema capitalista-imperialista. Tales acciones, en combinación con otros acontecimientos que se desarrollen rápidamente, y la influencia en toda la sociedad y la fuerza organizada de las fuerzas de la revolución, pueden tener enormes repercusiones —como sí tuvieron los esfuerzos de Ellsberg— al poner en tela de juicio la legitimidad de este sistema y de todas sus instituciones.
En este momento de aceleración de los preparativos para la revolución —cuando las cada vez más profundas divisiones de la sociedad se están agudizando incluso dentro de las instituciones gobernantes—, las acciones de los denunciantes y de servidores de alto nivel del sistema que renuncien su papel pueden ayudar a cambiar el terreno moral, político e ideológico a favor de la revolución, y contribuir potencialmente a ganarla. Es algo en lo que debemos pensar seriamente mientras celebramos la vida y el ejemplo de Daniel Ellsberg.