El Día Internacional de la Mujer es un día para dar voz a nuestra furia contra las formas en que se ven amenazados la vida y los derechos de las mujeres y a nuestros sueños de un futuro en el que las mujeres y todas las personas sean libres.
Hay muchas razones para arder de furia. En todo el mundo, una y otra vez y cada vez más, se ven amenazados la vida y los derechos de las mujeres y de las personas de género diverso.
La situación de la mujer es cada vez más aguda en el país y en el mundo. Expresiones como el acoso, la violación sistemática, la degradación y deshumanización de las mujeres son cada vez más frecuentes.
La cultura de la violación es algo que todos “respiramos” en cada espacio de la vida. Muchas instituciones juegan un papel de defensa abierta o velada, toda la cultura está permeada por ella, desde la música, las redes sociales, los comerciales de cuanta cosa, hasta las relaciones cotidianas.
La explotación sexual comercial de mujeres, niñas y niños ha alcanzado proporciones masivas. Lo que eufemísticamente se denomina “la industria global del sexo” se ha convertido en un componente masivo y rentable de las economías nacionales individuales del mundo y de la economía imperialista mundial en su conjunto. La sola “industria de webcam” en Colombia alcanzó en 2022 más de la quinta parte de las exportaciones de café.
En todo aspecto de la vida a las mujeres se les cosifica y se normalizan los actos violentos hacia ellas y hacia toda persona con orientación sexual o de género diferentes. En Colombia, entre 2021 y 2022 los feminicidios aumentaron 5 veces, y en lo que va del año 25 mujeres han sido asesinadas por el hecho de ser mujer.
En varias partes del mundo, cobran un mayor peso en la vida social y política los programas políticos ultraconservadores y fascistas que buscan re-establecer o repotenciar los valores tradicionales patriarcales, y donde los fundamentalistas religiosos cada vez son más determinantes. En Estados Unidos, el derecho al aborto conquistado hace décadas es revertido por una corte repleta de fascistas que promete no detenerse allí.
Se sigue impidiendo la educación de niñas y mujeres en países dominados por teocracias. Desde el asesinato de niñas que asisten a las escasas escuelas en Afganistán hasta el envenenamiento de colegialas en Irán…
La lucha contra todas estas expresiones opresivas es también aguda.
Desde septiembre, se ha desatado un poderoso levantamiento de las mujeres y el pueblo en Irán que, a pesar de la brutal y criminal represión por parte del reaccionario régimen teocrático de la República Islámica, continúa sacudiendo las cadenas de la opresión y ha avanzado a la demanda de derrocamiento del régimen.
De manera justa, a través de una lucha de varios años en distintos planos, hace un año se logró que en Colombia se despenalizara el aborto hasta la semana 24 de gestación. De manera similar, se despenalizó el aborto parcialmente en Argentina y en México como producto principalmente de masivas movilizaciones. Sin embargo, son muchas las barreras sociales y políticas que hacen que el aborto no sea un derecho real y, que estos logros jurídicos enfrenten el riesgo de ser revertidos, porque como señala la directora de uno de los principales centros proveedores de aborto en el país, “los derechos de las mujeres nunca se pueden dar por sentados”.
La situación en Estados Unidos no solo es una muestra del carácter temporal de este derecho bajo este sistema, es además una muestra de cómo las cosas pueden ir en una dirección aún peor, de esclavitud abierta para las mujeres, de un orden social y jurídico que imponga medidas contra las mujeres y contra otras personas por su orientación sexual o su género, a través del establecimiento o consolidación de regímenes fascistas religiosos.
Sí, cada triunfo en la lucha por los derechos de las mujeres, como la importante despenalización parcial en algunos países de Latinoamérica, será temporal si estos logros no hacen parte de una lucha por una revolución total, que implique un derrocamiento del actual Estado y sus clases dominantes y que instaure un nuevo poder que no tenga ninguna contemplación con las relaciones e ideas patriarcales como parte de avanzar en la eliminación de todas las formas de opresión y explotación.
Necesitamos desarrollar una lucha cada vez más profunda, y en esto hay que confrontar varios obstáculos. Nada es más peligroso que las ilusiones de rendirse al statu quo, de ver opciones entre lo “malo” y lo “peor”. En especial en los tiempos que estamos viviendo, y en especial en este país, cuando un gobierno reformista ha canalizado las ilusiones y la necesidad de millones de un verdadero cambio, llevando a un callejón sin salida.
Lo que está en juego hoy no es posible resolverlo simplemente si más mujeres ocupan puestos en el alto gobierno, o a través de un supuesto empoderamiento individual que lo que asume es la normalización de las relaciones e ideas sociales que mantienen la opresión. Tampoco a través del separatismo identitario y el relativismo cultural que han llevado a confundir gravemente la fuente de los problemas, a atomizar las luchas y a promover caminos de algunas reformas en este mismo sistema por cada “grupo de identidad”, sin emprender el camino a eliminar de raíz el sistema que es la fuente común de la opresión y la explotación.
Todas las expresiones de opresión y subyugación patriarcal se encuentran entrelazadas desde la raíz con el sistema capitalista imperialista, que determina que la vida de todas las personas esté basada en la producción de ganancias y que esas ganancias se apropien de manera privada y se concentren en pocas manos. Es el mismo sistema que no puede existir sin que esos grandes capitales se debatan entre expandirse o morir, y que esa regla básica del capitalismo esté empujando a una crisis global ambiental y nos tenga muy cerca de una guerra nuclear.
El capitalismo no puede existir sin el patriarcado, ni el patriarcado puede existir sin el capitalismo hoy. El patriarcado es un pegamento ideológico clave para el capitalismo imperialista, una herramienta esencial que le permite mantener atados a los seres humanos a las básicas ideas de opresión y explotación. La lucha contra la opresión patriarcal está en el núcleo mismo de la posibilidad de lograr una humanidad realmente emancipada.
Como lo ha expresado de manera muy profunda el líder y teórico comunista revolucionario, Bob Avakian: “No se puede concebir la resolución de todo esto salvo de la manera más radical… La cuestión que pende es: ¿será una resolución radical reaccionaria o una resolución radical revolucionaria, implicará reforzar las cadenas de esclavitud o destruir los eslabones más decisivos de esas cadenas y abrir la posibilidad de realizar la eliminación completa de todas las formas de dicha esclavitud?”
Para abrir paso a una resolución liberadora, es crucial bregar con la comprensión más profunda para una revolución real. Hay quienes estamos organizados y dispuestos a luchar al lado de otros, con pasión, profundidad científica y radicalidad por esta revolución. Este es un momento para no buscar atajos políticos, ni para acomodarse mientras crímenes horrorosos pasan ante nuestros ojos o somos presa de ellos, y mientras crímenes más monstruosos están en camino de cometerse.
Sí, hay que romper las cadenas de la opresión, TODAS. Para eso es necesario una revolución de verdad y lo más pronto posible. Y desde ya busquemos tratar a las mujeres, los hombres y las personas de género diferente como iguales. No toleremos el abuso físico o verbal contra las mujeres, ni el tratarlas como objetos sexuales, ni toleremos los insultos o “chistes” sobre el género u orientación sexual de las personas.
Ya es hora de empezar a vivir de esta manera. Y hay que vincular esto a la preparación de la revolución total del tipo que podría arrancar de raíz la opresión y el control de la vida de las mujeres y demás barbaridades a que es sometida la humanidad. Hay que derrocar el sistema y hay que reemplazarlo con un poder estatal revolucionario radicalmente nuevo. No se trata de un sueño. Es posible. Existe un plan y un liderazgo para esto. Pero en este momento hace falta que usted participe. Usted debe estar aquí con nosotros.
Porque el dolor y la agonía que tantas niñas y mujeres sufren y tienen que tragarse, volviéndose contra sí mismas, se asientan sobre una rabia que arde por deshacerse de esa carga.
Porque los tiempos que vivimos conducen a un futuro terriblemente horrible o la misma agudeza de estos horrores podría sacudir y despertar a la gente para que nos atrevamos a levantar la cabeza y luchar por una revolución verdaderamente emancipadora.
Porque podríamos vivir de otra manera, más allá de esta locura: la forma en que se trata a las mujeres no es “naturaleza humana”, sino la naturaleza de un sistema opresivo… y en estas celebraciones del Día Internacional de la Mujer puedes aprender cómo podríamos hacer una verdadera revolución contra ese sistema, por qué es posible y cómo podríamos crear un mundo radicalmente diferente y mucho mejor.
“La subyugación violenta de la mitad de la sociedad no debe ser consentida, tolerada, minimizada o normalizada, ni hay que ceder ante ella. HAY QUE PONERLE FIN”.
¡El “trabajo sexual” NO es “agencia” sino pesadilla y degradación!
¡La maternidad forzada es esclavitud femenina! ¡Aborto a solicitud y sin disculpas!
¡Capitalismo y Patriarcado —no se puede acabar con uno sin acabar con el otro!
¡Rompamos las cadenas! ¡Desatemos la furia de las mujeres como una fuerza poderosa para la revolución!
¡Únete a las mujeres que luchan por su vida y su liberación en todo el mundo!
¡ALTO a la degradación, deshumanización y subyugación patriarcal de las mujeres y toda la opresión basada en la orientación sexual o de género!
Grupo Comunista Revolucionario, Colombia | 8 de marzo de 2023