Murió la semana pasada Colin Powell, un hombre negro que “se hundió en los abismos más deplorables” no sólo de ser un gran criminal de guerra al servicio de la clase dominante de Estados Unidos, sino de utilizar su vergonzosa carrera como prueba de que incluso si eres negro en Estados Unidos, “puedes salir adelante si lo intentas”. La semana pasada, recibió loas desde muchos ámbitos, desde Rachel Maddow hasta Tucker Carlson, e incluso algunas personas que deberían haber tenido mejor juicio y a menudo sí tienen mejor juicio, también lo elogiaron, de una forma u otra.
Así que, ¿cuál es la verdad?
Verdad importante número uno: Colin Powell fue un criminal de guerra, metido hasta el cogote en la sangre de personas de todo el mundo, que tuvo fama especial por su utilidad como un lacayo con “movilidad ascendente”.
En Asia, Powell admitió haber masacrado a civiles y cometido otros horrores —en otras palabras, crímenes de guerra— durante su servicio militar en Vietnam, con la justificación en su autobiografía de que “tenía sentido en aquellos días”. Durante su estancia allá, un soldado le puso en alerta acerca de otras masacres, similares a la infame masacre de My Lai, en la que las tropas estadounidenses masacraron a más de 500 civiles vietnamitas no armados, en su mayoría mujeres y niños. Powell nunca le entrevistó al soldado y trató de encubrirlo.
A raíz de estos crímenes en Vietnam, Powell ascendió en el escalafón y aunado a desempeñar un papel destacado en la primera invasión estadounidense a Irak, jugó un papel clave en la justificación del horrendo crimen de la horrenda invasión y guerra de 2003. Al agitar una muestra falsa de viales de lo que supuestamente eran armas químicas, compareció ante la ONU para justificar lo que sabía que eran mentiras a fin de “vender” esa guerra. La excusa que dan algunos liberales por Powell, de que “como buen soldado, sólo cumplía órdenes”, huele a la justificación que utilizaron los criminales de guerra nazis culpables de horrores desde la invasión de la entonces socialista Unión Soviética (hoy Rusia) la que cobró la vida de casi 30 millones de personas hasta los campos de exterminio que dejaron asesinados más de seis millones de judíos, romaníes, homosexuales, discapacitados y prisioneros políticos.
Y que no se olvide a América Latina. Powell servía de jefe del Estado Mayor Conjunto durante la invasión estadounidense a Panamá en 1989, que masacró injusta e innecesariamente sin razón alguna entre 3.000 y 6.000 panameños. Y como secretario de Estado de George W. Bush supervisó y encubrió la expulsión, cometida por Estados Unidos, del presidente Jean-Bertrand Aristide de Haití al exilio en la República Centroafricana, y la sustitución de Aristide por un servidor más sumiso de los intereses estadounidenses.
Un reto para cualquiera que quiera justificar cualquier parte de la vida de Colin Powell: ¿De qué manera representa este historial de horribles matanzas y perniciosas mentiras algo que cualquier persona decente debería querer defender?
Verdad importante número dos: Powell perjudicó terriblemente al pueblo negro e hizo un gran servicio al principal opresor del pueblo negro —los gobernantes de Estados Unidos— al servir y promoverse a sí mismo como un modelo a seguir para ascender en las filas de esa clase dominante masacrando a otros oprimidos.
Mediante sus libros, apariciones televisivas y miles de otras formas, Powell se presentó como un “modelo a seguir”. Y es un comentario repugnante sobre la situación actual el que muy pocos comentaristas dignos de nota, sean negros o no, se hayan atrevido a señalar esto, y algunas personas que en otros momentos se han opuesto al imperialismo estadounidense hayan incluso “conmemorado” su muerte.
¿Modelo a seguir? ¿Para qué? Se trata de alguien que dedicó toda su vida a masacrar a oprimidos por todo el mundo y que, gracias a que sobresalió en tal tarea y sabía “comercializarse a sí mismo” entre aquellos que tenían uso para un rostro negro, ascendió durante un tiempo a la cima de los peores opresores del mundo.
Bob Avakian, BA, el líder revolucionario y autor del nuevo comunismo, ha dicho lo que SE NECESITA decir sobre este aspecto de Colin Powell aquí (vídeo doblado al español) y aquí (vídeo en inglés), y analiza profundamente las ramificaciones para los oprimidos y los peligros extremos del modo de pensar que Powell representaba y promovía. Como señala BA, no es casualidad que Powell venerara y promoviera a los “soldados búfalo”, ex combatientes negros de la Guerra Civil que fueron manipulados y engañados por los de arriba en esa época para que masacraran a los indígenas que intentaban oponer resistencia a la embestida genocida del ejército estadounidense.
La lección que Colin Powell sacó de eso NO es que los oprimidos deban tener por objetivo eliminar toda la opresión y no dejarse manipular de modo que se pelearan entre sí; muy al contrario. Según Powell, este uso asesinamente trágico de esos soldados negros era algo lo cual había que celebrar.
Para aquellas personas concienciadas y nacionalistas militantes que han caído al nivel de honrar a Powell en cualquier forma, sentido y manera, tienen que hacerse una pregunta: ¿sólo me importa “mi gente”? ¿O la humanidad? No se puede estar a favor de la humanidad y, al mismo tiempo, tener el más mínimo respeto por un criminal de guerra contra la humanidad de larga trayectoria.
Para aquellos que dicen que se oponen a la injusta agresión de Estados Unidos, pero siguen tanteando y echando mano de alguna razón para disculparlo u “honrarlo” —¿por cuánto tiempo seguirán aferrándose al mito de que Estados Unidos es el “bueno” en el mundo, una fuerza bien intencionada que de alguna manera cae torpemente en errores— en lugar de reconocer lo que incluso un breve repaso de la vida de Colin Powell pone en claro lo que realmente es cierto: que Estados Unidos es el opresor más monstruoso y peligroso sobre el planeta y que sus “hombres y mujeres combatientes” son los ejecutores de esa opresión?
UN ÚLTIMO PUNTO ADICIONAL:
Colin Powell se muere en un momento en el que dos importantes fuerzas de la clase dominante estadounidense están enzarzadas en un conflicto mortal sobre la manera en que debe gobernarse este imperio. Como ha escrito Bob Avakian,
Estas divisiones ya han llegado a estar profundamente arraigadas en las grandes instituciones de este país, incluidas las fuerzas armadas, y se agudizarán cada vez más y saldrán explosivamente a la luz, a medida que las cosas sigan agudizándose en la sociedad en general y al interior de la clase dominante.
No es posible superar estas profundas divisiones, esta intensificación del conflicto —no es posible volver a “componerse” todo esto— según los términos, y de la manera, que hasta ahora se ha mantenido la articulación de Estados Unidos bajo el gobierno de una clase capitalista más o menos unificada. (De ESTE ES UN MOMENTO POCO COMÚN EN QUE LA REVOLUCIÓN SE VUELVE POSIBLE — POR QUÉ ES ASÍ, Y CÓMO APROVECHAR ESTA OPORTUNIDAD POCO COMÚN)
Hoy, ambos bandos están intentando utilizar el legado de Powell al servicio de sus propios fines. Pero algo podría desarrollarse o salir a la luz que cambiara esta situación y convirtiera el funeral de Powell en una ocasión para una fuerte contienda entre estos dos bandos. De ocurrir eso, sería un momento en el que todos los que anhelan un futuro que no se enmarque entre elegir entre la dictadura fascista abierta por la que luchan los republicanos, por un lado, y por el otro lado, la forma más conocida de ese gobierno violento sangriento que ha caracterizado a Estados Unidos durante 150 años y que nutrió y promovió a personas de la calaña de Powell, deberían esforzarse por romper con los “términos limitantes y degradantes de este sistema” y luchar por lo que la humanidad realmente necesita: la revolución, y un futuro totalmente nuevo.