23 de noviembre de 2022. El sábado 19 de noviembre fue la noche anterior al Día Anual de la Memoria Transgénero, que recuerda la pérdida por medio de la violencia de odio contra las personas transgénero e inconformes de género. (Al menos 32 han sido asesinados en lo que va del año1.)
En Colorado Springs, el Club Q lleva 20 años siendo el principal “espacio seguro” para las personas LGBTQ en esta ciudad conservadora, a menudo hostil, y un lugar de acogida para todos. El sábado por la noche, el Club Q estaba lleno de gente que se divertía, incluida mucha gente buga [heterosexual]. Esa noche hubo un espectáculo de travestis, y otro programado para el domingo.
Entonces, poco antes de la medianoche, un hombre que llevaba un AR-15 y una pistola (además de varios cargadores cargados) empezó a disparar. La gente cayó al suelo herida o muerta, se escondió, huyó, intentó ayudarse. Un hombre tacleó al tirador, mientras que otros dos ayudaron a desarmarlo y contenerlo hasta que llegara la policía. Un hombre herido recordó que otros clientes se apresuraron a darle socorro a él y a una mujer más malherida a su lado. La gente se salvó mutuamente.
El incidente en sí terminó en menos de seis minutos. Y eso fue todo el tiempo que tardaron en apagarse cinco vidas. (Véase el recuadro “La pérdida de otras cinco vidas debido a la violencia antigay”.) Al menos otras 18 personas resultaron heridas. Y las ondas de trauma, temor, dolor —y furia justa— ya se estaban extendiendo por el club, a las familias y los amigos de los asesinados, a las personas LGBTQ y especialmente a las personas trans, que ya se sienten bajo ataque constante, y a las personas decentes por todas partes.
En este momento se sabe poco con certeza sobre el presunto asesino o sus motivos, pero hay un clima más amplio en el que él estaba operando. Las fuerzas fascistas de Estados Unidos —desde los fascistas cristianos hasta los funcionarios electos republi-fascistas y los terroristas misóginos como los Muchachos Orgullosos— llevan muchos años azuzando odio contra las personas LGBTQ, y mucho más intensamente en los últimos meses.
Cada vez más, esos fascistas están tachando a las personas LGBTQ —y a cualquiera que las defienda— de depredadores y pedófilos. El gobernador fascista cristiano de Florida, Ron DeSantis, montó su triunfante campaña de reelección en gran medida en torno a lo que se conoció como el proyecto de ley “No se diga “gay’”, que prohibía o restringía fuertemente la discusión de la sexualidad en las escuelas, y también estaba vinculado a la prohibición de libros que representaran a personajes y familias “no tradicionales” (niños trans, o familias gay, es decir, niños con dos mamás o dos papás, por ejemplo).
Al defender este proyecto de ley, la secretaria de prensa de DeSantis lo llamó el “proyecto de ley contra la manipulación”, y dijo que cualquiera que se le opusiera “probablemente era un manipulador o, al menos, no denuncia la manipulación de niños de 4 a 8 años” (Por “manipulación” se refiere a formas de manipular a los niños para que mantengan relaciones sexuales). ¡Así que aquí, está equiparando las discusiones abiertas en el aula en torno a cuestiones de sexualidad que un gran número de niños enfrentan, con una conjura depredadora para abusar sexualmente de los niños y “convertir” a los niños en gay!
Del mismo modo, la congresista fascista de Colorado Lauren Boebert ha dicho que un proyecto de ley del Congreso para prohibir la discriminación contra las personas LGBTQ tiene como objetivo conseguir la “supremacía de gays y lesbianas y travestis”. Así que, según estos fascistas, las personas LGBTQ están intentando “tomar el control” — cuando la realidad es que las personas LGBTQ son sistemáticamente perseguidas y satanizadas en esta sociedad.
Con este tipo de propaganda indignante lanzada por los medios de comunicación, “influenciadores” y líderes políticos de derecha, la violencia anti-LGBTQ es tanto predecible como casi inevitable.
Los hospitales infantiles que atienden a niños transexuales reciben amenazas de bomba. Un festival LGBTQ programado en Coeur d’Alene, Idaho, fue objeto de un ataque por parte del grupo de odio nacionalista blanco Patriot Front [Frente Patriota]: detuvieron a 31 de sus miembros cuando se acercaban al evento. Los espectáculos de travestis, que los fascistas cristianos consideran que subvierten las normas tradicionales de género, también han sido objeto de ataques por parte de los fascistas.
Al centro de esta cruel locura está el hecho de que los cambios en la “familia nuclear” que se han operado debido a los cambios más amplios en la economía y la sociedad, y además la creciente aceptación y prevalencia entre sectores de la población (especialmente los más jóvenes) de “roles de género no tradicionales”, están desafiando y, en ciertas formas, socavando las relaciones patriarcales tradicionales y la autoridad (la autoridad de los hombres) lo que ha sido clave para mantener la articulación de la sociedad estadounidense (sobre una base altamente opresiva). La agenda fascista tiene que ver en gran medida con reafirmar de la forma más abierta, violenta y grotesca lo que creen que “hizo que Estados Unidos tuviera grandeza”: la supremacía blanca, la supremacía masculina y el chovinismo pro estadounidense.
En una entrevista publicada al día siguiente de la masacre, Mike Pompeo —un fascista cristiano de pesos pesados, secretario de Estado con Trump y potencial candidato a la presidencia en 2024— declaró que “la persona más peligrosa en el mundo es Randi Weingarten” (jefa del sindicato de la Federación Americana de Profesores). ¿Y por qué lo dice? Según él, debido a “toda la suciedad que están enseñando a nuestros hijos”, una referencia obvia a los muchos maestros que insisten en tratar a las personas LGBTQ como seres humanos que viven y aman de manera distinta... y no como pedófilos demoníacos a los que hace falta volver a meter a la fuerza “al armario” — si no encarcelarlos o asesinarlos de plano.
Según Pompeo, eso hace que ella sea “la más probable en hacer caer esta república”.
Estos fascistas consideran que estos cambios son una amenaza existencial y están decididos a revocarlos violentamente. El reto es si aquellos que están del lado de la decencia reconocerán la profundidad de la amenaza que suponen estos fascistas y actuarán no sólo para defender a las personas LGBTQ contra estos ataques, sino que lucharán para hacer nacer algo verdaderamente emancipador de esta locura.

La pérdida de otras cinco vidas debido a la violencia antigay
Lo siguiente se basa en el reportaje de la NBC News “What we know about the Colorado Springs Club Q shooting” [Lo que sabemos sobre el tiroteo en el Club Q de Colorado Springs] y el reporte de la Radio Pública de Colorado “Those we lost in the Club Q shooting” [Aquellos que perdimos en el tiroteo del Club Q].
Daniel Aston, 28 años
Daniel, cantinero y animador del Club Q, era un hombre transgénero. Su madre, Sabrina Aston, le dijo a la Associated Press que Daniel: “iluminaba un salón, siempre sonriente, siempre feliz y divertido”. Dijo que su muerte fue una “pesadilla de la que no puedes despertar”.
Kelly Loving, 40 años
Como muchas personas trans, Kelly ya había sido víctima de la violencia, al sobrevivir a un tiroteo anterior y a un apuñalamiento. La hermana de Kelly, Tiffany Loving, le declaró al New York Times que “era cariñosa, siempre trataba de ayudar al otro, en lugar de pensar en sí misma. Simplemente era una persona cariñosa”.
Natalie Skye Bingham, una amiga de Kelly, y ella misma superviviente de la masacre del club nocturno Pulse en 2017, dijo que Kelly podría haber sido “intimidante porque era tan guapa. Pero era todo lo contrario. Era cálida, acogedora y me tomó bajo su ala”. Reflexionando sobre la pérdida de su amiga, Bingham dijo que quiere que su memoria siga viva: “Quiero ser una voz para ella, y me aseguraré de que sea escuchada”.
Derrick Rump, 38 años
Derrick Rump se mudó de Pensilvania a Colorado para empezar una nueva vida. Su hermana Julia dijo: “Encontró una comunidad de gente que amaba... y sintió que podía brillar allí, y lo hizo”, Rufio Jiménez, un amigo cercano, dijo: “Es un encanto. Es un líder de corazón, diría yo. Es tranquilo y callado, atrevido cuando quiera”. Y Rufio añadió que se había enterado de que Derrick fue asesinado mientras intentaba salvar a la gente, que “estaba corriendo tratando de decirle a la gente que corriera y se fuera. Y fue baleado. Es un héroe para nosotros. Es una mierda que fuera él quien tuviera que morir, siendo una persona tan buena”.
Raymond Green Vance, 22 años
Raymond fue al Club Q con su novia, Kathy Fierro, y los padres de ésta para celebrar un cumpleaños — era la primera vez de él ahí. (El padre de Kathy, Richard Fierro, fue la persona que tacleó al tirador, que dijo más tarde que “necesitaba salvar a mi familia. Esa familia, en ese momento, abarcaba a todos los que estaban en ese salón”).
Kathy posteó en Facebook: “Mi bebé era el ser humano más divertido y cariñoso. Nos compartamos eso con unos y otros”. La madre de Raymond, Adriana Vance, dijo que “Raymond pasaba la mayor parte de su tiempo libre con su novia (con la que llevaba desde la escuela secundaria) y jugando a los videojuegos, que eran su afición favorita y algo que esperaba convertir en una carrera virtual”. Y dijo que quería que la gente recordara a su hijo como un “gigante amable, alto y guapo”.
Ashley Paugh, 35 años
Ashley Paugh, descrita por su hermana Stephanie Clark como una cariñosa esposa y madre de una niña de 11 años, estaba culminando una jornada en Colorado Springs con una noche de diversión en el Club Q cuando el pistolero abrió fuego. Clark dijo: “Nada será lo mismo sin ella. Ahora mismo, no quiero reír. Era una persona cariñosa y atenta que haría cualquier cosa por cualquiera. La vamos a echar mucho de menos”.
“Simplemente no parece real. Tenemos el corazón roto. Estamos tristes. Estamos enojados, furiosos”.