La historia enseña que los fascistas, una vez firmemente en el poder, son extraordinariamente difíciles de expulsar. Es muy crítico que asumamos la responsabilidad de expulsar a dicho régimen antes de que su consolidación sea irreversible. La administración fascista de Donald Trump, mediante repetidas injurias, usurpaciones y actos de violencia, ha perdido todo derecho a la legitimidad. Por lo tanto, Nosotros, el Pueblo, presentamos el siguiente pliego de acusaciones, afirmando que la administración Trump constituye un régimen fascista ilegítimo y hace falta sacarlo del poder.
Donald Trump: Se le acusa de crímenes contra el pueblo de Estados Unidos y de instaurar el fascismo en Estados Unidos.
I. Un régimen de tiranía y traición contra la Constitución
La administración Trump ha violado sistemáticamente los principios fundamentales de la Constitución de los Estados Unidos. Las acciones de un Presidente han venido erosionando TODAS las promesas de libertad, justicia, igualdad, consentimiento de los gobernados y el estado de derecho — un Presidente que está bajo un juramento de preservarlas y defenderlas.
Trump ha desafiado los tribunales federales, ha ignorado órdenes judiciales, ha atacado a jueces y abogados, y ha reemplazado la gobernanza constitucional por un gobierno por decreto. Ha utilizado el poder ejecutivo para obstruir la justicia, anular al Congreso e instalar a leales que sirven a su voluntad en lugar de al bien público.
Ha utilizado las agencias federales como armas contra inmigrantes, manifestantes, periodistas y oponentes políticos, y para colmo ha amenazado con ejecutar a miembros del Congreso. Esta administración ha socavado los derechos democráticos básicos, ha atacado a las comunidades marginadas y ha destripado las libertades civiles con un desprecio flagrante.
II. Los crímenes del fascismo y la consolidación de la dictadura
El Fascismo de MAGA de Trump tiene por objetivo instaurar una dictadura abierta, sin restricciones y sin contrapesos, basada en el nacionalismo cristiano supremacista blanco, la misoginia, la xenofobia y la represión violenta. Las acciones de esta administración no son aisladas — conforman un programa fascista coherente. Los cauces democráticos tradicionales no pueden detener a un régimen que destruye esos mismos cauces.
Primer cargo: Perseguir de manera violenta y aterrorizar a los inmigrantes
Trump desplegó fuerzas de asalto federales fuertemente armadas y movilizó ilegalmente a unidades de la Guardia Nacional para perseguir a los inmigrantes y a cualquier persona racialmente identificada como tal. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) se convirtió en su ejército privado: desapareció a personas, aterrorizó a niños, desafió a los tribunales y deportó a personas a las torturas y abusos en campos de concentración, tanto en Estados Unidos como en otros países.
Segundo cargo: Agresiones internacionales sin ley
Trump ha ignorado abiertamente el derecho internacional y ha menospreciado a nuestros aliados, ha librado acciones militares no autorizadas, ha amenazado con una guerra más amplia y ha apoyado actos de genocidio y crímenes de guerra. Afirmó una doctrina de dominación estadounidense sobre regiones enteras, descartando el derecho internacional y los derechos humanos.
Tercer cargo: Ataques a las elecciones y al derecho de votar
Trump indultó a los insurrectos del 6 de enero, le dio poder a los negacionistas de las elecciones, manipuló los distritos electorales para sacar del poder político a las comunidades negras y latinas, y facilitó tácticas de supresión del voto con el propósito de consolidar un gobierno minoritario.
Cuarto cargo: Subversión de los tribunales
La Corte Suprema, ilegítimamente repleta de leales a Trump, continúa anulando las decisiones de tribunales inferiores, a menudo mediante decisiones inexplicadas en “una lista de casos paralelos”. Han renunciado a la independencia judicial, suprimido la voz del pueblo y facilitado la embestida del régimen a la Constitución.
Quinto cargo: Utilización del poder federal como arma contra sus oponentes políticos
El gobierno pervirtió a los poderes de las fuerzas del orden y de los fiscales en instrumentos de represalia. Puso en la mira a enemigos políticos, las ONG, periodistas y activistas del movimiento.
III. Una historia de repetidas injurias, usurpaciones y abusos
El régimen de Trump ha intensificado la supremacía blanca, la misoginia y la eliminación de las personas LGBTQ+; ha satanizado a los inmigrantes; ha intensificado el militarismo; y ha socavado la ciencia y la salud pública.
Para establecer e imponer la supremacía blanca, Trump exaltó la Confederación esclavista, depuró los programas de diversidad, atacó la enseñanza de la historia del pueblo negro y de los pueblos indígenas, retiró los símbolos del progreso de los derechos civiles e instaló a supremacistas blancos en cargos altos.
Para subyugar a las mujeres y borrar a las personas LGBTQ+, Trump desmanteló los derechos reproductivos, amenazó con prohibir el aborto a nivel nacional, prohibió la atención médica de afirmación de género, expulsó a las personas transgénero de las instituciones públicas y restableció las normas opresivas como política de estado.
Para atacar a pueblos enteros e intensificar el conflicto global, Trump llevó a cabo deportaciones en masa, despojó de las protecciones legales a los migrantes, bombardeó ilegalmente a otras naciones, respaldó el genocidio e invocó doctrinas de dominación imperial del siglo 19.
Para consolidar la dictadura, él se declaró por encima de la Constitución, convirtió en arma al Departamento de Justicia, atacó a las universidades y la prensa, depuró a las fuerzas armadas y creó un sistema autoritario personalista.
IV. Violaciones de los derechos humanos y civiles en Estados Unidos y otros países
La administración de Trump ha cometido extensísimas violaciones de los derechos civiles, constitucionales y derechos humanos:
- Silenciamiento de periodistas, supresión de protestas y represalias contra denunciantes.
- Vigilancia sin orden judicial, detenciones ilegales y policía militarizada.
- Trato cruel a detenidos, en particular mujeres, niños, inmigrantes y personas transgénero.
- Eliminación de las protecciones para la gente LGBTQ+, los programas de equidad racial, los derechos de las personas con discapacidad y las libertades reproductivas.
- Separaciones de familias, denegación de asilo y deportaciones a regímenes de tortura conocidos.
- Incumplimiento de los compromisos internacionales en materia de derechos humanos y obstrucción de las investigaciones de crímenes de guerra.
Estos constituyen crímenes morales, jurídicos y humanitarios que merecen la más enérgica condena.
V. Un gobierno de, por y para tiranos
Trump, y los funcionarios cómplices de su régimen, se han enriquecido mientras socavan la salud pública, la educación, la estabilidad económica, la protección ambiental y programas sociales esenciales. Han desmantelado los mecanismos de supervisión, han vendido influencias a los ricos y han reducido la gobernanza a un espectáculo de corrupción.
Se trata de un gobierno plutocrático autoritario, manejado por y para una élite corrupta.
VI. El mandato del pueblo: Que se largue Trump YA
Independientemente de su manera de llegar al poder, los regímenes fascistas nunca son legítimos. El régimen de Trump representa una amenaza directa para la humanidad en una era de catástrofe climática, proliferación nuclear e inestabilidad global.
Por lo tanto, declaramos:
- Hay que expulsar del poder de inmediato al presidente Donald Trump.
- Todo el régimen de Trump es ilegítimo.
- Su permanencia en el poder viola la Constitución, los derechos humanos y los principios de una sociedad libre.
- Cualquier acción ejecutiva o legislativa que oprima o explote al pueblo constituye un ataque directo a la población.
VII. Un llamado a la acción por un futuro libre y justo
El fascismo no es una amenaza que se avecina. Ya está encima de nosotros. Es una forma de gobierno completamente diferente y brutal. No se puede convivir con él; hay que derrotarlo.
El gobierno fascista nunca es legítimo, independientemente de su manera de llegar al poder. Esta administración renunció a toda pretensión de “legitimidad” en el momento en que comenzó a usar su poder para violar y desmantelar la Constitución de los Estados Unidos y nuestro estado de derecho.
Si nos atrevemos a hacerlo, podemos derrotar este horror que es distinto a todo lo que antes hemos enfrentado. Si jamás lo intentamos, las generaciones del futuro nunca nos lo perdonarán.
Bajo el fascismo, las actividades no pueden continuar como de costumbre; por eso hacemos un llamamiento a la gente por todo Estados Unidos a sumarse a nosotros en una resistencia de masas, sostenida y no violenta. A abandonar el trabajo, a abandonar la escuela y a acudir desde todo el país —millones juntos en las calles de la capital de la nación— una y otra vez, día tras día, ¡hasta que caiga el régimen de Trump!
El futuro no está escrito. El que nos toque depende de nosotros.