Durante varios días la semana pasada, las noticias fueron dominadas por lo que parece ser una ruptura abierta y seria entre el fascista MAGA Donald Trump y Elon Musk. Musk es el hombre más rico del mundo, el mayor apoyo financiero de Trump durante las elecciones y poseedor de numerosos contratos gubernamentales, especialmente en el ámbito de los viajes espaciales. Hasta hace poco, dirigió a DOGE (el llamado “Departamento de Eficiencia Gubernamental”) y fue una especie de brazo derecho de Trump durante un tiempo. Sus sentimientos fascistas también eran evidentes, incluso con su saludo nazi en una de las celebraciones de la investidura de Trump. Así que, para muchos, la ruptura repentina, pública y amarga fue un shock.
Musk comenzó con un ataque al “gran y hermoso proyecto de ley presupuestal” de Trump: el gigantesco proyecto de ley en el congreso que reduciría los impuestos (especialmente para los super ricos), recortaría drásticamente programas como Medicaid y cupones para alimentos, y aumentaría radicalmente el gasto militar. El proyecto de ley no solo recortaría, sino que intentaría eliminar por completo los subsidios gubernamentales para la energía solar, en la que Musk basa su propiedad más rentable, Tesla. Musk atacó al proyecto de ley como una “abominación repugnante”. Antes de que terminara el día, ambos intercambiaron ataques despiadados: Musk dijo que él era responsable de la victoria electoral de Trump, y Trump amenazó con cancelar todos los lucrativos contratos gubernamentales de Musk. Luego Steve Bannon, uno de los principales “teóricos” del movimiento MAGA, atacó a Musk diciendo que es un “inmigrante ilegal” (Musk emigró de Sudáfrica y se nacionalizó estadounidense) y dijo que debería ser deportado.
Vídeo en inglés: Bob Avakian, Una lección de la Alemania nazi, no normalicen al fascismo de Trump y MAGA. Lea el texto completo en español aquí, del discurso del que proviene este corto.
El conflicto refleja intereses chocantes y puntos de vista en contienda—en otras palabras, verdaderas contradicciones— dentro de la facción fascista contenciosa que representa MAGA. Estos choques parecen abarcar a áreas importantes de la política económica, la inmigración, la estrategia estadounidense hacia su principal rival imperialista, China, y la política militar (Musk había persuadido al secretario de Defensa, Pete Hegseth, para que le permitiera asistir a una sesión oficial de estrategia del Pentágono sobre China hasta que Trump dijera que no).
Cabe destacar que este no es el único choque reciente en el bando fascista. Hace menos de dos semanas, Trump atacó a Leonard Leo, copresidente de la organización judicial “conservadora” The Federalist Society (la Sociedad Federalista). Leo había asesorado a Trump en sus selecciones para jueces durante su primer mandato, incluidos sus tres nombramientos para la Corte Suprema. El resultado fue una Corte Suprema completamente fascista que anuló el derecho al aborto y le premió a Trump con una carta de libertad sin fianza de por vida con su fallo sobre inmunidad presidencial en junio de 2024. Pero debido a que algunos de esos jueces de la Sociedad Federalista se han opuesto a Trump en torno a ciertos temas, y debido a que Trump quiere convertir al poder judicial en una herramienta abierta y directa del fascismo trumpista, Trump ahora ataca a Leo como parte de su campaña general para poner el poder judicial completamente bajo el control personal de Trump.
Bajo Trump 1.0, este tipo de escisiones y divisiones llevaron a demasiadas personas a bajar la guardia ante el peligro del fascismo trumpista, minimizándolo. “El régimen de Trump es simplemente inepto”, “un carro de payasos” o “solo se la pasan peleando entre sí”. Y en esta ocasión, la gente se ha mantenido al margen con memes y bromas sobre cómo “los muchachos están peleándose”.
Esta es la lección equivocada. Estos choques son serios. Y cabe reconocerlos no como la implosión del régimen por sí solo, sino como potenciales grietas para debilitar al coloso fascista inexorable general. Pueden hacer que el estado fascista de Trump y MAGA sea políticamente más vulnerable a los desafíos, y eso es muy importante. Pero ese potencial debe materializarse, no permaneciendo al margen observando pasivamente, sino mediante una lucha intensificada: protestas masivas, decididas y no violentas de todos aquellos que reconocen la amenaza de vida o muerte que representa este fascismo, planteando la exigencia: ¡Que se largue el régimen fascista de Trump YA!
El líder revolucionario Bob Avakian habló de la dinámica de la concatenación entre las instituciones dominantes de esta sociedad y de la necesidad de movilizar a las masas desde abajo:
Esta movilización masiva podría ejercer un gran impacto en las instituciones dominantes del país, con la posibilidad de crear condiciones que podrían causar importantes cambios y “realineamientos” entre ellas. Esta es una forma en que se podría retirar del poder al régimen fascista de Trump. Pero, de una forma u otra, este régimen tiene que irse — y hace falta desarrollar una movilización de masas no violenta, pero decidida, sostenida y creciente, como la fuerza sólida central para plasmar este objetivo urgente y crucial, lo antes posible, antes de que de verdad sea muy tarde.
¡En nombre de la humanidad, nos negamos a aceptar un Estados Unidos fascista!
¡Que se largue el régimen fascista de Trump — YA!