Como escribí en la Primera parte y la Segunda parte: En los últimos meses, los fascistas republicanos han lanzado un asalto a nivel nacional contra el derecho de los estudiantes a aprender la verdadera historia de Estados Unidos, agitando a su “base” en un frenesí para impedir que las escuelas enseñaran la “teoría crítica de la raza” (CRT, por sus siglas en inglés) — una frase de moda para cualquier discusión sobre la verdadera historia y la realidad del racismo sistémico contra los negros y otra gente de color. Conforme con su flagrante desprecio por la verdad sobre las elecciones, la historia, las vacunas y casi todo, la mayoría de los fascistas republicanos que atacan a la CRT ni siquiera saben lo que es, ni les importa. Otros la distorsionan adrede y mienten sobre ella.
La verdad es que el marco teórico iniciado en las décadas de los 1970 y 1980 por el profesor de derecho Derrick Bell, que con el paso del tiempo se convirtió en la teoría crítica de la raza, fue una crítica perspicaz de la manera en que la ley por los derechos civiles no bastaba para abordar la desigualdad racial y la opresión racial. Aquí voy a esbozar brevemente los problemas reales que la CRT aborda y las importantes verdades que expone sobre la opresión racial en Estados Unidos, y a la vez, explico por qué no es científica en cuanto al problema fundamental o la solución real, y por qué en última instancia no será capaz de hacer frente a este ataque fascista.
El problema esencial abordado por Derrick Bell
Bell analizó la manera en que las leyes de derechos civiles para combatir la discriminación racial abierta del Jim Crow no lograron abordar las muchas formas en que el racismo y la supremacía blanca se manifiestan en esta sociedad, y las maneras en que la ley ha seguido reforzando la jerarquía racial aun cuando parece brindar un trato igual y “neutro” en cuestiones de la raza1. Esta es una verdad profunda, y algo que se explora a fondo en el libro de Michelle Alexander, El color de la justicia. Desde las políticas conscientes de la clase dominante, como la “guerra contra la droga” por ejemplo (que era una manera de perseguir y controlar a los negros, mientras daba la apariencia de no hacerlo), hasta la estructura de las propias leyes (como la disparidad entre las condenas por crack y por cocaína), pasando por el impacto desigual de las leyes en una sociedad dividida entre los que tienen y los que no tienen, la ejecución selectiva de las leyes por una policía racista, el acceso desigual a un juicio justo y jurados que están condicionados por los medios de comunicación y la cultura para ver a los negros como criminales… el resultado final es que una parte entera de la población está encarcelada, y millones de vidas están destrozadas.
La crítica de Bell a las limitaciones de los derechos civiles fue un desafío ideológico directo al “liberalismo”, a la idea de que el fin de la discriminación legal abierta estaba conduciendo a una sociedad post-racial, y la noción de un arco moral que se inclinaba hacia el progreso, y que el racismo ya era solamente una cuestión de individuos con prejuicios e incidentes aislados. De hecho, Bell señaló que en muchos aspectos este marco de una “ceguera” en cuanto al color de la tez ha agravado las cosas. Enmascara las formas en que las leyes y las instituciones continúan perpetuando la supremacía blanca en nuevas formas, y termina por echarle la culpa al pueblo negro por su propia opresión.
ES POSIBLE eliminar la opresión racial — pero no se puede hacer bajo este sistema
Para poner las cosas en una perspectiva más amplia, Bell examinó el desfile de la historia de Estados Unidos y la manera en que el progreso para el pueblo negro siempre ha sido limitado, temporal y en repetidas ocasiones revertido: desde la traición violenta de la Reconstrucción [después de la Guerra Civil] hasta los brutales contraataques a la acción afirmativa a fines de los años 1970 y 1980 (Bell no vivió para ver el fascismo desenfrenado que estamos presenciando hoy de parte de los republicanos y su base rabiosa tipo MAGA [Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza]). Bell examinaba la tendencia persistente de la mayoría de la gente blanca a aferrarse a los beneficios que obtienen del sistema de supremacía blanca, en lugar de unirse con la gente negra en una lucha común. Y sacó la conclusión de que la opresión racial no es una aberración, no es ningún defecto que se corregiría si se pudiera obligar a Estados Unidos a cumplir con sus ideales, sino que es “un componente integral, permanente e indestructible de esta sociedad”.
Sí, la historia de Estados Unidos es de horrores implacables para los negros, donde repetidamente se han frustrado esperanzas y sueños y se han arrebatado victorias con saña; donde la mayoría de los blancos han sido perpetradores activos, o espectadores pasivos de este horror, la mayor parte del tiempo 2. Pero dentro de estos horrores existe el potencial de algo radicalmente diferente, EN EL CASO de adoptar un enfoque científico de analizar el sistema capitalista-imperialista que enfrentamos y los posibles caminos hacía el cambio revolucionario que existen dentro de él. El problema con el “realismo” de Bell es que es un realismo atrapado dentro de los estrechos horizontes de este sistema, y ni da con las raíces de esta opresión ni ofrece una solución real.
Un corto de una sesión de preguntas y respuestas con Bob Avakian en inglés: ¿Qué se requerirá para que las masas de gente blanca rompan con la supremacía blanca? Lea el discurso en español aquí.
La razón esencial por la que los derechos civiles no han logrado realizar un “progreso” fundamental es porque este sistema capitalista-imperialista sigue en pie. Como dijo Bob Avakian en su discurso, Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución:
Ciertas concesiones del gobierno ante la lucha contra la injusticia —por ejemplo, la legislación por los derechos civiles; DACA, que otorgó el estatus legal temporal a algunos inmigrantes traídos a Estados Unidos de niños; decisiones judiciales que establecían el derecho al aborto y al matrimonio gay— eran victorias ganadas con dura lucha, pero el problema es que son, y sólo pueden ser, victorias parciales, que lidian solamente con algunos aspectos de la opresión bajo este sistema, pero sin eliminar la opresión en general, o la fuente de esta opresión — la que es el propio sistema. Y aunque sí se ganen tales victorias parciales, mientras este sistema siga en el poder, habrá fuerzas poderosas que se maniobrarán para atacar y socavar, y tratar de revocar, incluso estos triunfos parciales.
Para explorar una discusión completa de la manera en que la supremacía blanca se vertió en los cimientos y en el tejido social de Estados Unidos; de la manera en que la política consciente de la clase dominante y el funcionamiento básico de la economía capitalista han reforzado la segregación y la discriminación, y por qué actuar efectivamente para superar eso desgarraría a Estados Unidos, lea esto y vea este video (en inglés) o lea el texto en español.
Si bien Derrick Bell y otros en el campo de la teoría crítica de la raza señalan la conexión entre la supremacía blanca y el capitalismo, no dan el siguiente paso lógico: que no se puede eliminar la una sin eliminar el otro. No explora suficientemente a fondo en las raíces de esta opresión y, por lo tanto, sólo logran ver formas de aliviar esta opresión, pero no formas de acabar con ella.
Las nocivas corrientes anticientíficas dentro de la teoría crítica de la raza
Dentro de la amplia categoría de lo que ahora se considera la “teoría crítica de la raza”, han surgido algunos enfoques muy perjudiciales que alejan a la gente de una comprensión correcta del problema y la solución y socavan la búsqueda necesaria de la verdad y de la lucha que hay que librar, incluso contra las fuerzas fascistas que ahora atacan a la CRT. Estos enfoques serían perjudiciales en cualquier momento, pero son mucho peores en un momento en que se resolverá la cuestión de “la raza” que ha sido tan central para la sociedad estadounidense, parafraseando a Bob Avakian, ya sea de una manera muy reaccionaria y potencialmente genocida… O, de una manera revolucionaria y emancipadora.
- La idea de que las personas de color tienen una comprensión especial y una autoridad especial para hablar sobre cuestiones de la raza y del racismo las que otras personas no tienen, inclusive sobre sus causas fundamentales y su solución.
- La idea de que la manera de impugnar la “narrativa” supremacista blanca dominante es con unas “contra-narrativas” de las personas de color.
Una cosa es reconocer que las personas de color experimentan el racismo, que hay que escuchar estas experiencias y que estas experiencias pueden ser una parte importante para profundizar la comprensión general de los efectos de este mal y las formas de ponerse a trabajar para eliminarlo. Pero es algo completamente distinto pensar que simplemente por ser una persona de color, una persona automáticamente tiene una comprensión de la causa sistémica del racismo y de la solución al racismo, y que las personas blancas no pueden llegar a entenderlo. Se confirma lo absurdo de esta teoría cada día gracias a personas como Larry Elder y Candace Owens.
La opresión racial en Estados Unidos es sistémica y objetiva. No es solamente una colección de experiencias. Y no es una cuestión de opinión. Si la realidad del racismo se reduce a una narrativa subjetiva, con ésta ¿cómo se puede hacer frente a una narrativa con más poder detrás? No se puede. En un momento en que las fuerzas fascistas republicanas están maniobrando agresivamente para imponer un encubrimiento supremacista blanco de la verdad histórica, respaldado por las leyes y las turbas, tenemos que basarnos en la verdad y luchar por ella.
¡Alto a los ataques contra la teoría crítica de la raza!
Por un lado, los fascistas que atacan a la CRT van sobre una versión ficticia de ella. Por otro lado, lo que estos fascistas quieren prohibir en la enseñanza son en realidad principios básicos de la CRT: la idea de que la opresión racial es fundacional e integral para Estados Unidos, y no es una aberración; la idea de que el racismo es institucional, y no sólo es una cuestión de unos pocos blancos racistas; la necesidad de un enfoque consciente de la raza, en lugar de un enfoque de “ceguera” ante la raza, para superar esta opresión. Todo eso es anatema para estos fascistas y un obstáculo para las mentiras “patrióticas” con las que quieren lavarle el cerebro a la gente, y el falso victimismo que quieren adjudicarse mientras perpetran opresión y atrocidades aún peores contra la gente de color.
Inclusive con sus limitaciones y corrientes anticientíficas, la CRT ofrece importantes discernimientos acerca de la realidad de la opresión racial, y como tal es un proyecto válido y hay que enseñarla. Desde luego NO debe ser satanizada y prohibida.
Permanezca atento a la cuarta parte: Lo que se necesita para derrotar la ofensiva fascista en la educación, como parte de poner fin a la opresión racial y emancipar a la humanidad
Existe el potencial de que algo de una hermosura inaudita surja de una incalificable fealdad: de que el pueblo negro juegue un papel crucial para, por fin, deshacerse de este sistema que no sólo lo ha explotado sino que por tanto tiempo y de tantas formas lo ha deshumanizado, aterrorizado y atormentado —deshacerse de todo este sistema de la única manera posible— luchando por emancipar a la humanidad, para poner fin a la larga noche en que la humanidad ha estado dividida en amos y esclavos y en que las masas de la humanidad han sido azotadas, golpeadas, violadas, masacradas, encadenadas y amortajadas en ignorancia y miseria.
Bob Avakian