Durante décadas, el Partido Republicano ha estado en campaña para suprimir los votos de los negros, latinos e indígenas, así como de otros grupos que tienden a votar por los demócratas. Esta campaña se ha intensificado fuertemente desde la derrota del Partido Republicano en las elecciones para la presidencia y Congreso de 2020. (Para ver un resumen de estas leyes, véase el recuadro.) A principios de este mes, Joe Biden decidió de repente hacer algo al respecto. Echaba bravuconadas y echaba humo, y luego se doblegó. Y ahora los fascistas muestran signos de pasar a una ofensiva aún más implacable.
Biden ignora el asalto al derecho al voto mientras intenta “tender una mano al otro lado del salón” [llegar a un acuerdo con los republicanos]
Una de las grandes promesas de Joe Biden fue hacerle frente a todo esto, pero durante casi un año después de asumir el cargo, Biden y el Partido Demócrata hicieron poco para impulsar dos proyectos de ley1 que hubieran contrarrestado de manera importante el asalto al voto por parte de los fascistas.
Biden dio un discurso sobre el derecho al voto —bajo la presión de las bases demócratas— el 4 de julio de 2021 en Filadelfia, pero ha hecho poco más. Casi no sostuvo reuniones con los líderes de los derechos civiles ni con activistas como el locutor de radio negro Joe Madison, que ya lleva 11 semanas en huelga de hambre para exigir la aprobación y promulgación del proyecto de ley. No se han hecho gestiones políticas ni se han hecho tratos para conseguir los votos necesarios. Ciertamente, no se han hecho movilizaciones de protesta de masas en contra del afán de poder de los fascistas supremacistas blancos.
A cambio, Biden se centró inicialmente en “tender la mano al otro lado del salón” y aprobar proyectos de ley que pudieran contar con un apoyo bipartidista, como proyectos de ayuda por la Covid y de infraestructura. Algo de esto sí se dio, pero como Bob Avakian señaló en su Declaración de Año Nuevo de 2021:
Biden y los demócratas no pueden “hacer que se unifique el país”, como dicen falsamente, porque no puede darse ninguna “conciliación” con estos fascistas — cuyas “quejas” se derivan del resentimiento fanático contra cualquier limitación a la supremacía blanca, la supremacía masculina, la xenofobia (el odio por los extranjeros), el chovinismo pro estadounidense rabioso y el saqueo irrestricto del medio ambiente, y que se expresan cada vez más en términos literalmente lunáticos. ¡No puede darse ninguna “conciliación” con esto, salvo de acuerdo a los términos de estos fascistas, con todas las terribles implicaciones y consecuencias de hacerlo!
Así que si bien un puñado de republicanos sí votó a favor de la construcción de autopistas y puentes, etc., este “bipartidismo” no se extendió a la protección de los derechos de votar de las personas que estos fascistas ni siquiera consideran estadounidenses.
Biden se despierta a sacudidas y monta un espectáculo vacío
Después de meses de dilaciones, el 11 de enero Biden dio un discurso muy publicitado a un consorcio de colegios y universidades históricamente negros en Atlanta. Ahí retó retóricamente a los senadores republicanos a decidir si querían estar del lado del infame y brutal alguacil racista Bull Connor o del de Martin Luther King. Esto recibió muchos elogios de los liberales y encabronó a los republicanos. Pero en realidad, dar la apariencia como si esto fuera una cuestión abierta es una broma completa y total, que sólo propaga ilusiones sobre la naturaleza supremacista blanca profundamente arraigada de los fascistas —ellos sí son los Bull Connors, Jefferson Davis, etc. de hoy día— ¡y no van a dejar de serlo por “vergüenza”!
Biden también “modificó” su apoyo de vieja data al “filibustero”, una regla del Senado que sirve de veto supremacista blanco. Pero después de todas sus poses repentinas, Biden no pudo usar o no estaba dispuesto a usar el poder y las prerrogativas de la presidencia para presionar incluso a toda su propia gente para que se opusiera a estos fascistas, y los proyectos de ley fueron derrotados tan sólo una semana después del discurso de Biden.
P: ¿Qué es filibusterismo?
R: El poder de veto supremacista blanca
Los titulares del jueves 20 de enero le atribuyeron al filibusterismo el mérito de haber permitido que los republicanos en el Senado impidieran la aprobación de dos proyectos de ley sobre el derecho al voto apoyados por los demócratas. Esos proyectos de ley tenían el objetivo de contrarrestar los ataques a los derechos de los votantes negros por parte de los fascistas republicanos en muchos estados. Como señaló un artículo de revcom.us, estas maniobras en contra de los votantes negros y otras maniobras para controlar y subvertir las elecciones son “una parte vital de la consolidación de un gobierno fascista total”.
En este escrito, quiero señalar brevemente cómo, durante casi un siglo, el filibusterismo del Senado se utilizó casi exclusivamente como un arma de la supremacía blanca para proteger la inhumanidad masiva del Jim Crow del Sur hacia los negros contra todo intento de impugnarlo vía las leyes federales. Siga leyendo
Biden sigue soltando sus necedades
El New York Times informó que después del discurso: “El Sr. Biden se encaminaba a la Ebenezer Baptist Church cuando le preguntaron qué les diría a los activistas que están preocupados por el hecho de que su adopción del cambio de las reglas del Senado quizá sea algo muy pequeño y muy tarde. “Mantengan la fe”, respondió el presidente, antes de meterse en la iglesia”.
¿“Mantengan la fe”? ¿En qué? ¿En un sistema supremacista blanco el que no es posible reformar el que se precipita hacia el fascismo? Todo esto se reduce a un esfuerzo por convencer a las personas que han sido esclavizadas, explotadas, linchadas y traicionadas una y otra vez por Estados Unidos de que no deben perder la fe en esta monstruosidad supremacista blanca, ni en la posibilidad de que los mesías demócratas los dirijan a la tierra prometida. Esta es una gran parte del papel del Partido Demócrata ahora: conseguir que los oprimidos sigan creyendo en la “promesa de Estados Unidos” aunque se haya demostrado que es una mentira, una y otra vez...
“¿Mantengan la fe? Para nada. ¿Qué tal si, en cambio, hacemos uso de la razón y de la ciencia para descubrir la causa del problema que empeora rápidamente, y la solución? Si lo hicieras —y eso significa explorar la obra de Bob Avakian—, pues verías que, primero, no es posible deshacernos de la supremacía blanca mientras se mantiene en marcha el sistema capitalista que la engendró y la necesita2; segundo, que una revolución real, con el objetivo de crear una sociedad fundada en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, podría despejar el terreno y establecer la base para ponernos a trabajar en la eliminación de la supremacía blanca3; y tercero, que la oportunidad de hacer tal revolución real existe dentro de las mismas condiciones que hoy están conduciendo a conflictos y choques cada vez más agudos.
Pero en lugar de eso, ellos te están diciendo que te apoyes en la “nueva” y aún más desesperanzada y absurda estrategia demócrata de “organizar mucho para impedir la supresión de votantes”, obtener muchas victorias en las elecciones al Congreso de 2022, y luego aprobar estos proyectos de ley. Esto es como dejar que tus secuestradores te aten de pies y manos y te arrojen a un río con la teoría de que una vez que nades hasta la orilla, podrás aventajarte a ellos.
La conclusión básica que hay que sacar es la siguiente:
Los demócratas nunca lucharán, y nunca podrán luchar, contra estos fascistas de la forma en que hace falta que se haga, porque eso requiere abordar la verdadera naturaleza de este sistema, y sacar a relucir el hecho de que estos fascistas, por grotescos que sean, de hecho son una expresión grotesca del mismo sistema del que los demócratas mismos son una expresión y por el que éstos están trabajando para perpetuar. En lo más fundamental: el propósito y el objetivo no pueden ser simplemente derrotar a estos fascistas, como un fin en sí, con la orientación de hacer que de alguna manera las cosas vuelvan a la forma “normal” en que este horroroso sistema del capitalismo-imperialismo ha operado durante más de un siglo. (Bob Avakian, de “Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador...”)
En lugar de ser una cola del burro demócrata —con sus esfuerzos por mantener en marcha este sistema monstruoso, y lidiar con el creciente peligro fascista, apoyándose en los “procedimientos normales” de este sistema y los fútiles esfuerzos por “curar las divisiones” que se están profundizando día a día—, es necesario que las personas trabajen para la revolución que se necesita con urgencia, y lidien con el peligro fascista como parte de hacer eso.
De “ESTE ES UN MOMENTO POCO COMÚN EN QUE LA REVOLUCIÓN SE VUELVE POSIBLE — POR QUÉ ES ASÍ, Y CÓMO APROVECHAR ESTA OPORTUNIDAD POCO COMÚN”, de Bob Avakian
Los fascistas pasan a una ofensiva renovada
Los republicanos, por su parte, no se han dejado “avergonzar” o “escarmentar” por unos cuantos días de denuncias públicas, ni están a la espera pasivamente para las próximas elecciones. Según la CNN, los legisladores estatales se están preparando “para aprobar un ‘maremoto’ de restricciones al voto antes de las elecciones de mitad de mandato de 2022”. Como parte de esto, el gobernador de Florida, Rick DeSantis, solicitó hace poco que la legislatura aprobara 5.7 millones de dólares para financiar una “Oficina de Crímenes y Seguridad Electorales” de 52 integrantes, entre ellos 20 policías jurados, para “investigar, detectar, detener y arrestar a cualquier persona por una supuesta violación” de las leyes electorales.
En las elecciones de 2020 no se dio ninguna violación importante de las leyes electorales en Florida (ni en ningún otro lugar), tal como el propio DeSantis ha presumido. Pero eso no implica, tal como dicen muchos políticos demócratas, que cosas como la Oficina de Delitos Electorales, y los proyectos de ley de supresión de votantes, sean “una solución que busca un problema”. Estos fascistas no se confunden. Ellos se enfrentan a un problema concreto de establecer un gobierno fascista total mientras conservan alguna hoja de parra de la “democracia” — y la supresión “por ley” de algunos votantes es una parte integral de su solución... que les ha estado funcionando bastante bien.
En consonancia con eso, lo que DeSantis propone es una escuadra de intimidación de votantes, para crear una atmósfera en la que la gente dude en participar en los “esfuerzos por conseguir que la gente vote”, en ser trabajadores electorales neutrales o en votar. Como dijo el propio DeSantis: “La primera persona a la que pesquen, nadie va a querer hacerlo de nuevo después de eso”.
Para el 20 de enero, ya se habían lanzado propuestas similares en Georgia y Arizona. Es probable que esto sea el comienzo de una nueva fase, más agresiva y descarada, en la campaña fascista para amañar las elecciones a su favor. Suma una nueva dimensión potencial a esto que ahora estén hablando de movilizar a las fuerzas del estado, es decir, a los policías. Y esto recalca lo que también se dice en la potencialmente histórica nueva presentación de BA, en “Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador”:
Se dan acciones continuas, inclusive la amenaza o el uso de la violencia, para una vez más impedir que los negros y otros oprimidos siquiera ejerzan lo que se supone que son derechos básicos, como el voto. (Con un método y enfoque científico, es posible, así como importante, oponerse activamente a los intentos de negar a las personas el derecho al voto y, al mismo tiempo, convencer a las personas de que tengan que canalizar sus esfuerzos, no a votar por representantes de este sistema que las está oprimiendo, pero más bien hacia trabajar para acumular las bases para derrocar todo este sistema.)
Hay que oponerse poderosamente a todos estos ataques contra las personas y sus derechos, y hay que proteger y defender activamente a las personas que están del lado bueno de esto, en los casos en que sufren embates de amenazas e incluso ataques físicos directos.
Resumen básico del asalto fascista republicano a la ley del derecho al voto, 2021
En 2021, al amparo de la falsa afirmación de que el año 2020 les fue “robado”, y con el pretexto de defender la “integridad electoral”, 19 estados aprobaron 34 proyectos de ley cuyo objetivo es poner un pesado pulgar fascista en la balanza electoral. Algunos de ellos tienen como objetivo suprimir aún más los votos de los oprimidos — reducir el número de lugares de votación en las grandes ciudades (principalmente demócratas), reducir los días de votación temprana y dificultar el voto por correo postal. Estas medidas van especialmente contra las personas con trabajos de baja paga que no tienen tiempo libre pagado para votar y no pueden “salir” del trabajo durante tres horas. Otros promueven a los “observadores electorales” (históricamente, racistas blancos que intimidan y obstruyen a los votantes de color) y amenazan a los trabajadores electorales no partidistas para que no distribuyan comida o agua a los votantes que esperan en la cola durante horas; algunos incluso penalizan la práctica de ayudar a los discapacitados a emitir su voto. Y para colmo de todo esto, hay una campaña para destituir a los funcionarios y trabajadores electorales que se interpongan en el camino —ya sea mediante “elecciones preliminares” o amenazas de muerte— y la ampliación de la capacidad de las legislaturas controladas por los republicanos para alterar o anular los resultados de las elecciones una vez terminada la votación.*
Estos proyectos de ley tienen un impacto concreto — en primer lugar, al tratar a las personas de color como ciudadanos de segunda clase que están “bajo sospecha” únicamente por ejercer sus derechos más básicos. En segundo lugar, al poner un pulgar en la balanza electoral. No tienen que impedir que todos los oprimidos voten — en 2020, en estados como Georgia, Arizona y Wisconsin, Trump fue derrotado por menos de 20.000 votos cada uno. Y en tercer lugar, en fomentar más “dudas” sobre los resultados de las elecciones... lo que allana el camino para maniobras violentas e ilegales para anularlas, como se intentó el 6 de enero de 2021.