Al aprovechar el cierre del gobierno como pretexto y oportunidad, el régimen fascista de Trump está congelando los cupones de alimentos (conocidos como SNAP, Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria), lo que dejará a millones de personas con hambre. Ello a pesar de que existen fondos de reserva para emergencias que el régimen de Trump se ha negado a utilizar.
Uno de cada cinco niños en Estados Unidos recibe cupones de alimentos, al igual que uno de cada ocho adultos. Esto significa que muchas personas que pasan hambre serán obligadas a buscar ayuda alimentaria en iglesias, bancos de alimentos y organizaciones comunitarias. Esto no es por accidente, sino es una parte fundamental de la estrategia fascista más amplia.
El Proyecto 2025, el plano fascista que el régimen de Trump está implementando sistemáticamente, traza un plan para triturar por completo la red de seguridad social, que incluía grandes recortes a programas como SNAP, Medicaid y Head Start, que financian programas preescolares para niños de bajos recursos — todas las formas en que los pobres dependen del gobierno para recibir una asistencia mínima. Esto constituye una gran parte de la reconfiguración radical de la sociedad sobre una base abiertamente supremacista blanca, patriarcal y teocrática, concebida por las fuerzas fascistas cristianas que impulsan el fascismo de Trump y MAGA.
En un perspicaz artículo académico titulado Proyecto 2025 y el secuestro religioso de la red de seguridad social: un análisis de la gobernanza teológica y sus implicaciones para la práctica del trabajo social, la trabajadora social Savannah Hinde-Seeley escribe:
El [Proyecto 2025] representa un profundo cambio ideológico. La pobreza se reinterpreta no como una falla estructural, sino como una deficiencia moral y espiritual individual. Los recortes de la propuesta no son arbitrarios — están profundamente fundamentados en una concepción del mundo teológica que espiritualiza la escasez, disciplina la dependencia y exalta la autosuficiencia como una forma de rectitud.
En California, una madre guatemalteca compra frutas frescas para sus hijos con los últimos beneficios de su programa SNAP, el 31 de octubre de 2025.
El régimen fascista de Trump está trabajando para quebrar la expectativa de que habrá algún tipo de ayuda —por escasa que sea— cuando la gente se encuentra en una situación desesperada. En cambio, se proponen fomentar un sistema mucho más abiertamente cruel y desalmado, en que la iglesia y la “familia nuclear” sean el único lugar a que la gente puede acudir para apoyos.
Además, estos fascistas están trabajando para instaurar un poder ejecutivo ilimitado sobre el gasto federal. Para Trump y el fascismo de MAGA, el cierre actual del gobierno es una “oportunidad sin precedentes” para recortar aún más los empleos federales y los programas federales que se necesitan con urgencia y que “no se alinean con los valores de la administración”.
El 31 de octubre, tan solo unas horas antes de que el régimen fascista de Trump iba a permitir que expiraran los beneficios del SNAP, dos tribunales federales dictaminaron que la administración había actuado ilegalmente al negarse a utilizar los fondos de emergencia. Uno de los jueces federales ordenó que el régimen de Trump distribuyera los fondos “lo antes posible”. Trump respondió que estaba “buscando aclaraciones” sobre los dictámenes, alegando que no podía utilizar los fondos reservados para emergencias para continuar con los beneficios del SNAP.
Al dictar su sentencia, el juez declaró: “No cabe duda, y es indiscutible, de que se empezarán a producir daños irreparables, si es que no se han producido ya, dado el terror que ha generado en algunas personas la incertidumbre sobre la disponibilidad de fondos para alimentar a sus familias”. El otro juez afirmó: “El Congreso ha erogado fondos a un fondo de emergencia… me cuesta trabajo comprender que esto no se considera una emergencia, cuando no hay dinero y mucha gente necesita sus beneficios del SNAP”.
En este momento, aunque se ejecutaran las resoluciones, no está claro si las personas recibirían sus cupones de alimentos, ni cuándo, ni si habrá una reducción en el monto que reciben. Es probable que haya una disminución, dado que los fondos de emergencia solo permiten beneficios parciales, y esos fondos se agotarán si el cierre del gobierno continúa.
En 2021, el líder revolucionario Bob Avakian describió así el programa fascista más amplio:
Los republicanos se han convertido en un partido fascista —un partido basado en la abierta y agresiva supremacía blanca, supremacía masculina y otras relaciones opresivas— un partido convencido de que es el único que se merece gobernar, que actúa para manipular las elecciones y suprimir los votos con el fin de conseguir y aferrarse al poder, que se niega a aceptar los resultados de las elecciones que no gana, que está decidido a destripar y pervertir el “estado de derecho”, pisotear los derechos de la gente y adoptar lo que constituye una dictadura capitalista indisimulada, que está listo a utilizar la violencia no sólo contra las masas de personas sino también contra sus rivales en la clase dominante.
Estos republicanos han movilizado a un sector importante de la población que cree, con una pasión intensa e irracional, que hay que defender e imponer firmemente la supremacía blanca, la supremacía masculina y otras relaciones opresivas (así como el desenfrenado saqueo del medio ambiente). Esa gente ha sido impulsada hasta entrar en un estado de demencia cruel, al abrazar todo tipo de teorías conspirativas lunáticas, junto con un fundamentalismo cristiano enloquecido, como respuesta a la amenaza que ven a su posición de privilegio (u “ordenada por dios”) y su insistencia en que algunas concesiones adicionales a la lucha contra la opresión destruirán lo que ha “hecho que Estados Unidos tenga grandeza”.
Cada día, y de mil maneras, la realidad clama que no se puede convivir con esta demencia fascista — ¡y nadie debería querer hacerlo! Para nada, ninguna persona decente debería querer vivir en la sociedad, y en el mundo, que estos fascistas están decididos, que están dispuestos a matar, a fin de crear.