14 de octubre de 2023. Hamás es la organización islamista reaccionaria que controla la región palestina de la Franja de Gaza. Hamás lanzó un brutal ataque de múltiples frentes contra Israel el 7 de octubre que cobró cientos de vidas, la mayoría de ellas de no combatientes intencionadamente, y tomó rehenes. En respuesta, Israel ha lanzado un ataque aéreo sin cuartel contra Gaza, matando, una semana después del ataque de Hamás, a casi 2.000 personas, entre ellas casi 600 niños. Más de 400.000 habitantes de Gaza ya han sido expulsados de sus hogares. Israel instituyó un asedio para cortar el suministro de alimentos, agua, medicinas y combustible a Gaza. Tras años de bloquear y limitar estrictamente el suministro de alimentos y medicinas a Gaza, Israel ha instituido ahora un corte total de lo esencial para la supervivencia humana, y se ha embarcado en un ataque claramente genocida contra los palestinos de Gaza como pueblo.
Al cierre de esta edición, Israel exige que la mitad de la población de Gaza, hambrienta, sin medios de transporte ni forma de vida, evacue inmediatamente el norte de Gaza. La Organización Mundial de la Salud ha calificado esto de “pena de muerte”. Aunque la cantidad de muerte y destrucción causada por Israel con el respaldo de Estados Unidos es muy superior a la causada por Hamás, la naturaleza de Hamás no es menos reaccionaria. Y no puede haber una verdadera lucha por la liberación del pueblo palestino sin rechazar completamente la perspectiva, los objetivos y los métodos utilizados por Hamás.
¿De dónde surgió Hamás?
Hamás se formó en 1987, casi 40 años después de la sangrienta creación de Israel en 1948 como un puesto de avanzada colono del imperialismo en el Medio Oriente1. En la actualidad, Hamás está empecinado en un choque mortal con Israel, pero a principios de la década de 1980, el propio Israel ayudó a engendrar a Hamás. En 1981, el gobernador militar israelí de Gaza le declaró al New York Times que las autoridades israelíes financiaron la organización que más tarde se convertiría en Hamás para contrarrestar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), laica y nacionalista, en Gaza, la que Israel consideraba más amenazadora2. Israel facilitó que Hamás creara una universidad islámica, construyera mezquitas, organizara clubs y estableciera escuelas islámicas. Y el ejército israelí, que ocupaba oficialmente a Gaza en aquella época, se mantuvo al margen, al principio, cuando Hamás desarrolló una organización paramilitar propia y, más tarde, cuando libró enfrentamientos armados con la OLP.
Con las retiradas y derrotas de las fuerzas de la OLP3, y el fracaso de las negociaciones para la llamada “solución de dos estados” a principios de la década de 20004, y con el auge del fundamentalismo islámico en el Medio Oriente y más allá, Hamás ganó unas elecciones patrocinadas por Israel para gobernar a Gaza en 2006. Mediante enfrentamientos armados en los que las fuerzas de Hamás derrotaron a la OLP, Hamás ya había consolidado el control sobre Gaza para 2008.
En un fenómeno que se ha comparado con la forma en que Estados Unidos financió y apoyó a Osama Bin Laden y a los fundamentalistas islámicos para luchar contra la Unión Soviética en Afganistán, sólo para que esas fuerzas se volvieran en contra de Estados Unidos, Hamás se ha alineado cada vez más con las fuerzas antiestadounidenses patrocinadas por Irán en la región. Y ese alineamiento tiene lugar en el contexto de una contienda potencialmente explosiva entre Estados Unidos y sus rivales capitalista-imperialistas Rusia y China por dominar esta región estratégica con una gran parte del petróleo accesible del mundo.
Hamás: Un producto del capitalismo-imperialismo
Más allá de las maniobras de Israel (respaldado por Estados Unidos) que ayudaron a engendrar a Hamás, el funcionamiento del capitalismo-imperialismo mundial creó un terreno fértil para el ascenso de Hamás. En Forjar otro camino, Bob Avakian habla del atractivo del fundamentalismo islámico en el Medio Oriente:
[L]os gobiernos son corruptos y represivos; las condiciones materiales de las masas son cada día peores y hay una tremenda agitación social y desplazamiento de millones y millones de personas; la “vida tradicional” se ha fracturado sin que se presente una alternativa radical posible en el marco de las relaciones sociales e internacionales dominantes: una alternativa que corresponda a las necesidades e intereses de las masas populares. ¿Sorprende que tal situación y su dinámica haga gravitar a mucha gente a los extremos? Encima, el “extremismo islámico” ha estado movilizando precisamente con una versión extrema de las relaciones, los valores y la cultura tradicionales, que parecen estar (y de hecho están) bajo ataque desde muchos lados, especialmente cuanto más penetran y se imponen en esas sociedades las consecuencias de la globalización y el sistema imperialista en general.
Todos estos factores son extremos en la infernal prisión al aire libre que es Gaza5. Desde su llegada al poder, Hamás ha gobernado a Gaza bajo el brutal bloqueo israelí del acceso de Gaza a los alimentos, el agua, el combustible, los medicamentos, los materiales de construcción, la electricidad y la posibilidad de viajar al mundo exterior o conectarse con él. Ese bloqueo se ha vuelto ahora inimaginablemente más severo.
Otro factor importante en el auge del fundamentalismo islámico fue la derrota del socialismo auténtico y la restauración del capitalismo en China tras la muerte de Mao Zedong en 1976. La China socialista era un faro para la revolución mundial, y esa derrota tuvo un terrible impacto ideológico global6.
Perspectiva y visión reaccionarias de Hamás
La perspectiva y la visión de Hamás son exactamente una “versión extrema de las relaciones tradicionales y de los valores y la cultura tradicionales”. Eso incluye la misoginia y una guerra religiosa interminable, vengativa.
El documento fundacional que define a Hamás, “El Pacto del Movimiento de Resistencia Islámica”, define el papel de la mujer como una versión fundamentalista islámica del Cuento de la criada, declarando: “Ella es la hacedora de los hombres. Es grande su papel de guiar y educar a las nuevas generaciones. Los enemigos se han dado cuenta de la importancia del papel de las mujeres. Estiman que si son capaces de dirigir a las mujeres y criarlas en la manera en que desean, lejos del Islam, habrían ganado la batalla”. En cuanto a los enemigos de la esclavización de las mujeres, el Pacto declara: “El día en que el Islam tenga el control de guiar los asuntos de la vida, estas organizaciones hostiles a la humanidad y al Islam serán aniquiladas”7.
En oposición a educar a las masas acerca de la naturaleza del capitalismo-imperialismo, y de la manera en que Israel y el sionismo sirven de gendarmes de un mundo de explotación y opresión, y de la necesidad y la base de que toda la humanidad oprimida se una y luche por una revolución real, el Pacto de Hamás exige que las escuelas y los profesores “inculquen en la mente de las generaciones musulmanas que el problema palestino es un problema religioso, y que hay que tratarlo sobre esta base.”
El Pacto es virulentamente antisemita con aspiraciones genocidas. Por ejemplo, cita escrituras islámicas que según dicen: “El Día del Juicio Final no llegará hasta que los musulmanes luchen contra los judíos (matando a los judíos), cuando el judío se esconderá detrás de piedras y árboles. Las piedras y los árboles dirán: “Ah musulmanes, ah Abdulá [sirviente de Dios], hay un judío detrás de mí, venid y matadlo”8.
Se necesita: Otro camino
En ninguna parte de su Pacto plantea Hamás un desafío al sistema imperialista de dominación económica y política de las naciones oprimidas del mundo, incluida Palestina. Como mucho, luchan por un trato mejor dentro de los confines de ese sistema. Y en las relaciones sociales que promueven e imponen, mantienen relaciones atrasadas y reaccionarias de formas de opresión aún más antiguas y arcaicas.
Los objetivos estratégicos de los ataques del 7 de octubre en lo que respecta a las metas de Hamás no están claros, pero lo que está claro es que no tienen ninguna relación con la liberación del pueblo palestino ni con el fin de la explotación y la opresión.
Lo que se necesita, en todas partes, es un camino radicalmente distinto, una vía que se zafe de los polos enfrentados que se refuerzan mutuamente del imperialismo occidental y el fundamentalismo islámico. Ese otro camino es el nuevo comunismo desarrollado por Bob Avakian, que ofrece una manera científica de entender las fuentes de la opresión, de llevar a cabo una revolución real y de ponerse a trabajar para arrancar de raíz la explotación de miles de millones de personas en todo el planeta y la opresión de naciones y pueblos enteros, de las mujeres y de las personas LGBTQ, y de todas las relaciones antagónicas entre las personas.