En el último año se dio un auge poderoso e inspirador de lucha contra el genocidio israelí apoyado por Estados Unidos en más de cien universidades por todo Estados Unidos (y más allá). Estas protestas, con la participación de muchos estudiantes judíos, inspiraron a personas por todo el mundo.

Los estudiantes pusieron al descubierto la ilegitimidad del apoyo político, financiero, militar y diplomático estadounidense al genocidio israelí contra el pueblo palestino. Esto hizo que muchas otras personas buscaran y conocieran la verdad sobre el estado de Israel: que era y es, sobre todo, un estado neocolonial de asentamientos que hoy sirve a los intereses de la dominación imperialista estadounidense en la región.

Para detener estas protestas, desafío y cuestionamientos, cayeron duro con el martillo de la represión y los ataques políticos. Simultáneamente, se realizó un intento coordinado de presentar todas y cada una de las protestas contra el sionismo como si fueran lo mismo que el antisemitismo. Esta mentira reduce la oposición política a un estado basado en la supremacía judía, al odio contra el pueblo judío como un pueblo.

Ahora, a medida que se intensifica el genocidio israelí, las protestas en los campus universitarios estadounidenses se han topado con una renovada y creciente ola de suspensiones, listas negras, brutal represión policial, detenciones y arrestos. Y ahora viene llegando al poder un régimen de Trump que promete cosas aún peores.

Mientras que algunos de los estudiantes y profesores bajo ataque sí se han resistido valientemente, la respuesta a esta represión ha sido demasiado silencio, pasividad y aceptación por parte de las personas que deberían estar alzando la voz y actuando.

YA es hora de que todos se salgan de los márgenes y se resistan, antes de que los fascistas puedan acabar por completo con la oposición al genocidio de Israel y, con ello, convertir los campus en zonas muertas políticas, morales e intelectuales.

Imponiendo una racha de represión más escalofriante

Analicemos más a fondo el patrón de intensificación de la represión de las protestas, el disentimiento y el pensamiento crítico pro Palestina en los campus.

Tomemos como ejemplo la Universidad de Columbia en la Ciudad de Nueva York. Al comienzo de la ola de levantamientos en el campus contra el genocidio de Israel en Gaza, Columbia proscribió las ramas universitarias de Estudiantes por la Justicia en Palestina y Voz Judía por la Paz. Ahora, Columbia ha tomado otras medidas para silenciar el disentimiento al emitir reglas arbitrarias, contradictorias y extremadamente represivas sobre cómo y cuándo las autoridades escolares van a programar y aprobar las protestas, lo que en esencia proscribe las respuestas oportunas con sentido a los acontecimientos mundiales.

Y en lo que únicamente puede llamarse un encierro, Columbia ha proscrito a “personas ajenas” en el campus. Esta prohibición se anunció explícitamente como una forma de prohibir las protestas. Según el presidente interino de la Universidad, la razón para cerrar el campus fue “la creciente evidencia de que el… campus es un eje importante de protestas y otras actividades”.

O bien, podrías viajar al bajo Manhattan, a la Universidad de Nueva York (NYU). El 12 de diciembre, a decenas de manifestantes estudiantiles se les asignó el estatus de persona non grata (se les prohíbe el acceso al campus) por participar en una manifestación el día anterior en la biblioteca central de la NYU. Según los funcionarios de la NYU, la prohibición se debe a que estaban perturbando “nuestras operaciones académicas en un momento particularmente crítico del semestre” (cuando se inician los exámenes finales). Arrestaron a ocho manifestantes, incluidos al menos dos miembros del cuerpo docente, a pesar de que los manifestantes no impidieron que los estudiantes que tenían exámenes finales entraran a la biblioteca.

¡¿En qué tipo de mundo, en qué tipo de universidad que supuestamente está abierta al pensamiento crítico, es cuestionar al genocidio en Gaza motivo para prohibir la entrada al campus?! Además, la Universidad de Nueva York impidió a los docentes proscritos acceder a sus oficinas o impartir clases.

Hay otros ejemplos de todo Estados Unidos: considere a la Universidad George Mason en Virginia, donde más de 12 policías, incluido uno del Grupo de Trabajo Antiterrorista Conjunto del FBI, derribaron la puerta a la fuerza y allanaron la casa de la familia de dos estudiantes palestino-estadounidenses. Los policías confiscaron los teléfonos y las computadoras de los estudiantes (lo que les impidió comunicarse con amigos y simpatizantes, así como continuar sus estudios). A los estudiantes se les dijo que la redada se debía a que se les acusaba de pintar grafitis en el suelo. Y a los dos estudiantes se les ha proscrito en el campus durante cuatro años, lo que básicamente les impide continuar sus estudios.

Se está imponiendo una masiva racha de represión, ¡pero el clamor en su contra ha sido totalmente insuficiente!

Los fascistas están tomando medidas para empeorar muchísimo más la situación

Trump apoya a Israel totalmente y ha amenazado con que Israel deba “poner fin al problema”. No es una declaración que exprese preocupación por el pueblo palestino, sino un llamamiento y una amenaza a un genocidio más rápido y más “final” de los palestinos. Es en este contexto que las personas designadas para integrar el régimen de Trump han dejado en claro que aplicarán aún más represión contra quienes se pongan de pie contra el genocidio israelí.

Un artículo en el periódico liberal israelí Ha’aretz titulado “Cómo Trump y el Partido Republicano planean desmantelar el movimiento pro palestino en Estados Unidos” presenta un panorama escalofriante.

• Tanto Marco Rubio, a quien Trump ha nominado para secretario de Estado, como Elise Stefanik —la candidata a embajadora ante la ONU— han llamado a que se deporte a los manifestantes pro Palestina que tengan visas de estudiantes. 
• Pam Bondi, nominada por Trump para procuradora general, no sólo amenazó a los estudiantes internacionales, sino que declaró que cualquiera que diga “apoyo a Hamas… estén en Estados Unidos como estadounidenses o con visas de estudiante… pues, hay que sacarlos de Estados Unidos o el FBI necesita empezar a entrevistarlos de inmediato”. (Independientemente de lo que usted piense de Hamas, una fuerza islámica reaccionaria, el simple hecho de expresar apoyo a Hamas es expresión protegida por la Constitución). 
• Trump ordenó que los republicanos del Congreso instalaran al representante Brian Mast a la presidencia del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes. Mast es un fascista cristiano que dice en su sitio web que combatió con el ejército israelí. Mast dijo: “No creo que usáramos tan a la ligera el término ‘civiles nazis inocentes’ durante la Segunda Guerra Mundial... No es una exageración decir que hay muy pocos civiles palestinos inocentes”. Con eso, por supuesto, justifica la matanza de decenas de miles de palestinos, incluidos niños e incluso bebés, por parte de Israel, con bombas suministradas por Estados Unidos.

El 14 de mayo, el propio Trump amenazó: “Una cosa que hago es expulsar del país a cualquier estudiante que proteste. Hay muchos estudiantes extranjeros. En cuanto se enteren de eso, se comportarán”. Y dijo que la protesta en Columbia “tiene que detenerse ahora”.

¡DEJEN de aceptar pasivamente esta arremetida al disentimiento y al pensamiento crítico!

En los últimos meses, la respuesta a la intensificación de la represión ha sido demasiada normalización y capitulación. Se ha puesto bajo encierro a instituciones de “enseñanza superior” sin ningún desafío en contra. Se ha despedido a profesores sin que respondan protestas de masas.

Pero la resistencia necesaria a esta represión se ha limitado en gran parte a aquellos que están en la mira, o a impugnaciones jurídicas. Y si bien es importante impugnar todo esto por la vía jurídica, la escala, el alcance, la diversidad y la determinación de la resistencia para nada están a la altura de la situación y el peligro que entraña.

Esto no se puede aceptar. Todos, en todas partes, necesitan ponerse de pie en contra de esto. Y si usted no actúa para detenerlo, es cómplice. Cómplice en la supresión del pensamiento crítico y de la libertad académica mediante una represión sofocante; y cómplice en la hambruna, la mutilación, la quema de personas vivas y el genocidio abierto del pueblo palestino, apoyados por Estados Unidos.

Bob Avakian, BA, el líder revolucionario y arquitecto del nuevo comunismo, ha dicho:

Hay un punto donde la epistemología y la moral se encuentran. Hay un punto donde uno tiene que decir: No es aceptable no querer mirar algo, o no creerlo, porque incomoda. Y: no es aceptable creer algo porque tranquiliza.

Pero no se trata únicamente de una cuestión moral. BA ha dicho más recientemente, ante la inminente toma de posesión de Trump, que “ya no es hora de encerrarse en sí mismo e intentar ‘cuidarse de sí mismo’ mientras el coloso inexorable del fascismo Trump y MAGA cobra impulso y aplasta a las masas de personas. Ya es hora de conectarnos con todos los demás que sienten la misma indignación por el fascismo Trump y MAGA — ya es hora de la acción colectiva y de la lucha abnegada para un bien mayor: el bien mayor de derrotar a este fascismo”.