El 31 de agosto, el ejército israelí recuperó los cuerpos sin vida de seis israelíes que Hamas había tomado de rehén el 7 de octubre de 2023. Israel y Estados Unidos dijeron que Hamas había matado a tiros a los seis. Hamas no ha confirmado haberlos matado. Sea como fuese su asesinato, tomar de rehén a estos civiles israelíes era un crimen de guerra, y no merecían morir. Uno de ellos, Hersh Goldberg-Polin, era un israelí con ciudadanía estadounidense.
Biden hizo una declaración inmediatamente, condenando a los “terroristas despiadados de Hamas” que mataron a “un ciudadano estadounidense”. Y prometió: “No se equivoquen, los líderes de Hamas pagarán por estos crímenes”.
La declaración de Kamala Harris estaba aún más empapada de chovinismo estadounidense y amenazas de venganza: “Con estos asesinatos, Hamas tiene aún más sangre estadounidense en sus manos… La depravación de Hamas es evidente y horrible. La amenaza que Hamas representa para el pueblo de Israel —y los ciudadanos estadounidenses en Israel— debe ser eliminada y Hamas no puede controlar Gaza. El pueblo palestino también ha sufrido bajo el gobierno de Hamas durante casi dos décadas. Como vicepresidenta, no tengo mayor prioridad que la seguridad de los ciudadanos estadounidenses...”
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El 6 de septiembre, un soldado israelí asesinó con un tiro en la cabeza a Ayşenur Ezgi Eygi, una activista del estado de Washington (Estados Unidos), en la aldea palestina de Beita en Cisjordania. Testigos presenciales y autoridades palestinos y un testigo israelí describieron haber visto al soldado israelí disparar y matar a Eygi. Ella había estado participando en una vigilia no armada con habitantes de Beita y otros, en protesta por el asedio de la aldea por un retén de avanzada de “colonos” israelíes. El gobierno israelí y el ejército israelí han respaldado ese retén, que es ilegal según el derecho internacional.
Ayşenur Ezgi Eygi llegó a los Estados Unidos desde Turquía con su familia cuando era un bebé. Ella vivió toda su vida en los Estados Unidos, y era ciudadana estadounidense. No obstante, ni Biden ni Harris han pronunciado ni una palabra sobre su asesinato. No hay condena a los colonos “terroristas despiadados” que crearon la situación que llevó a Israel a ejecutarla. No hay reconocimiento de la horrible depravación de los desmanes de asesinatos masivos de Israel en Cisjordania. No hay amenazas de que sus asesinos “pagarán por estos crímenes”. Y no hay reconocimiento del hecho de que Israel, con bombas, misiles, dinero y protección diplomática suministrada por Estados Unidos, ha masacrado desde el 7 de octubre a decenas de miles de civiles palestinos más que las personas que Hamas asesinó en Israel ese día.
El Departamento de Estado de Estados Unidos y los principales medios de comunicación de la clase dominante ni siquiera reconocen que Eygi fue asesinado a tiros por las tropas israelíes. El New York Times informó que “testigos y funcionarios palestinos dijeron que soldados israelíes habían disparado los tiros que la mataron”. Pero antes, el Times afirmó: “No estaba claro inmediatamente quién era el responsable”. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se sirvió del desgastado guion que los funcionarios estadounidenses leen cada vez que Israel lleva a cabo un crimen tan atroz que tienen que decir algo mientras esperan a que pase la indignación. Dijo: “Cuando tengamos más información, la compartiremos, la pondremos a disposición y, según sea necesario, actuaremos en consecuencia”.
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En una declaración sobre su muerte, la familia de Eygi dijo:
Hoy nuestra familia y nuestra comunidad están en estado de shock y dolor, mientras intentamos asimilar la realidad de que nuestra amada Ayşenur Ezgi Eygi ya no está. Al igual que el olivo debajo del cual yacía cuando tomó sus últimos respiros, Ayşenur era fuerte, hermosa y nutría a los demás. El ejército israelí nos ha robado de su presencia en nuestras vidas innecesaria, ilegal y violentamente.
Ayşenur era una hija, hermana, pareja y tía cariñosa. Ella era gentil, valiente, graciosa, solidaria; era un sol. Ella mostraba su corazón a flor de piel. Sintió una profunda responsabilidad de servir a los demás y llevaba una vida de cuidar a las personas necesitadas, con acciones. Fue una activista de derechos humanos ferozmente apasionada toda su vida, una firme y leal defensora de la justicia.
Ayşenur acaba de cumplir 26 años y se graduó hace tres meses en la Universidad de Washington, donde estudió Psicología, y Lenguas y Culturas del Medio Oriente. Participó activamente en el campus en protestas dirigidas por estudiantes, abogando por la dignidad humana y pidiendo el fin de la violencia contra el pueblo palestino. Ayşenur sintió la obligación de viajar a Cisjordania para solidarizarse con los civiles palestinos que siguen soportando la represión y la violencia.
Para los monstruos sin corazón y sin alma a la cabeza de este sistema sin corazón y sin alma, la vida y la muerte de Ayşenur Ezgi Eygi es un inconveniente, un obstáculo para su agenda, y algo que encubrir, para seguir su rumbo.
Para cualquier persona con corazón y alma, la vida y muerte de Ayşenur Ezgi Eygi inspira lágrimas de dolor, rabia, aprecio y amor. Ayşenur era una ciudadana estadounidense, pero parece claro que no miraba al mundo como una “estadounidense”. Más bien como alguien que siente responsabilidad hacia la humanidad. Su vida y su muerte son un rechazo a los “valores” del egoísmo, el individualismo y el chovinismo estadounidense que se filtran desde este sistema, infiltrando a la forma de ver el mundo de demasiadas personas, y sirven para perpetuar su complicidad con un mundo de horrores.