Las fuerzas armadas (FF.AA.) estadounidenses no solamente son el ejecutor principal que impone el sistema que saquea el medio ambiente y al pueblo del mundo sino también .el mayor consumidor institucional del petróleo del mundo. Y sus operaciones globales son una importante fuente de las emisiones de dióxido de carbono que contribuyen al cambio climático global.
Se calcula que al año 2004 estas FF.AA. consumía 144 millones de barriles de petróleo al año, o 395.000 al día. El 50% de la energía del Pentágono es de turbosina, uno de los combustibles de carbono más contaminantes. Muchos de sus vehículos consumen tanto combustible que se mide el consumo en litros quemados por minuto en lugar de km por hora. Por ejemplo, el bombardero B1-B Lancer quema 223 litros por minuto. El tanque Abrams se desplaza 0,08 km por 3,8 litros de combustible. El soldado yanqui es el combatiente que más petróleo usa, más contamina con carbono y más destrucción del medio ambiente causa en la historia de la guerra. Un informe de Oil Change International descubrió que las emisiones de carbono producidas por las FF.AA. en Irak en sí “son el equivalente a las emisiones que producirían 25 millones de autos adicionales en las carreteras de Estados Unidos este año... Si se clasificaría la guerra según sus emisiones, estaría emitiendo más dióxido de carbono al año que 139 de las naciones del mundo”.
Pero ahora las FF.AA. anuncian que “están volviéndose verdes”. Y en realidad el Departamento de Defensa sí está desarrollando y usando algunos energéticos renovables. El quid es para qué usan estos energéticos renovables. Un ejemplo claro: el centro de tortura de la base de Guantánamo funciona con el poder de una planta eólica y de diesel. Así que mientras los presos están entre rejas indefinidamente sin cargos y bajo tortura, las FF.AA. que llevan a cabo esa tortura usan la “tecnología verde”.
El motivo militar de “volverse verde” es de reducir su dependencia del “petróleo extranjero” y para prepararse para el peligro del agotamiento de las reservas de petróleo en el futuro. Al mismo tiempo, como los biocombustibles no han resultado viables para potenciar sus máquinas de guerra, las FF.AA. empiezan a confiar más en los combustibles sintéticos producidos a base de carbón, pizarra bituminosa y biomasa. Estos son combustibles sucios que producen más carbono que el petróleo y gas común. Aunque dicen que “se vuelven verdes” (para defender los intereses yanquis), las FF.AA. son una gran fuente del cambio climático mientras que libran una guerra contra el planeta, alimentada en parte por el impulso de dominar y explotar las reservas de combustibles fósiles del mundo.
Además de estas emisiones de carbono, estas FF.AA. son una de las principales fuentes del mundo de otros tipos de contaminación y desechos tóxicos. Las bases militares yanquis en Estados Unidos y especialmente en el mundo han derramado, tirado y dejado una masa tóxica de productos petrolíferos, disolventes, desfoliadores químicos y metales pesados que contaminan el suelo, el agua subterránea y la vías fluviales. En Estados Unidos al año 2004, las FF.AA. había creado el 10% de los sitios del “SuperFondo” (los sitios más contaminados que requerían limpieza).
Las guerras, invasiones y centros de pruebas de armamento de Estados Unidos han sembrado mucha más destrucción. Han causado estragos indecibles a la gente y el medio ambiente durante décadas, como las consecuencias del bombardeo atómico de dos ciudades en Japón, lo que de radiotoxemia a la gente y contaminó el campo y dejó más de 100.000 muertos. Durante su guerra contra Vietnam, rociaron “agente naranja” sobre los árboles en el campo para que quitarles a los guerrilleros esta “protección”, lo que dejó 400.000 muertos y lisiados (¡!) y 500.000 niños con defectos congénitos. Hace poco, usaban la isla puertorriqueña de Vieques para prácticas de tiro que contaminaron el suelo y el mar y su uso ilegal de armas de uranio empobrecido en las dos guerras contra Irak hizo que se dispararon los índices de cáncer y defectos congénitos.