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Índice
I. Preámbulo:
Principios básicos del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos
Para emancipar a la humanidad, el mundo necesita la revolución y el comunismo
El mundo de hoy clama por un cambio radical y fundamental.
Vivimos en un planeta en que decenas de millones de personas murieron en las dos guerras mundiales del siglo 20 y en otras guerras desde entonces… y en que grandes partes de la humanidad hoy siguen envueltas en guerras destructivas y brutales, con una pérdida de muchas vidas y una agonía incalculable.
Vivimos en un mundo en el cual millones mueren de enfermedades fácilmente prevenibles… y en que muchos más pasan hambre en la vida cotidiana. Estamos encerrados en un sistema económico global que reparte migajas y adjudica privilegios a un grupo relativamente pequeño, mientras obliga a miles de millones a buscar desesperadamente trabajos que suelen adormecer la mente, aplastar el espíritu y destruir el cuerpo… un sistema económico que ha devastado y saqueado la misma naturaleza y ahora ha puesto en tela de juicio el futuro de la vida humana.
Pasamos nuestros días en un mundo que pulveriza y destruye la vida de un sinnúmero de niños, algunos como niños jornaleros e incluso esclavos literales, otros como víctimas de la pobreza y la humillación… su potencial aplastado o la vida segada. En todas partes, las mujeres —¡una mitad de la humanidad!— aún padecen ráfagas de abuso y violación, y opresión y hostilidad constantes en formas tanto tradicionales como “modernas”.
Las personas cuya orientación o identidad sexual es distinta a las normas dominantes de la sociedad padecen discriminación y persecución, y muchos están sujetos a ataques brutales, hasta mortales, y todo eso ocurre particular y agudamente cuando de alguna manera importante entra en conflicto con las relaciones sexuales patriarcales prevalecientes.
Decenas de millones de personas en este país tienen una vida de amoladora explotación y amarga desesperación. Muchos han tenido que dejar sus países porque el capital estadounidense los ha saqueado, pero se encuentran tachados de “ilegales” y obligados a vivir en las sombras por una persecución tipo Gestapo. Sobre todo en el pueblo negro, así como en otros pueblos de color y nacionalidades oprimidas, grandes masas de personas han sido descartadas porque ya no es rentable explotarlas. En lugar de reconocer su humanidad y desencadenar su potencial, este sistema las ha criminalizado — uno de cada nueve varones negros está preso y los jóvenes negros y latinos son blanco de hostigamiento, brutalidad y la constante amenaza de la muerte a manos de la policía cada vez que salen de su hogar. Mientras tanto, el racismo tan tradicional y estadounidense supura y con frecuencia brota en formas viejas y nuevas.
Para colmo, este sistema económico y social obliga a todo el mundo a ver, y a tratar, a los demás como potenciales competidores y contrincantes. El “uno se come al otro” y el “cuidarse solamente de sí mismo” son los verdaderos mandamientos de esta sociedad. Aquellos que tratan de mejorar la situación, dentro de los límites de este sistema, encuentran sus esfuerzos constantemente frustrados, sin poder resolver los problemas subyacentes.
Como resultado, se generalizan la enajenación y la desesperación y las personas se sienten como que la vida no tiene sentido y es vacía. ¿Y para alivio? El ciego consumo de más y más mercancías, o las falsas fantasías y el consuelo de la religión.
Pero lo más cruel de todo eso es: ¡ESTO NO TIENE QUE SER ASÍ! Pues aquí está la contradicción que más salta a la vista: en el mundo de hoy grandes cantidades de personas —que trabajan colectivamente y están organizadas en redes altamente coordinadas— llevan a cabo la abrumadora mayoría de la producción de cosas y la distribución de estas. En la base de todo este proceso está el proletariado, una clase internacional que no es dueña de nada, sin embargo ha creado y trabaja estas enormes fuerzas productivas socializadas. Estos gigantescos poderes productivos podrían facilitar que la humanidad no solo satisficiera las necesidades básicas de cada persona del planeta, sino que construyera una nueva sociedad, con un conjunto completamente diferente de relaciones y valores sociales… una sociedad en que todos verdadera y plenamente pudiesen florecer.
Sin embargo esto no sucede y no puede suceder; al contrario, para la gran mayoría de la humanidad, y para una gran cantidad de personas en este país, la situación se pone peor y parece más y más desesperanzadora.
¿Por qué? Porque enormes cantidades de personas colectivamente crean y hacen funcionar las fuerzas productivas, pero estas están bajo el control y son propiedad de un puñado relativamente pequeño de personas: la clase capitalista imperialista. Además, la apropiación privada por los imperialistas de la riqueza socialmente producida cuenta con el aval de la ley, la costumbre… y las fuerzas armadas del estado. Lo único que les importa a estos imperialistas —y lo único que les puede importar, tomando en cuenta las normas del sistema capitalista— es el incesante afán de acumular más y más ganancias y la expansión y la defensa violentas de los imperios creados para garantizar esta acumulación.
Esta contradicción candente —entre el carácter social de la producción y la apropiación y el control privados de esta— es lo que fundamentalmente determina el carácter y la dirección de la sociedad y el mundo en conjunto. Por esa razón fundamental seguimos padeciendo estos horrores. Sobre estas relaciones económicas básicas se levanta toda una estructura del estado, política y cultura, ideas y moral. No importa cuál reforma y/o cambio cosmético se lleve a cabo, mientras el mismo sistema rija y la misma clase mande, las barbaridades que sufren los pueblos en todo el mundo seguirán reproduciéndose y se volverán aún más grotescas.
Para este problema, solo hay una solución: una revolución que derroque este sistema y a la clase capitalista imperialista que lo encarna y lo domina — una revolución que de inmediato establezca un nuevo poder.
Este nuevo poder revolucionario tiene que despojar, y despojaría, de inmediato a la clase capitalista imperialista de su propiedad y su poder. De inmediato se pondría a atender las necesidades más urgentes del pueblo y a resolver lo que hasta ahora al parecer han sido los problemas más “espinosos”. Haría todo esto al servicio y como parte de algo más grande: una revolución mundial, que lleve a la emancipación total de la humanidad. Este nuevo poder, un estado socialista con raíces en la actividad consciente de decenas de millones de personas, se embarcaría en una serie de luchas adicionales para arrancar las meras raíces de la explotación y la opresión en cada esfera, de la producción a las instituciones sociales, a las ideas, en un proceso lleno de retos monumentales y de vitalidad y diversidad reales.
Esta revolución sería un proceso en que las personas transforman las condiciones y mientras lo hacen, se transforman a sí mismas — y de nuevo lo harían como parte de la revolución por todo el mundo y en conjunción con la misma. La meta sería, y tiene que ser, nada menos que una sociedad en la cual las personas por fin conocerían lo que significa ser libre: una sociedad verdaderamente comunista, una sociedad global que ha arrancado de raíz y dejado atrás las divisiones de clase y las demás relaciones opresivas sociales, y las ideas y la cultura respectivas. Eso no significa y no puede significar ser libre de todas las restricciones; las personas todavía tendrían que trabajar juntas para producir las necesidades de la vida y ocuparse de la naturaleza y de nuestras obligaciones entre nosotros. Pero esto significaría que las personas serían libres de hacer todo esto de una manera que NO nos divida en fuerzas contendientes y hostiles… libres de la imposición de la ignorancia que es una parte tan integral del mundo de hoy… y por fin libres de desarrollar continuamente una verdadera sociedad mundial de seres humanos que florezcan cada vez más, no solo como individuos sino fundamentalmente en sus relaciones e intercambios entre sí.
Ese es el rumbo, y el objetivo final, de la revolución comunista.
El Partido Revolucionario Comunista, Estados Unidos, existe por esa razón y ninguna otra: para dirigir a las masas a hacer esta necesaria revolución comunista, como parte de la lucha mundial por un mundo verdaderamente liberado.
El comunismo solo se puede alcanzar por medio de una revolución proletaria
Hoy, se le dice a la gente que tiene que “ser realista”: limitar sus propósitos a convencer a los gobiernos que se reformen y que “realicen los verdaderos ideales de la democracia”.
¡ESTO NO PUEDE DAR RESULTADO! Cifrar tus esperanzas y esfuerzos en eso solo puede empeorar la situación. Tal camino no es “realista”; en realidad es un callejón sin salida.
¿Por qué? Bob Avakian, el presidente fundador del PCR, lo explica así: “En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, hablar de la ‘democracia’ sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber ‘democracia para todos’: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a estas, o lleva a abolirlas?”
Los monstruosos ejércitos y las brutales fuerzas policiales al centro del actual estado se construyeron y se fortalecieron durante siglos para proteger y servir los intereses y objetivos de la clase de capitalistas imperialistas. Esta clase sola determina cuándo, cómo y contra quiénes se utilizará el ejército y la policía y hacia qué fin. Su monopolio de “la fuerza legítima” revela que la democracia norteamericana (como todas las democracias) es, en esencia, una dictadura de una clase sobre otra — en este caso, una dictadura de los imperialistas. Toda la historia de este país —del genocida destierro de los pueblos indígenas de América del Norte a las veintenas de guerras y acciones militares que este país ha librado… del horroroso crimen de la esclavitud de los fundadores del país a la represión violenta contra cada movimiento radical que ha surgido en este país para luchar por un mundo mejor— ha confirmado esto una y otra vez.
La revolución tendría que derrocar la maquinaria estatal de estos capitalistas imperialistas y dar origen a un nuevo poder estatal que sirva los intereses revolucionarios de la clase antes explotada, el proletariado, de emancipar a toda la humanidad — de llevar la sociedad, y el mundo, hacia la abolición de las divisiones de clases y de las relaciones explotadoras y opresivas en conjunto. Este estado revolucionario sería la dictadura del proletariado — un estado que sería radicalmente distinto a todas las formas anteriores de estado.
Todos los estados anteriores han apoyado la extensión y la defensa de las relaciones de explotación; han impuesto el dominio de las clases explotadoras; y se han fortalecido para prevenir cualquier cambio fundamental de estas relaciones. En contraste, la dictadura del proletariado pretende abolir con el tiempo al propio estado, con la abolición de las diferencias de clase y de todas las relaciones sociales antagónicas que conducen a la explotación, opresión y constante regeneración de los conflictos destructivos entre las personas. Para seguir avanzando hacia ese objetivo, la dictadura del proletariado tiene que atraer cada vez más a las masas populares, de muchos sectores sociales diferentes, a jugar un papel importante en el proceso de manejar la sociedad y continuar el avance hacia el objetivo final del comunismo en todo el mundo. Este proceso se caracterizaría así: las personas pensarían y actuarían en formas diversas y creativas… habría mucha efervescencia, disentimiento y debate sobre el carácter de la sociedad así como su rumbo en cualquier momento dado… la dirección se ejercería para desencadenar todo esto así como, en un sentido general, guiarlo hacia el objetivo final del comunismo. Este estado corresponde a la sociedad socialista y será necesario a lo largo de la misma; pero el socialismo no es un fin en sí —es la transición crítica y necesaria que apunte hacia el objetivo final de un mundo comunista— y el estado socialista tiene que someterse constantemente a transformaciones radicales que correspondan al avance hacia ese objetivo final y que le sirvan, lo que implicaría la eliminación final de la división entre el estado y el resto de la sociedad y la abolición del estado en sí, con la abolición de las divisiones de clases y las relaciones opresivas entre las personas, en todo el mundo.
Este estado socialista dirigiría y apoyaría a las personas a hacer transformaciones radicales en cada esfera de la sociedad. Construiría un sistema económico socialista, primero apoderándose de los grandes medios de la producción (las fábricas, la tierra y las minas, la maquinaria y otra tecnología) que han tenido y controlado los grandes capitalistas como propiedad privada — convirtiéndolos en propiedad estatal socialista y utilizándolos para satisfacer las necesidades de la gente, y a la vez dando apoyo a la lucha revolucionaria en todo el mundo. El estado socialista desempeñaría un papel decisivo en el movimiento de la sociedad, por varias olas y etapas de la lucha con múltiples aspectos y transformaciones sociales, hacia la visión comunista de asegurar una abundancia común para la gente en conjunto y de dejar atrás la añeja división entre los que trabajan con la mente y los que trabajan con las manos (entre el trabajo intelectual y el manual), así como las demás divisiones opresivas entre las personas. Tomaría medidas para impedir el regreso de los antiguos explotadores, y resistiría los ataques del imperialismo. Haría posible un tipo diferente de democracia, en una escala mucho mayor y con una visión y una práctica de la libertad humana mucho más radicales que cualquier cosa hoy, de acuerdo con su objetivo final — un objetivo final en que se trasciende la democracia en sí, como forma de estado, y las personas debaten y deciden, juntas, el curso de la situación sin recurrir a ninguna clase de aparato de represión violenta. Por último, se construiría el nuevo estado socialista revolucionario como “base de apoyo” para la revolución mundial — un trampolín, base de apoyo y faro para las luchas revolucionarias en otros países, con el trabajo común de todos para alcanzar un mundo sin explotación ni opresión.
Una nueva etapa de la revolución comunista
El movimiento comunista revolucionario empezó en 1848, cuando Marx y Engels presentaron la teoría y la visión básicas en el Manifiesto Comunista. La primera etapa de este movimiento abarcaba tres revoluciones épicas: la Comuna de París; la Revolución Soviética; y la Revolución China, la que incluyó la Gran Revolución Cultural Proletaria como pináculo. Esas revoluciones efectuaron cambios asombrosos y sin precedentes; su visión y sus logros inspiraron a muchas personas alrededor del globo. Pero el imperialismo mundial siguió dominando, y estas revoluciones fueron esfuerzos nuevos e iniciales; a pesar de las luchas heroicas, luego las fuerzas de la reacción derrotaron las tres revoluciones una por una. Tras esas derrotas, estas revoluciones han sido objeto de un sinfín de calumnias y se ha suprimido y distorsionado la verdad acerca de estas. En los hechos, estas revoluciones demostraron que un mundo mejor es realmente posible, y por medio de estas revoluciones, la humanidad ha acumulado una experiencia invaluable y un nuevo punto de partida.
Pero ya han pasado décadas desde que el proletariado revolucionario tuvo el poder en un país; hoy, pese a lo que se llamen, no hay países socialistas. La humanidad necesita con urgencia una nueva etapa de la revolución comunista, que parta de defender y aprender muy profundamente de los anteriores logros y sobre esa base analice las deficiencias y errores, y avance de nuevas formas, a nuevas cumbres. Bob Avakian ha asumido el reto de resumir profundamente esta experiencia del pasado y de trazar el camino hacia adelante y, al hacerlo, ha desarrollado más la teoría científica y la visión liberadora del comunismo en esta encrucijada decisiva.
Para hacer la revolución, se necesita un partido revolucionario
Hacer la revolución en contra de un enemigo poderoso y sanguinario —y pasar de allí a crear un nuevo mundo, sin explotación ni opresión— ¡es un proceso que presenta increíbles retos y complejidades! Tal revolución requiere dirección; requiere una organización con una visión panorámica, un método científico para analizar la realidad y cómo cambiarla, y una disciplina seria. Una organización que puede despertar y desencadenar el potencial revolucionario de las masas populares, dirigir su indignación contra el verdadero enemigo y elevar sus miras a la emancipación de toda la humanidad. Una organización que puede trazar el camino a través de altibajos extremos, y vaivenes, curvas y giros peligrosos. Esa organización es el partido revolucionario de vanguardia. Las masas pueden ponerse a la altura de los retos históricos y obtener su emancipación únicamente con una organización como esta.
El Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, ha asumido esta responsabilidad en Estados Unidos. Los miembros del PCR,EU, están unidos en torno a su profundo deseo de un mundo radicalmente diferente y mejor, y su conciencia acerca de la necesidad de una revolución para llegar a ese mundo. Se han dedicado de todo corazón a la revolución y sobre esa base canalizan sus capacidades y pasiones individuales hacia la causa y las necesidades de esta revolución.
La revolución comunista requiere un análisis científico de la sociedad. Esta ciencia de la revolución surgió de todas las grandes corrientes de la vida intelectual, científica y cultural de la sociedad, así como la lucha de clases, y la lucha por la producción en sí, y ha seguido desarrollándose en la interacción constante con las mismas. [Más información sobre la ciencia del comunismo se halla en el “Apéndice”.] Esta ciencia no surgió ni podía surgir espontáneamente de las condiciones inmediatas de los oprimidos, ni siquiera de las luchas que estallan contra los imperialistas; ese marco es demasiado estrecho, demasiado saturado e imbuido de la perspectiva y maneras de abordar las cosas del propio sistema que domina a las masas. Por esa razón, además del hecho de que el sistema no deja que las masas se formen en la teoría y tengan acceso a ella, hay que llevar esta ciencia a las masas desde “fuera” de su experiencia y condiciones directas. Eso requiere un partido basado en un análisis científico del sistema y de la clase de revolución que debe reemplazarlo.
Sin tal partido, no puede haber ninguna revolución. El partido dirige a las masas, mediante un proceso de estire y afloje, en forma parecida a las olas, de elevar su conciencia y dirigirlas en la lucha contra el enemigo.
Al dirigir a las masas a luchar contra la burguesía, un partido de vanguardia también tiene que luchar contra las formas en que las relaciones sociales dominantes ejercen una fuerza casi gravitacional sobre el partido para que “se acostumbre” y se acomode al imperialismo y aspire al fin a solamente las reformas dentro de este sistema de explotación. Y, una vez en la posición dirigente del nuevo estado revolucionario, un partido enfrenta de nuevo enormes presiones en la forma de la persistencia de las viejas relaciones e ideas en la sociedad (que solo se pueden arrancar de raíz completamente a lo largo de un período prolongado), además de las amenazas y agresión abiertas del imperialismo. Estas se manifiestan de manera concentrada en las fuerzas en un partido que, ante eso, asumen líneas y políticas que dejarían a medio camino el proceso de hacer la revolución, y de hecho haría retroceder la sociedad al capitalismo-imperialismo. También hay que combatir eso de manera aún más vigorosa.
Pero el proceso revolucionario continuo que el propio partido debe desencadenar y dirigir de hecho encierra la clave para resolver esta contradicción: librando repetidas luchas para continuar en el camino revolucionario (y atraer e incorporar en el mayor grado posible a las masas en esa lucha), y luchando constantemente para forjar un vínculo vivo entre lo que está haciendo en un momento dado y el objetivo final del comunismo. Únicamente con la realización del comunismo se trascenderá la necesidad para tal partido — es decir, la necesidad para un grupo dirigente institucionalizado en la sociedad.
Hasta ese momento, el partido de vanguardia es el instrumento absolutamente necesario e esencial para la liberación de las masas — primero, en la lucha revolucionaria para obtener el poder y, después, a lo largo de la lucha sumamente compleja para mantener el poder y avanzar hacia el comunismo. Como tal, es muy valioso — es lo más valioso que las masas tienen.
Para tomar el poder, el pueblo revolucionario tiene que enfrentar y derrotar al enemigo
En un país como Estados Unidos, el derrocamiento revolucionario de este sistema solo puede lograrse una vez que haya un cambio cualitativo mayor en la naturaleza de la situación objetiva, de modo que la sociedad en conjunto esté sujeta a una profunda crisis, debido en lo fundamental a la naturaleza y al funcionamiento del sistema mismo, y además esté surgiendo un pueblo revolucionario, de millones y millones de personas, conscientes de la necesidad de un cambio revolucionario y resueltas a luchar por él. En esta lucha por el cambio revolucionario, al pueblo revolucionario y a aquellos que lo dirigen los confrontará la fuerza violenta y represiva de la maquinaria del estado que encarna e impone el sistema existente de explotación y opresión; y para que la lucha revolucionaria triunfe, tendrá que enfrentarse y derrotar esa fuerza violenta y represiva del viejo orden explotador y opresivo.
Antes del desarrollo de una situación revolucionaria —y como clave para trabajar hacia el desarrollo de un pueblo revolucionario en un país como Estados Unidos—, aquellos que ven la necesidad de una revolución y desean contribuir a esta tienen que dedicar su actividad a elevar la conciencia política e ideológica de las masas populares y construir una gran resistencia política a las principales formas en que, en cualquier momento dado, la naturaleza explotadora y opresora de este sistema está concentrada en la política y las acciones de la clase dominante y sus instituciones y organismos — esforzándose mediante todo esto por capacitar a cantidades de personas cada vez mayores a entender tanto la necesidad como la posibilidad de la revolución cuando se generen las necesarias condiciones, como resultado del desarrollo de las contradicciones del sistema mismo así como el trabajo político e ideológico de los revolucionarios.
Todo el trabajo del partido —todo lo que hace— apunta a hacer la revolución, y a avanzar hacia el comunismo. Como se mencionó arriba, tendría que darse una crisis en la sociedad y en el gobierno en sí para que se presente una verdadera oportunidad para hacer la revolución. Pero una auténtica vanguardia revolucionaria no puede esperar así no más de manera pasiva para que eso pase; tiene que acelerar el desarrollo de tal situación por medio de su trabajo político e ideológico, “preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución” y trabajar por modelar activamente el “terreno político” en el cual una situación revolucionaria podría surgir en el futuro.
Este trabajo de “acelerar mientras que se aguarda” requiere que el partido se esfuerce mucho contra los límites de la situación política objetiva a que se enfrenta — trabajando en cualquier momento dado para transformar la situación en el mayor grado posible con relación a cualquier posible oportunidad para hacer la revolución y al mismo tiempo mantenerse alerta y en tensión hacia tales oportunidades. Para hacer eso, dirige un conjunto general de preparativos revolucionarios, siendo las piedras angulares de esa actividad la prensa del partido y la propagación de la teoría comunista, sobre todo tal como está concentrada en la obra, método y enfoque de Bob Avakian.
A partir de su orientación y objetivos revolucionarios, el partido tiene que movilizar resistencia de masas a las atrocidades del sistema; tiene que atraer e incorporar a las masas de la manera más ampliamente posible en el proceso de debatir sobre los grandes problemas de la revolución; y a lo largo de todo eso tiene que reclutar a nuevos miembros lo más ampliamente que sea posible (según los elevados criterios delineados en los “Principios de organización”, incluidos abajo). Como parte importante de esto, el partido trabaja por movilizar a personas de todos los sectores sociales, y en particular de la columna vertebral de la revolución —de los de abajo quienes no tienen nada que perder más que sus cadenas— en torno a la consigna “Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución”.
En todo lo que hace, la orientación del partido parte del punto de vista del proletariado internacional y toda la humanidad. Esta posición y orientación básica es el internacionalismo proletario. Se basa en el análisis de que el proletariado es una clase internacional; que el imperialismo es un sistema mundial único integrado, si bien está acribillado de contradicciones y antagonismos; y que la revolución comunista es un proceso mundial único, aunque se dé en muchos países particulares. Esto quiere decir hacer todo lo que se pueda para hacer la revolución en cualquier país en particular mientras que políticamente se apoye esta misma orientación y punto de vista y se trabaje por hacer avanzar la causa del comunismo por todo el mundo.
El Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado: La estrategia para hacer, y continuar, la revolución
Para poder triunfar, el partido tendrá que unir a millones y a decenas de millones de personas —y una enorme variedad de fuerzas políticas y sociales, con diversos puntos de vista— para participar activamente en la revolución y apoyarla. La estrategia del partido para hacer esto es el Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado.
Los intereses fundamentales de la mayoría de los miembros de esta sociedad NO coinciden con los intereses de los imperialistas. Esta sencilla pero profunda verdad es una importante parte de la base material objetiva de por qué la revolución en este país es necesaria como también posible. Muchos diferentes sectores de la población protestan y se rebelan contra las cosas que hace este sistema, y se debe y se puede apoyar y fortalecer estas protestas; eso quiere decir desviarlas de las presiones a cobijarse bajo la influencia de representantes del sistema, y al contrario, movilizarlas como parte de un movimiento revolucionario. Muchas ideas diferentes, que de fondo representan diferentes clases, estarán contendiendo por dirigir estas luchas; pero solamente el punto de vista y el programa del proletariado —la clase que no tiene nada que perder más que sus cadenas— pueden dirigir esta lucha hacia la revolución y el comunismo.
Aquellos cuyas condiciones de vida más corresponden a ese carácter de “nada que perder” serán, en lo principal, la columna vertebral —la base social más sólida— de la lucha por derrocar en los hechos este sistema, y crear otro. Al mismo tiempo, muchas personas de diferentes clases también se unirán activamente a la revolución, o al menos la apoyarán. Lo importante es que tiene que haber un núcleo considerable que vaya creciendo, que eche raíces en el proletariado pero que atraiga la participación de todas las capas de la población, que esté imbuido del punto de vista, las metas y los métodos del comunismo, actuando como fuerza dirigente y “polo magnético” alrededor del cual podrá galvanizarse todo el pueblo revolucionario.
Al centro de este frente unido y como parte decisiva de él está la alianza de dos importantes corrientes de lucha: el movimiento para derrocar al capitalismo y establecer el nuevo estado socialista, como transición hacia el comunismo (un movimiento que debe estar formado de todas las nacionalidades), que se une con las luchas del pueblo negro, los chicanos, los puertorriqueños, los pueblos indígenas y otras nacionalidades oprimidas por eliminar su opresión como pueblos (o sea, la opresión nacional). El genocidio contra los pueblos indígenas y la esclavitud del pueblo negro fueron elementos esenciales de la formación de la sociedad norteamericana. Esta opresión no solo continúa sino —junto con la opresión de otras minorías nacionales— ha asumido formas nuevas y en algunos aspectos aún más perversas. Todo eso continúa no obstante las enormes y profundas luchas libradas contra esa opresión y los grandes sacrificios hechos por las masas en esas luchas. La pura pero liberadora verdad es la siguiente: solamente la revolución contra este sistema puede ponerle fin, y de hecho le pondrá fin, a esta opresión.
Estas dos corrientes de lucha tienen un enemigo común y tienen una solución común; el hecho de que un gran sector del proletariado se compone de nacionalidades oprimidas fortalece más la base material para esta unidad. A su vez, también hay diferentes programas y puntos de vista en los movimientos contra la opresión nacional, que de fondo representan diferentes fuerzas de clase, y en la práctica el proceso de forjar esta importante alianza será algo muy dinámico — lleno de lucha unida contra el enemigo común y debate vigoroso sobre qué camino a seguir, qué visión se necesita para obtener la liberación y cuál será la meta final.
Hay otras contradicciones sociales de muchísima importancia que contribuyen al movimiento revolucionario y ayudan a impulsarlo. En particular, la opresión de la mujer está ligada a la división de la sociedad en clases, y tiene profundas raíces en todas las esferas de la vida de este país, tal como en la misma estructura de la familia, y hay una apremiante necesidad —ahorita mismo— de gestar de nuevo una fuerza de mujeres, y hombres, dedicados a arrancarla de raíz. Además, esta es “una piedra de toque” para el movimiento revolucionario — la revolución tiene que luchar ahora contra la opresión de la mujer, dondequiera que se manifieste, y tiene que seguir luchando contra esta opresión en las condiciones mucho más favorables una vez que se haya tomado el poder, con la meta de alcanzar nada menos que la emancipación total.
Otro problema candente es lo de los inmigrantes, quienes en su mayoría se han visto obligados a dejar países oprimidos por el imperialismo yanqui y venirse a este país. Los imperialistas constantemente azuzan odio e ira en su contra, usándolos como chivos expiatorios; en marcado contraste, el movimiento revolucionario les da la bienvenida y trabaja por unirlos en la lucha por eliminar al imperialismo y hacer avanzar la revolución hacia el objetivo final del comunismo en todo el mundo.
La estrategia del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado también hace posible desarrollar unidad con la enorme y diversa clase media de Estados Unidos, que abarca intelectuales y artistas, profesionistas, muchos agricultores, dueños de pequeños negocios, etc. Sobre la base de propagar fuertemente la necesidad de una revolución profunda y explicando su visión de la futura sociedad, el partido puede tenderles la mano y ganarse a muchas personas de la clase media a la revolución comunista, y a muchas más a varios grados de apoyo, o al menos a la “neutralidad amistosa”. Un sector clave serán los jóvenes, que no aceptan tanto cómo son las cosas, y están más dispuestos a considerar el cambio radical y fundamental; y generar un verdadero movimiento de jóvenes de inclinaciones radicales y revolucionarias, de todas las capas sociales, es una parte importante de la estrategia y el trabajo revolucionario del partido.
Al forjar el frente unido el partido aplica el método de unidad-lucha-unidad. Esto comprende, en cualquier etapa de la lucha, unir a todo aquel que se pueda unir en torno a las batallas políticas inmediatas y urgentes del día, y a la vez bregar vigorosamente sobre el objetivo final de la lucha, como también el punto de vista y el método que deben guiarla. Mediante todo eso, el partido apunta a ganarse mientras más gente sea posible a hacer una ruptura cabal y dar un salto hacia el método y la visión comunista, y también busca influenciar cada vez más el pensamiento y los valores de los miembros de la sociedad en general en esa dirección.
Al aplicar esta estrategia y método a través de los vaivenes, curvas y giros, al acelerar mientras que se aguarda el desarrollo de una situación revolucionaria, al gestar un pueblo revolucionario por muchos caminos diferentes, que constaría de millones de personas de diversos sectores sociales, y a la vez al estudiar la teoría y la experiencia histórica que sea pertinente y se requiera para poder hacer la revolución, y al desarrollar una doctrina que de veras pueda derrocar a los imperialistas… por medio de todo ese conjunto de trabajo revolucionario, el partido hace todo lo que pueda para acercar más el momento, y preparar al pueblo para el momento, en que se pueda hacer la revolución.
En ese momento, millones de personas entrarán como una crecida a la vida política, con una amplia gama de puntos de vista — pero al desarrollarse la crisis, y mediante la dirección científica de la vanguardia, se polarizará agudamente la sociedad, y se enfrentarán dos fuerzas principales: por un lado, la clase dominante y las fuerzas armadas reaccionarias (y otros reaccionarios) que pueda movilizar, y por otro, el movimiento revolucionario de millones, y decenas de millones. En ese momento, la sociedad llegará a “comprimirse” de uno u otro grado en torno a uno u otro de los dos “polos” contendientes.
La mayoría de los que se suman a la revolución en ese momento lo harán no tanto porque hayan desarrollado una bien elaborada convicción acerca de la meta final del comunismo, sino porque hayan llegado a entender que solo el programa de los revolucionarios puede resolver los problemas agudos, apremiantes y urgentes que agobian la sociedad. Pero esta “compresión” relativa y temporal “se aflojará o se abrirá de nuevo” una vez que se haya tomado y consolidado el nuevo poder revolucionario. La nueva sociedad se caracterizará una vez más por una amplia diversidad de fuerzas sociales que tendrán posiciones diferentes (aunque cambiantes), con los (más o menos) correspondientes puntos de vista diferentes y diversos acerca de lo que se tiene que hacer y por qué, en cualquier momento dado.
El partido tiene que entender esto bien, y seguir aplicando su estrategia del Frente Unido bajo la Dirección del Proletariado en las condiciones nuevas y más favorables, pero diferentes, después de la toma del poder. Esto abarca aplicar el método de unidad-lucha-unidad, a lo largo de la transición hacia el comunismo. De nuevo, esto tiene raíces materiales en las diferencias entre las personas que todavía persistirán, a lo largo de un período histórico, después de la toma del poder (el legado de las disparidades en diferentes formas — por ejemplo, las diferencias todavía existentes entre aquellos que principalmente trabajan con las ideas y aquellos que principalmente hacen trabajo manual). En la nueva sociedad socialista, al llevar a cabo la transición hacia el objetivo final del comunismo, la orientación del estado socialista y del partido de vanguardia será aplicar una política de largo plazo de “convivir con” aquellos, y transformar a aquellos, cuya posición social, y concepción del mundo, sean típicas de las capas medias. Eso quiere decir trabajar constantemente hacia la meta de superar estas diferencias materiales que persisten entre las personas, y sus efectos ideológicos, a la vez que se esfuerza por ganarse a cada vez más personas a asumir conscientemente el punto de vista y las metas de la revolución comunista.
En todo esto, la dirección del partido será esencial.
II. Principios de organización
El Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, está conformado de personas que se han reunido para contribuir a cumplir la más grande necesidad ante la humanidad: hacer la revolución, como primer paso hacia el comunismo. Han dedicado de lleno la vida a esto — con gran seriedad y con gran amor; con gran determinación y con gran pasión.
La línea del partido es decisiva
La cosa más decisiva y esencial del partido es su línea. La línea del partido consta del entendimiento del método científico y del conjunto de conocimientos del comunismo (de la teoría comunista en el sentido más panorámico); la aplicación de esa teoría a la realidad; y los principios, la estrategia y la política básicos que surgen de esa aplicación.
Si la línea del partido es correcta —si corresponde al movimiento y al desarrollo esenciales de la realidad y los “capta”, y si identifica correctamente los caminos de la práctica revolucionaria—, por pequeño que sea el partido en un momento dado, de todos modos podrá avanzar hacia la revolución y contribuir a la emancipación de la humanidad, siempre y cuando adopte esta línea correcta como base de su vida interna y su trabajo entre las masas. Pero, si al contrario, la línea es incorrecta en aspectos importantes, y aún peor si el partido persistiera en una línea incorrecta acerca de un asunto fundamental, y en el curso de eso, si la orientación básica del partido cambiara y el propio partido se convirtiera en revisionista, en otras palabras, si su línea degenerara en una que se acomodara objetivamente al imperialismo y en esencia abandonara el trabajo de hacer la revolución, aunque no lo admitiera… pues, no importa cuanta gente pudiera acercarse al partido a corto plazo, a la larga el partido llegaría a ser nada menos que otra puñalada por la espalda de las masas. Así de esencial es la línea: es nada menos que la diferencia entre la revolución y la contrarrevolución.
El propósito fundamental de esta línea es de transformar el mundo. Hay un estire y afloje mutuo entre el desarrollo de la línea y la transformación del mundo que impulsa todo este proceso. Esta es la dinámica de la teoría/práctica/teoría y es el eje de la vida del partido.
Bob Avakian ha caracterizado esta dinámica así: “proceder en cualquier momento dado sobre la base de nuestra teoría y línea, tal como se determinan colectivamente y por medio de las estructuras, cauces y procesos del partido; sacar lecciones de nuestra práctica y elevarlas al nivel de abstracción teórica, pero también aprender de muchas otras fuentes (entre ellas las ideas, descubrimientos y observaciones de otros), y aplicar el punto de vista y el método científicos del comunismo, el materialismo dialéctico, a sintetizar repetidamente todo eso a un nivel más alto, en el desarrollo y mediante el forcejeo sobre la teoría y la línea — que luego se regresan y se llevan a cabo en la práctica, sobre lo que tiene que ser una base profundizada y enriquecida. Y así sucesivamente…”.
En resumen, la línea es el factor fundamental y dinámico en la interpenetración entre el partido y el mundo objetivo más amplio. La lucha para desarrollar esta línea, para entenderla y aplicarla y en el transcurso de eso para profundizarla y enriquecerla, y en su caso corregirla… esta lucha es la fuerza vital que sostiene al partido, y está al centro de las actividades y los deberes de todos los miembros del partido.
Orientación básica — “La colectividad es nuestra fuerza”
Al desarrollar y al llevar a cabo esta línea, el partido actúa como una organización colectiva, no simplemente una colección de individuos.
Cada miembro del partido es un líder de las masas, y cada uno/a “aporta al juego” valiosos descubrimientos y observaciones, experiencia, habilidades y creatividad. Las acciones de cada individuo en cualquier situación particular pueden tener un gran impacto — positivo o negativo. A su vez, el partido ayuda a las personas a unirse para conocer y cambiar el mundo. Las personas canalizan sus descubrimientos y observaciones, e iniciativa hacia un proceso y vehículo colectivos, y esta colectividad hace posible un análisis mucho más profundo y más previsor de la realidad, y una movilización mucho más profunda y poderosa del pueblo para transformar esa realidad, mucho más allá de lo que pudiera lograr una sola persona, como individuo, o aun como un grupo de personas no muy estrechamente afiliadas.
En el partido, los camaradas comparten lo bueno y lo malo, y se cuidan el uno al otro: eso también es una expresión de nuestra visión revolucionaria y nuestra colectividad. En el partido habrá (y siempre tiene que haber) mucha discusión y forcejeo colectivos sobre qué hacer, sobre lo correcto o lo incorrecto en el desarrollo de la teoría y la práctica revolucionarias al cual todos los camaradas contribuyen; este es el “jugo vivo” de la vida del partido. Pero ante el enemigo, cerramos fuertemente nuestras filas y le presentamos un muro, fuerte y sin fisuras, de unidad y lealtad a la dirección. Con eso será muchísimo más difícil que el enemigo abra una brecha en nuestras filas.
Centralismo democrático
Nuestra colectividad se expresa y se lleva a cabo mediante el funcionamiento colectivo de las unidades y otros organismos del partido a varios niveles. El partido entero está unificado como una cadena de conocimiento y una cadena de mando sobre la base del centralismo democrático.
La dirección del partido expone los principios y análisis básicos, llama la atención sobre los problemas claves ante la revolución y guía al partido por medio de un proceso de rigurosa investigación y vigoroso debate de todo esto, haciendo posible que se dé un rico proceso de forcejeo y debate en las bases del partido sobre cimientos científicos. Una vez establecida la línea, todos la llevan a la práctica con entusiasmo. Los dos aspectos del centralismo democrático —el forcejeo sobre la línea y su aplicación unificada— son esenciales para todo el proceso de conocer y cambiar el mundo sobre la base más correcta y más profunda posible. Con los principios del centralismo democrático, el partido es capaz, de manera colectiva, no solo de aprender de las ideas de los camaradas del partido y de sintetizarlas sobre una base científica… sino también de aprender de lo que piensan las masas populares fuera del partido y desarrollar y fortalecer los lazos con ellas, como parte importante de hacer avanzar el proceso dialéctico de profundizar su conocimiento de la realidad en interpenetración con su capacidad de dirigir a las masas populares a transformar la realidad de forma revolucionaria, hacia la meta del comunismo.
Un aspecto importante del centralismo democrático es el funcionamiento unificado y disciplinado del partido, que se sustenta en su unidad fundamental en torno a la línea política e ideológica. El carácter disciplinado del partido también se refleja en las siguientes reglas de funcionamiento: el individuo está subordinado a la colectividad; la minoría está subordinada a la mayoría; los niveles inferiores están subordinados a los niveles superiores; y todo el partido está subordinado al Congreso Nacional del Partido, o al Comité Central seleccionado por el Congreso del Partido cuando este no esté en sesión.
Organización del partido
Artículo 1 — Miembros
Ser miembro del partido quiere decir dedicar toda la vida a la revolución y a la emancipación de la humanidad. Aquellos que ingresan al partido se dedican la vida a hacer todo el trabajo duro, el trabajo riesgoso, el trabajo a veces impopular o que “va contra la corriente”, para hacer esto una realidad. Una vez que haya ingresado al partido, nadie debería dejarlo a menos que haya llegado a estar convencido, después de llevar una lucha por un período prolongado, de que el partido se ha vuelto revisionista y no tiene remedio — o sea, que se ha degenerado y ha traicionado la causa de la revolución, aunque todavía se llame “comunista”.
Responsabilidades de los miembros
A. Sobre la base de su posición y orientación revolucionarias, los miembros del partido tienen que querer con tanta pasión la revolución que están dispuestos y resueltos a ser científicos al respecto. Los camaradas del partido trabajan para profundizar continuamente su entendimiento y aplicación del punto de vista y método científicos del comunismo. Luchan por lo que saben que es cierto, mientras mantienen un espíritu crítico y una mente abierta a la posibilidad de estar equivocados.
La mayor responsabilidad de todos los miembros del partido es luchar para que la línea del partido se mantenga, y se desarrolle más, como una línea revolucionaria. Cada miembro del partido debe atreverse a ir contra la corriente de las líneas revisionistas (de nuevo, las líneas que llevarían a traicionar la revolución); al mismo tiempo, todos los miembros deben elevar su nivel teórico para que puedan tener una mayor capacidad de identificar tales líneas y luchar contra estas.
Los miembros del partido deben esforzarse por mantener en la mira los asuntos más importantes de la revolución, proceder acorde con las metas estratégicas en general y asegurar que el trabajo hecho en cualquier momento dado corresponda y contribuya a esas metas estratégicas a largo plazo.
B. Los miembros del partido están listos a sacrificarlo todo y de manera voluntaria y entusiasta a aceptar cualquier tarea o a asumir cualquier responsabilidad, no importa cuán grande el reto, para hacer avanzar la causa revolucionaria, no sólo en el país particular sino en el mundo en general. Los comunistas no ingresan al partido en busca de una carrera o un “tren de vida alternativo”, sino para dirigir a las masas a hacer la revolución. Los miembros del partido están preparados para encontrarse con cualquier represión a manos del enemigo.
C. Los miembros del partido protegen la integridad de los canales del partido y la dirección del mismo. Defienden y refuerzan la disciplina del partido y forman un muro contra el enemigo.
D. Los miembros del partido representan activamente el punto de vista, método, posición y moral comunistas entre las masas y los aplican en su propia vida. Propagan ideas comunistas y dirigen a las masas en la lucha contra el enemigo. Los camaradas del partido creen que las masas pueden entender científicamente el mundo y luchan con ellas para que lo hagan; los miembros del partido no creen en los dioses ni los espíritus, y se oponen con audacia a las ideas religiosas en el seno de las masas, al igual que las demás ideologías que no propongan la revolución (o que se le opongan) y que de fondo a lo sumo se conformarán con reformas en el sistema capitalista — aunque buscaríamos unirnos con las personas que tienen esas ideas, luchar con estas y aprender de estas. Los miembros del partido también están conscientes de que las masas los respetan y les tienen muchas expectativas —que esperan que los camaradas pongan lo mejor de sí mismos— y llevan la vida con eso en mente.
Los miembros del partido están muy atentos a aprehender cualquier oportunidad posible para promover la lucha revolucionaria, y las metas de la revolución y el comunismo, en todo lo que hacen. Con entusiasmo, llevan a cabo las tareas y se atreven a tomar la iniciativa. Tratan de no cometer errores pero no temen que eso pase.
E. Los miembros del partido dan a conocer activamente a sus unidades, y a la dirección, lo que están aprendiendo y pensando. Por ejemplo, informan de su forcejeo con cuestiones de teoría y estrategia y los grandes acontecimientos en el mundo, reflexiones sobre la cultura o la ciencia, al igual que su síntesis de las experiencias obtenidas en el trabajo particular y qué piensan y opinan las masas. Los miembros del partido tienen la responsabilidad de analizar sistemática y científicamente todo eso en sus informes y de participar en el desarrollo de concepciones estratégicas para las diferentes esferas de trabajo del partido.
Proceso de reclutamiento
Quienes hacen solicitudes para ingresar al Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, deben tener una profunda pasión por la revolución. Deben de tomar partido con las masas populares y tienen que haber roto en lo básico con la concepción del mundo burguesa (aun cuando sigan luchando contra sus constantes influencias y presiones). En lo básico, deben de entender bien el punto de vista comunista y tener una unidad fundamental con la línea del partido, al igual que un entusiasmo para aprender más. Deben de entender profundamente la importancia de este partido para las masas y la causa de la revolución. Deben de tener un buen conocimiento, si bien básico, de la línea del partido (tal como se presenta en esta Constitución y su “Apéndice”) y deben de tener experiencia en la aplicación de todo esto a la lucha revolucionaria práctica y el estire y afloje entre la teoría y la práctica.
Cualquiera que solicite ingresar al partido debe presentar una solicitud, escrita u oral, que trate ciertos puntos: la historia de su vida y por qué ha llegado a ser comunista; los cambios y las rupturas en su conciencia y punto de vista por los que ha pasado para llegar a esa decisión; y cómo ve el salto que constituye el compromiso de ingresar al partido. El respectivo organismo del partido debería evaluar esto a la luz del desarrollo general del individuo, por ejemplo, cómo ve a las masas y su relación con ellas, y su dedicación a la revolución, y asignar a uno o dos camaradas a discutir todo esto con el solicitante, al igual que clarificar cualquier duda acerca de la línea del partido y las responsabilidades de los miembros. En el momento indicado, el organismo respectivo del partido hará una determinación de si aceptar la solicitud para ingresar al partido, y se hará llegar esta decisión por medio de los canales del partido a los niveles superiores de la dirección.
Artículo 2 — La disciplina del partido
El partido confía en la conciencia de sus miembros para mantener la disciplina ante el enemigo. Las reglas del partido reflejan un compromiso de mantener al partido como una organización democrática centralista, dedicada a nada menos —y nada más— que la revolución comunista.
A. Debe haber discusiones vigorosas entre todos los camaradas, y con las masas, sobre asuntos cardinales de política e ideología. Los miembros del partido tienen una responsabilidad de presentar de forma franca y honrada cualquier desacuerdo con la línea o la política en el más alto organismo del partido que se reúne de manera periódica y al cual pertenecen. A la inversa, los miembros del partido no deben ventilar fuera de los canales del partido tales desacuerdos y críticas, ni formar grupos o facciones opuestas a la línea del partido; tales facciones distorsionan, corroen y minan —y si se les dejan florecer, a la larga podrían destruir— la cadena de conocimiento y la cadena de mando del partido.
B. Si un miembro del partido sostiene un punto de vista diferente sobre las decisiones o directrices del organismo del partido al cual pertenece, o de otros organismos superiores, puede reservar su opinión mientras observe la disciplina del partido y lleve a cabo esas decisiones o directrices. Tiene el derecho de pasar por encima la dirección inmediata y de informar o apelar directamente a los niveles superiores, hasta el Comité Central por si acaso. No se permite en absoluto que la dirección suprima críticas o tome represalias. Es esencial crear una situación en que haya tanto centralismo como democracia; tanto línea unificada como iniciativa amplia; tanto disciplina como lucha ideológica; tanto unidad de voluntad y acción, como ambiente abierto, vivacidad y contienda de ideas.
C. Todos los miembros del partido deben oponerse al “liberalismo” — es decir, deben criticar de manera directa lo que está mal y lo que viola la línea y la disciplina del partido y “no dejar pasar las cosas” por el bien de la “amistad”, de “hacer cumplir el trabajo”, etc. Tal liberalismo es una sustancia corrosiva que carcome el corazón del partido.
D. El partido confía en la disciplina consciente de sus miembros para llevar a cabo la línea y defender las normas al resistir y oponerse al enemigo — en los frentes ideológico, político y organizativo. Cuando un miembro del partido viola esta disciplina, la dirección aplicará sanciones. En todos los casos de disciplina, el miembro tiene el derecho de apelar, también hasta el nivel del Comité Central por si acaso. Las sanciones incluyen: advertencia, advertencia seria, remoción de cargos, cumplir un período de prueba en el partido, terminar su membresía en el partido o expulsión.
Si un o una camarada muestra de forma repetida, mediante oposición y violaciones del centralismo democrático, que no debe estar en el partido, o si su voluntad revolucionaria degenera, será necesario persuadir a él o ella a que presente su renuncia. En las situaciones en que la posición y el nivel políticos e ideológicos de un miembro del partido hayan degenerado y este o esta no tenga una auténtica unidad fundamental con la línea del partido, será necesario persuadir a él o a ella a que renuncie. Si la dirección del partido ha reconocido esto, pero el individuo no lo ha reconocido o aceptado y no quiere renunciar o incluso se niega a renunciar, será necesario resolver la situación profundizando la lucha sobre esta cuestión, hasta que todas las partes lleguen a un acuerdo de que el individuo en cuestión no debe estar en el partido (o que en efecto sí debe estar ahí). Si tal acuerdo no puede alcanzarse, la dirección del partido, al nivel respectivo, tomará la decisión acerca de si retirarle la membresía al individuo o no — y se deberá dar a conocer esta decisión al nivel inmediatamente superior de la dirección, el cual deberá aprobarla, antes de que se pueda proceder en consecuencia. En este caso también —tal como en todas las situaciones en que se tomen medidas disciplinarias en relación a un miembro del partido— el miembro en cuestión tiene el derecho de apelar, hasta el nivel del Comité Central.
Se debe ponerle fin a la membresía de los oportunistas, violadores crónicos de la disciplina del partido y/o elementos hostiles a la revolución proletaria. Se debe expulsar a los que verdaderamente son contrarrevolucionarios, agentes de la clase dominante y su estado, y aquellos que buscan organizar un cuartel al interior del partido en oposición a la línea y la dirección del partido y sus principios democráticos centralistas — se deberá echarlos del partido y no volver a admitirlos.
Artículo 3 — La dirección
La dirección comunista — línea, método y orientación
La dirección comunista, ante todo, se trata de línea — de que uno se esfuerza por aplicar, y dirige a otros a aplicar, la ciencia de la revolución de una forma viva a la realidad objetiva, a fin de desarrollar la línea más correcta posible, y de llevar a cabo esta línea para construir el movimiento revolucionario hacia el objetivo final del comunismo.
Los líderes comunistas se esfuerzan por llevarles a las personas a las que dirigen el conocimiento más completo de la línea, aprendiendo de ellas mientras que las dirigen, y sobre esa base desencadenando su entusiasmo revolucionario e iniciativa y actividad conscientes. Trabajan con la gente para sintetizar los resultados de estos esfuerzos, ayudándole a aprender lo más completamente posible de esta experiencia y a contribuir a profundizar la línea y a transformar más el mundo sobre esa base.
A. Los miembros del partido y sobre todo la dirección del partido a todos los niveles deben escuchar las opiniones de las masas, tanto dentro como fuera del partido, y alentar sus críticas. Los miembros del partido tienen el derecho y la responsabilidad de criticar y hacer propuestas a personas a todos los niveles del partido, incluidos los líderes y los organismos dirigentes del partido.
B. Seleccionar la dirección es una responsabilidad importante de los miembros del partido, semejante a tomar la responsabilidad por la línea del partido. Los individuos a cada nivel del partido seleccionan a su dirección según los criterios para la dirección delineados arriba; luego, la unidad del partido entrega un informe al organismo inmediatamente superior, y se evalúa la decisión. Si hay diferencias entre los dos niveles al respecto, debe haber una cantidad razonable de discusiones entre uno y otro para resolver la situación.
C. Los líderes del partido son valiosos y hay que defenderlos y protegerlos de la clase enemiga. Todos los camaradas asumen esta responsabilidad.
Organismos dirigentes
A. El Congreso del Partido es el organismo más alto del partido. Establece la orientación y los objetivos básicos del partido, sobre todo en coyunturas críticas para la lucha de clases. El Congreso Nacional del Partido debe celebrarse en coyunturas importantes en el movimiento revolucionario, salvo en circunstancias extraordinarias, o aproximadamente cada siete años.
El Congreso elige al Comité Central, el que desarrolla la línea y la política para hacer frente a los retos de dirigir la lucha revolucionaria, por medio de todos sus vaivenes, curvas y giros. El Comité Central es el organismo dirigente más alto del partido, cuando el Congreso no esté en sesión. En los plazos entre los Congresos del Partido, el Comité Central debe presentar informes periódicos a los miembros del partido.
B. El Comité Central elige al presidente del partido y a otros dirigentes y sus organismos permanentes, a los cuales delega toda su autoridad cuando no esté en sesión. El Comité Central, bajo la dirección de su presidente y otros dirigentes y sus organismos permanentes, formará varios organismos necesarios a diferentes niveles para guiar el trabajo general del partido.
Artículo 4 — Unidades del partido
Tareas de las unidades del partido
Las unidades del partido combinan los puntos fuertes de sus miembros y abordan colectivamente el mundo y el proceso de hacer la revolución, con amplitud y rigor; imaginación y minuciosidad; creatividad y perseverancia; lucha y unidad. La unidad es el lugar principal en que trabajan los miembros para captar y aplicar de manera sistemática, profundizar y desarrollar, y bregar sobre la línea del partido. Las unidades se basan en la dinámica de teoría/práctica/teoría, dirigiendo a sus miembros en el constante proceso de conocer y transformar el mundo.
Las unidades deben:
A. Guiar de manera constante a los miembros del partido, y a las personas a que estos dirigen, acerca de la línea política e ideológica del partido, empezando con los asuntos más cardinales ante los comunistas y las masas revolucionarias.
B. Dirigir a los miembros a llevar a cabo la lucha entre dos líneas, es decir, a comparar y contrastar las líneas correctas y las incorrectas, su contenido e implicaciones, de modo que eleve su capacidad de distinguir entre lo justo y lo erróneo y, en particular, entre el comunismo y el revisionismo. A su vez, alentar un espíritu y un ambiente de atreverse con intrepidez a pensar y actuar, a no dejarse limitar por la convención, a “escalar las alturas y volar sin una red de seguridad”.
C. Dirigir a todos los camaradas del partido a cumplir con los requisitos básicos para los miembros del partido enumerados en el Artículo 1.
D. Mantener estrechos lazos con las masas: analizar sus condiciones, investigar activamente qué y cómo piensan, llevar lucha ideológica con ellas y dirigirlas en la lucha contra el enemigo — aprender mientras que dirigen y dirigir mientras que aprenden.
E. Admitir a nuevos miembros al partido, tomarle el pulso ideológico a todos los miembros, hacer cumplir la disciplina del partido, y consolidar y expandir las organizaciones del partido.
Las unidades del partido deben funcionar como equipos de científicos — zambulléndose en una lucha vigorosa sobre el carácter y la dinámica de la realidad material que están abordando, después aplicando el análisis respectivo para transformar esa realidad y sintetizando los resultados con la misma orientación y método, lo más profunda y ampliamente que sea posible, como parte del conjunto de la cadena de conocimiento y la cadena de mando del partido.
Conclusión
El Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, ha asumido la responsabilidad de dirigir la revolución en Estados Unidos, en las entrañas de la bestia imperialista, como su participación principal en la revolución mundial y el objetivo final del comunismo. Esta es una gran tarea histórica — y todos aquellos que anhelan que esto pase, deben reunirse alrededor de esta vanguardia y apoyarla, trabajando juntos con el partido, movilizando apoyo para él y, sobre la base de asumir la causa y el punto de vista del comunismo, ingresando a él.
La emancipación de toda la humanidad: esa, y nada menos, es nuestra meta. No existe ninguna causa mayor, ningún objetivo mayor a que dedicarnos la vida.
Apéndice:
El comunismo como una ciencia
El comunismo es una ciencia y un movimiento político revolucionario a la vez. También es una meta, no una utopía, sino una meta liberadora cuya base potencial se halla en la situación que enfrenta la humanidad, en la que es posible dar un salto a un mundo radicalmente diferente y mucho mejor.
Para conocer el mundo, y para cambiarlo de acuerdo a los intereses de la humanidad, la gente necesita de teoría científica. La ciencia no es un conjunto de leyes misteriosas “que solo pertenecen a los científicos”. La ciencia, todo lo que es realmente ciencia, es una actividad humana vital que se empeña en aprender las causas de los fenómenos —por qué ocurren las cosas y cómo se desarrollan— y busca estas causas en el mundo material, que incluye a la sociedad humana. Un enfoque científico no busca “explicaciones” sobrenaturales ni acepta explicaciones que no se pueden poner a prueba, ni corroborar o refutar, en el mundo material real, sino que desarrolla una teoría inicial a partir de la evidencia del mundo, pone a prueba la teoría en la práctica concreta y la compara con los resultados de esa práctica, y por medio de ese proceso llega a un análisis más profundo de lo que es cierto. De ahí, hay que aplicar este nuevo análisis a la realidad.
El comunismo es una ruptura radical con todos los puntos de vista religiosos. Ha mostrado cómo salir de la esclavitud espiritual en la que han estado encadenadas las clases oprimidas a lo largo de la historia. Importa saber lo que es real. No es necesario inventar unos dioses que supuestamente controlan el mundo natural y el destino de la humanidad. Sin una orientación científica, la gente no tendrá un entendimiento de las vías y la dinámica del cambio, la relación entre su potencial papel y el cambio, y la alegría y la grandeza del descubrimiento.
Además de romper con la religión tradicional, una orientación verdaderamente revolucionaria y científica no puede “resucitar” ni tener ningún elemento de “resucitar” la religiosidad en nuevas formas. El comunismo no es un dogma ni una colección de escrituras. Al igual que no existe ningún dios en el cielo, no existe ningún “fin terrenal” predeterminado hacia el cual todo estará destinado a avanzar. No existe ninguna versión idealizada de “la naturaleza” o “la historia” que se mueve hacia la “inevitable” meta del comunismo. Hay que romper con las tendencias a pensar de esa manera que han existido en la historia del movimiento comunista. Necesitamos ciencia, necesitamos una orientación científica acerca de todo. El método y el punto de vista comunistas dan esa orientación.
Según una acusación clásica, se dice que nosotros los comunistas hemos inventado una visión de “un mundo ideal” y de ahí nos hemos puesto a imponer esa visión utópica e idealista sobre todo el mundo. Los llamados “anti-totalitarios” sostienen eso, diciendo que los comunistas tenemos sueños y esquemas utópicos que tal vez suenen bien, pero que no tienen fundamento ni base en la realidad, y por eso (según la acusación) los comunistas nos vemos obligados a recurrir cada vez más a la coacción contra la misma gente en cuyo nombre proclamamos dicha utopía, y terminamos utilizando los más horrendos métodos para tratar de imponerla. Pero de eso no estamos hablando. El comunismo examina, de forma viva, las fuerzas motrices y la dinámica reales de la sociedad y señala el rumbo en que las contradicciones subyacentes están impulsando la situación. El método de Marx, y del comunismo tal como se ha desarrollado desde los tiempos de Marx, no es en absoluto un enfoque metafísico que parte de principios y categorías abstractos y trata de superponerlos sobre la realidad.
Los comunistas tienen que estar conociendo e incidiendo en la realidad, sobre la base más científica que sea posible en cualquier momento dado. En ese proceso, los comunistas interactúan con otras personas que aplican diferentes puntos de vista y enfoques con diferentes objetivos. El modo de pensar, los objetivos, las inclinaciones y las ideas de estas otras personas —algunos de los que en ciertos momentos y con respecto a ciertos fenómenos pueden reflejar la realidad mejor que nuestra interpretación de ella— también son parte de la realidad objetiva mayor con la que los comunistas tienen que bregar. También es necesario tener un enfoque científico a eso. El punto de vista comunista da un método científico sistemático, integral y exhaustivo para hacer eso, siempre y cuando eso es lo que asuman y apliquen los comunistas, y que no lo tergiversen con nociones y enfoques religiosos o filosóficamente metafísicos e idealistas.
Hay que ver el comunismo como una ciencia viva en constante desarrollo. Marx sentó sus cimientos básicos. La teoría comunista ha seguido desarrollándose desde los tiempos de Marx, para conocer más la realidad cambiante, aprender de manera crítica de la experiencia histórica del movimiento revolucionario comunista y aprender de los más amplios campos de la experiencia y el pensamiento humanos, a fin de reconocer y cumplir las grandes necesidades de hacer la revolución en un mundo cambiante. La teoría comunista —cuando menos la verdadera teoría comunista— no es un sistema de pensamiento cerrado y estático. En resumen, el comunismo es un punto de vista integral y un método científico que se puede y se debe aplicar a todas las esferas de la vida y la realidad y en ese proceso se puede y se debe desarrollar más.
El adelanto histórico de Marx
Fue Marx, al colaborar con Engels, el primero en forjar y sistematizar los fundamentos teóricos y metodológicos del comunismo — el materialismo dialéctico, y el materialismo histórico (la aplicación del materialismo dialéctico a la sociedad humana y su desarrollo).
El materialismo dialéctico sienta la base para un enfoque científico sistemático, integral y exhaustivo. Siendo materialismo, refleja la certeza de que toda la realidad consta en su totalidad de materia en movimiento — y nada más. No hay nada que sea eterno, sin cambio, fijo, etc., ni tampoco hay un espíritu o conciencia que exista independientemente de formas específicas de materia en movimiento. El materialismo dialéctico refleja la certeza de que todo tiene contradicciones internas y movimiento, y todo está interactuando con otras formas de materia en movimiento. Y que en ciertas condiciones, la materia experimenta cambios cualitativos —saltos y rupturas— de los cuales surgen cosas nuevas.
A lo largo de los más de 150 años desde los tiempos en que Marx y Engels formularon por vez primera el comunismo como teoría científica, se ha dado un proceso continuo de enriquecimiento en la manera de interpretar el propio materialismo dialéctico, sobre la base de lo que se aprende de los nuevos descubrimientos en las ciencias naturales, las ciencias sociales y la historia, y otros campos. No se trata de que estos descubrimientos y avances hayan mostrado que, de fondo, la realidad no consta solamente de materia en movimiento; sino que han profundizado nuestro conocimiento de lo que eso significa, y a su vez han generado nuevos retos en el proceso de conocer formas particulares de materia y aspectos particulares de las leyes de la materia en movimiento.
La manera de Marx de aplicar el materialismo dialéctico a la sociedad humana y su desarrollo constituyó una verdadera revolución en el pensamiento humano, abriendo el camino para hacer la revolución en la práctica. Este gran avance —el materialismo histórico— por primera vez puso el análisis de la sociedad humana y sus fuerzas motrices sobre cimientos científicos.
Este nuevo análisis materialista histórico despejó la confusión y los falsos mitos de que la historia es producto de fuerzas sobrenaturales como unos “dioses”, o que la determinan la voluntad y la acción de los “grandes hombres” o el funcionamiento de una “naturaleza humana” que no cambia. Al contrario, se da el desarrollo en la naturaleza y la historia mediante la interacción dialéctica entre la necesidad y el accidente (la causalidad y la contingencia) y en el caso de la historia humana entre las fuerzas materiales subyacentes y la actividad y la lucha conscientes de las personas. Pero eso no significa que la historia sea puro accidente — o que se pueda interpretar la historia tal como nos dé la gana. He aquí la importancia de otro crucial descubrimiento y observación de Marx: las personas hacen la historia, pero no la hacen de la manera que deseen — la hacen sobre cierta base material, independiente de su voluntad. Las personas pueden cambiar radicalmente la realidad de acuerdo a sus intereses fundamentales, pero solo lo pueden hacer sobre la base de lo que es esa realidad material. Cuanto más correctamente las personas entiendan la realidad, cómo ha venido a ser tal como es y cómo está en constante movimiento y cambio, más personas podrán reconocer y trabajar para llevar a cabo cambios radicales que correspondan a los intereses fundamentales y máximos de la humanidad. Aunque la historia humana no se desarrolla de acuerdo a ninguna “voluntad superior” o propósito —y no tiene ningún fin predeterminado—, sí existe, como observó Marx, cierta conexión interna en la historia humana. Esta conexión se basa en la certeza de que cada generación hereda las fuerzas productivas (tierra, tecnología, fábricas, conocimientos y destrezas de las personas, etc.) de las generaciones previas, y en general las sigue desarrollando y se las pasa a la siguiente generación.
El materialismo histórico muestra que la base fundamental de cualquier sociedad es su sistema económico — su sistema de producir y reproducir las necesidades materiales para la vida. Pero las personas no pueden producir tal como quieran; lo hacen contrayendo relaciones societales de producción específicas — lo que Marx llamaba “la base económica” de la sociedad. En la sociedad de clases todo eso está bajo el poder de una clase dominante, que organiza la producción y que crea y domina las estructuras políticas de gobernar, y que además llega a dominar todas las ideas, la cultura, etc., de esa sociedad. Esto persiste hasta que el mayor desarrollo de las fuerzas productivas entre en un conflicto fundamental con las relaciones de producción existentes. En ese momento una revolución en la superestructura política —en que la ascendente clase derroca a la vieja clase dominante— tiene que darse a fin de crear nuevas relaciones de producción que correspondan a las nuevas fuerzas de producción… y una nueva clase llegue a gobernar.
Marx no fue el primero en analizar la existencia de clases, sus características y la lucha entre las clases. Pero, fundamentó todo eso en el análisis materialista histórico de que la presencia de las clases y de la lucha entre las clases está ligada a fases particulares del desarrollo histórico de la producción.
Como se sabe, Marx no lo dejó ahí. La teoría comunista mostró la base y abrió el camino para un tipo completamente nuevo de revolución en la historia humana: la revolución proletaria. Había emergido una clase —el proletariado, que no era dueño de nada salvo su propia capacidad de trabajar— una clase que trabaja en común en redes de producción en los gigantescos medios socializados (y cada vez más globalizados) de producción que el capitalismo ha engendrado. El proletariado y la producción socializada están en conflicto fundamental con el capitalismo y la apropiación privada de la riqueza socialmente producida — en la forma de capital privado, cuya naturaleza interna es la explotación y la competencia feroz en una escala en expansión con consecuencias devastadoras para la humanidad. El proletariado es una clase internacional, con una ubicación estratégica, cada vez más grande. Pero de aún más importancia, esta clase representa el potencial para tener relaciones socializadas de producción —y por ende para una forma nueva y socializada de utilizar las fuerzas de producción colectivamente, como propiedad común de la humanidad, sin explotación— y sin las divisiones de clases.
Por esa razón fundamental, el proletariado es la primera clase de la historia cuya emancipación requiere el tipo de revolución que eliminará todas —no solo algunas sino todas— las relaciones explotadoras y opresivas, y todas las estructuras políticas y modos de pensar que provienen de esas relaciones y a la vez las refuerzan. La revolución proletaria lleva al establecimiento de la dictadura del proletariado — a un estado radicalmente distinto a todas las formas previas de estados, todos los cuales han sido dictaduras de clase al servicio de clases explotadoras y su dominio político. Este nuevo estado tiene que ser una transición a una sociedad comunista, aboliendo todas las diferencias de clase y el estado en sí. En resumen, para conseguir su propia emancipación, el proletariado tiene que dirigir, de una manera verdaderamente profunda, una revolución como los emancipadores de la humanidad.
El hecho de que la teoría comunista, fundada por Marx, desarrolló este análisis y lo puso sobre una base científica, no tenía precedente — semejante a lo que hizo Darwin en las ciencias naturales.
Aquí es imposible indicar siquiera los muchos elementos diferentes de la teoría comunista que desarrolló Marx… y aún menos de los importantes avances de esta teoría desde que Marx la fundó. Pero eso no es lo fundamental aquí. Al contrario, lo fundamental es indicar por qué decimos que hay que entender, asumir, aplicar y desarrollar el comunismo como una ciencia — y dar una breve ilustración de esto indicando algo sobre su proceso de desarrollo.
Lo que Marx desarrolló fue, y sigue siendo, una base; pero a su vez, tal como eso implica, fue un comienzo. Una ciencia tiene que desarrollarse — si no, no es ciencia. Cualquier ciencia tiene elementos incompletos e incorrectos de análisis; tiene que estar cuestionando constantemente sus propias concepciones, examinando las críticas que hacen otros y corrigiendo lo que se ha comprobado que es erróneo, sintetizando los resultados de la práctica. Además de todo eso, el mundo que busca conocer, está en un proceso de cambio constante.
La teoría comunista se ha desarrollado —y tiene que seguir desarrollándose— para responder a grandes necesidades.
Un análisis científico del imperialismo, y el mayor desarrollo de la revolución proletaria
A fines del siglo 19, después de la muerte de Marx, el capitalismo se había desarrollado de una forma cualitativa. En Europa, América del Norte y Japón surgieron gigantescos monopolios — unidades grandes, altamente centralizadas y poderosas de propiedad y control capitalistas. Aunado a eso, las potencias capitalistas extendieron de forma importante su dominio y su cruel explotación por todo el mundo. Con eso y otros cambios relacionados, el capitalismo se había desarrollado y transformado en imperialismo capitalista. Este fue un nuevo fenómeno, el cual representó para los revolucionarios, y los pueblos del mundo, una necesidad nueva y grande, nuevas condiciones a que interpretar científicamente, una nueva realidad a que transformar para poder hacer la revolución.
Al aplicar el punto de vista y la metodología comunistas, Lenin analizó los rasgos básicos y la dinámica predatoria de este nuevo fenómeno del desarrollo del capitalismo en imperialismo, que ahora operaba a nivel mundial; así se desarrolló más la ciencia del comunismo.
La obra de Lenin analizó cómo, y con qué consecuencias, crece una profunda división entre los países imperialistas y la gran mayoría de la humanidad que vive en los países oprimidos por el imperialismo — y que esa división es de hecho una relación de producción explotadora e internacional que el imperialismo genera en el mero centro del funcionamiento del capitalismo de esta época. Este implacable proceso de acumulación ahora abarca la extracción de “superganancias” de los países oprimidos. El análisis de Lenin mostró los efectos de este “parasitismo” del imperialismo en las propias “patrias” del imperialismo, que incluyen el reparto de una parte del botín de su saqueo a ciertas capas sociales en los países imperialistas e incluso el “pago de sobornos” a un sector de la clase obrera. Esto generó una situación diferente a la que Marx había previsto, quien anticipaba que la revolución proletaria llegaría primero a Europa, donde el capitalismo se había desarrollado por primera vez y donde su desarrollo había engendrado una masa de proletarios empobrecidos y explotados. Pero, como analizó Lenin, con estas nuevas divisiones en el mundo, aunque efectivamente se extendió y se profundizó la base para la revolución proletaria a nivel mundial, en Europa en ciertos aspectos se retardó temporalmente.
Así que eso fue algo nuevo en el comunismo. Como una ciencia precisamente, el comunismo desarrolló, desechó y modificó ciertos elementos, mientras que conservó y desarrolló su núcleo fundamental. Lejos de refutarlo, esto mostró y desarrolló el carácter científico y vivo del análisis comunista.
Estos cambios ocasionados por la explotación y el saqueo globales del imperialismo también requirieron otros cambios en la teoría comunista y la estrategia revolucionaria.
Por ejemplo, con los cambios que el imperialismo operó en sus “patrias”, entre ellos el citado parasitismo, Lenin llamó la atención a la “escisión” —en la clase obrera entre los sectores más explotados y empobrecidos y los sectores más “aburguesados” y sobornados— y la necesidad de que la revolución proletaria ubique su base fundamental y sólida más abajo y más a lo hondo en el proletariado: en los sectores pobres y más explotados.
Esta es también una época en que se han arropado la rivalidad y las guerras entre varios estado-naciones en torno al reparto y el nuevo reparto del mundo, con varios lemas nacionalistas: “defender a nuestro país”, junto con “salvar la democracia”, etc. La teoría comunista, tal como la desarrolló Lenin, analizó la base profundamente reaccionaria de estos lemas; lo que expresan es que el imperialismo se ha extendido por todo el mundo — con los tentáculos internacionales de la explotación y la rivalidad nacional entre estados imperialistas en contienda. Sobre esa base, al aplicar y desarrollar en nuevas condiciones el lema del Manifiesto Comunista de que “los obreros no tienen patria”, Lenin desarrolló y mejoró la concepción comunista del internacionalismo proletario. A su vez, comenzó a desarrollar la teoría comunista a fin de abarcar el gran papel revolucionario potencial, en la época del imperialismo, de la lucha por la liberación nacional de los países oprimidos — y a reconocer la necesidad y la base para que el proletariado dirija esas luchas por la liberación nacional, como parte de la revolución mundial con el objetivo final del comunismo.
Con estos, y otros, avances, la teoría comunista pudo sintetizar un análisis sistemático de que el imperialismo es la fase superior del capitalismo y que ha sentado una base más global y aún más profunda para la revolución proletaria, que ha de ponerle fin al sistema capitalista imperialista.
En la primera parte del siglo 20, el movimiento comunista dio nuevos saltos, y acumuló una enorme cantidad de nuevas experiencias en el proceso de hacer la revolución proletaria — y de establecer el poder estatal revolucionario, una dictadura del proletariado, en la Unión Soviética. Eso fue un salto sin precedentes, el comienzo de una experiencia completamente nueva para la humanidad. Esta experiencia rica y fundamentalmente liberadora se puede considerar la acumulación de una inmensa cantidad de “materia prima” para desarrollar el análisis científico y tener más capacidad de avanzar. Y, de hecho, la teoría comunista tuvo nuevos avances — por ejemplo, con respecto a la necesidad de tener un partido de vanguardia y la naturaleza del estado revolucionario.
Como mostró Lenin, en lo fundamental se necesita un partido y se necesita que juegue su papel como vanguardia de la revolución, porque se ha analizado que esta revolución requiere una dirección y un enfoque científicos para el proceso de llevar a cabo la transformación radical de la sociedad. Debido a las propias contradicciones que hacen que sea necesaria la revolución, entre ellas el hecho de que a la gran mayoría de las masas se les niega la oportunidad de tener formación intelectual y a participar en el “trabajo intelectual”, su propia emancipación requiere una dirección — una dirección científica. De hecho, ese tipo de dirección es el mejor instrumento para desencadenar la conciencia y la iniciativa de las masas, lo que es precisamente el propósito y el tema de la obra de Lenin sobre la cuestión del partido. Lenin también captó que el partido de vanguardia tiene que estar altamente organizado y disciplinado. El partido está organizado para reunir la fuerza de sus conocimientos colectivos y para aplicarlos de la más poderosa manera para hacer la revolución. Tiene que estar organizado contra las tentativas de reprimirlo y aniquilarlo. Tiene que dirigir a las masas populares en la lucha revolucionaria de masas para cambiar el mundo, y a transformarse a sí mismas en el proceso.
La necesidad de tener un partido de vanguardia también está relacionada con el hecho de que por su cuenta, la lucha espontánea de las masas jamás hará una revolución. La influencia espontánea de la ideología burguesa, que domina e impregna toda la sociedad, hará que se mueva constantemente la lucha hacia concepciones y objetivos más reducidos y en lo fundamental reformistas. Hay que desviar la influencia de la espontaneidad mediante una dirección comunista científica. La razón de ser de este tipo de vanguardia es ser precisamente lo opuesto a la de “una elite que reemplace a las masas”. Al contrario, el objetivo es llevar a amplios sectores de las masas un análisis científico de las metas y los medios de la emancipación revolucionaria — tanto en la teoría como en el constante análisis de los sucesos de diversa índole en la sociedad y en el mundo en conjunto. Como hemos llegado a entender más, esto también significa desencadenar un proceso en que las masas mismas vayan participando cada vez más en el estudio, y en el desarrollo de soluciones, de los mayores problemas de la revolución. Todo eso es fundamental en el período antes como después de la toma del poder estatal y, después de tomar el poder, para poder hacer avanzar la lucha en la sociedad socialista, con miras al objetivo final del comunismo en todo el mundo.
Como parte integral de la experiencia precursora de prepararse para la toma del poder en la revolución rusa y luego dirigirla, consolidar el nuevo poder por medio de una guerra civil (en que participaron activamente las fuerzas armadas de los estados imperialistas y reaccionarios al lado de la contrarrevolución) y luego embarcarse en la transformación socialista de la sociedad, Lenin desarrolló más la teoría comunista del estado. A partir del balance inicial pero precursor que hizo Marx de la fugaz experiencia revolucionaria de la Comuna de Paris de 1871, Lenin enriqueció más y aplicó la teoría comunista que mostraba que la revolución proletaria no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la maquinaria del estado tal como está y tal como sirve a la vieja sociedad, sino que, al contrario, tiene que destrozar ese aparato estatal y crear en su lugar la dictadura del proletariado. Esta es una clase radicalmente nueva de estado, en que participa la dirección del partido mientras que se incorpora a las masas cada vez más en la administración de la sociedad, impulsando el cambio revolucionario hacia el comunismo y la abolición final del partido y el propio estado.
Revolución en los países oprimidos… y continuar de la revolución en el socialismo
Mao Tsetung asumió la teoría del comunismo, mientras que se repercutía de manera poderosa su mensaje por todo el mundo después del triunfo de la revolución en la Unión Soviética. Pero en gran medida la teoría comunista había hecho pocos avances acerca de los rasgos y el proceso específicos de la revolución en las vastas regiones del mundo dominadas por el imperialismo y que padecían condiciones semifeudales y coloniales, o semicoloniales. Como refutación viva de la idea de que el comunismo era una ideología que solo se aplicaba a Europa, Mao adoptó la concepción, el método y los principios básicos científicos del comunismo y los aplicó a esa situación — analizó la sociedad china y sus relaciones económicas y sociales. Mao siguió haciendo nuevos análisis de las clases, las relaciones de producción y la experiencia de resistencia y revolución — además de los reveses y las derrotas que se dieron en las primeras fases de la revolución de China, que se debieron en parte, a las tentativas de seguir de manera mecánica y dogmática la experiencia y los “modelos” revolucionarios anteriores, en particular la de la Unión Soviética, en lugar de aplicar la concepción y el método científicos del comunismo de forma viva.
De este trabajo de Mao y la interacción entre la teoría y la práctica, se desarrolló el concepto de la “revolución de nueva democracia” en los países semicoloniales y semifeudales — en que la revolución dirigida por el proletariado podía derrocar primero al feudalismo y al imperialismo y establecer un nuevo poder estatal, una nueva forma de la dictadura del proletariado que, si bien no es inmediatamente socialista, abre paso a la transición socialista hacia el comunismo. Mao también desarrolló la teoría y la práctica de la guerra popular prolongada, como el medio principal para llevar a cabo la revolución de nueva democracia. Estos avances de la teoría comunista todavía constituyen una orientación fundamental y una base para la revolución en los países de ese tipo — aunque también apremia el reto de tomar en cuenta los enormes cambios en el mundo desde ese entonces y desarrollar más la estrategia para la revolución que pueda combatir y triunfar en estas condiciones cambiantes.
Luego, después de la toma de poder y de embarcarse en el camino de la transición socialista en China, la revolución comunista tuvo que resolver otro problema nuevo sin precedentes. A fines de los años 50, ya se había revertido el socialismo en la Unión Soviética y restaurado el capitalismo bajo el disfraz del “socialismo”. No se revirtió desde fuera sino desde adentro, bajo la dirección de los dirigentes “comunistas” de la misma Unión Soviética. En ese momento no se reconoció este fenómeno y este fue algo completamente nuevo — de hecho, la teoría comunista tal como se había desarrollado hasta ese momento en gran parte no lo había anticipado. Aunque tampoco se reconoció claramente este fenómeno en ese momento, en China obraban fuerzas semejantes ahí que también constituían peligros de una revocación del socialismo.
En respuesta a eso y mediante esfuerzos que duraron casi dos décadas hasta su muerte en 1976, Mao trabajaba para elaborar y desarrollar la teoría y la práctica de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado. En esto Mao desbrozó nuevo terreno en la teoría comunista — por ejemplo, en las esferas tanto de la política como de la filosofía. Al desarrollar más el análisis de la sociedad socialista como transición hacia el comunismo, Mao forjó una concepción más profunda de la lucha prolongada y muchas veces intensa para dejar atrás los “vestigios” de la vieja sociedad que persisten en la nueva —junto con un análisis de la base al interior de la sociedad socialista para la constante regeneración de estas manifestaciones de las viejas relaciones— en los frentes económico, político e ideológico. A partir de los aportes de Lenin al análisis de la importancia de la superestructura y de la conciencia de las masas en el proceso de hacer la revolución socialista, Mao dio más peso a desencadenar y dirigir el papel consciente de las masas en la realización de la lucha de clases contra las líneas políticas e ideológicas y las medidas que buscaran aumentar, y no restringir, el “derecho burgués” (la forma en que las relaciones de mercancías y las disparidades que aún quedan del capitalismo, justamente en la sociedad socialista, se refuerzan mutuamente y se reflejan en la superestructura —en las instituciones políticas y los modos de pensar, la cultura y demás— y la manera en que todo eso presenta obstáculos a que continúe el avance revolucionario en el socialismo, y lo cual hay que restringir y a la larga superar como parte fundamental de la lucha por impedir la restauración capitalista y alcanzar el objetivo final del comunismo).
Aunque había grandes peligros y presiones militares, económicos y de otro tipo que venían desde fuera de China, Mao reconoció que el eje del peligro de la restauración capitalista provenía desde adentro del propio partido comunista. Pero este fue un análisis materialista y científico, no superficial y populista. Al aplicar y desarrollar el materialismo comunista, Mao, a diferencia del “conocimiento común”, no consideró que la esencia del problema era la “burocracia” o los “dirigentes que se echan a perder”. Más bien, la esencia del reto fue que una vez que se tome el poder y se establezcan las formas de propiedad socialista, el poder sobre los medios de producción y las relaciones económicas se concentra en la dirección política. En particular, esta se expresa en la línea política así como ideológica y el rumbo — el que la línea lleve a revolucionar más estas relaciones, o a reforzar y a regenerar las viejas relaciones, de regreso al capitalismo. Como dijeron Mao y sus camaradas: “los seguidores del camino capitalista son los representantes de las relaciones capitalistas de producción”.
En la práctica, la lucha por impedir la restauración capitalista en China alcanzó su apogeo con la “Gran Revolución Cultural Proletaria” que avanzaba durante diez años, hasta que el golpe de estado de los seguidores del camino capitalista en el partido en 1976, poco después de la muerte de Mao, provocó de manera rápida una profunda polarización social y el paso total a los horrores del capitalismo que se ven en China hoy.
Eso es precisamente el desenlace del que advirtieron Mao y sus camaradas y contra el que lucharon. Equipados con los mayores avances de concepción científica que había forjado Mao, pudieron reconocer este peligro y sus fuentes básicas, y movilizar a millones de personas en una campaña de masas para prevenirlo y hacer avanzar la revolución. Se dio esto en contraste con la previa experiencia de restauración capitalista que se consolidó a fines de los años 50 en la Unión Soviética sin ninguna gran batalla semejante en su contra, y constituye un gran avance desde la anterior experiencia. Estos nuevos elementos importantes de concepción científica sobre cómo continuar la revolución bajo el socialismo, que desarrollaron Mao y sus camaradas revolucionarios, representan elementos significativos de la base para volver a empezar y forjar nuevos avances — en la teoría y la práctica revolucionarias comunistas.
El fin de una etapa… el comienzo de una nueva etapa
Con la revocación del socialismo en China después de 1976, un par de décadas después de que había ocurrido en la Unión Soviética en los años 50, tocó fin la primera ola de revoluciones socialistas y hoy el mundo se queda sin estados socialistas. Ante eso y en medio de las calumnias inescrupulosas que con tanta frecuencia se aceptan a ciegas, es de importancia fundamental hacer un balance científico de esta experiencia histórica para poder dar un avance nuevo y grande.
A su vez, ha habido grandes cambios en el mundo — que se aceleraron muchísimo después de que se derrumbó la Unión Soviética (ya capitalista imperialista) a principios de los años 90 y Estados Unidos quedó por ahora como la “única” superpotencia que queda en el mundo. El planeta ha presenciado una ola gigantesca y expansiva de “globalización” imperialista — que ha acelerado una penetración y la integración capitalistas profundas y más extensas de muchas partes del mundo y ha creado muchos nuevos horrores, entre ellos la destrucción ambiental que amenaza al planeta entero. Todo eso ha tenido muchas consecuencias inmensamente dislocantes, desestabilizadoras y devastadoras para enormes poblaciones humanas, especial si bien no únicamente en los países oprimidos. Ha habido grandes movimientos demográficos — migraciones por todo el mundo y al interior de los países oprimidos, enormes poblaciones que se han desplazado de las regiones rurales a las ciudades y los crecientes cinturones de miseria. Estos sucesos, y las condiciones que están cambiando dramáticamente, están generando nuevos retos para la estrategia revolucionaria y la lucha revolucionaria en todo el mundo.
Todo eso presenta, de nuevo, la gran necesidad para el comunismo. Si bien no existen países socialistas en el mundo, existen la experiencia de las revoluciones socialistas y el rico caudal de teoría científica revolucionaria que se desarrolló mediante la primera ola de revoluciones socialistas. Pero para hacer frente a los retos de la nueva situación, hay que hacer avances en la teoría y en la práctica de la revolución comunista, a fin de tratar de manera científica la experiencia general de la primera ola de revoluciones socialistas y las implicaciones estratégicas de los enormes cambios que se están operando en el mundo, y de sacarle las necesarias lecciones.
Bob Avakian ha asumido esta responsabilidad y ha desarrollado una obra, método y enfoque comunistas que responden a estas grandes necesidades y retos.
Se ha puesto a hacer un balance científico de la primera ola de revoluciones socialistas, en la Unión Soviética y en China. Como punto de partida, ha refutado la noción de “la muerte del comunismo”, defendiendo los grandes logros de esas revoluciones, y ha analizado más los problemas reales que confrontaron en las sociedades que “heredaron” y en los primeros pasos de transformación socialista en un mundo dominado por el imperialismo. Al defender, por ser con mucho el aspecto principal de estas revoluciones, los cambios liberadores que se operaron a muchos niveles para las grandes mayorías antes oprimidas, Avakian también ha analizado los aspectos negativos de esa experiencia. Ha examinado de manera crítica las concepciones tanto políticas como filosóficas que guiaron esta primera ola de revoluciones socialistas. Para hacer un balance científico de esta experiencia y de las críticas de ella, se necesita un proceso de reconfigurar y recombinar sobre la base de una concepción y un método materialistas y dialécticos, de acuerdo a la necesidad de continuar la revolución — en el avance hacia el comunismo.
De este trabajo, Avakian ha desarrollado una nueva síntesis. Esta nueva síntesis tiene muchas dimensiones — que incluyen la filosofía, la política y la estrategia. En su concepción política de la sociedad socialista, esta síntesis tiene una sólida base en una valoración global de la necesidad fundamental de que el proletariado, de manera concentrada mediante su partido de vanguardia, dirija y conserve firmemente el poder estatal, sin el cual se perderán todos los logros de la revolución y se impondrán de nuevo y con creces todos los horrores del capitalismo. Pero también abarca nuevas concepciones de cómo se deben ejercer esta dirección comunista y este poder estatal revolucionario — para que se exprese en toda su extensión el potencial liberador omnímodo de la sociedad socialista y para maximizar, en cada momento, las transformaciones hacia el comunismo. Según esta concepción, además de tomar de las anteriores formas socialistas de integrar a las masas en la administración de la sociedad y en el ejercicio del poder, la sociedad socialista debe caracterizarse por un grado mucho mayor de efervescencia y disentimiento que antes — no solo porque es importante que haya un ambiente muy vibrante y vivo, sino porque es importante alentar un proceso que incorpora a muchísimas masas en el forcejeo más profundo posible sobre los problemas, a fin de llegar a conocer la verdad más ampliamente y elevar la conciencia, la participación y la capacidad de las masas de entrar en todas las esferas de la sociedad y transformarlas. Aunque no se permitirá que los antiguos explotadores capitalistas tengan derechos de organizarse para volver, no se suprimirá la oposición que expresen las amplias masas a las varias medidas e incluso al propio socialismo —habrá debate y lucha sobre esto— siempre y cuando esa oposición no tome la forma de iniciativas organizadas de derrocar al estado socialista.
Esta nueva síntesis también conlleva una mayor valoración del papel importante que juegan los intelectuales y los artistas en este proceso, dedicándose a sus propias visiones así como contribuyendo sus ideas a esta efervescencia más amplia — todo lo que, para repetir, es necesario para alentar un proceso mucho más rico. El estado socialista, con el ejército y las cortes, tienen que ser responsables ante el partido; pero también tienen que ser responsables ante una Constitución socialista, la que el partido no puede pretender “pasar por alto” y la que debe garantizar derechos básicos y procedimientos legales, junto con una descripción de las formas básicas del estado y la economía socialistas establecidas para la etapa particular de la revolución. El propósito es establecer un marco jurídico para una etapa específica de las transformaciones revolucionarias que continúen bajo el socialismo y para que la población, al tener claramente delineados e institucionalizados las reglas y los derechos, tenga un ambiente abierto y de vivacidad, con algo de “espacio”.
En esta nueva síntesis desarrollada por Bob Avakian, en resumen, tiene que haber un núcleo sólido, con mucha elasticidad. Esto viene siendo, ante todo, un método y un enfoque que tienen muy amplia aplicación. Se basa en el análisis científico de que la realidad es, de hecho, real —y consta de formas particulares de materia en movimiento, cada una con una identidad específica— pero a su vez cada cosa particular se está moviendo, se está cambiando y está interactuando con otras cosas a diferentes niveles. Es necesario tener un firme conocimiento de los dos aspectos y cómo se influyen mutuamente, para conocer y transformar todas las esferas de la realidad y es de importancia fundamental para hacer las transformaciones revolucionarias en la sociedad humana.
Este método y enfoque valoran la necesidad de tener dirección — incluye lo de identificar los momentos y las circunstancias en que se pueden y deben sacar conclusiones firmes y claras y en que dar dirección de forma directa y muy decisiva. Pero también significa identificar los momentos y las circunstancias en que no se puede y/o no se debe hacer eso. Este es un enfoque a la dirección que también valora que hay muchas circunstancias en que no solamente es posible, sino muy necesario, un grado mucho mayor de “elasticidad” — una dirección que valora la necesidad de iniciativa amplia, creatividad, contienda de ideas, y efervescencia, y que los alienta. No puede haber ningún núcleo sólido sin elasticidad ni pura elasticidad sin núcleo sólido. Al ejercer la dirección revolucionaria, es necesario aprender mientras que se dirige y dirigir mientras que se aprende. Es necesario trabajar para expandir el núcleo dirigente (que en sí está experimentando cambios a continuo) como también alentar la elasticidad al mayor grado que sea posible en un momento dado — mientras, a lo largo de todo esto, se mantiene claramente “en la mira el premio” de la revolución y el comunismo.
Aplicar a la sociedad socialista el enfoque del núcleo sólido con mucha elasticidad abarca la necesidad de tener un núcleo dirigente que se vaya expandiendo, que entienda claramente por qué se necesita la dictadura del proletariado y el objetivo de continuar la revolución socialista como parte de la lucha mundial por el comunismo, y que esté decidido a llevar a cabo esta lucha a través de todos los vaivenes, curvas y giros. A su vez, necesariamente habrá muchas diferentes personas y tendencias en la sociedad socialista que influyen en muchas diferentes direcciones — y a la larga todo eso puede contribuir al proceso de llegar a conocer la verdad y de llegar al comunismo. En ciertos momentos, este proceso se pondrá intenso, y la dificultad de abrazarlo todo —mientras que se dirija en amplio sentido todo el proceso hacia el comunismo—dará la sensación, como dice Avakian, de ir al borde de ser descuartizado, una y otra vez. Todo eso es difícil pero necesario, y es un proceso al que darle la bienvenida. Es la única manera de llegarle, la única manera de llegar al comunismo. Tal como el propio Avakian lo ha explicado:
Esta nueva síntesis abarca reconfigurar y recombinar los aspectos positivos de la experiencia hasta la fecha del movimiento comunista y la sociedad socialista, mientras se aprende de los aspectos negativos de esa experiencia, en las dimensiones filosóficas e ideológicas tanto como las políticas, y así tener una orientación, método y enfoque científicos1 con raíces más profundas y firmes, no solo en cuanto a hacer la revolución y conquistar el poder, sino también, sí, en cuanto a satisfacer los requisitos materiales de la sociedad y las necesidades de las masas populares, con una base cada vez mayor, en la sociedad socialista —para superar las profundas cicatrices del pasado y continuar la transformación revolucionaria de la sociedad, mientras al mismo tiempo apoyar activamente la lucha revolucionaria mundial y actuar conforme con el reconocimiento de que la arena y la lucha mundiales son las más fundamentales e importantes, en un sentido global —junto con abrir cualitativamente más espacio para dar expresión a las necesidades intelectuales y culturales del pueblo, entendidas en el sentido amplio, y posibilitar un proceso más diverso y rico de exploración y experimentación en los campos científicos, artísticos y culturales, y en la vida intelectual en general, con mayor campo para la contienda de diferentes ideas y escuelas de pensamiento, y para la iniciativa y creatividad individuales y la protección de los derechos individuales, con espacio para que los individuos interactúen en la “sociedad civil” independientes del estado— todo en un marco general cooperativo y colectivo y al mismo tiempo a la medida que el poder estatal se mantiene y se sigue desarrollando como un poder estatal revolucionario al servicio de los intereses de la revolución proletaria, en el país en particular y por todo el mundo, donde este estado es el elemento dirigente y central de la economía y la dirección general de la sociedad, mientras el estado en sí se transforma continuamente en algo radicalmente diferente de todos los estados previos, como una parte crucial del avance hacia la abolición posterior del estado al llegar al comunismo a nivel mundial. (“Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, parte 1).
Junto con esta nueva síntesis y en relación a ella, Avakian ha desarrollado y ampliado un principio que expuso Mao: que el marxismo abarca, pero no reemplaza, las diversas esferas de las ciencias y el arte, junto con otros campos de la actividad humana. Por una parte, el comunismo consta del punto de vista y el método científicos más sistemáticos, integrales y exhaustivos. Pero eso no quiere decir que “tener el marxismo” sea lo mismo que tener la verdad acerca de una cosa específica. El comunismo no es un dogma. El punto de vista y la metodología comunistas tienen que aplicarse a cosas particulares, a diferentes campos y a una realidad que cambia constantemente. Las personas no comunistas, incluso las personas opuestas al comunismo, descubrirán importantes verdades particulares que no descubrirán los comunistas. El comunismo tiene que abarcar toda la realidad, no solo una parte de ella. Tiene que hacer eso de una forma abierta y científica. Tiene que tener contacto e interacción con otras escuelas de pensamiento. Mediante esta interacción —suponiendo que los comunistas lo hagan como comunistas—, se puede descubrir nuevas verdades continuamente y el comunismo mismo puede y debe fortalecerse y enriquecerse.
Aunado a todo eso, Bob Avakian ha luchado constantemente por que se entienda, se asuma y se aplique el comunismo como una ciencia viva.
El comunismo: una síntesis viva
Según lo expresó Bob Avakian, el comunismo es una filosofía integral y una teoría política y a su vez es una ciencia viva y crítica en continuo desarrollo. No es una suma cuantitativa de las ideas de los individuos que han jugado un papel dirigente en su desarrollo (ni siquiera es cierto que las ideas, políticas o tácticas específicas adoptadas por ellos no hayan tenido errores). La ideología comunista es una síntesis del desarrollo y sobre todo los grandes avances cualitativos que ha desarrollado la teoría comunista desde que la descubrió Marx hasta el presente.
En este momento, en que el comunismo, como teoría y como movimiento revolucionario, se repone y avanza hacia los retos de estos tiempos, nuestro partido, el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, se toma a pecho lo siguiente del libro Para una cosecha de dragones, de Bob Avakian:
“Como una vez lo expresó Engels, en el análisis final el proletariado tiene que ganar su emancipación en el campo de batalla. Pero no se trata solamente del problema de ganar en ese sentido, sino de cómo ganamos en el sentido más amplio. Una de las maneras significativas aunque quizás sutil y a veces poco notada, en que el enemigo, hasta derrotado, pretende tomar represalias contra la revolución y sembrar las semillas de su futura ruina, consiste en lo que obligaría a los revolucionarios a convertirse para poder derrotarlo. La cosa se desenvolverá así: tendremos que confrontarlo en las trincheras y derrotarlo en medio de una horripilante destrucción; pero en el proceso no debemos borrar la diferencia fundamental entre el enemigo y nosotros. Aquí es ilustrativo el ejemplo de Marx: vez tras vez luchó enconadamente contra los ideólogos y apologistas de la burguesía pero nunca luchó rebajándose al nivel que ellos lo hacían ni desde su óptica; con Marx, el método es tan estimulante como es de inspiradora la meta. Tenemos que mantener nuestra firmeza de principios pero a la vez nuestra flexibilidad, nuestro materialismo y nuestra dialéctica, nuestro realismo y nuestro romanticismo, nuestra solemne claridad de metas y nuestro sentido del humor”.