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La base, las metas y los métodos de la revolución comunista, quinta parte

Nota de la Redacción: A continuación publicamos partes de una charla que dio Bob Avakian a un grupo de militantes y partidarios el año pasado (2005). A esta edición se le agregaron subtítulos y notas al pie de página. Previamente publicamos otras partes de la misma charla: la serie de seis partes “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad” salió en los números 37, 39, 40, 41, 42 y 43 (5, 19 y 26 de marzo y 2, 9 y 16 de abril). La nueva charla está en su totalidad en nuestro portal en inglés. En español se está serializando en estas páginas y en nuestro portal cada semana. 

Una vez más: El intelectual democrático y el tendero

La necesidad de basarnos firmemente en una cosmovisión proletaria y aplicarla sistemáticamente, en el sentido más amplio, a diferencia de una versión de idealismo burgués o pequeñoburgués, nos lleva de nuevo al tendero y al intelectual democrático, que han pasado a ser personajes familiares, mas no son viejos amigos. [risas] El intelectual democrático, y lo que representa su visión del mundo, no puede dirigir una lucha revolucionaria profunda; y, en los comunistas, esa visión del mundo es revisionismo (reformismo, pactar con el sistema capitalista-imperialista y en última instancia apoyarlo, bajo capa de comunismo).

Lenin mencionó ese fenómeno hablando de gente como Mark Twain durante la guerra que Estados Unidos libró contra Filipinas a finales del siglo 19. Twain se oponía vehementemente a la guerra y a las atrocidades que cometió Estados Unidos, pero Lenin señaló que lo hacía desde el punto de vista de la pequeña burguesía, que quiere eliminar los excesos y las atrocidades que reconoce, pero no ve la necesidad de transformar la base material de todo esto, la base material de donde emanan: el sistema imperialista y el modo de producción capitalista.

Lenin hizo otro comentario muy importante con relación a nuestros viejos amigos, el intelectual democrático y el tendero. [risas] Dijo que el capitalismo pone en las manos de los individuos, en forma de mercancías y capital, los objetos producidos por toda la sociedad. Hoy más que nunca este es un fenómeno mundial. Vale la pena repetir esto: el capitalismo pone en las manos de los individuos, en forma de mercancías y capital, los objetos producidos por toda la sociedad… y más y más al nivel mundial. Así que hay gente que piensa que ha ganado por su propio trabajo todo lo que tiene, que cree que tiene el derecho inalienable a todo lo que ha acumulado (incluso si solo se trata de artículos de consumo, y no de capital), y no ve (o cierra los ojos para no ver) todo el proceso de acumulación por medio del cual se crea socialmente toda esa riqueza (de la cual posee una parte). Lenin afirmó que mientras fuera así, mientras exista la producción de mercancías (y especialmente en el capitalismo, que generaliza la producción de mercancías), existirá el fenómeno que Marx describió como el fetichismo de la mercancía. Bueno, no se refería a relaciones sexuales desviadas, sino a invertir la realidad: a ver lo que fundamentalmente son relaciones entre seres humanos, relaciones sociales, como relaciones entre cosas, y no ver los procesos y la división del trabajo subyacentes (que en el mundo de hoy ocurren a nivel mundial) por medio de los cuales se producen y se distribuyen.

Esto se refleja hasta en el pensamiento: “Voy a ver al peluquero”, porque esa persona es la personificación de la mercancía que uno va a comprar. “Voy a ver al peluquero, voy a ver al tendero, voy a ver al carnicero” (cuando los carniceros tenían sus propias carnicerías, en vez de ser empleados de los grandes supermercados, en países como Estados Unidos). En una sociedad donde predomina la producción y distribución de mercancías, los seres humanos contraen relaciones que parecen ser relaciones entre cosas, y cuando uno quiere una cosa tiene que tener otra cosa para comprarla, que por lo general es el dinero, que no es nada más que la forma universal y materializada del intercambio de mercancías. Si recuerdo bien, en Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift presenta una sociedad ficticia en que todo mundo cargaba palabras, como objetos físicos, pues no había lenguaje con abstracciones. Bueno, de modo similar, si uno tratara de cargar todas las mercancías que se comercian en el mundo, ¡sería sumamente difícil! Por eso existe el dinero.

Engels dijo algo importante acerca del dinero. Si recuerdo bien la expresión en latín, el dinero “non olet”: “no huele”. ¿Qué significa? Que no dice de dónde viene ni adónde va: cómo se produjo, por qué medios, en qué condiciones y para qué se utilizará. ¿Se utilizará simplemente para intercambio de mercancías, o se utilizará para comprar la única mercancía, la fuerza de trabajo (la capacidad de trabajar), que puede crear más riqueza? Por eso Engels decía: mientras exista el dinero, existe el potencial de que surja el capitalismo en el mundo, porque el dinero “no huele”, no nos dice cómo se acumuló ni para qué se utilizará.

Así que en una sociedad como esta (una sociedad de producción y distribución generalizada de mercancías, de fetichismo generalizado de la mercancía), los individuos piensan que ellos hicieron lo necesario para adquirir las cosas que tienen. No reconocen los procesos generales fundamentales por medio de los cuales esa riqueza se crea y de acuerdo a los cuales se distribuye. Esto lo mencioné en la charla Revolución: que en los países imperialistas mucha gente flota en una fuente de riqueza acumulada. ¿Cómo pudieron Steve Wozniak y Steve Jobs ponerse a jugar con computadoras en su garaje y a la larga crear la compañía Apple, mientras que a su edad los jóvenes de Pakistán, Honduras, Tailandia y Egipto ya llevan trabajando 10 años, 12 horas al día, siete días a la semana, para producir las mercancías de las cuales disfrutan Wozniak, Jobs y millones de personas como ellos? Como he dicho: si no creen que este es un sistema imperialista, si no ven que el imperialismo ha estampado toda la sociedad con el sello del parasitismo, pues vayan a casa y tiren a la basura toda la ropa que no se produjo en Estados Unidos (lo que en realidad quiere decir toda la ropa producida en condiciones de explotación extremas, no “normales”, y de explotación de niños en el tercer mundo). Tiren toda esa ropa y quédense solo con la que no se produjo en esas condiciones. ¿Tendrán algo para salir de la casa? ¿Tendrán algo que ponerse? Nada más miren las etiquetas de la ropa y verán qué clase de sistema es: un sistema internacional de explotación, que impone las formas más extremas de explotación, como el trabajo infantil, por todo el tercer mundo. Esto se entrelaza con lo que dije en esta charla sobre la relación entre el imperialismo y la democracia burguesa (y la socialdemocracia) de la que hablé en otra parte de esta charla.1

Lenin señaló que el capitalismo y la producción y el intercambio de mercancías obligan a calcular con la tacañería de un avaro: ¿qué tengo yo en comparación con lo que tienes? ¿Qué recibo a cambio de lo que doy? Así se tiene que calcular, no debido a una naturaleza humana inmutable sino a la situación y las fuerzas que moldean la vida (y las ideas que eso suscita y refuerza) dentro de los confines del sistema capitalista y su cosmovisión.

Un punto de vista pequeñoburgués no puede ver más allá del fetichismo de la mercancía, no puede ir más allá de ver las relaciones entre seres humanos como una relación entre cosas, entre mercancías. No puede rebasar el estrecho horizonte del derecho burgués; su concepción teórica de la sociedad y de cómo debe ser no puede ir más allá que nuestro viejo amigo el tendero, en la vida diaria. Es por eso que se necesita una revolución proletaria, con toda la complejidad que he estado detallando y no en un sentido lineal, mecanicista o economicista.

Pero aquí hay un punto básico: no se puede hacer la revolución —la revolución comunista— basándose en los pequeños empresarios aislados (y los demás sectores medios). Sí, tenemos que convencer a la mayor cantidad posible de que apoyen la revolución, pero no la vamos a hacer basándonos en ellos, ni defendiendo sus intereses materiales y su punto de vista, ante los grandes capitalistas (las corporaciones, etc.), que es la obsesión de gran parte de “la izquierda” en estos días. Tampoco se puede llegar al comunismo por medio de las interacciones no coordinadas de individuos atomizados. El comunismo y la revolución comunista no serán un gran mercado de las pulgas ni un gran bazar mundial… Como dije antes, esa noción tiene más en común con Adam Smith que con Marx. Así que esto subraya lo importante que es una visión materialista, materialista dialéctica, de la revolución y el comunismo, a diferencia de una visión utópica-idealista.

Regresemos una vez más a Engels y El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, donde dice algo muy importante: “…ninguna sociedad puede ser dueña de su propia producción de un modo duradero ni controlar los efectos sociales de su proceso de producción si no pone fin al cambio [el intercambio de mercancías] entre individuos”. Esto se relaciona con la anarquía de la producción e intercambio de mercancías. Vale la pena repetir eso: “…ninguna sociedad puede ser dueña de su propia producción de un modo duradero ni controlar los efectos sociales de su proceso de producción si no pone fin al cambio [el intercambio de mercancías] entre individuos”. Esa declaración de Engels concentra un conocimiento profundo, desde una perspectiva materialista, de la sociedad humana, su desarrollo histórico y su potencial. No voy a adentrarme más en ella aquí; me limitaré a subrayar el valor y la importancia de reflexionar sobre su profundo significado.

Los individuos, la colectividad y el bien común de la sociedad

A partir de lo que ya dije, quiero hablar más sobre la contradicción entre los individuos con relación a la colectividad y la cooperación, y los individuos con relación al bien común de la sociedad. Esto requiere captar firmemente el aspecto principal sin borrar ni hacer caso omiso del aspecto secundario (y darle el debido peso y expresión). Estas contradicciones entre los individuos, por un lado, y la colectividad y la cooperación, por el otro, y entre los individuos y el bien común de la sociedad las he abordado en varias charlas y escritos, entre ellos “Grandes objetivos y gran estrategia”2 y en la discusión sobre epistemología.3

En la discusión sobre epistemología, dije que hay que trabajarle más a estos temas y mencioné el libro A Theory of Justice (Una teoría de la justicia) de John Rawls. En ese libro Rawls se propone esbozar los rasgos de una sociedad justa. No dice que tal sociedad haya existido ni que haya evolucionado históricamente; se propone definir cómo sería y cuál debe ser la meta. En ese contexto, se pone a polemizar contra los utilitarios, como John Stuart Mill, o gente como Jeremy Bentham más que Mill; dice: “La justicia niega que la pérdida de libertad en el caso de algunas personas se justifica por el bien común que comparten los demás… en una sociedad justa, se dan por sentadas las libertades básicas, y los derechos conseguidos por la justicia no se someten a la negociación política o al cálculo de intereses sociales”. Nótese: “los derechos conseguidos por la justicia no se someten a la negociación política o al cálculo de intereses sociales”. Más tarde, hablando de “los dos principios de la justicia”, Rawls escribe (aparentemente en oposición a varios tipos de utilitarismo): “Primero: cada persona tiene el mismo derecho al conjunto más amplio de libertades básicas compatible con un conjunto similar del cual disfrutan los demás”. ¿Suena familiar? ¿No les recuerda lo que decía Immanuel Kant? “Segundo: las desigualdades sociales y económicas se deben disponer de modo que a) haya una expectativa razonable de que les convengan a todos, y b) se apliquen a posiciones y cargos a la disposición de todos”, y no sean propiedad exclusiva de algunos. “Estos principios”, continúa, “se deben disponer en orden empezando con el primero, así que incumplir las libertades iguales básicas que ampara el primer principio no se puede justificar, o compensar, con mayores ventajas sociales o económicas”. [Rawls, A Theory of Justice, The Belknap Press of Harvard University, Cambridge, Massachusetts, 1999, revisado de la edición de 1971, pp. 25, 53-54, énfasis mío]

En esencia lo que dice es: el bien social común no justifica restringir los derechos de algunos ni dar más “libertades básicas” a una parte de la sociedad y no a otras. ¡Adiós, dictadura del proletariado!

Ahí se ve la naturaleza fundamentalmente idealista y ahistórica de estos principios y del punto de vista que expresan. Pensando en la primera parte de esta charla, cuando hablé del movimiento y el desarrollo de la sociedad por medio de la expresión y el dinamismo de las contradicciones entre las fuerzas y las relaciones de producción, y la base y la superestructura; pensando en el comentario de Marx de que cada generación hereda las fuerzas productivas de la generación anterior, y en la discusión de la necesidad y la libertad (y de que esta consta de la transformación de aquella); pensando en todo esto, se puede ver que la noción de Rawls es totalmente idealista y ahistórica, que no corresponde al desarrollo social y el surgimiento de las clases y del estado, ni a lo que han sido en realidad las consecuencias del desarrollo de la sociedad de clases.4 Se puede ver que esto es fundamentalmente ahistórico e idealista. Si aplicamos el materialismo histórico y captamos cómo ha evolucionado la sociedad, no cabe duda de que no es posible aplicar estos principios de justicia de Rawls con igualdad a los individuos de la manera que describe.

En oposición a esta orientación está la orientación comunista de ubicar todo esto en el contexto de determinadas relaciones sociales y de producción (y, en la sociedad de clase, las relaciones de clase), y el reconocimiento de que, en una sociedad dividida en clases, hay puntos de vista distintos y fundamentalmente opuestos del “bien social” (qué es y cómo lograrlo) y de la relación de los individuos al bien social. Una vez más quiero regresar a lo que dije antes, que todas las clases, y especialmente todas las clases dominantes, identifican los intereses generales de la sociedad con sus propios intereses de clase. En oposición a eso está la orientación comunista de reconocer correctamente el criterio de realizar el bien social común como el aspecto principal, sin negar el aspecto secundario pero muy importante de no pisotear a los individuos y la individualidad, sino darle la expresión más amplia posible a la individualidad en el marco social, colectivo y de cooperación. Una vez más regresamos al punto de Marx de que “el derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado”. Y con el ejercicio del poder estatal por el proletariado, dirigido por su vanguardia, es importante (este es otro tema que sospecho que será polémico en el movimiento comunista internacional, o es una ruptura con a lo mínimo una parte de la práctica de los estados socialistas), repito, es importante no someter a los individuos, ni siquiera a los individuos de la antigua clase dominante (y demás contrarrevolucionarios sojuzgados), a represión y restricción arbitrarias de derechos individuales, expresión, etc.

Esto se relaciona con otra parte de esta charla sobre el “imperio de la ley” y una Constitución, porque si se suprime y se les quitan arbitrariamente los derechos a los representantes de la antigua clase dominante y los demás contrarrevolucionarios, o quienes se cree que son contrarrevolucionarios, se abre la puerta a lo mismo por toda la sociedad, inclusive entre el pueblo, al capricho de quien tenga las manos en las palancas del poder en un momento dado. Por eso se necesita una Constitución y el “imperio de la ley” en la sociedad socialista.5

Todo esto se relaciona con una visión comunista, no burguesa, y materialista(materialista dialéctica), no idealista y metafísica, de la libertad. Es importante que captemos y apliquemos esto sin caer en el utilitarismo e instrumentalismo, que dicen que se debe hacer lo que concuerde con el bien social común, sin importar lo que les pasa a los individuos.

Como ya hablé de esos puntos, aquí quiero subrayar que, incluso ahora, antes de que se establezca un nuevo estado proletario en el mundo (y, en realidad, para fortalecer la base para establecer tal estado, dondequiera que se presente la posibilidad primero, por medio de la lucha revolucionaria para conquistar el poder), y para que el estado socialista esté al servicio, tan cabalmente como sea posible, de la meta final de avanzar al comunismo, queda mucho por investigar y sintetizar en cuanto a la relación entre los individuos y el bien social común y en cuanto a la experiencia histórica de la dictadura del proletariado. Por otro lado, creo que los principios que he descrito, y las contradicciones que he identificado como esenciales, con relación a esto, son partes importantes de la base del trabajo que queda por hacer.

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Captar que la libertad es el reconocimiento (y la transformación) de la necesidad y que “el derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado”, y lo que acabo de decir para refutar la teoría de la justicia de Rawls tanto como el “imperativo categórico moral” de Kant,6 todo esto, en conjunto, sienta una base para captar más cabalmente el punto de vista comunista de la libertad, en contraste con el punto de vista burgués. No voy a decir más sobre esto aquí; lo dejaré para reflexionar y discutir.

Pero lo que quiero subrayar aquí es que todo esto, o sea la relación (y contradicción) entre el individuo y la colectividad, y los individuos y el bien social común, hace pensar en el punto del paracaídas.7 Como recalqué, es muy importante reconocer que habrá mucha diversidad cuando el paracaídas “se vuelva a abrir”, tras la conquista y la consolidación del poder por la revolución proletaria. Habrá clases y agrupamientos sociales diferentes, y habrá muchos individuos con diferentes características e inclinaciones; y manejar correctamente esas contradicciones, de los distintos modos y niveles en que se expresan, y su compenetración, es parte de la complejidad de dirigir la lucha en un país dado como parte del avance mundial al comunismo.

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NOTAS:

1. Esto se explora en “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad”. La parte sobre estos temas se publicó en Revolución #43, 16 de abril de 2006. [volver]

2. “Grandes objetivos y gran estrategia” es una charla de Bob Avakian de finales de la década pasada. Unos pasajes de esa charla salieron en el Obrero Revolucionario #1127-1142 (del 18 de noviembre de 2001 al 10 de marzo de 2002). La “Conversación de Bob Avakian con unos camaradas sobre epistemología: Sobre conocer, y cambiar, el mundo” salió en el Obrero Revolucionario #1262, 19 de diciembre de 2004. [volver]

3. La “Conversación de Bob Avakian con unos camaradas sobre epistemología: Sobre conocer, y cambiar, el mundo” salió en el Obrero Revolucionario #1262, 19 de diciembre de 2004. [volver]

4. El autor habla de estos temas en “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad”. La parte sobre estos temas se publicó en Revolución #43, 16 de abril de 2006. [volver]

5. La cuestión del “imperio de la ley” y de las constituciones en la sociedad socialista se explica en el pasaje de “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad” que salió en Revolución #42, 9 de abril de 2006. [volver]

6. El “imperativo categórico moral” de Kant (que el ser humano nunca debe ser un medio para llegar a un fin, sino un fin en sí mismo) se menciona en el pasaje de “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad” que salió en Revolución #43, 16 de abril de 2006. [volver]

7. “La base, las metas y los métodos de la revolución comunista, segunda parte”, Revolución #47, 21 de mayo de 2006. [volver]