Debemos mantener firmemente la orientación de conquistar el poder y defenderlo férreamente, pero además tenemos la tarea y el reto de expandir y transformar constantemente al grupo que detenta y ejerce ese poder. Lo destaqué hace algunos años en el discurso de las reuniones en memoria de Mao1, donde señalé que cuando tengamos el poder, hay muchas cosas que hacer para defenderlo y continuar la revolución, pero además debemos preguntar, ¿quiénes somos "nosotros"? Es otra manifestación de las contradicciones muy profundas y a menudo muy agudas del socialismo como transición al comunismo. Hay que aferrarnos al poder; lo necesitamos para lograr todas las cosas que mencioné antes que son imposibles en este sistema.2 Pero si no transformamos al grupo que detenta el poder, terminaremos por perjudicar nuestra causa porque nos proponemos transformaciones histórico-mundiales que no puede hacer un pequeño grupo de personas. Aunque sean miles o docenas o cientos de miles, un grupo relativamente pequeño de gente avanzada, concentrada y organizada en la vanguardia, no puede lograr dichas transformaciones.
Es muy fácil decir: "Nosotros podríamos gobernar mucho mejor que la burguesía". De hecho, lo digo a menudo... y es verdad. Pero si "nosotros" somos un grupo relativamente pequeño, no lo podremos lograr y acabaremos igual que ahora, y terminaremos por desmoralizar a las masas. Por eso digo que tenemos que ensanchar constantemente nuestras filas. Tenemos que incorporar a más gente antes de conquistar el poder, y muchísima más una vez que conquistemos y consolidemos el poder revolucionario.
Tenemos que seguir haciéndolo hasta que no se necesite el poder del estado ni la vanguardia, ni exista una división entre la dirección y los dirigidos ni el potencial de que se transforme en una relación opresora y antagónica. Y eso se tiene que lograr en todo el globo. Esa, no menos, es la magnitud de la gran tarea que asumimos. La conquista del poder, por importantísimo que sea, no es un fin en sí mismo ni es la meta final. La meta final es establecer el comunismo con la abolición de todos los antagonismos y distinciones de clase, todas las relaciones y divisiones sociales opresivas, no solo en este o aquel país sino en el mundo entero; es establecer una comunidad mundial, la asociación cooperativa de seres humanos libres, quienes (como dijo Mao) se transformen consciente y voluntariamente a sí mismos y al mundo objetivo.
Acabar con los déspotas
La conquista del poder es el primer gran paso en la transición al comunismo y, para decirlo de una manera un tanto polémica, la vanguardia es un "déspota ilustrado" y queremos avanzar hacia una situación en que no haya ni déspotas ni la necesidad ni base para ellos. Esta manera de expresarlo es exagerada, valga la redundancia, y hasta un absurdo, pero lo digo para provocar reflexión y debate. ¿Por qué hablo de "déspotas ilustrados"? Obviamente hablo en sentido figurado, pues ¿a poco tenemos los mismos métodos y concepción del mundo que Luis XIV o Federico el Grande?3
Sin embargo cuando tomemos el poder, quedarán grandes desigualdades y divisiones sociales, de eso no cabe duda, y las nociones de "democracia pura" no harán más que favorecer a la burguesía, que busca volver al poder. Fíjense, por ejemplo, en lo que se dice sobre el nuevo poder del estado en el Borrador del Programa del Partido (en los apéndices "Consolidar el nuevo poder proletario, construir instituciones radicalmente nuevas" y "La dictadura del proletariado, la democracia y los derechos del pueblo"). Señala que la revolución procede en olas y triunfa en medio de un gran auge de lucha, pero no es posible sostener indefinidamente ese nivel.
Imagínense lo que se necesita para hacer la revolución en un país como Estados Unidos. Hay que organizar levantamientos revolucionarios de millones y docenas de millones de personas y canalizarlos en una fuerza combatiente, lo cual suscita grandes cambios en las relaciones entre la gente, su concepción del mundo y punto de vista ideológico. Pero ese alto nivel no se mantiene ni es posible sostenerlo continuamente. La lucha se desenvuelve en olas y espirales. ¿Qué vamos a hacer cuando se retire la primera gran ola revolucionaria que nos permitió conquistar y consolidar el poder? ¡No vamos a devolverle el poder a la burguesía! Ni modo que dijéramos: "Como ahora no hay tantas masas en lucha como antes con el gran auge de levantamientos revolucionarios, más vale devolverle el poder a la burguesía porque, ¿qué tal si nos volvemos una dictadura jerárquica?". ¡Para nada! Sería una monumental traición a las masas, sus heroicas luchas y los sacrificios que hicieron por la revolución y para conquistar el poder.
La contradicción tiene dos aspectos: una vez que se haya conquistado el poder, con todo lo que eso implica, hay que defenderlo férreamente; pero por el otro lado, está la cuestión de quiénes detentan el poder y la tarea de ir expandiendo y transformando eso, incorporando a más y más masas al ejercicio del poder y movilizándolas para revolucionar la sociedad. Porque si no encontramos los medios de hacer eso, el poder del estado se convertirá en un nuevo gobierno opresor, en otro tipo de dictadura burguesa.
Entonces, ¿por qué hablo de "déspotas ilustrados"? Bueno, como dije, para provocar reflexión y debate, porque especialmente en las primeras etapas de la dictadura del proletariado, inevitablemente el partido (y de manera concentrada su dirección) tendrá una influencia desproporcionada, por decirlo así, sobre la sociedad y sobre lo que se hace, no porque queramos acaparar el poder... sino simplemente porque esa es la realidad. Claro, todo mundo es libre de opinar, pero seamos realistas. ¿Qué pasa si fulano de tal plantea algo y luego un dirigente del partido plantea otra cosa? ¿Cuál tendrá más peso? No está mal que las masas respeten a los líderes del partido de vanguardia que ha dirigido la lucha por liberarlas de los horrores de la vieja sociedad. Está bien que den mucho peso a lo que dicen. Pero eso encierra una contradicción muy concreta porque en una situación dada es muy posible que el dirigente se equivoque y fulano tenga razón. Como cuestión de principio, hay que determinar lo correcto y lo incorrecto según los méritos de cada caso. O sea, hay que determinar qué planteamientos corresponden a la realidad objetiva y ayudan a captarla más cabalmente. En fin, aquí vemos varias contradicciones muy agudas, pero independientemente de cómo se resuelvan los aspectos particulares, es un hecho que los militantes del partido, y especialmente los líderes y el partido de conjunto, tendrán una influencia desproporcionada en la sociedad socialista por un tiempo considerable.
No se borrarán todas las disparidades porque sí, sobre todo en las primeras etapas del socialismo. El objetivo de la transición socialista al comunismo es precisamente borrar las desigualdades sociales, pero no es posible hacerlo de un solo golpe ni en poco tiempo, aunque es crucial superarlas lo más que se pueda en cada etapa. Pero así y todo, persistirán por un tiempo considerable.
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Reconocemos esa contradicción y emprendemos el camino que lleva a superarla, avanzando paso por paso, y a través de grandes saltos, hasta finalmente superar todas esas desigualdades y disparidades y abolir la contradicción entre la dirección y los dirigidos? ¿O nos desviamos, damos rienda suelta a dichas divisiones y disparidades, e incluso las reforzamos y profundizamos? ¿O caemos en el "error contrario" de ignorarlas o tratar de abolirlas de un solo golpe? Ambos errores (o líneas incorrectas) llevarán, tarde o temprano, a la destrucción del estado socialista y la restauración del capitalismo, darán marcha atrás al proceso revolucionario que permite que las masas dominen y transformen la sociedad y vayan eliminando las divisiones de clase y desigualdades sociales.
Aquí se destacan nuevamente las cuestiones decisivas que abordan el Borrador del Programa,"Grandes objetivos y gran estrategia" y "Empeñarse en la revolución, promover la producción4 acerca de la relación dialéctica entre la necesidad de dirección y centralismo, por un lado, y diversidad, creatividad, iniciativa, crítica y disentimiento, por el otro. Estos son vitales pero también es absolutamente vital aferrarse al poder y no devolvérselo a la burguesía.
Valorar el disentimiento
El Borrador del Programa afirma que valoramos el disentimiento, ¿pero lo valoramos de verdad o no más de palabra? Es fácil (o relativamente fácil) decir que debemos valorar el disentimiento y estimularlo, especialmente cuando tengamos el poder. Pero, ¿qué significa concretamente, por ejemplo, cuando todavía no hay servicios de salud adecuados y alguien dice: "Necesitamos fondos para un periódico independiente que diga que ustedes no sirven para nada"? Eso es una contradicción difícil. Y si no tenemos la línea correcta de valorar la diversidad y el disentimiento, y no simplemente como orientación general o abstracta, si no captamos profunda y concretamente por qué el disentimiento es importante en la sociedad socialista, no vamos a crear los medios necesarios para manifestarlo. No vamos a darle medios a gente como Amy Goodman para programas de radio y televisión que encuentren nuestras fallas y critiquen nuestros errores... e incluso nos critiquen injustamente a veces. La consigna de Amy Goodman es "cuestionamos al gobierno". ¿Qué pasa cuando nosotros somos "el gobierno"? Eso es un poco distinto. ¿Vamos a ser receptivos a eso en un sentido básico?
Naturalmente, hay que analizar concretamente cada caso, tanto lo que plantean y hacen ciertos individuos como las prioridades de la sociedad. Por ejemplo, ¿se va a destinar fondos a cualquiera que quiera manifestar disentimiento cuando no hay dinero para servicios de salud básicos? Claro que no. Pero por otro lado, ¿vamos a decir: "Lo sentimos mucho pero no se pueden destinar fondos al disentimiento porque las masas necesitan servicios de salud"? Tampoco. Sería erróneo. Habrá que destinar fondos al disentimiento porque es indispensable para todo lo que queremos lograr estratégicamente, aunque se tome más tiempo para desarrollar algunos aspectos de los servicios de salud (tras garantizar los servicios básicos).
Pero no será fácil. ¿Acaso será fácil decirles a las masas que en este momento no se puede construir una clínica porque hay que destinar fondos a gente que quiere manifestar críticas y disentimiento? No será nada fácil. Y naturalmente algunos manifestarán su desacuerdo y será crucial manejar todo eso correctamente. En algunas ocasiones las necesidades apremiantes de las masas no permitirán destinar fondos al disentimiento, pero en general es preciso garantizar fondos a tales medios y hacer un esfuerzo y una lucha consciente por crear un ambiente en que todo mundo se sienta libre de opinar sobre una gran variedad de cuestiones.
Desde luego, como he recalcado muchas veces, eso no quiere decir que no necesitemos la dictadura del proletariado. Al contrario, nuestra orientación de estimular el disentimiento y todo lo demás solo será posible, y solo será parte de la lucha por la emancipación total de las masas, si impedimos que logren sus propósitos (por medio de restricciones y, cuando sea necesario, supresión de su actividad política) la burguesía derrotada y otros que claramente están resueltos a tumbar el gobierno del proletariado y restaurar el capitalismo. Pero como también he recalcado en muchas ocasiones, ni la necesidad de la dictadura del proletariado ni su ejercicio debe llevar a confundir la contrarrevolución y el disentimiento ni restarle importancia; por el contrario, debe subrayar la importancia de valorarlo en la sociedad socialista.
"Adecuarse" para gobernar
Esas son las contradicciones complejas y a menudo agudas que habrá que manejar cuando tengamos el poder. Pero, ¿no tenemos que manejar ciertos elementos de esas contradicciones también ahora? Claro que sí. En nuestro trabajo se presentan una y otra vez contradicciones de ese tipo, de un modo un poco distinto, pero la metodología y la orientación, la concepción del mundo y la ideología para abordarlas son esenciales tanto en la lucha de hoy como para avanzar hacia el futuro. Marx dijo que el proletariado tiene que prepararse (o "adecuarse") para gobernar, y eso es una parte de lo que estamos haciendo.
¿Por qué dedicamos un número entero del OR a la cuestión de la evolución? Leí un informe muy interesante de una conversación con un partidario que dijo que lo impactó mucho el hecho de que prestemos tanta atención a esa cuestión y le hizo ver que el partido es mucho más serio de lo que pensaba. Y el camarada respondió muy acertadamente: "Claro, la evolución en sí es una cuestión muy importante y además el fundamentalismo religioso está causando mucha confusión, pero también reconocemos que el proletariado necesita conocimientos básicos de cuestiones como la evolución, y los medios y metodología para analizarlas, porque tiene que prepararse para gobernar". Es un buen ejemplo de aplicar los principios que vengo señalando a la situación actual.
Ahora, antes de conquistar y consolidar el poder revolucionario, y como una parte clave de avanzar hacia esa meta, la metodología y los medios para reconocer y lidiar con la necesidad, para captar correctamente la realidad objetiva y transformarla, son esencialmente los mismos que serán entonces, aunque las particularidades serán muy distintas. Es decisivo movilizar a las masas y dirigirlas a luchar contra la opresión hoy y también prepararlas para el futuro, para gobernar y revolucionar la sociedad.
Como dijo Lenin, "las masas" es un concepto relativo, o sea, lo que quiere decir depende de las circunstancias. En ciertas situaciones, "las masas" son miles o solo centenares, pero cuando un gran levantamiento sacude la sociedad y se acerca una situación revolucionaria, "las masas" querrá decir millones o docenas de millones. Pero independientemente del contexto y del número, tenemos la necesidad y el principio fundamental de incorporar a las masas y ayudarlas a dominar cada vez más toda esfera de la sociedad y la lucha sobre el rumbo que ha de tomar. Es importante ahora y obviamente será mucho más importante una vez que conquistemos el poder.