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Crimen Yanqui Caso #71: La masacre de Colfax de 1873... y como la Corte Suprema aprobó el terror racista

Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").

En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.

La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui

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En 1873, los negros que exigían su derecho a votar en el condado de Colfax, Luisiana, fueron atacados por turbas supremacistas blancas armadas. Los negros intentaron valerosamente defenderse, pero fueron masacrados. Arriba, una revista en Nueva York informó sobre el crimen

El 13 de abril de 1873, el domingo de Pascuas, tuvo lugar una masacre de personas negras en Colfax, Luisiana. Más de 300 hombres blancos, fuertemente armados, la mayoría ex oficiales y soldados del Ejército de la Confederación, dispararon, apuñalaron, quemaron y mutilaron a negros que buscaban refugiarse en un juzgado. Asesinaron a muchos de ellos cuando trataban de rendirse. El historiador Eric Foner dijo que la masacre de Colfax fue “el más sanguinario incidente de matanza racial en la era de la Reconstrucción”.

La Reconstrucción fue un corto periodo de 12 años después de la guerra de la Secesión. Como dijo Bob Avakian:

[E]n el breve período de la Reconstrucción, aunque no se cumplieron del todo las promesas de esos derechos, sí hubo importantes cambios y mejoras en la situación de los negros del Sur. Durante la Reconstrucción, los esclavos emancipados practicaron, aunque no plenamente, el derecho al voto, a ocupar cargos y otros derechos constitucionales de los ciudadanos. Incluso, algunos negros fueron elegidos a puestos altos, aunque nunca a la gobernación, de varios estados sureños.

Ese proceso fue muy contradictorio. La fuerza armada del estado, o sea el ejército federal, nunca garantizó plenamente esos derechos y a menudo aplastó luchas populares en pro de esos derechos. Pero en el Sur se estaba dando una especie de auge democrático-burgués, no solo en favor de las masas negras sino también de muchos blancos pobres y de la clase media. A pesar de agudas contradicciones, durante los 10 años que duró la Reconstrucción, hubo un florecimiento de reformas democrático-burguesas. No fue una revolución proletaria, pero fue algo significativo para la época. (De “Cómo el sistema ha traicionado al pueblo negro: Momentos decisivos”, en revcom.us como parte de la serie de extractos de las obras de Bob Avakian sobre la cuestión nacional.)

EL CRIMEN:

Desde el principio, el terror y violencia desenfrenados y masivos en todas partes de lo que había sido el territorio de la Confederación atacaron estos acontecimientos. Los supremacistas blancos estaban resueltos a imponer un sistema que arrebatara con violencia los logros del pueblo negro, y reprimiera despiadadamente a los negros. Quemaron escuelas, destruyeron comunidades enteras. Fueron los años en que se fundó y creció enormemente el Ku Klux Klan, llevando a cabo linchamientos, redadas nocturnas, y ataques de terror por todo el Sur contra los recién emancipados negros.

La violencia impregnaba todo aspecto de la sociedad con el fin de imponer una cultura de supremacía blanca. El historiador Eric Foner escribió: “…[L]a violencia se dirigía contra… ‘los negros insólitos’ — los que no se comportaban según el patrón de comportamiento que la esclavitud exigía. Un ex esclavo de Carolina del Norte contó que, después de ser castigado con látigos, sus atacantes del KKK ‘me dijeron lo que es la ley. Que donde sea que me encontrara con una persona blanca, quienquiera que sea, pobre o rica, yo tenía que quitarme el sombrero’”. Robert Smalls, un ex esclavo que fue congresista por Carolina del Sur hasta 1887, dijo después de dejar el cargo que “en los años desde la emancipación, se asesinaron a 53.000 afroamericanos, principalmente en el Sur”, según el historiador Douglas R. Egerton.

Luisiana en particular fue un infierno brutal de violencia propiciada por chusmas racistas que se cebaban con los negros recién emancipados. En septiembre de 1868, en St. Landry Parish, mataron a más de 200 personas en tres días. Ese mismo mes, cientos de blancos desataron un baño de sangre en Bossier Parish, y para octubre ya había 168 negros muertos.

En Colfax, los investigadores federales llegaron dos días después de la masacre. En el área del juzgado encontraron más cadáveres de lo que podían contar. La mayoría había sido torturada de manera horrorosa y con un tiro de gracia en la nuca. El historiador Charles Lane describió algo de lo con que se tropezaron, literalmente, los investigadores: “Un cadáver con la garganta cortada. Otro, desnudado hasta la cintura, había sido golpeado tan feo que no se le reconocía características; a su lado, la culata rota de una escopeta de doble barril. Lo único que quedaba del juzgado eran sus paredes de ladrillo, quemadas, olor de humo. En las ruinas, los investigadores encontraron un esqueleto humano”. Se desconoce la cantidad de muertos ese día. La mayoría de los informes dicen que ese día asesinaron a por lo menos 150 personas.

No se levantaron cargos estatales contra ninguno de los asesinos. Pero sí se levantaron cargos federales contra docenas de miembros de la chusma de supremacistas blancos. No les acusaron de homicidio, sino de violar leyes federales por interferir con “el derecho y el privilegio de reunirse en paz”. En los juicios federales, solo condenaron de algo tres de ellos. Apelaron las condenas y un tribunal federal de distrito las retiró. La fiscalía federal apeló esa decisión ante la Corte Suprema de Estados Unidos en el famoso caso U.S. vs. Cruikshank (William J. Cruikshank fue uno de los tres condenados de violar leyes federales de derechos civiles).

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Un dibujo de Harper's Weekly representa a los negros recogiendo los cuerpos de los asesinados después de la masacre.

La Corte Suprema escuchó el caso en 1875. Para ese entonces, las tropas federales despachadas para defender la Reconstrucción solo quedaban en tres estados — Luisiana, Carolina del Sur y la Florida. Los otros estados, en el lenguaje de la supremacía blanca, “se redimieron”: había empezado la restauración de la supremacía blanca en todas las leyes e instituciones, y venía atríncherándose el odioso sistema Jim Crow.

La Corte revocó las condenas de los tres asesinos racistas. La esencia de la decisión fue que las leyes federales no pueden proteger al pueblo negro de las violaciones de sus derechos civiles (¡o del asesinato en masa!) cometidas por chusmas, sólo de violaciones de esos derechos por agencias gubernamentales.

El legado de Colfax y del fallo Cruikshank duró por más de un siglo. No fue hasta el 2005 —sí, el 2005— que el gobierno federal reconoció de alguna manera que había consentido el asesinato y terror contra la gente negra, cuando el Senado aprobó una resolución que expresaba “arrepentimiento” porque nunca se había aprobado una ley contra linchamientos.

En 1877, el gobierno estadounidense retiró el resto de los soldados de los estados de Luisiana, Carolina del Norte y la Florida. El retiro de los soldados y la decisión de la Corte Suprema pusieron fin a la Reconstrucción.

Como ha escrito Bob Avakian:

[E]n un momento decisivo de la historia de Estados Unidos se planteó muy claramente la pregunta: ¿serían los negros "incluidos", integrados o asimilados a la sociedad en pie de igualdad? ¿Se atacaría y extirparía sistemáticamente la esclavitud y sus vestigios… o no? La respuesta fue un tajante ¡NO! Y hay una razón material para eso: la burguesía no podía hacerlo sin destripar todo su sistema.

Por el contrario, volvieron a encadenar a los negros, no con cadenas de hierro sino con cadenas económicas, como deuda y otras formas de explotación económica, y con opresión y terror judicial y extrajudicial. Así que ese fue un momento decisivo en el cual el sistema le falló al pueblo negro y lo traicionó.

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Los criminales

* Toda la chusma racista de soldados de la Confederación no arrepentidos que cometieron la matanza.

* Los organizadores y líderes de la chusma linchadora, Alphonse Cazabat y Christopher Columbus Nash, ex oficiales del Ejército de la Confederación que presumían ser jueces y sheriffs elegidos de Grant Parish, donde se encuentra Colfax. William Cruikshank, un adinerado ex esclavista que ayudó a organizar y participó en la chusma linchadora.

* La Corte Suprema de Estados Unidos. El fallo Cruikshank sirvió de luz verde para que el KKK y las chusmas racistas sembraran terror y lincharan. Y la Corte Suprema recalcó lo mismo unos años después al referirse al fallo Cruikshank en un caso de linchamiento en Tennessee. La Corte determinó que “no se decidió que el linchamiento era un asunto federal, porque la chusma se consistía solamente de individuos particulares”.

Estos fallos dieron luz verde a 100 años del terror de chusmas de linchamiento en el Sur. En las palabras de W.E.B. DuBois: “El esclavo se emancipó; se paró por un rato en el sol; luego se movió hacia atrás de nuevo, hacia la esclavitud”.

Los antecedentes criminales

Muchos de los que participaron en el asesinato en masa habían sido dueños de seres humanos de ascendencia africana. Habían participado en forzarlos brutalmente a trabajar como bestias de carga en las lucrativas plantaciones esclavistas, latigándolos, y persiguiéndolos cuando se fugaron. Algunos hicieron su agosto en la venta, compra y explotación de los negros esclavizados. La mayoría participó en una guerra para preservar el sistema de la esclavitud. Después de perder esa guerra, todos lucharon durante años para restablecer y atrincherar la supremacía blanca.

La coartada

La chusma blanca alegó que lo hizo porque los negros que buscaban albergue en el tribunal de Grant Parish estaban a punto de matar y violar a blancos. Y que los negros se estaban “robando” unas elecciones para poder seguir matando y violando. Uno de los linchadores dijo: “Los negros de Colfax gritaban a diario… que se proponían matar a todos los hombres y niños blancos, y que se quedarían sólo con las mujeres para procrear. De su parte, puede asegurarse que si tuvieran éxito no perdonarían ni edad, ni sexo, ni la infancia indefensa”.

El verdadero motivo

El pequeño ejército que atacó el juzgado de Colfax tenía el propósito explícito de imponer la supremacía blanca indiscutida.

El motivo de la absolución, y el fallo de la Corte Suprema en Cruikshank, representaban los intereses de fuerzas aún más poderosas. Como se resumió en un número especial de Revolución La opresión del pueblo negro, los crímenes de este sistema y la revolución que necesitamos:

[L]os verdaderos intereses de los capitalistas del norte se exhibieron en su traición a la Reconstrucción. Durante los muy pocos años de la Reconstrucción (los diez años después del fin de la guerra de Secesión), el gobierno estadounidense cumplió con algunas de sus promesas y apostó tropas en el Sur. Estas tuvieron el encargo de prevenir las masacres al por mayor de los negros, y de los blancos pobres, quienes luchaban por obtener tierras y ejercitar los derechos políticos que les habían prometido. Pero la clase capitalista que ahora dominaba el gobierno nacional lo hizo en gran parte para subordinar completamente a los antiguos dueños de las plantaciones; y cuando los ex esclavos y sus aliados luchaban “demasiado fuerte” para sus derechos, el gobierno lanzó a estas mismas tropas en su contra.

Sobre todo los capitalistas del norte querían orden y estabilidad para llevar a cabo la mayor consolidación de su poder, además de expandirse más en el continente norteamericano e internacionalmente. La efervescencia y los levantamientos que hubieran acompañado todo lo que hubiera implicado que los ex esclavos jugaran un papel importante en el proceso político o solo ejercieron derechos básicos pudieran haber “enviado el mensaje equivocado” a otros oprimidos en Estados Unidos; y de hecho, cuando en 1877 las tropas estadounidenses se retiraron del sur, lo que signó el fin de la Reconstrucción, inmediatamente el gobierno las mandó al oeste para aplastar de manera terminante la resistencia de los indígenas, y a las ciudades del norte para reprimir con la violencia a las revueltas de trabajadores inmigrantes. Además, la verdadera libertad hubiera permitido que los ex esclavos resistieran la severa explotación que sufrían, y por ende hubiera hecho mucho menos rentable para los capitalistas gobernantes volver a integrar a la economía de sur en la sociedad más amplia. Así que desataron al Ku Klux Klan y toda su fuerza para jugar un papel en las batallas a menudo sanguinarias para derrotar y someter a los esclavos libertos y los blancos progresistas.

Los crímenes continúan

Luisiana convirtió au plantación esclavista más grande, situada no muy lejos de donde se llevó a cabo la masacre de Colfax, en el tristemente célebre campamento de prisión Angola. Luisiana ahora tiene el promedio más alto de encarcelados del mundo; la abrumadora mayoría de los presos son hombres negros.

En 1950, el estado de Luisiana puso un hito carretero cerca del lugar de la masacre de Colfax para que duren los pretextos, el engaño, y el encubrimiento de la masacre de negros que tuvo lugar allí. La inscripción dice: “En este lugar sucedió el Motín de Colfax, en el que perecieron tres hombres blancos y 150 negros. El incidente del 13 de abril de 1873, marcó el fin del mal gobierno del ‘carpetbagging’ [a saber, gente del Norte que se opuso a la esclavitud] en el Sur”.

Fuentes

“Cómo el sistema ha traicionado al pueblo negro: Momentos decisivos”, en revcom.us como parte de una serie de pasajes de los escritos de Bob Avakian sobre la cuestión nacional del pueblo negro.

La opresión del pueblo negro, los crímenes de este sistema y la revolución que necesitamos (Número especial de Revolución, octubre 2008)

LeeAnna Keith, The Colfax Massacre: The Untold Story of Black Power, White Terror, and the Death of Reconstruction [La massacre de Colfax: La historia no contada del poder negro, el terror blanco, y la muerte de la Reconstrucción] (Oxford University Press, 2008)

Douglas R. Egerton, The Wars of Reconstruction [Las Guerras de la Reconstrucción] (Bloomsbury Press, 2014)

Eric Foner, Reconstruction: America’s Unfinished Revolution 1863-1877 [La Reconstrucción: La revolución inconclusa de Estados Unidos 1863-1877] (DIANE Publishing Company, 2008; edición actualizada, Harper Perennial, 2014)

Peter Irons, A People’s History of the Supreme Court [La historia popular de la Corte Suprema] (edición revisada, Penguin Random House, 2006)

Charles Lane, The Day Freedom Died: The Colfax Massacre, the Supreme Court, and the Betrayal of Reconstruction [El Día que murió la libertad: la Masacre de Colfax, la Suprema Corte y la traición de la Reconstruction] (Holt Paperbacks, 2008)

 

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