Bob Avakian escribe que una de las tres cosas que tiene “que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor: Las personas tienen que reconocer toda la historia propia de Estados Unidos y su papel en el mundo hasta hoy, y las correspondientes consecuencias terribles”. (Ver "3 cosas que tienen que ocurrir para que haya un cambio duradero y concreto hacia lo mejor").
En ese sentido, y en ese espíritu, “Crimen yanqui” es una serie regular de www.revcom.us. Cada entrega se centrará en uno de los cien peores crímenes de los gobernantes de Estados Unidos, de entre un sinnúmero de sanguinarios crímenes que han cometido por todo el mundo, de la fundación de Estados Unidos a la actualidad.
La lista completa de los artículos de la serie Crimen Yanqui
EL CRIMEN
Durante 27 años, de 1975 a 2002, Estados Unidos alimentó una guerra civil reaccionaria y extremadamente sangrienta en Angola, un país en el sur de África. La guerra causó la muerte de medio millón de angoleños, y millones de desalojados.
En 1975, tras años de lucha del pueblo angoleño, Portugal, que había dominado esa zona de África durante siglos, se vio obligado a conceder la independencia a Angola y otras colonias africanas. Estados Unidos había apoyado a Portugal en sus esfuerzos para aplastar a la oposición y mantener su dominio colonial en Angola. Incluso les suministró napalm a los colonizadores portugueses.
Al mismo tiempo, Estados Unidos mantuvo abiertas sus opciones al proporcionar ayuda a uno de los tres grupos en la lucha por la independencia de Angola, el FNLA (Frente Nacional para la Liberación de Angola). El respaldo de Estados Unidos no fue en base al apoyo genuino para una lucha anticolonial por la independencia; era un contrapeso al MPLA (Movimiento Popular para la Liberación de Angola), que recibió el respaldo político y militar de la Unión Soviética. En ese momento, la Unión Soviética era una potencia imperialista que competía globalmente con Estados Unidos. Había un tercer grupo de independencia angoleño: la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), encabezada por Jonas Savimbi, un señor de la guerra corrupto y brutal, quien tenía vínculos con los gobernantes del Sudáfrica de apartheid.
Con el inminente fin de la dominación portuguesa en 1975, el MPLA emergió como el más grande y mejor organizado de los grupos anticoloniales y estaba a punto de tomarse el poder. Ansioso por mantener su propia influencia en Angola y contrarrestar a los soviéticos, Estados Unidos alentó al FNLA y la UNITA a que no llegaran a un acuerdo con el MPLA, y envió fondos, armas y agentes de la CIA para consolidar al FNLA y la UNITA como fuerzas pro-Estados Unidos y anti-MPLA.
Estados Unidos se involucró profundamente en la guerra civil angoleña, y la Casa Blanca y la CIA negaron públicamente que hubieran intervenido de ninguna forma en el conflicto. La CIA reclutó mercenarios estadounidenses y británicos para operar en Angola contra el MPLA. Libró campañas de desinformación en nombre de los grupos que apoyaba. Alentó al Sudáfrica de apartheid y al régimen brutal de Mobutu Sese Seko en Zaire a que respaldaran al FNLA y la UNITA1. Personal estadounidense volaba entre Zaire y Angola para llevar a cabo misiones de reconocimiento y suministro para ayudar a las fuerzas anti-MPLA.
En 1976, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley de Control de Exportación de Armas (la Enmienda Clark), que prohibía al gobierno de Estados Unidos brindar ayuda directa o indirecta a grupos que participaban en operaciones militares o paramilitares en Angola. La CIA hizo caso omiso de la Enmienda Clark y usó formas secretas para canalizar armas y ayuda a las fuerzas anti-MPLA en Angola2.
La guerra de Angola se dio un gran salto después de la elección de Ronald Reagan como presidente de Estados Unidos en 1980. Reagan aumentó el apoyo a UNITA y Savimbi. Gran parte de esta ayuda estadounidense se realizó a través del régimen de apartheid en Sudáfrica, que había intervenido directamente en Angola contra el gobierno del MPLA. Según William Blum, “En 1984, un memorándum confidencial sacado de contrabando de Zaire reveló que Estados Unidos y Sudáfrica se habían reunido en noviembre de 1983 para hablar sobre la desestabilización del gobierno angoleño. Elaboraron planes para proporcionar más ayuda militar a la UNITA (el FNLA ya no operaba) y consideraron formas de implementar una amplia gama de tácticas: unificar los movimientos antigubernamentales, estimular el sentimiento popular contra el gobierno, sabotear fábricas y sistemas de transporte, tomar control de puntos estratégicos, interrumpir proyectos angoleños-soviéticos; minar la relaciones entre el gobierno de Angola y los de la Unión Soviética y Cuba, presionar Cuba para que retirara sus tropas, sembrar divisiones en las filas de la dirigencia del MPLA, infiltrar agentes en el ejército angoleño, y aplicar presión para detener el flujo de inversiones extranjeros en Angola”3.
Estados Unidos también consiguió que sus aliados, especialmente Israel, respaldara al régimen del apartheid en Sudáfrica, entrenando a sus militares, proporcionándole tecnología militar, y entrenando a sus agencias de “inteligencia” en el uso de la tortura. Un aspecto importante de esto fue ayudar a Sudáfrica a librar la guerra en Angola. En 1982, Estados Unidos instó al Fondo Monetario Internacional a otorgar a Sudáfrica $1.100 millones en crédito, una cantidad que resultó ser igual al aumento en el gasto militar sudafricano de 1980 a 1982.
En 1985, el Congreso derogó la Enmienda Clark, y esto llevó rápidamente a un salto en la intervención abierta de Estados Unidos en Angola. En 1986, Reagan invitó a Savimbi de la UNITA a la Casa Blanca, donde el más alto funcionario sobre África en la administración de Reagan lo elogió como “uno de los líderes más talentosos y carismáticos de la historia moderna de África”. Después de reunirse con Savimbi, Reagan dijo que podía imaginar una “victoria de UNITA que electrice al mundo” y lo llamó un “luchador por la libertad”. La administración de Reagan le prometió a Savimbi el respaldo de Estados Unidos para una escalada en la guerra contra el MPLA. En enero de 1987, Estados Unidos anuncio que iba a suministrar misiles Stinger y otras armas antiaéreas a las fuerzas anti-MPLA en Angola.
En 1988, Sudáfrica invadió al sur de Angola con una fuerza de invasión fuertemente armada para ayudar a la UNITA a lanzar una ofensiva con el objetivo de apoderarse de la ciudad capital, Luanda. En el área estratégica de Cuito Cuanavale, el ejército sudafricano chocó con fuerzas cubanas armadas que llevaban armas y aviones avanzados suministrados por la Unión Soviética.
Las fuerzas de Sudáfrica y la UNITA sufrieron la derrota en ésta la batalla más grande en África desde la Segunda Guerra Mundial, pero a pesar de este revés Estados Unidos continuó respaldando a la UNITA, y el conflicto angoleño continuó por otros 14 años sangrientos.
La UNITA de Savimbi perdió gran parte de su credibilidad como fuerza de “liberación” debido a su alianza abierta con el apartheid de Sudáfrica y el régimen de Mobutu en Zaire. Pero la UNITA controló las regiones productoras de diamantes de Angola, y una enorme red de contrabando de diamantes (valorados en cientos de millones de dólares al año) le dio a Savimbi la base financiera para continuar la guerra. Compañías sudafricanas vendieron los “diamantes de sangre” producidos en las minas de Angola por trabajadores que trabajaron en condiciones terribles, incluso mortales.
Los gobernantes de Estados Unidos solo disminuyeron su apoyo a sus fuerzas en la guerra civil de Angola en 1993, unos años después de que se cayó la Unión Soviética. El MPLA dejó de afirmar que era “marxista-leninista”, autodenominación que había adoptado cuando lo respaldaba la Unión Soviética, cual país en sí era solo “comunista” en nombre y capitalista-imperialista en realidad. Tras la caída soviética, el MPLA adoptó la socialdemocracia y pidió elecciones multipartidarias y se alineó con Estados Unidos y otros países imperialistas. Durante las elecciones de 1992, Savimbi y la UNITA recibieron menos votos que Jose Dos Santos del MPLA. Savimbi rechazó la legitimidad de las elecciones y volvió a encender la guerra civil con horrorosas consecuencias en cuanto a muertos y destrucción, lo que continuó hasta la muerte de Savimbi en 20024.
Para ese entonces, habían muerto unos 500.000 angoleños y millones se encontraban desplazados internamente. El extenso uso de minas terrestres resultó en una de las más altas tasas de amputados en el mundo. Después de la guerra, quedaron en ruinas buena parte de las instituciones públicas, empresas económicas, instituciones religiosas, infraestructura y sistemas de apoyo vital indispensables como el médico.
Los refugiados que regresaron a Angola en 2003 encontraron un país en el cual, según las Naciones Unidas: “El 80% de la población no tiene acceso a servicios médicos básicos. Más de dos tercios carecen de agua potable. Toda una generación de niños jamás ha abierto un libro escolar. La expectativa de vida es menos de 40 años. Tres de cada 10 niños morirán antes de su quinto cumpleaños”5.
LOS CRIMINALES
El presidente estadounidense Gerald Ford y su secretario de Estado Henry Kissinger: En 1975 Ford era presidente y Kissinger secretario de Estado cuando Estados Unidos intervino en Angola para oponerse a las fuerzas aliadas con la Unión Soviética. El autor William Blum señaló que Kissinger “estaba completamente obsesionado con contrarrestar los avances soviéticas en cualquier parte del mundo, ya sean grandes o triviales, reales o imaginados, fait accompli o anticipados”. Eso se debe a que, habiendo salido de la II Guerra Mundial como la potencia imperialista número uno, ahora se encontraba ante el reto a nivel mundial de la Unión Soviética, que se había vuelto una potencia imperialista tras la derrota del socialismo en ese país a mediados de los años 1950.
La CIA: A mediados de los años 1970, en anticipación de la independencia angoleña de Portugal, la CIA encargó a John Stockwell (un agente con mucha responsabilidad en la guerra de Vietnam y luego en África) con robustecer al FNLA y la UNITA, organizaciones aliadas con Estados Unidos. Más tarde, Stockwell, indignado, dejó de trabajar para la CIA y escribió sobre su trabajo con la CIA en Angola. En su libro Searching for Enemies: A CIA Story [En busca de enemigos, un relato de la CIA], dice: “Durante septiembre y octubre [de 1975], la CIA, con un apoyo notable de varias oficinas gubernamentales y militares estadounidenses de todas partes del mundo, lanzó la polémica guerra a gran escala con una crueldad singular”.
El presidente estadounidense Ronald Reagan: Reagan inició una estrategia militar más agresiva en la contienda y conflicto mundial con la Unión Soviética, la llamada “Doctrina Reagan”. En Angola, eso atizó las llamas de la guerra civil y resultó en un sufrimiento indecible para el pueblo angoleño.
Heritage Foundation: Este “think tank”, grupo de expertos, derechista, cabildeó de parte de las políticas de Ronald Reagan en Angola. Durante su visita a Estados Unidos, Jonas Savimbi de la UNITA alabó a la Heritage Foundation (Fundación Heritage) por su papel crítico en la derogación de la Enmienda Clark: “Cuando visitamos la Heritage Foundation, es como volvernos a casa. Sabemos que nuestro éxito aquí en Washington, al derogar la Enmienda Clark y obtener ayuda estadounidense para nuestra causa, se debe en gran parte a los esfuerzos que ustedes han hecho”.
El régimen de apartheid en Sudáfrica: Desde mediados de los años 1970 hasta principios de los 1990, el régimen de apartheid intervino repetidamente en Angola, enviando soldados y columnas blindadas con el fin de destruir al gobierno del MPLA, aplastar a las fuerzas de liberación africanas y ayudar al imperialismo estadounidense, a la vez que perseguió sus propias ambiciones regionales.
Israel: Desde los primeros años de la guerra civil de Angola, Israel armó a las fuerzas pro Estados Unidos. Tras la aprobación de la Enmienda Clark, de esa manera les proporcionó ayuda importante a la CIA y las administraciones estadounidenses al esquivar las restricciones formales a la ayuda a las fuerzas en Angola.
LA COARTADA
Ya sea que secretamente en el periodo inmediatamente después de que los portugueses se retiraron de Angola, o más abiertamente en los años de Reagan después de 1980, Estados Unidos siempre alegó que representaba la “libertad” y la “democracia” en conflicto con el “comunismo” soviético y tachó de bobos embaucados por el “imperio soviético del mal” a todas las fuerzas que se oponían a Estados Unidos. En 1975, el embajador estadounidense ante la ONU, Patrick Moynihan, declaró que si Estados Unidos no interviniera “los comunistas se apoderarían de Angola y así controlarían fácilmente las rutas de petróleo del golfo Pérsico hacia Europa. Entonces irán a Brasil. Tendrán un trozo grande de África, y el mundo será diferente si tienen éxito”.
EL VERDADERO MOTIVO
En las décadas de los años 1960 y 1970, luchas anticoloniales y antiimperialistas se extendieron por el mundo, asestándoles golpes a Estados Unidos y otras potencias imperialistas del Occidente. Mientras tanto, después de la derrota del socialismo y la restauración del capitalismo en la Unión Soviética a mediados de los años 1950, la URSS había emergido como una potencia imperialista y cabecilla de su propio bloque, retándole a Estados Unidos en lo militar, económico y geoestratégico en muchas partes del mundo.
Angola se convirtió en uno de los campos de batalla en esta contienda imperialista mundial. El secretario de Estado Kissinger, que jugó un papel de primordial importancia en la intervención de la CIA en la guerra civil de Angola, escribió: “Angola representa la primera vez que los soviéticos se han trasladado militarmente a larga distancia para imponer un régimen de su gusto”. Los imperialistas estadounidenses ya tenían un largo historial de “imponer un régimen de su gusto” —a través de golpes de Estado y otros medios— en muchas partes del mundo para avanzar sus intereses, pero esta vez se encontraron ante una potencia imperialista enemiga que maniobraba para establecer su propio punto de apoyo en el sur de África. Los gobernantes estadounidenses consideraron eso como un reto peligroso, y se empeñaron en repelar a sus rivales, a un inmenso costo en vidas humanas en la oprimida nación de Angola.
Fuentes
Aaronovich, David. “The Terrible Legacy of the Reagan Years” [El terrible legado de los años de Reagan], The Guardian, 7 de junio de 2004.
Blum, William. Killing Hope: US Military and CIA Intervention Since World War II. Zed Books, 2014. Asesinando la Esperanza. Intervenciones de la CIA y del Ejército de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Editorial Oriente, Santiago de Cuba (Cuba), 2005.
Stockwell, John. In Search of Enemies, A CIA Story [En busca de enemigos, un relato de la CIA], Norton, 1978.
The Angolan Civil War (1975-2002) [La guerra civil de Angola (1975-2002)], BlackPast.org.
“Crimen Yanqui: Caso #73: El asesinato de Patrice Lumumba, orquestado por la CIA”, revcom.us, 23 de noviembre de 2016
1. En 1960, Mobutu había colaborado con la CIA en el golpe de estado contra Patrice Lumumba, el líder nacionalista del Congo (y el posterior asesinato de Lumumba). Por su papel en el golpe y el asesinato, y por poner fin rápidamente a cualquier noción de independencia real para el Congo (que pasó a llamarse Zaire bajo el gobierno de Mobutu), Estados Unidos respaldó el ascenso de Mobutu al poder y su gobierno de 32 años. Con el apoyo de Estados Unidos, gobernó el país con mano de hierro, aplastando a la oposición y acumulando una enorme fortuna personal. Mientras tanto, Estados Unidos tenía rienda suelta para saquear los ricos recursos del Congo. Para más información, vea “Crimen Yanqui: Caso #73: El asesinato de Patrice Lumumba, orquestado por la CIA”. [regresa]
2. La Unión Soviética contrarrestó la intervención de Estados Unidos sus propias escaladas. Cuando Sudáfrica intervino abiertamente en Angola en 1976, la Unión Soviética se aprovechó del odio generalizado hacia el régimen del apartheid para reforzar su posición en Angola. Los soviéticos subvencionaron el despliegue de decenas de miles de soldados cubanos armados con las últimas armas militares soviéticas para apoyar al MPLA. [regresa]
3. Killing Hope, Blum. [regresa]
4. Un análisis de lo que sucedió después de la guerra civil está más allá del ámbito de este artículo, inclusive el hecho de que la camarilla que gobierna hoy en Angola, un país marcado por enormes desigualdades, surgió directamente del MLPA. Les instamos a nuestros lectores que lean la sección “El papel decisivo de la dirección” (páginas 293-305), en la cuarta parte del libro de Bob Avakian El nuevo comunismo, donde comenta sobre el cómo y el por qué fuerzas como el MPLA pasaron de dirigir justas luchas a ser nuevas fuerzas gobernantes opresivas. [regresa]
5. “Angolans Come Home to ‘Negative Peace’” [Angoleños regresan a una “paz negative”], New York Times, 30 de julio de 2003. [regresa]