Si se quiere cambiar el mundo radicalmente — se tiene que hacer la revolución y establecer un poder estatal revolucionario
Pero, como he estado recalcando, el otro aspecto de la contradicción (en la cual la base económica es en última instancia y fundamentalmente decisiva) es el hecho de que se abre y posibilita la realización de cambios radicales cualitativos —de los cimientos económicos (o la base) y la superestructura política-ideológica— solamente mediante la derrota decisiva y luego el desmantelamiento del dominio del poder político y en última instancia militar que ejerce la clase dominante del actual sistema imperante y su reemplazo con un nuevo poder estatal revolucionario. Hay que recalcar eso muchísimo. Sean lo que fueren las ideas que concibamos para cambiar la sociedad y el mundo —y otros pueden concebir ideas creativas que pueden hacer una contribución, especialmente si se reconfiguran en un marco correcto, un análisis correcto de la realidad—, pero si eso no se manifiesta en un movimiento que, cuando surjan las condiciones que lo hacen posible, de hecho logre derrotar y desmantelar los organismos represivos y las instituciones e instrumentos del poder en general de lo que ahora es el sistema imperante, no habrá ningún cambio radical. Es tan básico como eso.
Se puede hablar de "vamos a hacer el cambio sin tomar el poder". Bueno, es posible hacer algunos pequeños cambios temporales en los márgenes e intersticios, por decirlo así, pero sin tomar el poder no se cambiará ni una maldita cosa del carácter básico de la sociedad y del mundo — sin derrotar y desmantelar concretamente los organismos e instituciones de poder de la antigua clase dominante mediante una lucha de masas de la forma apropiada cuando existan o surjan las condiciones y sin reemplazar eso con un nuevo sistema que corresponda a la base económica subyacente de la sociedad así como a la propia superestructura y que las refuerce — y que encarne el poder de seguir transformándolas. Es igual de básico.
Piénselo. ¿Quiere que la policía deje de matar a tiros una y otra vez en la calle, que esos asesinos dejen de salir impunes de un modo u otro — en general, de plano, el "homicidio justificado"? ¿Quiere que se detenga eso? Hay que tener un poder estatal diferente. ¿Por qué queremos el poder estatal? ¿Por qué hablamos de esto tanto? Pues, no queremos que sigan ocurriendo estas cosas atroces y todo lo que concentran — porque es totalmente innecesario así como indignante y atroz. ¿Quiere parar la violación, quiere parar el empobrecimiento y todos los otros horrores en la sociedad y el mundo de hoy? Hay que tener un conjunto distinto de relaciones sociales y económicas y un conjunto distinto de relaciones de poder que corresponde a eso, que lo apoya y lo avanza. Hay que tener una cultura e ideología diferente. No existirán esas cosas sin un nuevo poder estatal — que sí sería un poder estatal radicalmente diferente, pero al final y al cabo sería un poder estatal. Es así de básico.
No se eliminarán las cosas que la gente aborrece y odia y contra las cuales protesta y se rebela una y otra vez —es posible enumerarlas, las guerras, la tortura, el maltrato de los inmigrantes, las demás atrocidades— sin derrotar y desmantelar el poder estatal imperante y sin establecer un nuevo poder estatal, un poder estatal radicalmente diferente y, sobre esa base, sin continuar transformando la base económica y a su vez sin más transformación en la superestructura —entre una y otra— en que todo eso se encamine al objetivo final de un mundo comunista.
De veras no debemos subestimar la necesidad y la importancia de entender profundamente la dimensión y significado global de todo eso y tener en efecto una orientación muy decidida y firme de obrar sobre la base de ese entendimiento — incluyendo en nuestra manera de presentar y discutir con la gente la cuestión de la revolución: la necesidad de la revolución y lo que es posible hacer al romper concretamente el control del viejo poder estatal reaccionario que defiende esas relaciones de explotación y opresión y todas las atrocidades que resultan de ellas, y al establecer y consolidar en su lugar un nuevo poder estatal revolucionario que represente un salto concreto y verdaderamente grande en el camino hacia la abolición de todas esas relaciones anticuadas y de las atrocidades que constantemente engendran y los conflictos antagónicos entre los seres humanos que constantemente engendran.
En resumen, un cambio verdaderamente radical en la sociedad en conjunto, en su naturaleza básica, en realidad es posible únicamente por medio de una revolución cuyo primer gran salto se dé en la superestructura — en particular en el terreno de la política (aunque el terreno de la ideología es sumamente importante al igual que la cultura en particular, sobre la cual hablaré en adelante) pero particularmente en el terreno de la política — y más específicamente el poder político de gobernar y fijar las pautas en la sociedad en conjunto. En cierto momento esa lucha se expresa de forma concentrada en la batalla para tomar el poder de determinar decisivamente el carácter y el rumbo de la sociedad. Esta revolución, al lograr dar ese primer gran salto, tiene que empezar a transformar la base económica y las relaciones sociales así como la propia superestructura en conjunto en las esferas cultural e ideológica (incluida la moral) así como la política.
Eso es lo que trata a fondo el artículo "No existe ninguna 'necesidad permanente' de que la situación sea así, es posible forjar un mundo radicalmente diferente y mejor por medio de la revolución"1. Deberíamos volver a este punto una y otra vez: no existe ninguna necesidad permanente del actual sistema. En la actual realidad que confrontamos y las diversas dinámicas contradictorias de esa realidad, existe la posibilidad —no una garantía, no una certeza, no una inevitabilidad, sino una posibilidad real— de un mundo radicalmente diferente; pero es posible crearlo solamente sobre la base y según las formas que he tratado aquí.
Un enfoque materialista, y no utópico, del cambio del mundo
Vale la pena repetir una vez más —y siempre debemos estar ilustrándolo concretamente y explicándolo profunda y vívidamente a la gente— que el tipo de cambio radical que es necesario y posible no se trata y no puede tratarse de la imposición de un plan utópico o una noción filosóficamente idealista de cómo debe ser la sociedad, separada de las condiciones concretas que existen y las contradicciones reales que impulsan las cosas. Al contrario, se trata de la transformación de la realidad —contradictoria— que nos confronta, y los caminos hacia el cambio y al mismo tiempo las restricciones que presenta. He aquí otra analogía a la evolución en el mundo natural. No podemos disponer de cualquier tipo de evolución que se nos antoje. De hecho, es una de las pruebas de la evolución —en oposición a la idea del "diseño inteligente" o de que dios hace los cambios— que los cambios en el mundo natural realmente se dan sobre la base de lo que ya existe en un momento dado, con todas las posibilidades y las limitaciones que eso plantea respecto a ese cambio. No puedes inventar así no más una especie completamente nueva, por ejemplo, sin ninguna relación con lo que había existido alguna vez anteriormente. Resulta lo mismo en la evolución histórica humana, y en la revolución. Y por eso no se puede simplemente imponer sobre la realidad cualquier plan utópico o noción filosóficamente idealista que se le ocurra a uno.
Por eso es importante captar tanto la base material de nuestro proyecto, del cambio radical en la sociedad, como la naturaleza contradictoria de esa realidad material, con su lado positivo pero también el negativo, en relación a nuestros objetivos. Eso abre la posibilidad, al mismo tiempo que obstaculiza el camino de realizar esa posibilidad — lo cual es obvio, si reflexionan un segundito, pues nos topamos con esos obstáculos a cada rato. Pero tienen su origen en la realidad material. No se trata de alguna cualidad de tozudez de las masas populares, por ejemplo, que a veces dificulta movilizarlas en pro de los objetivos de la revolución. Bueno, eso sí es frecuentemente un factor —la renuencia de las personas en ciertos momentos de correr riesgos a fin de efectuar un cambio necesario— pero eso por su parte surge de la realidad material, de condiciones subyacentes que son independientes de la voluntad de las personas y son más grandes que los individuos con los cuales quizás interactuemos o quienes participen en el ámbito político más ampliamente en un momento dado.
Eso es algo que el Manifiesto de nuestro Partido recalca —y es importante captarlo muy profunda y firmemente— que tanto la base para el cambio como también las restricciones, obstáculos y dificultades se plantean en esta naturaleza contradictoria de la realidad que nos confronta en cualquier momento dado, una realidad constantemente cambiante.
Todo eso arroja más luz sobre lo que se recalcó anteriormente: En el mundo de hoy, dadas las condiciones materiales concretas que han resultado —no las condiciones que "tenían que haber" resultado sino las condiciones que de hecho han resultado— del desarrollo histórico de la sociedad humana, ahora en lo fundamental sólo hay dos alternativas respecto a cuál será el carácter y rumbo de la sociedad y en consecuencia, cómo gobernarla: O el sistema capitalista imperialista —en el cual una clase explotadora, en particular la clase capitalista (o sea la burguesía), por medio de sus funcionarios políticos y administrativos, burocráticos y militares, detenta y ejerce el poder político, expresado de manera concentrada como el monopolio de la fuerza armada "legítima" y, junto con eso y como cimiento de eso, la dinámica de la acumulación capitalista, que establece el marco fundamental de cómo funciona la sociedad— o todo aquello, repito — o el sistema socialista, en el cual se gobierna la sociedad en pro de los intereses fundamentales y mayores de la clase anteriormente explotada, el proletariado, y ese poder político lo ejercen cada vez más las masas populares, con la dirección, sí, de una vanguardia comunista, y la planificación social consciente cada vez más reemplaza a la fuerza motriz de la anarquía de la producción capitalista (al mismo tiempo, claro, que siempre habrá ignorancia junto con el conocimiento y la necesidad siempre confrontará a los seres humanos, junto con el reto de transformarla en libertad por medio de la lucha).
Hablando de la expresión de eso en la superestructura y sintetizándolo en los términos políticos básicos, las únicas alternativas reales a estas alturas son la dictadura de la burguesía, de una u otra forma, o la dictadura del proletariado — con todas las diferencias radicales que existen entre estas dos dictaduras.
Vemos esa realidad y las diferencias radicales expresadas muy fuerte y poderosamente en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), recién publicada por nuestro Partido2. Ésta encarna y hace patente la necesidad de un estado para poder tener un nuevo sistema y la naturaleza radicalmente diferente de ese estado y asimismo la naturaleza radicalmente diferente de toda la sociedad y sus diversas dinámicas, en contraste con el capitalismo.
Una experiencia valiosa, y lecciones valiosas, en cuanto al método y al materialismo
Aquí vale la pena tomar un momento para contar una historia que creo que ilumina bastante lo que he estado comentando — el materialismo básico que es tan crucial a todo lo nuestro. Eso pasó en los tiempos de la Unión Revolucionaria (el precursor de nuestro Partido), cuando estábamos preparando Red Papers 7 sobre la Unión Soviética —analizándola como un estado social imperialista (socialista de nombre pero imperialista en los hechos y actos), un análisis muy controvertido y polémico dentro del movimiento más amplio, y entre los que reclamaban el manto del comunismo en esa época. Por ejemplo, me acuerdo de ese grupo, el Communist Labor Party, que publicó un artículo que negó la posibilidad teórica de la restauración capitalista en un país anteriormente socialista. Ese artículo hizo la analogía de un bebé —de que no se puede regresar a la matriz a un bebé que ha nacido— ¡que revelaba, entre otras cosas, que veían la sociedad con mucho materialismo mecánico! Pero los que estábamos escribiendo Red Papers 7 pasamos por mucho quebradero de cabezas sobre la cuestión de cómo interpretar la realidad y la dinámica de una restauración capitalista en un país anteriormente socialista.
Habíamos investigado suficientemente como para convencernos de que era verdad el argumento de que la Unión Soviética era un estado capitalista (social imperialista), que esa declaración reflejaba correctamente la realidad en términos básicos. Pero intentábamos entender, y de ahí poder explicar en términos más concretos y vivos: ¿por qué si uno tiene una línea política revisionista, inevitablemente restaurará el capitalismo? Así que pasamos por todo el proceso: Bien, ¿qué pasaría si una línea revisionista dirigiera lo que había sido un país socialista? ¿Cómo llevarías a cabo y guiarías el funcionamiento de la sociedad, y la economía en particular? ¿A cuáles principios se adheriría, cuáles serían los principios gobernantes, para decirlo así, en la base económica subyacente y en la dinámica concreta de la economía? Luego, "recorrimos paso a paso" el proceso en el cual con una línea revisionista, no sería posible ejecutar la auténtica planificación socialista ni llevar a cabo la transformación socialista de las relaciones económicas — el sistema de propiedad, la división de trabajo y la distribución de la riqueza que resulta de todo eso. Cómo, con una línea revisionista, uno no podría dirigir a las masas ni apoyarse fundamentalmente en ellas para que lleven a cabo, de una manera cada vez más consciente, el desarrollo de la economía y la transformación de las relaciones económicas, sino que terminaría recurriendo a métodos burocráticos para regular la economía; tendría que depender de algo para que no se viniera abajo todo; tendría que recurrir de nuevo a los mecanismos y la dinámica del sistema capitalista, de la producción e intercambio de mercancías, con la ley de valor al mando.
De hecho recorrimos ese proceso (estoy simplificando un poco al resumirlo brevemente aquí — duramos días y semanas luchando para entender todo eso) porque no quisimos afirmar simplonamente lo siguiente: "Mira, si tienes una línea revisionista, acabarás en el capitalismo —¿por qué tanto escándalo?— problema resuelto, siguiente tema". No, realmente queríamos entender esta dinámica, y por tanto duramos semanas, de hecho —un grupo trabajábamos sobre eso y nos reuníamos periódicamente, pero al acercarnos más a la publicación de Red Papers 7 nos reuníamos con bastante frecuencia— y lo discutíamos por un lado y por otro, sentados en un cuarto y saliendo a tomar un café y en todas las otras formas que Uds. ya conocen, bregando con: bueno, ¿cuál es la dinámica concreta aquí? ¿Por qué no se puede mantener una base económica socialista con una línea revisionista? Si se piensa en lo que supone manejar una economía de modo que no dependa de los mecanismos del mercado capitalista ni la acumulación privada de capital, etcétera —y cómo satisfacer las necesidades de las masas del pueblo y las necesidades mayores de la revolución, no sólo en ese país sino en el mundo, y hacerlo concretamente en una forma que no recurra de nuevo a utilizar a las masas como ciegas bestias de carga en la producción, enajenadas del mismo proceso que ellas están llevando a cabo—, se nos hizo patente al adentrarnos en eso que no se podría hacerlo sin una línea revolucionaria al mando. Todo se vendría abajo.
Creo que esto arroja mucha luz sobre los puntos básicos que estoy señalando aquí — de que será un sistema u otro, y las relaciones dialécticas en todo eso, entre la base económica y la superestructura de política e ideología.
Pero en todo eso es necesario, claro está, retomar y recalcar continuamente el hecho de que el sistema socialista es radicalmente diferente al sistema capitalista imperialista (y a otros sistemas gobernados por clases explotadoras). Y los intereses del proletariado, en el sentido más amplio —no en un sentido limitado y economista sino el sentido más amplio— son radicalmente diferentes a aquellos de todas las clases dominantes previas: los intereses fundamentales del proletariado como clase realmente estriban —y solamente pueden estribar— en la emancipación de toda la humanidad de los sistemas basados en la explotación en los cuales las relaciones sociales fundamentales y esenciales están en contradicción antagónica con un enfoque de conciencia social hacia la interacción con el resto de la naturaleza. A eso me refería básicamente al contar la historia de bregar y forcejear al escribir Red Papers 7, y al llegar a entender más profundamente la naturaleza y la dinámica de la Unión Soviética como un estado capitalista (social imperialista).
El socialismo, en sí un sistema económico y una forma de dominio de clase (la dictadura del proletariado), también es una transición a una sociedad y mundo aún más radicalmente diferente; y el objetivo de esa transición es la transformación tanto de la base económica como la superestructura política e ideológica para llevar a cabo la abolición de todas las divisiones de clases, todas las relaciones explotadoras y opresivas entre los seres humanos en general, por todo el mundo, y con ello la eliminación de la necesidad, o la posibilidad, de una dictadura de cualquier tipo por cualquier grupo o clase —en otras palabras, la eliminación del estado como un instrumento de dominio de una u otra clase, y de la supresión de las clases y fuerzas en la sociedad que están en oposición o representan una amenaza a los intereses de la clase dominante— y junto con eso, es una transición a un mundo en que hayamos dejado atrás una situación en la cual cualquier grupo en la sociedad humana, en comparación con ciertos otros grupos y individuos o incluso en oposición a dichos grupos e individuos, tenga un poder institucionalizado o ejerza una influencia desproporcionada, con respecto al carácter y rumbo fundamental de las interacciones entre los seres humanos y entre éstos y el resto de la naturaleza.
Continuará
1. Este artículo, de Bob Avakian, salió por primera vez en revcom.us en Revolución en línea #195 (17 de marzo 2010) y en la edición impresa en #198 (11 de abril de 2010). [regresa]
2. Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto), del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (RCP Publications, 2010). [regresa]