
Un grupo de combate de portaaviones de la Marina estadounidense en el Mar de la China Meridional, 2021. Foto: Hoja informativa de la Marina de Estados Unidos
En los últimos meses, el peligro de una guerra entre Estados Unidos y China ha aumentado considerablemente. Nadie debería subestimar la gravedad de esta situación.
En una entrevista del show 60 Minutes que se emitió el 18 de septiembre, Joe Biden intensificó las amenazas de Estados Unidos en torno a China, y la posibilidad de conflictos entre las fuerzas armadas chinas y estadounidenses, en la isla de Taiwán y sus alrededores y en el Mar de la China Meridional. Las flotas estadounidenses y chinas que infestan el Mar de la China Meridional —cazas de combate y bombarderos, buques de guerra y submarinos— están dotadas de armas nucleares.
A Biden se le preguntó si “las fuerzas estadounidenses, los hombres y mujeres de Estados Unidos, defenderían a Taiwán en caso de una invasión china”. Respondió: “Sí”. Esta es la cuarta vez que Biden ha dejado constancia de que Estados Unidos respondería de manera militar, con su propio armamento y fuerzas, en el caso de un conflicto entre Taiwán y China.
Los comentarios de Biden se produjeron después de que Nancy Pelosi, demócrata de peso y presidenta de la Cámara de Representantes, realizó un viaje deliberadamente provocador a Taiwán. China se opuso al viaje de Pelosi, pero ella fue a Taiwán de todos modos, y dijo que su viaje envía “un mensaje inequívoco: Estados Unidos está con Taiwán”.
Poco después de que Pelosi dejara Taiwán, China llevó a cabo ejercicios militares extensos alrededor de Taiwán, los que incluyeron “operaciones anfibias del tipo que serían necesarias para una invasión a gran escala de la isla”. Un mes antes del viaje de Pelosi, un destructor estadounidense había realizado un ejercicio de “libertad de navegación” en una zona del Mar de la China Meridional reclamada por China. Poco después de la visita de Pelosi, Estados Unidos anunció que iniciaría nuevas operaciones aéreas y marítimas en las venideras semanas, en respuesta a lo que un funcionario estadounidense calificó de “comportamiento provocador y desestabilizador” de China. Ambos lados continuaron con un comportamiento que seguramente enfurecerá al otro.

China, Taiwán y el mar de la China Meridional
Taiwán: Punto de inflamación de rivalidad y conflicto... y potencialmente de guerra
Taiwán y el estrecho de 125 hm de ancho que lo separa de China son dos de los puntos de inflamación principales y más peligrosos en la rivalidad cada vez más antagónica entre Estados Unidos y China.
China considera desde hace tiempo que Taiwán forma parte de su territorio soberano. Los actuales gobernantes capitalista-imperialistas de China consideran que Taiwán es un activo estratégico fundamental para su cohesión interna, su defensa nacional y sus intereses y ambiciones en el Pacífico y el mundo.
Desde 1979, Estados Unidos ha reconocido formalmente la soberanía de la República Popular China sobre toda China, incluido Taiwán, y no reconoce formalmente la soberanía de Taiwán y su gobierno1. Esto se llama su política de “una sola China”. Pero los imperialistas estadounidenses nunca han dejado de mantener sus conexiones económicas, políticas y militares con Taiwán. Consideran que Taiwán es estratégicamente vital para sí mismos, debido a su ubicación en un importante eje de manufacturas y en una de las rutas comerciales más transitadas del mundo. Taiwán está altamente militarizado con armamento suministrado por Estados Unidos.
Pero ahora Estados Unidos está desacatando cada vez más el acuerdo de “una sola China” que ha tenido con el gobierno chino. Ha acelerado las conversaciones con los gobernantes de Taiwán sobre un aumento de los envíos de armamento, mientras Taiwán toma medidas para aumentar más sus fuerzas armadas y se aleja económicamente de China. Taiwán también está aumentando sus vínculos militares y políticos con otros gobiernos pro estadounidenses de la región2.
En la misma entrevista de 60 Minutes, Biden dijo: “Taiwán hace sus propios juicios sobre su independencia... esa es su decisión”. Biden ha hecho comentarios similares anteriormente, al igual que una serie de figuras políticas estadounidenses como la demócrata Nancy Pelosi y el republi-fascista Mike Pompeo. El comentario de Biden representa otro cambio potencialmente ominoso en la política de Estados Unidos. Todos los presidentes anteriores de Estados Unidos han dicho que no apoyan la independencia de Taiwán. Biden reiteró esa política en la entrevista, pero su respuesta también dejó deliberadamente abierta la interpretación de que la política había cambiado.
Bonnie S. Glaser, directora del Programa de Asia del Fondo Marshall de Alemania de Estados Unidos, le dijo a un periodista que China podría interpretar la declaración de Biden como el verdadero cambio de política. Dijo: “Creo que esto es algo que en realidad podría llevar a los chinos a decidirse por ir a la guerra, porque creen que Estados Unidos efectivamente apoyaría a un Taiwán independiente. Mientras [Biden] sigue diciendo estas cosas una y otra vez —y en particular estos comentarios sobre dejar que Taiwán decida si quiere ser independiente—, creo que es desestabilizador... Tenemos que disuadir, no provocar, a China”.
Un desafío estratégico
La clase dominante estadounidense en su conjunto ha identificado la ascendente potencia capitalista-imperialista de China como un importante desafío estratégico a su dominio, en la región de Asia-Pacífico y a nivel mundial. Si bien amargas divisiones desgarran las alas republi-fascista y demócrata de la clase dominante sobre casi todas las cuestiones, su unidad en cuanto al antagonismo hacia China es notable.
Como ilustración al respecto, los demócratas y los republicanos eran prácticamente indistintos en su acuerdo de que la visita de Pelosi era “positiva” desde el ángulo de la representación de los intereses (imperialistas) de Estados Unidos, las denuncias a China y las demandas de acciones más duras. Ambos partidos han hecho lo que Revolución describió como cálculos temerarios “que es esencial presionar y aguijonear a China y al mismo tiempo reafirmar/expandir sus alianzas militares para frustrar” el desafío que Estados Unidos enfrenta por parte de China.
Lloyd Austin, secretario de Defensa de Biden, dijo: “Hoy, el Indo-Pacífico está en el corazón de la gran estrategia estadounidense”. En palabras del ex secretario de Defensa James Mattis: “La prioridad número uno en materia de seguridad nacional y, en particular, de defensa para Estados Unidos ya no es el terrorismo, sino la competencia entre grandes potencias”. Sobre todo esto se refiere a China, debido a la escala y sofisticación de sus fuerzas armadas... El ascenso de China es un cambio tectónico” (en las relaciones de poder imperialistas)3.
En este contexto, Taiwán se ha convertido en una concentración y punto de inflamación entre las dos potencias imperialistas. Colby describió lo que está en juego para el imperialismo estadounidense: “Si un estado como China pudiera establecer su hegemonía sobre una región clave como Asia, tendría incentivos sustanciales para utilizar su poder para desfavorecer y excluir a Estados Unidos del comercio y acceso razonablemente libres a estas regiones ricas de formas que socavaría los propósitos centrales de Estados Unidos, cambiaría el equilibrio de poder para que desfavorezca a Estados Unidos y, en última instancia, abriría a Estados Unidos a la coacción directa de formas que pondrían en peligro la libertad, la prosperidad e incluso la seguridad física de los estadounidenses”.
Si eso es confuso, permítannos traducir el lenguaje imperialista estadounidense a términos más entendibles: “Nosotros, los estadounidenses, hemos dominado esta región y sus recursos y su gente durante muchísimo tiempo y ahora otra potencia imperialista está desafiando nuestra dominación. Y eso no debemos tolerar”.

Los intereses de ellos NO son nuestros intereses
Esta situación, en la que se chocan los objetivos y las provocaciones de Estados Unidos y China, es explosiva y muy peligrosa para la humanidad. Es un enfrentamiento entre los amos de esclavos de hoy día sobre quién será la potencia dominante en el mundo. Hay que oponerse a ambas potencias.
La gente del mundo NO tiene ningún interés en ponerse del lado de ninguna de estas potencias depredadoras. Nuestros intereses corresponden a derrocarlas e ir más allá del sistema perro-come-perro del capitalismo-imperialismo que está destruyendo el planeta.
Y la gente en Estados Unidos tiene una responsabilidad especial de oponerse a los crímenes de “nuestros” gobernantes, y acoger las dificultades y derrotas de ellos, porque semejantes reveses pueden debilitar su control sobre la gente y el planeta, y pueden acelerar el ocaso revolucionario de su dominio y sistema que han traído tanto horror y sufrimiento, y que ahora amenazan a la existencia misma de la humanidad.
