Durante décadas, la zona fronteriza entre México y Estados Unidos ha sido una zona de muerte, dolor y sufrimiento infligido por el imperialismo estadounidense a decenas de millones de migrantes. Ha muerto gente intentando llegar a ella. Ha muerto gente intentando cruzarla. Gente ha muerto si consigue cruzarla y luego es perseguida como animales por desiertos, montañas y arroyos embravecidos, bajo un calor abrasador o un frío glacial. Han muerto atropellados por camiones en solitarios caminos rurales. Los cadáveres de personas mordidas por serpientes de cascabel se han dejado pudrir, a kilómetros de la ayuda. Millones han sido expulsados o deportados de vuelta a la pobreza y la violencia creadas por Estados Unidos de las que intentan escapar. Las historias, canciones y poemas de su angustia podrían llenar volúmenes.
No se trata de incidentes fortuitos. Son el resultado directo de la implacable explotación impuesta por la brutal represión que Estados Unidos ha infligido a los pueblos y países de este hemisferio durante más de un siglo1. Son consecuencia directa de las políticas y acciones adoptadas por la clase dominante de Estados Unidos, demócratas y republicanos por igual.
Y ahora, un salto masivo en esa represión muy posiblemente estallará pronto. El 11 de mayo se vence el “Título 42”. En preparación, el gobierno de Biden anunció el 2 de mayo que Estados Unidos enviará 1.500 soldados en servicio activo del Ejército y la Marina a la frontera, además de los 2.500 elementos de la Guardia Nacional y los casi 17.000 agentes de la Patrulla Fronteriza (CBP) que ya están allí, con el enorme arsenal de armamento, muros y cercas, y centros de detención a lo largo de toda la frontera.
Se vence el Título 42, se inician las deportaciones en masa y las “expulsiones aceleradas”
El Título 42 es una parte del código legal estadounidense que se ocupa de la salud pública. Durante el punto álgido de la crisis del Covid-19, el régimen fascista de Trump y Pence lo utilizó para expulsar a cientos de miles de personas que buscaban asilo en Estados Unidos. Esto significa que se les negó incluso la farsa de una audiencia legal. La administración Biden también retomó el uso del Título 42 y lo utilizó para expulsar a cerca de 2.4 millones de personas, superando con creces al fascista Trump.
Los dirigentes tanto de los demócratas como de los republi-fascistas, y los grandes medios de comunicación, han estado advirtiendo de una “oleada” de inmigrantes en la frontera cuando se venza el Título 42. La CNN informó que un alto funcionario de CBP (Aduanas y Protección Fronteriza) estima que “varios miles” de personas están ahora en el norte de México, a la espera de cruzar la frontera. Lindsey Graham, uno de los senadores republi-fascistas de peso, afirmó a gritos esta semana que “el 11 de mayo es un día de pesadilla para el pueblo estadounidense, en particular para la gente de Nuevo México y Texas.... En los 90 días venideros, van a (ver) de 900.000 a 1.1 millones [de migrantes cruzando la frontera].... Estados Unidos está sitiado”.
El gobierno de Biden ha estado preparando y poniendo en marcha agresivamente un aparato de represión generalizado para prepararse para el fin del Título 42. A principios de este año, publicó una “declaración de preparación” que describe su enfoque “en todo el gobierno federal”. Incluye:
- “Aumento de los recursos” hacia la frontera, lo que significa más agentes golpeadores de la Patrulla Fronteriza, con armas cada vez más potentes.
- Aumento del “procesamiento más rápido”, lo que significa deportar y expulsar a la gente más rápidamente.
- “Nuevas consecuencias” para la entrada ilegal, lo que significa más detenciones, más deportaciones y más enjuiciamientos a más personas.
Desde entonces, han estado poniendo todo eso en práctica. Alejandro Mayorkas, jefe de Seguridad Nacional de Biden, les dijo a fines de abril a los potenciales solicitantes de asilo que el fin del Título 42 no significará que podrán entrar en Estados Unidos: “Permítanme ser claro, nuestra frontera no está abierta y no lo estará después del 11 de mayo”. El gobierno de Biden afirma que hará frente a la previsible “oleada” hacia la frontera con su propio “aumento de personal y recursos” hacia donde más se necesiten. Los 1.500 soldados prestarán apoyo técnico, logístico y administrativo a la CBP2 notoriamente racista y brutal, para que pueda “operar más libremente en el terreno”, es decir, arrestar, detener, encarcelar y comenzar el proceso de deportación de los inmigrantes solicitantes de asilo que se espera que lleguen a la frontera en grandes cantidades, en breve.
A fines de abril, los funcionarios de Biden anunciaron que se están preparando para poder seleccionar rápidamente a todos los migrantes que soliciten asilo en la frontera, deportar a los que estimen que “no se cualifican” y penalizar a las personas que crucen ilegalmente a Estados Unidos. A esto lo llaman “expulsión acelerada”. Deportar a la gente, a diferencia de expulsarla, significa que los solicitantes de asilo pasarán por una patraña de procedimiento legal (“acelerado”), ya que están en proceso de ser “expulsados.” Una fachada-farsa de “compasión” y “legalidad” es lo que Biden y los demócratas creen que los distingue del racismo y odio abierto a los “extranjeros”, la brutalidad desenfrenada y el desprecio por cualquier procedimiento legal de asilo de Trump y los republi-fascistas.
La deportación también significa que si se sorprende a alguien intentando volver a entrar en Estados Unidos después de haber sido deportado, por ley se prohibirá que semejantes individuos vuelvan a entrar a Estados Unidos y podrán ser acusados de un delito. El Texas Tribune informó que, según las nuevas medidas de Biden posteriores al Título 42, “cualquiera que no utilice una de las vías disponibles para entrar legalmente en Estados Unidos también podría verse impedido de solicitar asilo en el futuro”.
Biden también está reviviendo la llamada “prohibición de tránsito”, una política propuesta por primera vez por el régimen fascista de Trump y Pence. La prohibición de tránsito de Trump fue anulada varias veces en los tribunales, pero los abogados de Biden la han pulido y rebautizado. Exige que las personas que pasen por un tercer país (como México, que es lo que hace la inmensa mayoría de las personas que llegan a la frontera sur) tengan que solicitar primero asilo en ese país antes de poder solicitarlo en Estados Unidos.
La administración Biden también está abriendo “centros de tramitación” en Guatemala y Colombia, donde se supone que la gente podrá solicitar asilo en Estado Unidos. Piensen en qué broma más cruel es ésta. Se supone que personas desesperadas y empobrecidas entran en un edificio del gobierno estadounidense en un país desconocido para ellos, y comienzan a pasar por el largo proceso de reclamar la necesidad de asilo. Se supone que deben esperar allí, probablemente con pocos o ningún recurso propio, en un país que a su vez está empobrecido. Y si son de Guatemala, por ejemplo, entrar en un centro del gobierno estadounidense y solicitar asilo para que tenga protección contra el propio gobierno de uno equivale a entregarse a las mismas autoridades que afirma que le persiguen.
Para colmo, Estados Unidos obliga a los solicitantes de asilo a utilizar una app específica que ha demostrado ser un fiasco para casi todos los que la utilizan. Un ejemplo entre miles: Erlin Rodríguez, de Honduras, quien lleva meses intentando conseguir asilo para sí mismo, para su esposa y sus dos hijos, le dijo a un periodista: “Vamos a seguir intentándolo, pero es un fracaso para nosotros. No hay esperanza”.
Al mismo tiempo que se anunciaba la apertura de estos centros de tramitación, Estados Unidos también “anunció planes para duplicar o triplicar el número de vuelos de deportación [desde Estados Unidos] a algunos países”.
Una frontera en crisis, intensas riñas entre los gobernantes
Incluso antes de que se venza el Título 42, un número de migrantes más grande de lo habitual ha estado cruzando la frontera. El 29 de abril, unos 20.500 migrantes estaban bajo custodia de la CBP a lo largo de la frontera. La CBP declaró que en su sector del Valle del Río Bravo/Grande, en el sur de Texas, había unos 7.000 bajo custodia, hacinados en centros con capacidad para 4.000 personas. El alcalde de El Paso, ciudad fronteriza de Texas, declaró un estado de emergencia. Calificó a la afluencia de inmigrantes en su ciudad de “molesta” y añadió: “No vamos a abrir las fronteras. Las fronteras no están abiertas hoy y no lo estarán el 12 de mayo”. El alcalde de Brownsville, Texas, otra ciudad fronteriza de Texas a más de 1.270 km de El Paso, también declaró un estado de emergencia, al igual que ciudades entre las dos y tan al oeste como Yuma, Arizona.
La semana pasada, el alcalde neoyorquino se quejaba de que estaban “destruyendo” su municipio los miles de migrantes solicitantes de asilo los cuales el gobernador fascista de Texas, Greg Abbott, está enviando por autobús a la ciudad de Nueva York (y a otras ciudades con administración demócrata). En respuesta, un vocero de Abbot dijo: “La verdadera crisis no está en Nueva York, sino en nuestra frontera sur, donde las políticas de fronteras abiertas del presidente Biden han permitido que niveles récord de inmigrantes ilegales, drogas mortales como el fentanilo y armas irrumpan en nuestro estado y país”.
Biden está preparando e iniciando nuevos e intensos niveles de represión contra lo que podría ser un número sin precedentes de inmigrantes que tratan de entrar en los Estados Unidos — pero para los republi-fascistas, esto no es lo suficientemente severo. El senador fascista John Cornyn sostenía que las fuerzas armadas estadounidenses necesitan patrullar la frontera y cazar, acorralar y arrestar activamente a los inmigrantes, con quejas de que si “no pueden ejecutar la ley migratoria, lo único que pueden hacer es cambiar pañales y hacer trámites”.
La misma semana en que se venza el Título 42, los republi-fascistas del Congreso presentarán proyectos de ley que, según uno de sus patrocinadores, serán el “paquete de seguridad fronteriza más fuerte que el Congreso haya adoptado jamás”. Entre otras cosas, piden reiniciar el infame “muro fronterizo” de Trump, contratar a miles de agentes adicionales de la Patrulla Fronteriza, instituir una reglamentación de asilo aún más severa y reinstaurar una forma de la política de Trump de “Permanecer en México” que requería que la mayoría de los solicitantes de asilo permanecieran en México a la espera de las audiencias ante los jueces de inmigración de Estados Unidos. Los senadores fascistas están exigiendo que Biden emita una orden ejecutiva que ponga en marcha una medida tipo Título 42 que permita expulsiones masivas.
La satanización, criminalización y deportación de inmigrantes
Un corto de Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución
Un discurso de Bob Avakian (vídeo en inglés; lea el texto de este corto en español aquí.
Este sistema y sus gobernantes no tienen respuestas, pero la revolución sí
Existe una enorme crisis humanitaria a lo largo de la frontera y en todo el hemisferio. Muy posiblemente, muy pronto alcanzará alturas totalmente nuevas y más horribles de sufrimiento humano y represión violenta. Esta crisis, y la angustia que perpetúa, está causada e impulsada por el funcionamiento global del capitalismo-imperialismo, especialmente el imperialismo estadounidense, un sistema que ha empobrecido a decenas de millones de personas en México, Centroamérica y Sudamérica. Ha envenenado la tierra y el agua, ha hecho más difícil o hasta imposible la agricultura en algunas zonas rurales, y ha apoyado a gobiernos de escuadrones de la muerte que han asesinado, brutalizado y violado a innumerables personas.
Los demócratas a menudo se manifiestan una hipócrita fachada de “preocupación” y “compasión” por los inmigrantes; los republicanos hierven de odio racista y piden abiertamente las medidas más brutales y violentas a lo largo de la frontera y contra muchos inmigrantes dentro de Estados Unidos.
Pero ambos partidos, como dijo Bob Avakian (BA) en una entrevista publicada en junio de 2022:
... no tienen respuestas a esta situación, aparte de otros horrores: detenciones brutales, campos de detención de miseria y crueldad indescriptibles, separaciones de familias, control fronterizo que engendra redes de tráfico de migrantes que se transforman en tráfico para trabajos forzados y explotación sexual.
Esto no tiene por qué seguir así. Como afirma el desplegado “Somos los Revcom”: “Bob Avakian ha expresado agudamente esta profunda realidad: Ya no podemos darnos el lujo de permitir que estos imperialistas continúen dominando el mundo y determinando el destino de la humanidad. Y es un hecho científico que la humanidad no tiene que vivir así: es posible una forma completamente diferente de organizar la sociedad, un mundo completamente mejor”.