La semana pasada informamos sobre la cruel Orden Ejecutiva de Biden que prácticamente “suspende” el derecho de los refugiados de solicitar asilo en Estados Unidos. Como reportamos:

Esta es una medida extrema: la política antiinmigrante más extrema que un presidente demócrata jamás haya promulgado. Y resultará en más sufrimiento y muerte.

La orden de Biden le quita el derecho a solicitar asilo a la mayoría de los inmigrantes que cruzan la frontera sur de Estados Unidos. En cambio, los refugiados serán deportados rápidamente, o retenidos hasta que puedan ser deportados, sin audiencias de asilo ni ningún otro proceso legal. Y una vez deportados, es posible que enfrenten cargos por delitos mayores si intentan regresar dentro de los siguientes cinco años.

Biden dice que se trata de una medida “temporal” que sólo entraría en vigor durante los “aumentos” de inmigración cuando el número de inmigrantes que se sabe que han cruzado la frontera supera los 2.500 por día durante un período de siete días. Y que se suspenderá cuando la cifra caiga a 1.500 inmigrantes diarios.

Pero la semana pasada, al menos 3.500 personas por día entraron a Estados Unidos, y la última vez que la cifra fue tan baja como 1.500 fue en 2020. Así que, efectivamente, esta orden no es “temporal”, es la nueva “normalidad”.

Todavía no sabemos cuál será el impacto total en la frontera: en algunos lugares, la Patrulla Fronteriza todavía está liberando a migrantes en Estados Unidos con una fecha futura para una audiencia de asilo como lo hacían antes. A otros los están deportando inmediatamente a México. No sabemos si hay personas detenidas ni por cuánto tiempo. México también está intensificando su represión antiinmigrante, impidiendo que las personas lleguen siquiera a la frontera entre Estados Unidos y México, transportando a cientos de personas al sur de México después de haber hecho el difícil viaje hacia el norte, lo que los obliga a comenzar un viaje peligroso y potencialmente mortal por segunda vez.

Lo que sí sabemos es que esta orden provocará que muchas más personas mueran en un intento de cruzar la frontera, por desiertos más lejanos o en aguas más turbulentas, para evadir a la Patrulla Fronteriza. Y, dado que los menores no acompañados todavía pueden solicitar asilo, ¡significa que padres desesperados enviarán a sus hijos a cruzar la frontera a solas!

Ahora hay 120 millones de personas en todo el mundo que han estado obligadas a huir de sus países de origen, una cifra récord... 120 millones de personas en movimiento, huyendo de pandillas y guerras, sequías e inundaciones, calor extremo, pobreza insoportable y hambre, todo lo que es producto del sistema del capitalismo-imperialismo. Y la única respuesta que puede ofrecer esa marca de imperialismo “más ilustrada” es cerrar la puerta de un portazo. Esta misma crueldad despiadada se repite en toda Europa e incluso en Australia.

El ataque de los fascistas

Aunque esta fue la política migratoria más restrictiva jamás promulgada por un demócrata, Trump y el movimiento fascista que él lidera inmediatamente se pusieron furiosos diciendo que no era lo suficientemente restrictiva, y contaron mentiras demenciales sobre lo que realmente hace esta orden. En un discurso en Las Vegas, Trump gritó: “La semana pasada, el corrupto Joe firmó una orden ejecutiva que está a favor de la invasión, del tráfico de niños, del tráfico de mujeres, del tráfico de personas y de los traficantes de drogas. Es un proyecto de ley a favor del narcotráfico... Lo que firmó no significa nada. De hecho, en mi opinión, lo hace más fácil, abre aún más la frontera”. Y en respuesta al proyecto de ley de Biden, Trump hizo que toda la multitud coreara “tonterías”.

Trump está azuzando a una base social fascista de millones de personas para que acepten irreflexivamente que los inmigrantes están “envenenando la sangre de nuestro país”. Desde la masacre en un Walmart en El Paso, Texas en 2019 contra inmigrantes latinos con 23 personas asesinadas, hasta el tiroteo en la Sinagoga Árbol de la Vida en Pittsburgh en 2018, que fue atacada por un fascista que dijo que los judíos estaban financiando la migración en masa, además de las antorchas tiki que portaban los nazis en Charlottesville, Virginia, en 2017, coreando “No nos reemplazarán”, ya ha habido una ola de violencia antiinmigrante en masa, y Trump se propone azuzar esto en un nivel completamente diferente, con un asalto total polifacético planeado contra los inmigrantes que equivaldría a una limpieza étnica.

Se agudizan las escisiones entre los gobernantes

Esta es una de las expresiones volátiles de la escisión cada vez más aguda entre los gobernantes de este sistema y las divisorias en toda la sociedad: entre los demócratas y los republi-fascistas. No se trata únicamente de poses en un año electoral: una forma de conseguir votos. Se trata de las cuestiones fundamentales de lo que será esta sociedad. Este es un microcosmos (una pequeña imagen que representa la situación más amplia) de algo que no se puede entender sin abordar el análisis hecho por el líder revolucionario Bob Avakian (BA).

En su publicación en las redes sociales, Revolución #11, BA dice:

Una gran parte de la población, y un sector importante de la clase dominante, representado por el Partido Republicano, se ha vuelto fascista: sobre una base abierta y agresiva de supremacía masculina y otras relaciones opresivas — que se niega a aceptar el resultado de las elecciones en caso de que no ganen, decididos a destripar y pervertir “el estado de derecho”, pisotear los derechos de la gente y adoptar lo que equivale a una dictadura capitalista sin tapujos, dispuesta a utilizar la violencia no sólo contra masas de personas sino también contra sus rivales en la clase dominante. Este sector fascista de la clase dominante ya no cree en lo que han sido las “normas aglutinantes” —el conjunto regulador de creencias y procesos— de este sistema, y las ha abandonado más o menos abiertamente.

El otro sector de la clase dominante, representado por el Partido Demócrata, está tratando de mantener la forma “democrática” por medio de la cual este sistema ejerce el poder político —una dictadura real— sobre las masas de personas en Estados Unidos, para poder mantener su sistema de explotación brutal y opresión asesina, apuntalado por matanzas en masa, que esta clase dominante continúa llevando a cabo en todo el mundo.

Las elecciones presidenciales de este año, 2024, serán un eje agudo de la lucha entre estos partidos de la clase dominante —demócratas y republicanos—, una lucha que es muy probable que se zafe de los límites de la “manera habitual” en que ejercen el poder sobre el pueblo y mantienen en marcha todo su sistema.

Esto podría conducir a choques armados entre los dos sectores opuestos de la clase dominante, que incluso podrían convertirse en una confrontación militar a gran escala — un nuevo tipo de guerra civil. En todo caso, este tipo de crisis profunda al interior del sistema gobernante seguramente afectará a todas las partes de la sociedad y a todas las instituciones importantes de este sistema, incluidas sus fuerzas armadas — con el verdadero potencial para grandes escisiones en esas instituciones.

Ya hemos visto unos contornos de esto en las fuerzas armadas opuestas desplegadas en la frontera: Biden dirige a la Patrulla Fronteriza y de Aduanas (CBP, por sus siglas en inglés); y el gobernador fascista de Texas, Greg Abbott, da órdenes a la Guardia Nacional de Texas para desafiar a la CBP. Esto aún no ha dado lugar a enfrentamientos armados, en parte porque Biden ha dado órdenes a la CBP a que no presione contra el desafío abierto de Abbott a la jurisdicción federal de Biden (control y responsabilidades sobre una zona determinada). Pero a medida que las cosas se intensifican en la frontera —y en toda la sociedad—, no sabemos cómo se desenvolverá todo esto.

Está claro que estos fascistas no permitirán ningún “apaciguamiento” o compromiso por parte de los demócratas; aprovecharán cada oportunidad para ir sobre ellos como una fuerza completamente ilegítima que “amenaza con destruir a Estados Unidos”. Y está claro que el “compromiso” del Partido Demócrata es en sí un feo ataque contra las masas de la humanidad.

¡No tenemos un problema con la inmigración, tenemos un problema con el imperialismo!

Mientras este sistema siga en pie, la gente será expulsada en masa de sus países de origen sólo para encontrarse con brutalidad, alambre de púas, detenciones y muerte. Pero un sistema radicalmente diferente podría manejar esto de una manera fundamentalmente diferente. Sobre la base de la construcción de una economía completamente diferente, una sociedad socialista tendría posibilidades de canalizar el trabajo y los recursos colectivos de la sociedad hacia satisfacer las necesidades de la gente y hacer avanzar la lucha por la revolución en todo el mundo. Lo haría de una manera que fomente el desarrollo socialista sustentable y, en la mayor medida posible, trabaje para reparar la destrucción de nuestro planeta. La visión y el plano concretos para esta sociedad se detallan en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, escrita por Bob Avakian.

Esta Constitución deja claro: “La Nueva República Socialista en América del Norte tiene la orientación de darle la bienvenida a los inmigrantes de todo el mundo quienes tengan un deseo sincero de contribuir a las metas y objetivos de esta República…”.

Para crear esta sociedad, se requiere una revolución real... y la oportunidad de hacer esta revolución podría arrancarse a este tiempos, y por medio de los choques cada vez más agudos en toda la sociedad.

La orientación estratégica y enfoque práctico, LA REVOLUCIÓN: Desarrollar las bases para jugárselo el todo por el todo con una verdadera oportunidad de ganar, cita el siguiente “lineamiento crucialmente importante [trazado por Bob Avakian] que tiene un significado especial ahora”:

Cuando los conflictos entre los diferentes sectores de la clase dominante burguesa (capitalista) se vuelven tan profundos y con tanta hostilidad entre sí que ya no pueden gobernar de la “manera acostumbrada” en que lo han hecho durante generaciones, “se trata de una señal de grietas y fisuras extremadamente profundas y agudas en el orden establecido entero; y los oprimidos deben aprovechar semejante situación para alzarse en una lucha revolucionaria para derrocar el dominio de la burguesía por completo… y no para ponerse del lado de un sector de la burguesía contra otro”.

Si quieren ver un mundo sin muros fronterizos y barricadas, únanse al trabajo de hoy para hacer esta revolución.