Miércoles 26 de abril de 2023
Hola a todos. Gracias por estar presentes hoy y por todas las cosas buenas que hacen, tanto las cosas grandes como las pequeñas, para oponernos a la locura que amenaza a toda la vida tal como la conocemos.
¿Sabían que la semana pasada (26 de abril) Biden anunció que iba a mandar un submarino de misiles balísticos Trident a Corea del Sur para “contrarrestar” las amenazas de Corea del Norte contra Corea del Sur? Tal vez recuerde que cada submarino Trident lleva más de 300 armas nucleares. Se informa que Corea del Norte tiene 40 armas nucleares, mientras que Estados Unidos tiene más de 5.000 en total.
¿Sabían que en enero, un general de cuatro estrellas de la Fuerza Aérea les dijo a 50.000 soldados bajo su mando que esperaba que Estados Unidos estuviera en guerra con China para 2025, es decir, en cosa de dos años? Y les ordenó que se prepararan de formas muy prácticas para esta guerra y que se reportearan a fines de febrero cuáles son sus planes. Recuerden que China tiene 350 armas nucleares, la tercera cantidad más grande del mundo. Como se mencionó, Estados Unidos tienen más de 5.000.
¿Sabían que en febrero las tropas rusas comenzaron ejercicios en Siberia con misiles balísticos intercontinentales? Unos días antes, el domingo, Putin reveló planes para emplazar armas nucleares “tácticas” en Bielorrusia. Él comparó esto con el emplazamiento de armas similares por parte de Estados Unidos en países europeos aliados. Rusia tiene más de 5.500 armas nucleares.
Fuerzas estadounidenses rodean a China y a Corea del Norte
Seamos honestos, Estados Unidos rodea a Rusia, China y Corea del Norte con numerosos buques, aeronaves y bases, incluidas armas nucleares. ¿Por qué? Para impedir que esas naciones desafíen el dominio mundial de Estados Unidos. ¿Cuál creen que sería la respuesta de Estados Unidos si los buques rusos, chinos y norcoreanos patrullaran las costas de Estados Unidos, si apostaran tropas en bases en Canadá y México, y todos estuvieran armados con armas nucleares? La crisis de los misiles en torno a Cuba en 1962 nos da unas señales de cuando el mundo se acercó más que nunca a una guerra nuclear entre Estados Unidos y la URSS. Simplemente piensen en toda la locura resultante del exagerado incidente del globo “espía” chino.
Haga clic aquí para ver la ampliación de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) desde su fundación en 1949. Esta es una alianza militar entre 28 países europeos y 2 países norteamericanos. Suecia y Finlandia están a punto de unírsele.
En lugar de que estas naciones encuentren formas de cooperar para abordar la catástrofe climática —un requisito absolutamente esencial—, todas estas naciones están arriesgándose a una guerra nuclear. Cada día, intencionadamente o no, la guerra nuclear se vuelve cada vez más probable. Y si eso sucede, el invierno nuclear acabará con la vida tal como la conocemos. Tal vez recuerden que el invierno nuclear ocurre cuando los escombros de una guerra nuclear se elevan a la atmósfera y bloquean los rayos del sol, lo que imposibilitará la producción de alimentos por muchos años por venir.
Y, si eso no es lo suficientemente malo, una guerra nuclear se vuelve cada vez más probable debido al impacto del cambio climático: inundaciones, sequías, patrones meteorológicos extremos, incendios, aumento del nivel del mar, migraciones en masa, etc. Estos cambios del clima de la tierra impelen a las naciones hacia una competencia mayor debido a que se están reduciendo las necesidades de los seres humanas, como alimentos, combustible, agua dulce, tierras, etc. De hecho, hace unos meses, el Boletín de los Científicos Atómicos recalibró su reloj del fin del mundo a 90 segundos antes de la medianoche, lo más cerca que ha estado desde que se utilizó por primera vez para medir la amenaza de un apocalipsis nuclear. Y lo recalibraron debido a la doble amenaza de una guerra nuclear y el cambio climático.
¿Soy alarmista? Sí, lo soy, porque nos enfrentamos al fin de la vida tal como la conocemos. Ya es hora de un cambio total de paradigma. Algunos lo llamarían una “revolución”. Si queremos revertir nuestra marcha hacia el precipicio, tenemos que pasar de un mundo basado en la competencia a un mundo basado en la cooperación. Sé que esto suena como pensamiento tipo castillos en el aire, pero no tenemos otra opción.
El sacerdote jesuita Dan Berrigan dijo que la razón por la que no tenemos paz es porque muchos pacificadores no están dispuestos a asumir el mismo compromiso con la paz que aquellos que hacen la guerra: dejar la familia y la carrera, etc.
Muchos de ustedes han estado trabajando incansablemente para llenar ese vacío. Odio decirlo después de todo lo que ustedes han dado para oponerse a esta locura, pero tenemos que seguir haciendo lo mejor que podamos para detener esta locura. Y debemos invitar a nuestras hermanas y hermanos —familiares, amigos y enemigos por igual—, a todos, a dar la vuelta, a reexaminar nuestros estilos de vida, pero de más importancia, parar la locura de estos dirigentes nacionales que nos está llevando a la aniquilación. No tenemos otra opción.
Bob Bossie, SCJ es un sacerdote jubilado activo, miembro de la orden internacional de los Sacerdotes del Sagrado Corazón. Trabajó en el ahora cerrado Centro del Octavo Día por la Justicia Social durante 32 años en temas de guerra nuclear, sanciones de Estados Unidos-ONU contra Irak y el medio ambiente, entre otras inquietudes.