El siguiente mensaje es de Bob Avakian Oficial en Substack, y la traducción del inglés al español hecha por revcom.us. Escuche en inglés y lea en español los mensajes mediáticos de @BobAvakianOfficial
No hay nadie más fácil de engañar que aquellos que quieren ser engañados.
En aquellos tiempos cuando yo era adolescente, Frankie Lymon and the Teenagers tenían una canción exitosa, “¿Por qué los tontos se enamoran?”…
Bueno, no sé de otros tontos, pero es un hecho que los liberales sí que se enamoran de asesinos en masa. Y sí, cuando digo asesinos en masa, me refiero a personas como Kamala Harris y su “compañero de fórmula” Tim Walz. Sin duda, la convención demócrata, que se inicia esta semana (el 19 de agosto) será un “festival de amor” con estos asesinos en masa.
Cualquier persona que trate de descartar lo que digo aquí por ser retórica extrema, pues debe mirar con seriedad esta realidad concreta:
En su papel como vicepresidenta, junta con Joe Biden y todo el gobierno estadounidense y toda la clase gobernante, Kamala Harris es responsable de apoyar de lleno a Israel en su matanza genocida del pueblo palestino en Gaza. Deténgase y grabe en la mente la siguiente imagen: los millones de palestinos en Gaza, sometidos al terror diario por parte de Israel, obligados a vivir en medio de ríos de aguas negras plagadas de enfermedades, desechos humanos y otras inmundicias, con poca comida y la destrucción de centros de atención médica — y a diario enormes bombas israelíes y otras armas suministradas por el gobierno de Estados Unidos arrancan las extremidades y revientan los cerebros de sus seres queridos. Así volaron en pedazos a más de 15.000 niños palestinos.
No se deje embaucar por las “palabras melifluas” de Harris acerca de que le importa “la crisis humanitaria” en Gaza: si le pone atención, ella le dirá que seguirá respaldando a Israel, sin importar los crímenes monstruosos que cometa, con su masacre en masa de palestinos y su papel de perro de ataque del imperialismo estadounidense, especialmente en la región estratégica del Medio Oriente.
Y eso no es todo. Vea lo que pasó cuando el “compañero de fórmula” de Trump, J.D. Vance, y los fascistas republicanos acusaron a Tim Walz de haberse retirado de la Guardia Nacional con el fin de evitar que lo mandaran a Irak en medio de la guerra allá la cual resultó de la invasión estadounidense de Irak en 2003. ¿Contestaron Walz, Harris y los demócratas señalando que la invasión estadounidense se llevó a cabo sobre la base de mentiras flagrantes sobre la supuesta posesión iraquí de “armas de destrucción masiva”? ¿Expusieron los demócratas la verdad crucial de que esta invasión estadounidense era un descarado crimen de guerra internacional, que puso en marcha acontecimientos que cobraron la vida de cientos de miles de personas, crearon millones de refugiados y desató un torbellino de muerte y destrucción en esa parte del mundo? ¿Sostuvieron que la posición correcta, y valiente, era oponerse a ese crimen de guerra estadounidense, y no “servir” como parte de ello?
¡Claro que no! Al contrario, si bien admitieron que Walz había exagerado una parte de su participación en las fuerzas armadas estadounidenses, pusieron énfasis en la importancia positiva de su “servicio” durante muchos años en las fuerzas armadas estadounidenses. Y, ¿qué son dichas fuerzas armadas? Como señalé en el mensaje número Sesenta y Nueve, estas fuerzas armadas estadounidenses constituyen una “maquinaria de muerte y destrucción masiva” que (de la mano con las sangrientas “agencias de inteligencia” de Estados Unidos) ha masacrado a millones de civiles en países de todo el mundo.
Cabe repetir que si alguien cree que esto es una exageración, o una tergiversación, ahí le va otro “veamos la realidad”:
Además de la invasión ilegal de Irak, junto con muchos otros continuos crímenes contra la humanidad llevados a cabo por Estados Unidos, tan sólo desde la Segunda Guerra Mundial, abarcando la matanza estadounidense de millones de civiles en Vietnam, y anteriormente eso en Corea, y los sangrientos golpes de estado que ha orquestado en Indonesia, Irán y otros lugares, en el período comprendido entre 1846 y el presente, Estados Unidos ha intervenido en los países de América del Sur y de América Central —de manera militar, con golpes de estado de la CIA, o de otras maneras— en al menos 100 ocasiones, a costa de literalmente cientos de miles de muertes y una miseria sin fin para la gente de esos países. (Esto cita mi artículo, El descarado chovinismo pro estadounidense: “Antiautoritarismo” como “tapadera” para apoyar al imperialismo estadounidense, que está disponible en revcom.us.)
Caroline Elkins, en su importante libro Legacy of Violence: A History of the British Empire [Legado de violencia: Una historia del Imperio Británico], detalla en toda su extensión la violencia masiva y verdaderamente depravada que los imperialistas británicos utilizaron repetidamente para imponer su imperio, desde la India, a Jamaica, a Palestina, África y otras regiones (y sí, cometieron esas atrocidades masivas durante muchos años bajo la batuta del “héroe” anticomunista fanático del imperialismo occidental, Winston Churchill). Es de gran importancia que Elkins documenta la manera en que estas continuadas atrocidades iban de la mano con la proclamación de la supuesta misión “liberal, civilizadora” del imperio británico, y acompañó y posibilitó el gobierno más o menos “democrático liberal” en la propia Inglaterra. Hoy, habiendo remplazado Estados Unidos a los británicos como la potencia imperialista dominante del mundo, se aplica a este país el mismo patrón básico: la proclamación de su misión “democratizante” por todo el mundo, y la continuación de su “gobierno democrático” en casa, se basa en la explotación más despiadada, y la violencia destructiva masiva por todo el mundo (que va acompañada de la violencia asesina contra los negros y otros al interior del propio Estados Unidos, y la represión cruel en general contra cualquier persona o cosa que represente un desafío importante, y especialmente una amenaza real, a los intereses de este sistema del capitalismo-imperialismo y su clase dominante).
Esto es la realidad de este sistema, un sistema sobre el cual tantos liberales y “progresistas” son tan ansiosos de dejarse engañar.
Este sistema obliga a las personas las que suben a su cima, y las que lo gobiernan, a ser, literalmente —sin exageración alguna— explotadores despiadados, opresores asesinos a una escala masiva y saqueadores implacables de las personas y del medio ambiente, sin importar el sufrimiento que esto les causa a las masas de seres humanos. Para los capitalistas individuales, y para las clases dominantes de los países capitalistas, si no se aventajan a los otros y si no los mantienen abajo a golpes a los otros, por cualquier medio, por monstruoso que sea, se hundirán. No es posible eliminar este sistema “con reformas” y no es posible cambiarlo sustituyendo a los individuos que gobiernan en este sistema — todos estarán obligados por la misma naturaleza, la “lógica” y dinámicas, y las exigencias de este sistema.
Únicamente es posible cambiar esto con una revolución — para derrocar y abolir este sistema, y remplazarlo con un sistema fundamentalmente diferente y mucho mejor, que no tenga de base y que no se requiera la explotación despiadada y el monstruoso asesinato en masa y destrucción, los que tenga por objetivo eliminar por completo.
Los principios básicos y los lineamientos prácticos para este sistema se exponen concretamente en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de mi autoría. Es este sistema fundamentalmente diferente en el que debemos insistir, y por el cual debemos luchar —aceptando nada menos— si de verdad queremos poner fin a toda la locura y el sufrimiento innecesario a los cuales están sometidas las masas de la humanidad, en Estados Unidos y en el mundo entero, y más bien emprender la marcha sobre el único camino posible y realista de emancipar a toda la humanidad.
En mi próximo mensaje, exploraré todo esto más a fondo.