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BOB AVAKIAN 
REVOLUCIÓN #84: 
El sistema capitalista hoy es un sistema de explotación internacional: el capitalismo-imperialismo.

Les habla Bob Avakian — REVOLUCIÓN — Número Ochenta y Cuatro.

El sistema capitalista dominante hoy se basa en la explotación cruel de literalmente miles de millones de personas por todo el mundo, y no podría existir ni funcionar sin dicha explotación —y especialmente la despiadada superexplotación de las personas en el tercer mundo (América Latina, África, el Medio Oriente y Asia), entre ellas más de 150 millones de niños— obligados a trabajar en condiciones parecidas a la esclavitud en maquiladoras, minas y campos de cultivo.

Los horrores totalmente innecesarios, pero muy reales, que las personas experimentan a diario se basan en este sistema del capitalismo-imperialismo, y son una parte integral de dicho sistema. La respuesta a esta situación no es “más” democracia o una democracia “más perfecta” bajo este sistema — debido a que, como he mostrado en los mensajes anteriores, semejante “democracia” sólo puede servir a este mismo sistema que es la causa fundamental de todos estos horrores.

Como expliqué en el mensaje número Setenta y Seis:

Este sistema obliga a las personas las que se suben a su cima, y las que lo gobiernan, a ser, literalmente —sin exageración alguna— explotadores despiadados, opresores asesinos a una escala masiva y saqueadores implacables de las personas y del medio ambiente, sin importar el sufrimiento que esto les causa a las masas de seres humanos. Para los capitalistas individuales, y para las clases dominantes de los países capitalistas, si no se aventajan a los otros y si no los mantienen abajo a golpes a los otros, por cualquier medio, por monstruoso que sea, se hundirán. No es posible eliminar este sistema “con reformas” y no es posible cambiarlo sustituyendo a los individuos que gobiernan en este sistema — todos estarán obligados por la misma naturaleza, la “lógica” y dinámicas, y las exigencias de este sistema.

Pero sí hay una salida de toda esta locura — una revolución para derrocar este sistema. Una revolución para abolir y arrancar de raíz la explotación sobre la cual este sistema descansa y del cual depende, junto con todas las relaciones opresivas que acompañan a esta explotación, así como la cultura que racionaliza y justifica (e incluso glorifica) toda esta opresión y explotación. Una revolución para reemplazar a este sistema de horrores por un sistema socialista que en realidad le da poder e inspira a las masas de personas para que dejen atrás toda esta locura, con el objetivo de un mundo comunista en que estas divisiones y conflictos opresivos entre los seres humanos —por motivos de clase, raza, sexo y género, y de nacionalidad y país— ya se habrán superado y rebasado.

Todo esto se detalla de manera concreta y panorámica en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de mi autoría.

Además, tal como he analizado específicamente en los mensajes del Ocho al Once, y que lo he vuelto a abordar en estos mensajes en general, éste es un momento poco común en que las divisiones en Estados Unidos —y especialmente las divisiones al interior de la clase capitalista dominante y sus representantes políticos— son profundas, agudas y cada vez más intensas, con el resultado de que la “forma normal” en que han mantenido la articulación de la sociedad bajo su dominación, como una clase dominante “unificada”, se está desgarrando y ya no puede mantener su articulación de la manera en que se ha mantenido durante generaciones. Y se tiene la siguiente conclusión crucial y liberadora:

Éste no es un momento de tomar partido con un grupo de opresores u otro. Este es un momento poco común —una oportunidad muy poco común — una oportunidad que quizá ocurra únicamente una vez en la vida— una oportunidad de aprovechar las profundas divisiones entre los opresores gobernantes y hacer frente al sistema entero de ellos, con el fin de hacerlo caer todo, y erigir algo mucho mejor en su lugar.