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Cuando las personas caen en necedades, hay que cantársela derecho: Se necesita dar una aguda lucha de principios

De Lo que la humanidad necesita: La revolución, y la nueva síntesis del comunismo, Una entrevista a Bob Avakian

Nota de la redacción: A principios de 2012 en el transcurso de varios días, A. Brooks le hizo una entrevista a fondo a Bob Avakian (BA). (Esta entrevista, intitulado Lo que la humanidad necesita: La revolución, y la nueva síntesis del comunismo, está disponible en revcom.us).

Brooks, —un revolucionario de la nueva generación, quien se ha inspirado por la dirección y la obra de Bob Avakian y la nueva síntesis del comunismo que éstas han forjado— es el autor de “Dios: El fascista original” (una serie de artículos publicada en Revolución en 2005, que está disponible en revcom.us).  (Bob Avakian cita pasajes de estos artículos al principio de su libro ¡Fuera con todos los dioses! Desencadenando la mente y cambiando radicalmente el mundo, JB Books, 2009). Volvemos a postear secciones de esta entrevista que tienen mucha relevancia para la situación actual — en particular como una crítica a la práctica demasiado común de mentiras, calumnias y propagación de rumores sin principios que forman parte de la cultura popular en estos días, inclusive entre las personas que se autodenominan “anarquistas”... “de izquierda”... “progresistas”... “woke” (concienciadas).

En esta entrevista de hace 10 años, BA denunció esta forma altamente destructiva de evitar la lucha de principios sobre diferencias — y, en oposición a esto, enfatizó los tipos de normas y métodos que hay que aplicar para que se tenga una lucha de principios y con sentido sobre diferencias y para llegar a tener una comprensión científica de lo que las diferentes ideologías y programas representan en realidad, y hacia dónde conducirán en realidad. Queremos llamar la atención especialmente a la sección de esta entrevista “La cultura, los principios, las normas que necesitamos”, por su relevancia particular y muy directa respecto a lo que están pasando hoy.

What Humanity Needs - Cover - Spanish

 

Lo que la humanidad necesita   

Brooks: Entiendo que en el curso de tu propio desarrollo en un comunista revolucionario y tu relación con otras personas en ese proceso, el papel de la lucha ha tenido mucha importancia — que las personas llevaban la lucha contigo durante tu desarrollo y de que posteriormente tú, en diferentes momentos, llevabas una lucha muy aguda con otras personas.

BA: [se ríe] Es cierto. Durante mi desarrollo, hubo personas que lucharon conmigo — algunas que lucharon de manera correcta, otras de manera incorrecta, algunas que principalmente lucharon de manera correcta, y otras principalmente de manera incorrecta. Pero todo eso formó parte del proceso por el que aprendí — de pasar por ese proceso de bregar y forcejear profundamente con estas cosas porque si tú entiendes que importa, trae consecuencias concretas en lo que va a suceder para las masas del pueblo, y no sólo para ti. Le entras a esto — y me reí porque definitivamente había personas que lucharon conmigo, a veces muy agudamente. Si te vas a ofender cuando la discusión se agudiza, y vas a pensar de las personas que están luchando contigo, “me están oprimiendo porque retan fuertemente mis ideas, y no me dan espacio para pensar”, pues no vas a aprender lo que podrías aprender. Ahora bien, debemos usar buenos métodos con las personas, no debemos “asaltarlas” y ponerlas contra la pared, hablando ideológicamente. Sin embargo, a veces la lucha muy aguda tiene su papel y es necesaria.

Cuando las personas caen en necedades, hay que cantársela derecho. Ahora bien, no basta con eso. Debes enseñarles el porqué. Debes hablarles del contenido. Debes explicarles qué es incorrecto. Pero esa idea de que todo tiene que ser exageradamente cortés — eso es parte de la idea relativista de que hay que considerar igualmente válidas las ideas de todo el mundo. Pues no. No es cuestión de la persona sino de las ideas. No es que una persona valga menos que otra, sino es cuestión de si las ideas son correctas o incorrectas. Si son incorrectas, y si perjudican, hay que criticarlas tajantemente. Sin despreciar a las personas. Sin ponerse antagónico — a menos que lo que ellas representan sea algo muy fundamentalmente antagónico a los intereses de las masas del pueblo, y neceen, terqueen en ello. Pero entre el pueblo, como quien dice, hay que luchar sobre las ideas erróneas. Cuando las personas plantean ideas que son muy erróneas, y terquean y necean en ellas, hay que luchar con ellas tajantemente. Cuando las personas dicen cosas sin ninguna base para decirlas, sin haber investigado, hay que decirles: no sabes de qué estás hablando.

Especialmente en la cultura actual, como comenté anteriormente, hay todo ese amarillismo. Por el Internet reina el chisme, lo bajo. Las personas se esconden detrás del seudo anonimato del Internet para atacar a otras personas vilmente — sin nada de principios, sin elevar la discusión al nivel debido. A propósito, digo “seudo anonimato” porque el estado puede averiguar quién eres al momento que quiera. Bueno, si no estás retando al estado, a lo mejor no tienes de qué preocuparte. Pero, si uno se imagina que es anónimo por el internet — que recapacite. Ponte que podrás esconderte de otras personas por un ratito, pero tenlo por seguro que si eres muy activo en el Internet, el estado es más que capaz de averiguar quién eres, si le interesa. En todo caso, para no desviar mucho sobre el tema, se trata de: se retoma de Mark Twain lo que he citado varias veces, porque viene tanto al caso [se ríe]. Dijo, lo que uno necesita para superarse en Estados Unidos es una combinación perfecta de la ignorancia y la arrogancia. Eso es tristemente común.

La ignorancia es una cosa. Analicemos esa palabra. Quiere decir simplemente que no sabes. Por sí sola, la palabra no es un insulto. “Estúpido” es otra cosa: quiere decir que no puedes pensar, aunque te den información. Pero ignorante sólo quiere decir que no sabes. Por sí sola, no tiene nada de malo. Pero, si quieres juzgar siendo ignorante, e insistes en ideas en virtud de tu ignorancia, ahí viene al caso lo que dijo Mark Twain: la combinación de la ignorancia y la arrogancia — la arrogancia basada en la ignorancia. “No me he molestado para conocer lo que tú representas, pero sé que no tiene nada de bueno”. Ese modo de pensar es demasiado común en la cultura actual — y hay que decirle sus verdades. Ponte las pilas. Son cosas que importan.

Si alguien dice —sea nuestro partido u otros— que cree que entiende el problema fundamental ante la humanidad y su solución; si decimos que el problema es el sistema capitalista imperialista, y la solución es la revolución comunista para crear un mundo totalmente diferente sin explotación y opresión, sin conflictos antagónicos entre los seres humanos o entre la humanidad y el resto de la naturaleza; si alguna gente dice eso, obviamente eso es un asunto de suma importancia. Eso es una cuestión bien seria. Importa muchísimo para las masas de la humanidad. Si tienen razón las personas que lo dicen, eso es un asunto de la mayor importancia; y si no tienen razón, igual. Pero tú tienes la responsabilidad, si estás entrando en eso por primera vez y no conoces mucho de ello —o sea, no sabes por haber entrado apenas—, que no te dejes desviar por lo que “los demás” comentan al respecto. Si vas en serio —y esto es algo serio— éntrale y conócelo. Esa es tu responsabilidad.

Esa es la responsabilidad que asumimos, en aquellos tiempos, cuando enfrentamos los acontecimientos tremendos en el mundo, en aquellos años de los 60. No solamente las personas que llegaron a ser comunistas asumieron esa orientación seria, sino muchas más personas, ampliamente. En el movimiento de los años 60, hubo otra cultura, una cultura mejor a la que prevalece hoy en día. No es que no haya habido oportunistas — las personas sin principios que obraban bajo cuerda, y las personas interesadas en su beneficio personal que atacaron a otras de formas inescrupulosas y las que hicieron daño al movimiento en general. Por supuesto que eso existía. Mientras existan las diferencias de clase, mientras persistan divisiones entre el pueblo que sean opresivas y mientras persista la ideología correspondiente, siempre tendremos un revoltijo y no faltarán esas porquerías. Pero, permíteme decir: en los años 60 se le oponía a todo eso muy amplia y tajantemente, de que las personas comprendían que el asunto era de tremenda importancia para el pueblo del mundo. Estaba en marcha la guerra en Vietnam. Tu gobierno, si eras norteamericano, estaba librando esa guerra horrenda — que masacraba a la gente, incendiaba aldeas, lanzaba napalm (gelatina incendiaria) sobre niñitos, bombardeaba presas e inundaban a regiones enteras, y mataban a millones de personas, sin exagerar, en el transcurso de la década de esa guerra. Uno sentía la responsabilidad de oponérsele, de hacer todo lo que pudiera para pararla, reuniéndose con otros para oponerle una resistencia política generalizada. Por eso reinaba una especie de cultura distinta entre las cantidades muy grandes de personas que se sentían profundamente enajenadas y decididas a oponerse no solamente a ciertas políticas, no solamente en torno a ciertas quejas particulares y limitadas, sino contra todo el sistema, o contra toda “la estructura del poder”, como se le llamaba, y todo el “etos”, toda la filosofía y la cultura prevaleciente, que la acompañaban.

Y era muy positivo que el comunismo estaba en ese caldo de cultivo. También elevaba la vista de las personas. Muchas se sentían atraídas hacia ello, en vez de quedarse atascadas en el intento de hacer funcionar este sistema para el beneficio popular — lo que es imposible y también termina, francamente, por volver a unas personas contra otras. Si te limitas a los confines de este sistema, terminarás en conflicto y en contienda con otros individuos y otros sectores del pueblo. Tendrás que competir para “tu parte” o para que atiendan a las quejas de tu grupo de identidad particular, por encima de aquel grupo de identidad, y así sucesivamente. Sin embargo, durante el auge bastante amplio y radical de los años 60, las personas elevaban la vista. Hoy, tenemos que luchar para que eso se dé — y eso definitivamente es una lucha.

¿Cómo va a ser la cultura? ¿Y la moral? ¿Cómo abordarán las personas la cuestión de qué representan diferentes individuos y grupos, y a dónde llevarían las cosas? ¿La abordarán a base de bajezas, de lo más mezquino en lo cual las personas pueden centrarse? ¿O lo harán a base de lo que esos individuos efectivamente representan, lo que dicen concretamente que es el problema, y la solución? Veamos eso, comparemos eso con otras ideas sobre cuál es el problema y cuál es la solución — adentrémonos en eso, y luchemos para comprender qué es correcto en la realidad y qué es incorrecto.