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Los acontecimientos de hoy día, y en particular los acontecimientos relacionados con la guerra en Ucrania, hacen recordar a un amigo mío de antaño, Billy Carr. Billy se enmarañó en “la vida loca” y como resultado terminó asesinado a los veinte y tantos años. Pero tenía una mente aguda, y una vez, cuando yo describí lo que estaban haciendo los imperialistas que gobiernan Estados Unidos, no solamente a la gente aquí sino por todo el mundo, él luego luego capturó la esencia de eso: “Gánsteres legítimos”, dijo.
Hoy oímos a Biden y otros “gánsteres legítimos” que gobiernan este país, y sus portavoces mediáticos, coreando en coro constante de que Putin es un “criminal de guerra” por la destrucción y carnicería de la cual Rusia es responsable en Ucrania. Esto es como si el jefe mafioso de mayor peso (o el capo de un cartel criminal) condenara, todo santurrón, los crímenes de un gánster rival, pero menos poderoso.
Que no se nos olvide: Estados Unidos, un país fundado en la esclavitud y el genocidio, ostenta con mucho el récord de invasiones, golpes de estado y otras formas de intervenir violentamente en países cuyos gobiernos no son de su agrado — masacrando a enormes números de personas en el proceso, mucho más allá de lo que Rusia ha hecho en Ucrania. (En revcom.us se encuentran muchas denuncias y análisis de los monstruosos crímenes del imperialismo estadounidense.)
El papel del imperialismo estadounidense en los antecedentes de esta guerra en Ucrania
Veamos el papel de Estados Unidos en los acontecimientos que desembocaron en esta guerra en Ucrania. ¿Qué hizo el gobierno de Estados Unidos, tanto bajo los demócratas como los republicanos, después de que dejaron de existir la Unión Soviética, y su bloque militar, el Pacto de Varsovia, a principios de los años 1990? Algunas personas esperaban ingenuamente que, con la desaparición de la Unión Soviética, el “fin de la Guerra Fría” traería un “dividendo de paz” — que en vez de erogar el enorme presupuesto militar, el gobierno asignaría fondos para satisfacer las necesidades de la gente, especialmente aquellos con mayores necesidades. Pero, debido a la propia naturaleza de este sistema capitalista-imperialista, semejante “dividendo de paz” nunca se iba a dar: el presupuesto militar de Estados Unidos —para imponer la preservación, y expansión, de su imperio— ha continuado aumentándose, y en la actualidad es mucho más grande que los presupuestos militares de Rusia y China juntos.
Desde principios de los años 1990, al reconocer que lo que quedó en lugar de la Unión Soviética era una Rusia debilitada, los imperialistas estadounidenses, como los gánsteres que de hecho son, aprovecharon la oportunidad para expandir más su imperio — rompieron con su “palabra” de no extender su alianza militar agresiva (OTAN) a los países del antiguo Pacto de Varsovia. Haciendo caso omiso a esta promesa, los imperialistas estadounidenses maniobraron para sumar a la OTAN países cerca de Rusia, o en ciertos casos que colindan directamente con ella. Como parte de todo esto, Estados Unidos ha interferido repetidamente en Ucrania en décadas recientes, conjurando para derrocar a gobiernos ahí que son más amigos de Rusia y para reemplazarlos con gobiernos que se inclinaban hacia el imperialismo “occidental”, como ocurrió tan recientemente como 2014.
Un elemento clave en todo esto, que influyó significativamente en la decisión rusa de invadir a Ucrania, fue la declaración de parte del gobierno pro-estadounidense en Ucrania de que quería ingresar en la OTAN. Ucrania es un país grande en la mera frontera de Rusia. Como artículos en revcom.us han señalado: Imagínense lo que implicaría, y lo que los gobernantes de Estados Unidos harían, ¡si el gobierno de México declarara su intención de ingresar en una alianza militar encabezada por Rusia!
Lo que ha impulsado a la clase dominante estadounidense en todo esto es su grandiosa ambición de convertirse en una superpotencia imperialista “imposible de oponérsele”, y mantenerse así.
Ante desafíos de varios tipos provenientes de Rusia, y China, al dominio estadounidense en el mundo, el argumento de la clase dominante estadounidense, y de aquellos que se hacen eco a sus racionalizaciones chovinistas pro estadounidenses, equivale en lo esencial a nada menos que lo siguiente: “Hemos establecido, por medio de un masiva fuerza y violencia, un ‘orden’ en el mundo que favorece a nuestros intereses ‘nacionales’ (o sea, imperialistas), y nadie tiene el derecho de usar la fuerza para cambiar esto de una manera que amenace a esos intereses”1.
Los verdaderos objetivos de Estados Unidos en esta guerra
Nada de esto “justifica” la invasión rusa a Ucrania. Pero sí la pone en su contexto más amplio, y le arroja una luz reveladora. Revela lo que son las verdaderas intenciones de los imperialistas estadounidenses en esta guerra. El propósito y objetivo esencial de Estados Unidos en esto no es ayudar a un país más débil a defenderse contra un agresor más poderoso; se trata de debilitar a un rival imperialista, Rusia (y también posiblemente debilitar a China, que tiene una especie de relación cooperativa con Rusia en este momento) a fin de fortalecer la dominación del imperialismo estadounidense, y fortificar a la OTAN (especialmente después de que las acciones de Trump debilitaron la OTAN, acciones que intensificaron las divisiones entre Estados Unidos y otros países de la OTAN).
Ahora Estados Unidos está librando una “guerra de sustitutos” con Rusia — librando una guerra económica (por medio de “sanciones”) contra Rusia, al mismo tiempo que arma masivamente a Ucrania. Y esto conlleva un serio riesgo de que esta situación conduzca a un conflicto armado entre Estados Unidos-la OTAN y Rusia — conflicto armado que podría poner en marcha una dinámica la cual ninguna de las dos partes realmente podría controlar, muy posiblemente llevando a una guerra nuclear devastadora que podría poner fin a la civilización humana por completo.
En una palabra, lo que ocurre en torno a Ucrania no se trata de algún tipo de guerra sagrada de “democracia versus autocracia” como lo proclama constantemente Biden y los demás. La meta de los imperialistas estadounidenses, en relación con esta guerra y en general, es fortalecer y expandir su imperio de explotación, y hacer retroceder los desafíos a su dominación.
Poner fin al imperialismo y a su “gansterismo”
La motivación, de parte de Estados Unidos-la OTAN así como de Rusia, se parece mucho a la de unos gánsteres — gánsteres que proclaman su “legitimidad” por ser jefes de gobiernos, gobernantes de países. Pero estos gánsteres no sólo están peleándose entre sí por territorio en una sola ciudad — el “territorio” por el que están peleándose es el mundo entero. Y estos son gánsteres que controlan arsenales poderosos de destrucción masiva, incluidas armas nucleares capaces de exterminar a toda la humanidad.
Estos imperialistas “gánsteres legítimos” cometen crímenes monstruosos a una escala masiva, mucho más allá de lo que podría imaginar alguien como Don Corleone, el capo de la película El padrino. Como dije en Lo BAsico, “Estos imperialistas hacen que el Padrino se parezca a Mary Poppins”2.
Para resumirlo todo:
Imperialismo quiere decir enormes monopolios e instituciones financieras que controlan las economías y sistemas políticos —y la vida de la gente— no solamente en un país sino en todo el mundo. Imperialismo quiere decir explotadores parasíticos que oprimen a centenares de millones de personas, condenándolas a incalculable miseria; financistas parasíticos capaces de hacer pasar hambre a millones simplemente presionando una tecla de una computadora y trasladando de esa manera grandes cantidades de riqueza de un lugar a otro. Imperialismo quiere decir guerra —guerra para suprimir la resistencia y rebelión de los oprimidos, y guerra entre los estados imperialistas rivales—, quiere decir la capacidad de líderes de estos estados de condenar a la humanidad a increíble devastación, quizás hasta la aniquilación total al oprimir un botón.
El imperialismo es el capitalismo en la etapa en que sus contradicciones básicas han alcanzado un nivel extremadamente explosivo. Pero el imperialismo también significa que habrá revolución —el levantamiento de los oprimidos para derrotar a sus explotadores y atormentadores— y que esta revolución será una lucha mundial para barrer a ese monstruo global, el imperialismo3.
Como he analizado extensamente en “Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador”, con lo que está pasando en el mundo hoy en día, y con todos los peligros y dificultades que eso conllevará, esto es uno de los momentos poco comunes en que la revolución, en este mismo país imperialista, se vuelve más posible — y se necesita con más urgencia que nunca4.
Lo que necesitamos es una transformación radical para que sea la revolución, y no el gansterismo, la que establezca el tono y los términos — no solamente en una manzana o un vecindario sino en Estados Unidos en general y en última instancia en el mundo en su conjunto.