Este año se cumple el centenario de la masacre de Tulsa en 1921, en que turbas armadas de blancos racistas, entre ellos muchos policías, en Tulsa, Oklahoma, masacraron a cientos de negros, aterrorizaron a miles, y redujeron a cenizas una próspera comunidad negra, con sus iglesias, hospitales, hogares, escuelas, bibliotecas y negocios. Y continúa este tipo de opresión asesina, de muchas formas horripilantes, bajo el dominio de este sistema — en Estados Unidos y por el mundo entero.
CASO CERRADO. Este sistema, desde el principio, y hasta la fecha, es culpable de los crímenes más atroces contra la humanidad.
Nunca dejará de hacerlo —es incapaz de dejarlo— siempre que se mantenga en el poder y en pie. Esa es una lección que debemos captar firmemente — ¡y sobre la cual debemos actuar!
La pregunta no es si este sistema del capitalismo-imperialismo tiene que marcharse sino qué tan pronto es posible borrarlo mediante la lucha revolucionaria de millones de personas que están asqueadas y enfurecidas ante la realidad de que acontecimientos como la masacre de Tulsa no son algún tipo de “excepción” sino son la “regla” — una concentración de lo que es este sistema y la forma en que trata a las masas de personas no solamente en Estados Unidos sino por todo el mundo.