Verano de 2022
He leído su libro La vida del cosmos — y, con más dificultad, su obra sobre la cuestión del tiempo (El renacer del tiempo). Tengo que decir que, con esta última obra en particular, encontré parte del análisis, y de los conceptos básicos, difícil de entender. Esto se debe, al menos en gran parte, a que carezco de los conocimientos necesarios no sólo en relación con las cuestiones concretas de la física teórica que se abordan en ese libro, sino también en relación con la física teórica más en general. Sin embargo, para mí, fue una experiencia enriquecedora abordar e intentar comprender cuestiones que no son simplemente asuntos importantes de abstracción teórica, sino que, en última instancia, tienen un profundo significado para los seres humanos, nuestra relación con el resto del cosmos y entre sí.
Al mismo tiempo, dado que me he dedicado la vida a actividades distintas a la física teórica, reconozco lo irresponsable que sería para mí emitir juicios o pronunciamientos sumarios sobre asuntos cruciales en ese campo sin antes perseguir una comprensión más profunda de lo que tienen que decir al respecto aquellos que han hecho de esto el trabajo de su vida.
Lo que me lleva a las siguientes declaraciones suyas en La vida del cosmos: usted se refiere a sus años como “alumno de secundaria a principios de los años 1970, cautivado por el rocanrol, lo que yo entendía como política revolucionaria, y mi novia” (“Prólogo”, p. 7 [de la edición en inglés]); y sobre la manera, años después, en que usted (y sus colegas)
todos estamos tratando de hacer que tengan sentido las juventudes que se vivieron a lo largo del utopismo extático de los años 1960 y las adulteces que presenciaron el colapso del utopismo marxista muy distinto y las revelaciones de la violencia que ese sueño impuso a sus pueblos. Todos estamos tratando de entender lo que quizá signifique la democracia en un mundo dominado por el capitalismo consumista, una creciente crisis ecológica, una brecha cada vez más grande entre los ricos y los pobres y la confrontación permanente de pueblos con radicalmente diferentes culturas y expectativas sobre la vida. (“Epílogo/Evoluciones”, p. 295; traducción de revcom.us)
Tengo que decir que, como alguien que llegó a la edad política en el mismo período general que usted, y que me he dedicado la vida a conocer la sociedad humana y su desarrollo histórico, y a la lucha potencial y activa por su transformación emancipadora —y más específicamente como alguien que he esgrimido y aplicado el marxismo/comunismo a estas cuestiones fundamentales, precisamente como método y enfoque científico, y no como utopismo— no puedo dejar de asombrarme de lo completamente mal encaminada, altamente inexacta y francamente irresponsable que lo es su afirmación que se hace pasar por juzgar la experiencia de lo que usted identifica incorrectamente como “utopismo marxista”.
Imagínese que alguien, como yo, sin ninguna inmersión seria en el campo de la física teórica, adoptara el mismo enfoque irresponsable que usted ha adoptado — imagínese que yo hiciera el tipo de “pronunciamientos definitivos” superficiales (y francamente fatuos) sobre la física teórica que usted ha hecho sobre la experiencia del comunismo. Pero, como he señalado antes, en cuanto al comunismo, la gente —incluidos aquellos que, con respecto a otras dimensiones de la experiencia humana, no pensarían en hacer pronunciamientos de esta manera irresponsable— no dudan en regurgitar lo que, sobre el comunismo, les ha enseñado los de arriba de este sistema del capitalismo-imperialismo y sus seguidores intelectuales, sin molestarse en examinar este tema con seriedad (o sin “considerar la fuente” de la implacable ofensiva anticomunista con la que a tantas personas en estos días... sí, no dudo en decirlo, ¡se les ha lavado el cerebro!). Y, por esta razón, inclusive algunas de las preocupaciones válidas y los mejores sentimientos que usted expresa (como se evidencia en lo que he citado aquí) se desperdician y son llevados a un callejón sin salida de esperanzas realmente utópicas según las que el tipo de contradicciones de las que usted habla podrían resolverse de forma positiva bajo este sistema.
Usted habla de “democracia” sin reconocer que esta “democracia” no existe simplemente en el contexto del “capitalismo consumista”, sino que de hecho se basa en las relaciones y dinámicas económicas subyacentes (modo de producción) de este sistema del capitalismo-imperialismo, y es la extensión y la expresión superestructural de dichas relaciones y dinámicas — un sistema mundial de explotación cruel y relaciones sociales de opresión brutal. Antes de que usted descarte eso como retórica dogmática, permítame llamarle la atención sobre la siguiente realidad profundamente indignante:
en el período de un poco más de 75 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, debido a la manera en que domina el mundo el sistema del capitalismo-imperialismo, ¡al menos 350 millones de niños en el tercer mundo se han muerto innecesariamente por inanición y enfermedades prevenibles!
¡No menos de 350 millones! Es decir, una cifra superior a toda la población de Estados Unidos.
Este horror es una expresión del parasitismo de este sistema del capitalismo-imperialismo, que se basa en la explotación extrema de literalmente miles de millones de personas, particularmente en el tercer mundo, entre ellas más de 150 millones de niños, y en las terribles condiciones que se imponen a las masas de personas ahí, junto con esta explotación extrema.
No se trata de una mera afirmación de que este sistema del capitalismo-imperialismo es la causa fundamental de estos horrores. Es una conclusión basada en la evidencia, una cuestión de hechos objetivos, la que se ha demostrado concreta y ampliamente por medio del trabajo que yo, y otros, hemos realizado — trabajo al que se puede acceder en el sitio web revcom.us.
No dudo en decir que el que se pudiera superar las lacras y atrocidades como esta (y muchas otras que este sistema perpetra), y cómo —y, en su lugar, el que pudiera existir una sociedad humana y mundo verdaderamente emancipadores, que al mismo tiempo tuvieran la base para hacer frente a la crisis ambiental cada vez más aguda y para ser un guardián digno de la tierra—, pues todo eso ciertamente no es de menor importancia y consecuencia que importantes cuestiones de física teórica. Cualquiera que se preocupe sinceramente por el estado y el destino de la humanidad, y especialmente cualquiera que aprecie el método científico, al menos debería estar dispuesto a examinar con seriedad lo que se afirma que es un método y enfoque científico con respecto a los problemas desafiantes de la emancipación humana y la experiencia de la revolución comunista — cuyo propósito y meta declarados son precisamente alcanzar los objetivos a los que me he referido aquí.
Sería poco realista y razonable pedirle a alguien como usted, cuyos esfuerzos están dedicados a otras actividades importantes, que se ponga a examinar todo el conjunto de teoría y análisis que constituye y se deriva del nuevo comunismo que ha resultado de las décadas de trabajo que he llevado a cabo, y que representa y encarna una resolución cualitativa de una contradicción crítica que ha existido al interior del comunismo en su desarrollo hasta este momento, entre su método y enfoque fundamentalmente científico, y los aspectos del comunismo que han ido en contra de esto. Pero, sobre todo porque usted se ha sentido en la libertad de hacer pronunciamientos generalizadores sobre el comunismo, claramente sin la base necesaria para hacerlo, parece apropiado instarle a leer el número especial que se puede encontrar en revcom.us: No sabes lo que crees que “sabes” sobre… La revolución comunista y el VERDADERO camino a la emancipación: Su historia y nuestro futuro, Entrevista con Raymond Lotta.
Aunado a ése, como usted ha expresado con razón una profunda preocupación por lo que son problemas verdaderamente profundos que la humanidad enfrenta, incluida la intensificación continua de la crisis ambiental, pero al mismo tiempo los está abordando en el marco de la “democracia”, sin reconocer lo que esta “democracia” realmente constituye y en qué se basa, le remito al artículo mío: A la luz de la urgencia que se aborda en “Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador”, UN RETO RENOVADO: EN BUSCA DE UN LIBERAL O PROGRESISTA HONESTO.
Estas obras están disponibles en revcom.us; para facilitarle el acceso, he incluido sus enlaces.
Si le apetece explorar más a fondo la esencia de lo que define y distingue al nuevo comunismo que he desarrollado, le remito a lo siguiente:
El Nuevo Comunismo, La ciencia, la estrategia, la dirección para una revolución real, y una sociedad radicalmente nueva en el camino a la verdadera emancipación (Editorial Aurora Roja, 2018);
Breakthroughs (Abriendo Brechas): El avance histórico hecho por Marx, y el nuevo avance histórico del nuevo comunismo, Un resumen básico. (El pdf del español está disponible en revcom.us/es);
Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte. (RCP Publications, 2010; el pdf también está disponible en revcom.us/es.)
Espero que usted —y, por cierto, otros que no han abandonado un apreciación de la importancia de la integridad intelectual y del enfoque científico para conocer materialmente la realidad— examinen con seriedad lo que he indicado aquí, con un reconocimiento de su importancia profunda, y de hecho urgente, con respecto a la perspectiva de la emancipación humana y un futuro digno de vivir para la humanidad, inclusive una interacción racional y sustentable de los seres humanos y su sociedad con el resto de la naturaleza.
Me complacería mucho recibir noticias suyas a este respecto.