Durante tres días consecutivos la semana pasada (del 31 de octubre al 2 de noviembre), Israel bombardeó implacablemente el densamente poblado campo de refugiados de Jabaliya en el norte de Gaza. Ya lo había bombardeado cuatro veces antes1.
Israel afirmó que los bombardeos de Jabaliya tenían como blanco un alto comandante de Hamas y que, por tanto, eran justificados. En realidad, el bombardeo israelí de Jabaliya, parte de la guerra genocida de Israel contra Gaza respaldada por Estados Unidos, fue un ataque masivo contra civiles, un crimen de guerra.
El campo de refugiados de Jabaliya alberga a 116.011 palestinos que viven en un área de 1,4 kilómetros cuadrados, la parte más densamente poblada de Gaza, y Gaza es una de las zonas más densamente pobladas de la Tierra. Un trabajador humanitario describió el campo: “Las casas están una al lado de la otra. Y la calle más ancha del campo de Jabaliya tiene medio metro”.
En el campamento viven personas (y sus descendientes) que fueron violentamente obligadas a abandonar sus hogares durante la limpieza étnica terrorista de 1947-48 de cientos de miles de palestinos (conocida como la Nakba, la palabra árabe para “catástrofe”), que fue clave para la fundación del estado de Israel. Incluso antes de que Israel lanzara esta última guerra, alrededor del 80% de los habitantes de Gaza vivían en la pobreza y el 60% dependía de la ayuda internacional para sobrevivir. Ahora las cosas están muchísimo peores debido a los masivos ataques israelíes y al bloqueo que impide la entrada en Gaza de agua, combustible, medicinas y otros artículos de primera necesidad.
Israel había ordenado a todos los habitantes del norte de Gaza (alrededor de un millón de personas) que se fueran al sur de Gaza, al mismo tiempo que bombardeaba a quienes intentaban huir y a las secciones del sur de Gaza. Unas 30.000 personas se quedaron en Jabaliya después de las órdenes de evacuación.
Durante los bombardeos de Jabaliya la semana pasada, el ejército israelí utilizó enormes bombas de 2.000 libras. Las fotografías satelitales mostraron que todos los edificios en un área de 27.000 pies cuadrados quedaron “completamente arrasados, con más edificios circundantes gravemente dañados”2. Manzanas residenciales enteras quedaron devastadas. Escuelas, casas, tiendas y edificios residenciales se derrumbaron y familias quedaron atrapadas bajo los escombros. Familiares y espectadores afligidos han estado cavando frenéticamente entre los escombros, retirando los restos de los edificios en busca de sobrevivientes — y cadáveres. Según los informes, un ingeniero perdió al menos a 18 miembros de su familia. Los cadáveres envueltos en sábanas blancas estaban alineados frente a un hospital del campo de refugiados.
Un residente de Gaza dijo: “La zona ha quedado completamente destruida. Aquí no hay combatientes de Hamas. Todos estos son civiles. Todos son personas inocentes. Aquí no hay resistencia. Aquí había una panadería y casas. En uno había 100 personas adentro y otro tenía 50. Esto es destrucción… Es una guerra de exterminio”3.
Otro dijo: “Perdí a toda mi familia, 15 personas. Eran inocentes y simplemente vivían en el campo. ¿Qué mal hicieron? A todos los mataron, la casa de mi hermana con sus hijos, la casa de mi hermano con sus hijos, todos mis hermanos, no quedó nadie más que mi hermano menor y yo. Quince personas, estos son sus nombres. Son inocentes y amables. Es literalmente una masacre”4.
En total, esta última ronda de bombardeos y ataques con misiles causó cerca de 200 muertos y cientos de heridos, entre ellos muchos niños, y muchos otros heridos o todavía desaparecidos, presumiblemente sepultados bajo los escombros 5 .
“Los médicos que trataron a las víctimas describieron escenas de pesadilla en las que operaban sin suministros básicos ni anestesia”, informa el New York Times. “El Dr. Hussam Abu Safyia, director de la sala de pediatría del Hospital Kamal Adwan, donde fueron atendidas muchas de las víctimas de los ataques en Jabaliya, dijo que la mayoría de las personas que llegaron eran niños. Muchos sufrieron quemaduras graves o habían perdido extremidades”. Durante tres días, el hospital recibió a casi 100 personas que no sobrevivieron y a unos 600 heridos después de que las bombas israelíes impactaran en edificios residenciales y en una escuela de las Naciones Unidas donde se refugiaban personas. “Nunca en mi vida había visto lesiones tan graves”, dijo el Dr. Safyia. “Vimos niños sin cabeza”.
El hospital, justo al norte de Jabaliya, tiene muy pocos suministros médicos debido al bloqueo israelí. “Sin anestesia, los médicos operaban a personas con lesiones graves utilizando analgésicos de venta libre como el paracetamol para ayudar a aliviar el dolor. Tenían un suministro limitado de antibióticos y usaban vinagre y cloro para desinfectar las heridas, añadió el médico. ‘Los gritos de los niños durante las cirugías se pueden escuchar desde afuera’, dijo el Dr. Abu Safyia. ‘Estamos operando cráneos de personas sin anestesia’”.
El Dr. Abu Safyia y un colega estaban en la unidad de cuidados intensivos neonatales cuando empezaron a llegar las víctimas de Jabaliya. Dijo que cuando fueron a la sala de emergencia para ayudar, “su colega quedó atónita al ver que dos de sus propios hijos estaban entre los muertos. Sus hijos de 9 y 7 años fueron asesinados en su casa, dijo, junto con varios de sus hermanos y familiares. ‘Estamos trabajando en un lugar donde en cualquier momento esperamos que nuestros hijos, cónyuges, hermanos o amigos lleguen hechos pedazos’”.
La morgue del hospital estaba tan llena de cadáveres que los apilaban unos encima de otros. Un funcionario de la Agencia de la ONU para los Refugiados dijo: “Estas son personas que tenían sueños, tenían vidas, tenían un futuro. Todo terminó”6.