Yenín. Cisjordania. Israel.
El campo de refugiados de Yenín —17.000 civiles palestinos hacinados en un área de menos de 400 metros cuadrados— limita con la pequeña ciudad de Yenín. Se encuentra en la región palestina de Cisjordania, que fue tomada ilegalmente por Israel en 1967 y ha permanecido bajo una ocupación militar cada vez más estricta durante 55 años, mientras colonos sionistas fanáticos armados se han apoderado de cada vez más tierras y hogares palestinos en Cisjordania.
Los habitantes de Yenín son descendientes de algunos de los 750.000 palestinos expulsados o aterrorizados para que huyeran de su patria en 1948, como parte del establecimiento del Estado judío de Israel en la tierra de Palestina. Viven como refugiados en la zona que antaño fue el hogar de sus abuelos.
Desde su fundación, y con el apoyo masivo de Estados Unidos y otros imperialistas, Israel se ha desarrollado como un Estado de apartheid, con un régimen opresor mantenido por uno de los ejércitos más poderosos del mundo (las Fuerzas de Defensa Israelíes o “IDF” por las siglas en inglés), con un considerable arsenal nuclear. (Para una historia completa, véase “¿Bastión de ilustración O matón para el imperialismo? El caso de ISRAEL”).
La invasión
A partir del lunes 3 de julio, a la 1 de la madrugada (hora israelí), un millar de soldados de las fuerzas especiales israelíes irrumpieron en las estrechas calles y callejones de Yenín. La ocuparon durante dos días, matando a tiros a cualquiera que se resistiera, buscando cualquier forma de oposición organizada al poder israelí. Desde el cielo, drones lanzaban misiles. Enormes excavadoras blindadas destrozaron deliberadamente las calles, y los conductos y tuberías de los servicios públicos bajo ellas, cortando la electricidad y el agua de gran parte de Yenín y haciendo intransitables las carreteras. Lanzaron gases lacrimógenos en hospitales; dañaron escuelas y centros de ayuda gestionados por la ONU.
En condiciones “normales”, la vida en Yenín es difícil. Yenín está rodeada y acorralada por colonos sionistas armados y por el ejército hostil israelí. Los palestinos de Cisjordania no tienen derecho a viajar libremente por su propia patria. El desempleo está por las nubes y la pobreza es generalizada. Los servicios públicos sólo funcionan esporádicamente.
Ahora imagínese vivir en estas condiciones y que una fuerza de invasión masiva irrumpa en tu barrio, gritando amenazas, rociando gas lacrimógeno y haciendo llover balas y proyectiles por todos los rincones y recovecos.
El terror
Así es como lo describen los residentes:
Salim Awad, trabajador de un restaurante de 34 años, acurrucado en una casa con 19 personas, dijo al Washington Post: “Los niños lloran y gritan, aterrorizados por lo que está ocurriendo”. Salim también describió haber visto a un niño con una pierna amputada entre los escombros de un teatro destruido por un ataque aéreo. “Su hermano estaba a su lado, gritando y llorando por él”.
Haifa Abu Sirriyeh, de 34 años y madre de tres hijos, declaró a Al Jazeera que el lunes temprano la despertó un bombardeo y que su hija pequeña temblaba y lloraba de miedo. Dijo que las fuerzas israelíes “quieren cometer masacres dentro del campamento” y “quieren acabar con el campamento”.
Hanaa Shalby, de 40 años, madre de tres niñas, se desahogó con CNN: “Nuestra casa, todas las cosas materiales pueden ser reemplazadas, pero ¿cómo puedo reconstruir la psique de mis hijitas? ¿Cómo volverán a sentirse seguras?”. Shalby mostró a la CNN el interior de la habitación de sus hijas, cuyas camas rosas están ahora sembradas de cristales rotos después de que la metralla destrozara las ventanas. “La más pequeña sólo tiene siete años. Dice que desearía no haber nacido nunca. Dice que nunca debí haberla parido en este horror”.
Rimah Abu al-Haja, palestina de 35 años, declaró al diario israelí Haaretz que los soldados israelíes la obligaron a abandonar su casa el lunes. Cuando regresó, descubrió que habían saqueado y “destruido todo”. En su mapa bordado de Palestina, habían tachado “Palestina” y escrito “Israel”.
El miércoles, cuando terminó la “operación”, unas 3.000 personas habían huido de sus casas y al menos 12 habían muerto, entre ellas (según UNICEF) tres menores. La Media Luna Roja Palestina (organización de ayuda en caso de catástrofe) informó de al menos 117 heridos en el campo, 45 de ellos “moderados” o “graves”. (También murió un soldado israelí).
Pronto la gente regresó, para enterrar a sus muertos y empezar a reconstruir el devastado campamento. La CNN informó que “el gas lacrimógeno” y “el hedor de la muerte” “permanecían en el aire”.
Los objetivos y las consecuencias para Israel
El asalto a Yenín se produce en el contexto de la intensificación de las crisis que recorren el mundo, incluidos los desafíos de grandes potencias al dominio de Estados Unidos (y su aliado clave en el Oriente Medio, Israel) sobre la región del Oriente Medio. Y esta crisis mayor está entrelazada con lo que Bob Avakian ha descrito como una “crisis existencial” ante el propio Israel1.
Las numerosas y profundas implicaciones de todo esto están más allá del alcance de este artículo, pero un elemento importante es que esto ha llevado a una escalada de la violencia tanto por parte de los colonos como de los militares contra la población palestina en Cisjordania (y en otros lugares): durante las protestas callejeras de mayo de 2022, las IDF abatieron a tiros, al parecer de manera intencionada, a un destacado y querido periodista palestino en Yenín. En junio de 2023, cientos de colonos armados arrasaron el pueblo cisjordano de Turmus Ayya, quemaron casas y coches y mataron a un palestino. Y a los políticos israelíes se oyen cada vez más palabras genocidas.
Esto, a su vez, ha provocado una resistencia renovada y feroz, especialmente por parte de la nueva generación de palestinos, que incluye protestas callejeras, ataques a los colonos (que, para ser claro, son básicamente una fuerza armada paramilitar), así como a otros civiles israelíes. Y ha provocado un aumento de los jóvenes que toman las armas para defender a su comunidad y a su pueblo.
Las IDF han calificado a Yenín de un “foco” de esta resistencia y afirma que hay 300 militantes armados en el campo. Y aunque organizados en diversas organizaciones, las IDF afirman que estos militantes se coordinan entre sí para mantener alejadas a las fuerzas armadas sionistas y atacarlas si entran.
Aunque son una fuerza pequeña y mal armada en comparación con el monstruo militar israelí, han sido algo eficaces. Las fuerzas israelíes solían hacer incursiones casi diarias en Yenín y otras zonas de Cisjordania para detener a militantes y activistas; ahora esas incursiones casi siempre se topan con algún tipo de resistencia, incluso armada.
Entonces en junio, un convoy de las IDF entraron en Yenín; el vehículo blindado que iba en cabeza quedó inutilizado por un artefacto explosivo, y el resto de las fuerzas, embotelladas tras el vehículo, se encontraron en un tiroteo de cinco horas y tuvieron que ser rescatadas por un helicóptero Apache (Made in USA). Desde el punto de vista de los militares sionistas, esto era intolerable. Y al resquebrajar el aura de “invencibilidad” de las IDF, también proyectó el espectro de inspirar una resistencia más amplia en Cisjordania y más allá. (Se ha informado ampliamente de que estos combatientes armados han llegado a ser vistos como héroes y mártires en Yenín, y a los funerales de los muertos durante el ataque del 3 de julio asistieron miles de personas).
Esta perspectiva de zonas “prohibidas” a las IDF, de propagación del desprecio por la autoridad militar israelí y de ataques (por pequeños que fueran) contra las comunidades de colonos también enfurecía a la base social fascista del actual gobierno de Netanyahu. Todo esto alimentó la necesidad de que las IDF proyectaran una “demostración de fuerza” en Yenín, y seguirá impulsando nuevos ataques allí y en Cisjordania en general.
Dicho esto, la afirmación de las IDF de que su operación se centró quirúrgicamente en los pequeños grupos de militantes armados y que tuvieron “éxito en evitar bajas de civiles no implicados” es una mierda. No se trató de una “operación policial” dirigida a unos pocos lugares; las propias IDF se jactaron de haber llegado a todos los rincones y recovecos de Yenín. E incluyó el asalto aéreo más masivo contra Cisjordania en dos décadas.
Y aunque las IDF sí lograron infligir un gran terror y sufrimiento a 17.000 civiles (como ya hemos analizado), parece que hicieron poca mella en los grupos armados, que lanzaron nuevos ataques incluso mientras las IDF seguían en Yenín.
Para Israel, la única respuesta a su incapacidad (hasta ahora) para aplastar violentamente todas las formas de resistencia es atacar más violentamente al pueblo palestino, en particular a aquellos que se atreven a alzarse en armas contra ellos. El ministro de Defensa israelí ha dicho: “llegaremos a una situación en la que, como resultado de habernos comprometido militarmente en Yenín en los últimos días, podremos desplazarnos a cualquier parte, en el campamento de refugiados o en cualquier otro lugar, con un equipo de soldados”. Se trata de una amenaza de mucha más violencia, pero Israel no tiene ninguna garantía de que las cosas acaben como ellos quieren.
Respaldo de Estados Unidos y Europa Occidental a la destrucción de zonas civiles
Todo esto se hizo con el apoyo de Estados Unidos y sus aliados de Europa Occidental. Ya sabe, los que denuncian a diario a sus rivales imperialistas rusos por invadir a su vecino más pequeño y débil, y por lanzar ataques militares contra zonas civiles... en Ucrania. Oyendo hablar a Biden, la invasión rusa ha violado el “orden mundial democrático y pacífico” que Estados Unidos y sus aliados crearon, y derrotarla es una línea divisoria entre la civilización y la barbarie.
Piense en el contraste: Un estado poderoso y masivamente armado con armas nucleares ataca a una nación mucho más pequeña y muy pobremente armada con despiadados asaltos anti-civiles que cobran vidas y destruyen infraestructura vital... En el caso de Rusia (principal rival imperialista de Estados Unidos, junto con China) que invade a Ucrania, los gobernantes de Estados Unidos y sus voceros de los medios de comunicación atacan a Rusia y escalan una sangrienta guerra de sustitutos suministrando miles de millones de dólares en armas contra Rusia. En el caso de Israel —bastión para Estados Unidos en el Oriente Medio—, cuando invade a los palestinos, los funcionarios y medios de comunicación estadounidenses insisten en que respaldan “la seguridad y el derecho a defenderse” de Israel.
Pero cuando se trata de su íntimo aliado Israel que asalta a una población civil prácticamente desarmada, ¡pues esa es otra historia! Según Haaretz, “Israel se aseguró de informar a Estados Unidos con antelación de su intención de lanzar la operación de Yenín”. (Énfasis añadido.) Y Haaretz también señala que “A pesar de las imágenes del campamento de refugiados que mostraban una gran destrucción y muertes de civiles, la mayoría de los países europeos tampoco condenaron a Israel”. Mientras se producía el ataque, un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos declaró al Washington Post: “Apoyamos la seguridad de Israel y su derecho a defender a su pueblo contra Hamás, la Yihad Islámica Palestina y otros grupos terroristas”2.
Israel ha dejado claro que tiene la intención de llevar a cabo más ataques de este tipo, en Yenín y en otros lugares, en nombre de la “defensa” contra el “terrorismo”. El 5 de julio, Haaretz informó que el primer ministro israelí Netanyahu dijo que la operación de Yenín no era un hecho aislado y que “continuaremos mientras sea necesario”. Y Estados Unidos y sus aliados han manifestado su apoyo a futuras operaciones, al tiempo que han instado a Israel a que sean breves y con un bajo número de muertos para evitar que la pose del Occidente como “paladín de los derechos humanos” resulte embarazosa.
El reto para las personas en Estados Unidos
En marzo de este año, en “Estalla una crisis existencial en el Israel sionista del apartheid”, comentamos :
Una revolución real en Estados Unidos sería un acontecimiento mundial que cambiaría el terreno del juego.
Una gran parte de esto es que daría un tremendo ímpetu a las fuerzas revolucionarias en todas partes, y ciertamente al pueblo palestino, mostrando la posibilidad real de que las masas populares se levanten incluso contra los opresores más poderosos, y los derroten. Además, proyectaría la orientación comunista de luchar para eliminar toda opresión en lugar de luchar, aunque fuera heroicamente, sólo para evitar ser aplastados por completo. Y ofrecería un poderoso contraste con las fuerzas reaccionarias que se oponen al imperialismo estadounidense con el fundamentalismo islámico, así como con otros callejones sin salida como luchar sobre la base de la venganza.
En todos estos sentidos, debería quedar claro que la mayor contribución que podemos hacer para apoyar las aspiraciones y luchas del pueblo oprimido, en Palestina y en todo el planeta, es aprovechar urgentemente la oportunidad poco común de revolución que podría surgir aquí y, al hacerlo, impulsar la lucha revolucionaria en todas partes.
Al mismo tiempo, el hecho de que los imperialistas estadounidenses se jacten de su “relación especial” con Israel, y que respalden y refuercen cada atrocidad de los sionistas, significa que la gente en Estados Unidos sí tiene una “responsabilidad especial” de descubrir y oponerse a los crímenes de Israel contra los palestinos, y al patrocinio estadounidense del régimen sionista.
Sin embargo, hasta ahora, hay un vergonzoso silencio por parte de la gente en general en Estados Unidos ante los crímenes de guerra que está cometiendo Israel, con el respaldo de “nuestros” gobernantes, contra el pueblo palestino.
Esto debe cambiar, como parte del trabajo urgente hacia una revolución real para poner fin a este monstruoso dominio imperialista.
¿Qué es lo que un poder estatal revolucionario hace posible?
Más allá del impacto general e inmediato descrito en el artículo adjunto, la práctica y las políticas concretas del nuevo poder estatal revolucionario serían un faro brillante para los pueblos del mundo que buscan un mundo nuevo, y una patada en la cabeza a todos los regímenes opresores. De nuevo, de “Estalla una crisis existencial en el Israel sionista del apartheid”:
Semejante revolución cercenaría para siempre la “relación especial” entre Estados Unidos y los regímenes aliados y títeres por todo el mundo, incluido Israel. Y plantearía un modelo totalmente distinto de cómo podría ser el mundo que establecería nuevas condiciones para las personas en todas partes.
Basándose en la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, el nuevo Estado pondría fin inmediatamente a toda ayuda a Estados reaccionarios como Israel. Y, en sus relaciones internacionales, “dará prioridad para superar el terrible legado de explotación y depredación de los Estados Unidos de América imperialistas y para contribuir todo lo que pueda al avance hacia un mundo en el que finalmente hayan terminado toda conquista, saqueo y dominación y toda explotación”, ¡en lugar de apoyar a los opresores y alimentarse por la explotación de los pueblos de todo el mundo!