Otro partidario del Cuerpo Revcom y yo fuimos al campamento de Harvard el sábado 27 de abril. El campus Harvard Yard estaba bajo encierro para que únicamente las personas con carnet de Harvard pudieran entrar. Con una seguridad estricta en las famosas rejas de entrada. Mi camarada y yo tanto conversamos con algunos estudiantes, como repartimos volantes y nos acercamos a los estudiantes por separado. Los estudiantes rápidamente me invitaron a conversar.
Me acerqué a la mayoría de los estudiantes con el volante y con estas preguntas: “¿Por qué han decidido salir a participar en este campamento?” “¿Por qué creen que los directivos universitarios en todo el país están suprimiendo a los estudiantes tan brutalmente?” “¿Por qué lo que hacen ustedes amenaza tanto a este sistema?” También les pregunté: “¿Qué creen que pasaría si los estudiantes de todas estas universidades de élite perdieran su ‘LEALTAD’ al sistema del capitalismo-imperialismo y a la manera en que opera en Estados Unidos y en todo el mundo?” Felicité las respuestas de algunos estudiantes que parecían saber algo sobre el papel de un sistema mientras que reté a otros a que se adentraran en lo que realmente pasa y utilicé los puntos de agitación del volante como base. Hablé de Bob Avakian, BA, y de que nos encontramos en un momento poco común cuando la revolución es posible y es la única salida de este mundo infernal. Hice referencia al mensaje de las redes sociales número 27 de BA y a los códigos QR para que obtuvieran otra información.
Sigan a Bob Avakian (BA) en las redes sociales (texto en español aquí).
El primer estudiante con el que topamos era del Medio Oriente. Nos informó que ya no era un estudiante en Harvard, pero que voló desde miles de kilómetros de distancia para unirse al campamento. Sabe que la universidad de Harvard es una voz por el imperialismo, pero esta nueva barbaridad le abrió los ojos aún más. Conectó lo que pasa en Gaza con el poder imperial y de inmediato se mostró receptivo y con ganas de conversar con nosotros y conseguir el volante. Al principio se mostró cauteloso y quiso cerciorarse de que no éramos parte de los medios de comunicación. No quiso darnos sus datos pero lo invitamos a comunicarse con nosotros vía el sitio web si quería continuar con la conversación. Fue la persona más avanzada que conocí durante el tiempo que estaba ahí. Él sintió que tenía que ser parte de esta acción porque el genocidio en Gaza lo conmovió tanto, y tuvo que participar en oponerse a instituciones, como la Universidad de Harvard. La mayoría de los estudiantes presentes habían salido debido a Gaza.
Una estudiante dijo que pensaba que las universidades estaban tomando medidas represivas porque los campamentos “avergonzaban” a las escuelas y no querían que se manchara su imagen. Contempló mi perspectiva sobre la manera en que esto representaba el funcionamiento del imperialismo, y al parecer se interesaba cuando yo destacaba la forma en que los movimientos universitarios de los años 1960 activaron al resto de la sociedad y que fueron un factor importante en poner fin a la guerra de Vietnam. Al parecer con ganas agarró el volante y para conocer más sobre BA.
Un par de estudiantes pensaban que el motivo de la racha de represión era: “no quieren un cambio de narrativa”. Les pregunté cuál narrativa estaba en juego. Estaban perplejos sobre cuál era la amenaza. Les reté: “EXAMEN SORPRESA — ¿qué creen que pasaría si todos estos estudiantes de estas universidades de élite perdieran su lealtad a este sistema?” Una de ellos respondió alegremente: “¡El sistema se desmoronaría!” La felicité: “¡SÍ! ¡Precisamente eso es lo que temen! ¡TÚ obtienes la nota A++!” Agarraron el volante a medida que nos adentrábamos en los crímenes del sistema y en el momento poco común para una revolución.
Los estudiantes estaban receptivos y parecían felices de que estuviéramos presentes. Montaron tiendas de campaña sobre los terrenos y bailaban con un verdadero sentido de camaradería. Muchos estudiantes llevaban puestos kufiyas [bufandas palestinas que han llegado a ser un símbolo de apoyo a Palestina]. Había una especie de ambiente festivo en que algunos coreaban “Liberar, Liberar a Palestina”, y el campamento tenía banderas palestinas y una kufiya envolvía la estatua de John Harvard [fundador de la universidad] sentado en su trono.
Algunos estudiantes pensaban que la racha de represión se debía al dinero y a que los grandes donantes a las escuela amenazaban con retirar sus donativos. Otros pensaban que la racha de represión era una cuestión del mero deseo de las universidades de controlar a sus estudiantes.
Yo no tenía la impresión de que muchos estudiantes realmente entendieran que el capitalismo-imperialismo estaba al centro de lo que pasaba en Harvard, en otras universidades de élite o en Gaza. Había muchísima pasión, pero ninguna pista concreta de cómo funciona el capitalismo o, ciertamente, de que una revolución era necesaria y posible. No tenía la impresión de que los estudiantes tuvieran una idea coherente sobre hacia dónde ir a partir de ahora o cuáles objetivos eran siquiera alcanzables. “Permaneceremos aquí hasta que Harvard cumpla con nuestras demandas de desinversión”, fue un tema común. No tenía una impresión muy amplia de una militancia ni hacer frente a un sistema que comete enormes crímenes contra la humanidad.
Mientras estábamos presentes, la rectoría de la Universidad de Harvard envió un email muy amenazador a los estudiantes. Un estudiante comenzó a leerlo en voz alta a mí y a otras personas cercanas. El email decía que el campamento era una violación de las políticas de Harvard y que el “sonido amplificado” estaba “perturbando el período de lectura” de otros estudiantes. Parecía que los estudiantes permanecían desafiantes y no querían retroceder.
Sentí que era muy importante que mi camarada y yo tuviéramos la oportunidad de pasar tiempo en el campamento de Harvard. Me sorprendió y me inspiró mucho la forma en que nos acogieron en el espacio y la forma en que los estudiantes parecían con ganas de conocer lo que teníamos que decir. Agarraron los volantes y muchos se mostraron receptivos a conversar sobre el contenido del volante y parecía que el volante los despertó a un análisis que, claramente, no tienen.
Parece muy claro que nosotros, como revcom, tenemos una oportunidad aquí. La mayoría de los estudiantes eran bastante ingenuos respecto al hecho de que opera un sistema y que lo que están haciendo puede tener un impacto importante sobre toda la sociedad. Sólo había un estudiante, que no formaba parte del campamento, que estaba enojado y gritó: “¡Harvard necesita sacar a esta gente de aquí!”. Bueno, ¡supongo que hay uno así en cada multitud! Pero en general, esta experiencia fue poderosa y demostró una grieta creciente en este sistema, la que parece madura para que —con unidad, educación y lucha— se abra de par en par.