El 4 de abril, el Tribunal Constitucional de Corea del Sur votó por unanimidad a favor de la destitución del presidente Yoon Suk-yeol. Yoon fue sometido a un juicio político de destitución (y fue “suspendido” del cargo) por el Parlamento el 14 de diciembre de 2024, pero por ley no podía ser destituido hasta que el Tribunal dictaminara. Ahora que lo ha hecho, Yoon no solo ha dejado el cargo, sino que también enfrenta un juicio penal por “insurrección”.
¡Esto es un gran acontecimiento! Es la culminación (por ahora) de cuatro meses de intensa lucha que sacudió a toda la sociedad surcoreana, de arriba a abajo. Una lucha que se libró en las calles y plazas, en los tribunales y el parlamento, en los campus y en las redes sociales.
El comienzo: El presidente Yoon Suk-yeol declara la ley marcial

En esta captura de vídeo del servicio de televisión por cable JTBA, Ahn Gwi-ryeong sujeta el fusil de un soldado.
Yoon es líder del derechista Partido del Poder Popular (PPP) y fue elegida presidente en 2022. Un analista militar británico lo describió con aprobación como “un presidente muy prooccidental, proestadounidense, proempresarial y protrumpista”.
Alrededor de las 22:30 del martes 3 de diciembre, Yoon inició un “discurso a la nación”, en el que despotricó contra las conspiraciones norcoreanas, el fraude electoral y la “obstrucción” de su programa por parte del mayor partido político “convencional”, y afirmó que “erradicaría a las descaradas fuerzas pronorte y antiestatales”.
Cuatro minutos después, declaró la ley marcial. Se prohibió toda actividad política independiente, de las protestas en las calles a las sesiones del Parlamento y todo lo demás. La prensa estaría sujeta al control estatal. Se suspendieron los derechos civiles de la población.
Mientras hablaba, las tropas irrumpían en el Salón de la Asamblea Nacional y lo rodeaban para impedir que se sesionara para así detener la toma de posesión de Yoon. Más tarde, el comandante de la unidad de Guerra Especial del Ejército testificaba que Yoon le había ordenado que “sacara a rastras” a cualquier legislador presente en el salón. (Según la ley surcoreana, el Parlamento puede anular una declaración presidencial de ley marcial... ¡pero no lo puede hacer si no puede sesionarse!). Y se descubrió que otro comandante militar tenía una lista de 500 personas objeto del arresto en la “primera ola”, lo que incluía entre “30 y 50 legisladores”, entre “100 y 200 periodistas” y líderes de los grandes sindicatos.
Había más en movimiento. Helicópteros Blackhawk sobrevolaban la zona. Enviaron a soldados a las oficinas de la Comisión Electoral Nacional (CEN) para evaluar la “necesidad de una investigación sobre el presunto fraude electoral” en las elecciones de abril de 2024, que habían resultado en una derrota aplastante para el PPP de Yoon. (Yoon afirmó que Corea del Norte había “hackeado” las máquinas de votación — ¿les suena?)
En otras palabras, se trató de la implementación de un fascismo total, con el objetivo de sofocar cualquier resistencia antes de que las personas supieran qué les había pasado.
La historia de Corea del Sur nutre un torrente de resistencia
En Corea del Sur, la dictadura fascista no es un terror lejano ni un pasado remoto. De 1948 a 1988, Corea del Sur estuvo gobernada casi continuamente por uno u otro dictador brutal, respaldado por Estados Unidos. La ley marcial se declaró 16 veces en esos 40 años. El miedo reinaba en todas partes: si salía uno sin identificación, o después del toque de queda o decía algo inapropiado, podía desaparecer fácilmente en un “campo de reeducación”.
Cuando la gente se rebelaba, se enfrentaba a una fuerza descomunal. En el caso más infame, las fuerzas militares surcoreanas, con la aprobación de Estados Unidos, enviaron paracaidistas de élite, tanques, vehículos blindados de transporte de personal y helicópteros para aplastar un levantamiento en Gwangju. ¡Unas 2.000 personas fueron masacradas en pocas horas!
Debido a esta historia, la declaración de la ley marcial por parte de Yoon sacudió a grandes partes de la sociedad coreana. Mi-rye, una mujer de 64 años de edad, le declaró a la CNN: “Me invadió por completo una sensación de temor” al escuchar el discurso de Yoon. Incapaz de dormir, viajó desde su ciudad natal, Paju, hasta la capital, Seúl.
Pero no se trataba solo de personas mayores. Moon Seo-yeon, 15, se apresuró a unirse a las protestas el miércoles 4 de diciembre, diciendo que, bajo el gobierno de Yoon, la sociedad estaba “retrocediendo”. Añadió: “Quizá no tenga muchos años ni tenga muchos conocimientos, pero en vista de que el país está en estado de emergencia, quiero contribuir”.
Movilización — en tiempo real

Cientos de miles de personas de todos los ámbitos desafiaron a los militares para protestar contra la declaración de la ley marcial por parte del presidente surcoreano Yoon Suk-yeol, el 7 de diciembre de 2024. Foto: AP
Para la 1:00 a. m. del miércoles, miles de personas ya se encontraban en el edificio del parlamento, creando suficiente tumulto como para que los legisladores anti-Yoon pudieran deslizar al lado de la policía y las fuerzas armadas, saltar las barricadas y el alambre de púas, y reunir suficientes votos para anular la declaración de Yoon. Mientras tanto, en las calles, militares y policías se enfrentaron con los manifestantes. Una portavoz del partido opositor fue fotografiada agarrada del cañón del fusil de un soldado, gritando “¡No le da vergüenza!”. Otros manifestantes bloquearon el paso de vehículos blindados. Muchos permanecieron en las calles hasta que Yoon puso fin oficialmente al estado de ley marcial alrededor de las 4:30 a. m.
Durante los dos días siguientes, las protestas en las calles continuaron y diferentes sectores de la población expresaron su opinión. Un popular actor publicó: “Nunca pensé que iba a vivir para experimentar la ley marcial. Ver a los soldados bloquear la Asamblea Nacional... ¿qué es esto?”. En la Universidad de Corea, 370 profesores e investigadores anunciaron una declaración conjunta a favor de un juicio político de destitución contra Yoon. En Gwangju, nueve grupos se unieron rápidamente para organizar protestas y emitieron un comunicado: Yoon “ya no es presidente de Corea del Sur. Instamos a las fuerzas armadas y a la policía a no obedecer las injustas órdenes del dictador Yoon Suk-yeol”. Personas en los medios de comunicación se congregaron fuera del Centro de Prensa de Corea para declarar: “Esto no es una simple crítica — estamos librando una guerra contra el presidente Yoon Suk-yeol”.
Incluso un alto funcionario del instituto de estudios secundarios de Yoon, al que habían asistido varios de los golpistas, los calificó de “graduados vergonzosos” y reflexionó: “Me pregunto por qué están nutriendo a monstruos aquí”.
Los fascistas fingen seguir la corriente — pero intentan mantener su control sobre el poder
Pero esta oleada de oposición popular no significó que la amenaza hubiera terminado. Yoon y sus fuerzas fascistas retrocedieron momentáneamente —Yoon hasta “se disculpó” por haber “decepcionado” a la población. Pero casi de inmediato, los fascistas —que contaban y sí cuentan con el apoyo de una minoría significativa en Corea del Sur— se reagrupaban, con el objetivo de aferrarse al poder que tenían, y posicionarse para volver a apoderarse del poder.
Formalmente, tras levantar la ley marcial, Yoon se hizo a un lado y permitió que su primer ministro actuara como “presidente interino”. Pero ese “presidente interino” también formaba parte del PPP y podía devolverle el poder directamente a Yoon. Y por ley, Yoon seguía ostentando el cargo de presidente, incluido el mando de las fuerzas armadas, que habían sido la columna vertebral del golpe de estado — algunas lo hacía con entusiasmo, otras “simplemente cumplían órdenes”.
Aquellos que se oponían a la ley marcial creían legítimamente que mientras Yoon fuera técnicamente presidente, seguiría buscando oportunidades para un segundo golpe de estado de una forma u otra. Así que se prestó gran atención al proceso político de destitución, que requería dos pasos. Primero, una mayoría de dos tercios en el Parlamento debía destituirlo; luego, el Tribunal Constitucional del país debía validarlo. Esto también allanaría el camino para la presentación de cargos penales contra Yoon.
Arde una batalla política muy reñida
Pero todo esto iba a tardar meses, y durante ese tiempo el peligro era muy grande.
Se programó una votación para el proceso de destitución para el sábado 7 de diciembre. Pero el 6 de diciembre, un grupo de derechos humanos informó que algunas unidades militares estaban cancelando las licencias de los comandantes de compañía y puestos superiores, en previsión de una “llamada de emergencia” el domingo. Temiendo que esto fuera un preparativo para imponer de nuevo la ley marcial, “decenas de miles de manifestantes con velas y luces inundaron las calles frente al parlamento las noches del viernes y el sábado con la exigencia de la destitución de Yoon”.
También el viernes, se corrió la voz de que Yoon iba a acudir a la Asamblea Nacional e intentar retomar el mando; los legisladores de la oposición se congregaron en la entrada, “creando una barrera humana” para bloquear su entrada.
Sin embargo, el sábado, la votación de destitución fracasó. No hubo suficientes votantes del PPP para derrotarlo rotundamente, así que boicotearon la votación por completo, lo que resultó en la falta de un quórum (el número mínimo de votos de todos los partidos que se requiere para que una votación sea válida). Así, Yoon permaneció como presidente, y él y sus partidarios estaban más engreídos que nunca. El miércoles 11 de diciembre, la policía intentó ejecutar una orden de registro en el domicilio de Yoon en busca de pruebas de su participación en la conspiración para la ley marcial. Pero otras unidades policiales y militares los bloquearon en un enfrentamiento armado que duró varias horas.
El jueves 12 de diciembre, Yoon pronunció un discurso desafiante en televisión, defendiendo su decisión de imponer la ley marcial y afirmando que lucharía “hasta el final” contra cualquier intento de destituirlo. El viernes 13 de diciembre, cerca de mil manifestantes, entre ellos sindicalistas y “grupos cívicos liberales”, marcharon hacia la residencia de Yoon, en desafío a las órdenes policiales, al coro de “Arresten al líder de la insurrección Yoon Suk-yeol”, al bloquear carreteras y paralizar el tráfico.
El arresto de Yoon — pero la lucha continúa
Vídeo con subtítulos en inglés:
El Tribunal Constitucional de Corea del Sur destituyó a Yoon Suk-yeol de su cargo el viernes. Rechazar el Fascismo
El 14 de diciembre, la Asamblea Nacional logró destituir a Yoon cuando algunos miembros del PPP se unieron a la postura de la destitución. La votación fue recibida con vítores y fuegos artificiales por parte de miles de manifestantes que se encontraban en el exterior. Sin embargo, los partidarios de Yoon también estaban allí, y el mensaje de Yoon para ellos fue que él “nunca se rendirá” y que esta era solo una pausa temporal en su presidencia.
El 31 de diciembre, un Tribunal de Distrito emitió una orden de arresto contra Yoon por haber desobedecido una citación para declarar sobre el golpe de estado. Yoon alegó que la orden era “inválida”, y se negó a abandonar su domicilio. El 3 de enero de 2025, guardias presidenciales y tropas militares impidieron que la policía arrestara a Yoon en un enfrentamiento de seis horas.
El 5 de enero, 3.000 policías se presentaron en su residencia y Yoon accedió a marcharse, convirtiéndose en el primer presidente surcoreano encarcelado mientras aún ejercía el cargo. Sin embargo, a las 3 de la madrugada del 19 de enero, cientos de partidarios de Yoon tomaron por asalto el edificio de un tribunal, rompieron ventanas, abrumaron a la policía antidisturbios e irrumpieron a la fuerza dentro de él, y 46 personas fueron arrestadas. Mientras tanto, Yoon se negó a responder a las preguntas de los investigadores.
El 19 de enero comenzó el juicio político en el Tribunal Constitucional. En marzo, Yoon fue liberado de la cárcel para poder asistir al juicio. Durante todo este período, se produjeron pequeñas protestas cada noche y protestas multitudinarias cada fin de semana. La atención se centraba cada vez más en el Tribunal Constitucional, a la espera de la decisión final.
Una verdadera victoria… y continuará
Finalmente, el 4 de abril, el Tribunal Constitucional ratificó por unanimidad la destitución de Yoon, lo que significa que ya no es presidente en ningún sentido. Ahora espera un juicio por insurrección.
Al día siguiente, miles de personas celebraron, agitando banderas y cantando canciones en el centro de Seúl, pero con la vista puesta en el futuro. Una joven dijo: “Vine aquí a celebrar, pero aún queda trabajo por hacer. Seguimos enfrentándonos a la discriminación laboral, la falta de derechos de movilidad para las personas con discapacidad y los derechos limitados de las mujeres y las minorías sexuales. Espero que Corea avance hacia una sociedad más igualitaria que aborde estos problemas”. Una mujer mayor advirtió sobre el peligro continuo: “No podemos bajar la guardia”.
Y a aproximadamente un kilómetro de distancia, miles de partidarios de Yoon, liderados por un pastor de derecha conocido por sus comentarios incendiarios, denunciaron el veredicto por “ilegal e injusto” y se comprometieron a lanzar “campañas de desobediencia civil”. Un hombre mayor que apoya a Yoon dijo sobre el veredicto: “Anoche no pude pegar ojo debido a que estaba tan furioso. De ahora en adelante, debemos librar una batalla para ganarnos la opinión pública, ganar las elecciones presidenciales anticipadas y transformar el país por completo”.
La lucha sobre el futuro de Corea, o incluso sobre la cuestión más limitada de impedir una toma de poder fascista, de hecho aún no ha terminado. Pero esta fue una victoria importante y reñida para el pueblo, y es necesario aprender de ella y construir sobre ella.