La conferencia climática internacional COP26 en Glasgow ya lleva más de una semana en sesión. Están declarando los acuerdos como si fueran enormes avances para salvar el planeta. Esta es una cruel patraña. Los acuerdos a los que se han comprometido —y no olvidemos que los gobiernos firmantes ni siquiera están obligados a cumplir con esas promesas— están de forma repulsiva completamente en desacuerdo con la escala y la urgencia de la catástrofe climática que se desenvuelve. El verdadero propósito es levantar una pantalla de humo para encubrir la continua devastación del planeta por el sistema del capitalismo-imperialismo.
Un repaso de los acuerdos clave alcanzados a la fecha deja patente la realidad.
1) Acuerdo sobre la deforestación: Promesas vacías mientras tumban y queman los bosques
Unos 100 delegados en la conferencia de Glasgow firmaron un compromiso mundial para detener la destrucción de los grandes bosques del mundo. El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, declaró que esta declaración monstruosamente vacía es “un eje” para “limitar el aumento de la temperatura a 1.5ºC”1.
La deforestación, especialmente la masiva destrucción de los bosques pluviales y los bosques antiguos, ES un enorme componente del cambio climático, junto con la destrucción del medio ambiente y la extinción de especies. Los pulmones del planeta están desgarrándose. El bosque pluvial del Amazonas, que anteriormente jugaba un importante papel en SACAR el carbón de la atmósfera, ahora con rapidez se está convirtiendo en contribuidor del carbón a medida que el desarrollo capitalista-imperialista está destruyendo el bosque.
Los países que firmaron el acuerdo contienen el 85% de los bosques del mundo2. Pero estos acuerdos sobre la deforestación tienen una larga historia de no valer el papel en el que fueron redactados. Ya en 2005, el Foro de la ONU sobre Bosques se comprometió a “revertir la pérdida de bosques a nivel mundial” para el 2015. Para la Declaración de Nueva York sobre bosques de 2014, 200 países y organizaciones de pueblos indígenas se comprometieron a reducir a la mitad la deforestación para el 2020 y eliminarla para el 2030. ¿Qué ha sucedido desde ese entonces en los hechos? En promedio, el ritmo de pérdida de bosques ha resultado ser 41% mayor en los años desde que firmaron el acuerdo de New York3.
Al igual que declaraciones anteriores, el acuerdo de Glasgow no tiene nada que ver con detener la deforestación:
- El nuevo acuerdo no detiene la práctica generalizada de talar bosques antiguos para crear plantaciones de árboles a fin de producir gránulos de madera que luego se queman para obtener energía. Los países imperialistas afirman que la quema de estos gránulos es “neutra de carbono” y ayuda al medio ambiente — por lo cual está permitido bajo el acuerdo.
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El nuevo acuerdo se rige por las definiciones de la ONU, que sostiene que aunque haya tala de árboles y destrucción total de bosques vivos, técnicamente no se trata de deforestación, ¡en caso de que la tierra no se haya desarrollado para otros usos comerciales o en caso de que se vuelva a plantar como plantaciones de cultivo de árboles!4. Pero las plantaciones de cultivo de árboles conllevan la destrucción de bosques vivos reales que son los hábitats históricamente evolucionados de muchas especies de plantas y animales, y el reemplazo de esta diversidad por una sola especie para talar y vender. Y los bosques vivos reales absorben mucho más carbón que las plantaciones de árboles.
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En el nuevo acuerdo no hay compromiso para dejarle saber nadie si los compromisos se están cumpliendo o no.
- No hay calendario ni un plan concreto sobre cuándo y cómo dejar de talar los bosques5.
No es de extrañar que Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, se apresurara a firmar esta promesa vacía; en menos de tres años en el cargo, presidió la destrucción de 25.9 mil km cuadrados de la selva amazónica.
En resumen, la promesa de Glasgow de poner fin a la deforestación no exige nada real y le da cobertura a los gobernantes imperialistas para manifestar preocupación por los bosques. Mientras tanto, su sistema impulsado por las ganancias temerariamente quema, tala y destruye los bosques… y ejerce una represión genocida contra las personas que viven en los bosques cuando intentan defender los bosques y su forma de vida.
2) El acuerdo sobre el metano: algunas pequeñas reducciones que perpetúan grandes emisiones de carbono
El metano es un poderoso gas de efecto invernadero que atrapa el calor en la atmósfera. El metano impulsa una parte significativa del calentamiento planetario6. Entra a la atmósfera como un subproducto de la producción de petróleo, gas natural y carbón; la agricultura; y los rellenos sanitarios. El metano es 80 veces más potente que el dióxido de carbono, pero solo permanece en la atmósfera durante 20 años. El dióxido de carbono, por otra parte, permanece en la atmósfera durante cientos de años.
Antes de Glasgow, la Agencia de la Protección Ambiental de Estados Unidos, anunció un conjunto de reglas para reducir las emisiones de metano. Y en Glasgow, 40 países firmaron un acuerdo para reducir el metano. Se aclama el acuerdo por ser una esperanza de grandes reducciones de los gases de efecto invernadero7, y si realmente se cumpliera, resultaría en algunos recortes en las emisiones de metano.
Pero, ¿cuál es el panorama más amplio? Los imperialistas dicen en efecto: “Fíjense, vamos a reducir el metano proveniente de nuestras economías basadas en combustibles fósiles… lo haremos poniendo topes a las fugas de los pozos de petróleo y campos de gas natural… pero NO vamos a reducir fundamentalmente la producción de combustibles fósiles”. Luego utilizan la promesa de metano como prueba de una acción decisiva contra el calentamiento planetario. Una gran mentira.
Lo que Glasgow NO está haciendo es reducir las emisiones de CO2 mediante una reducción masiva y rápida de la producción de combustibles fósiles y la reestructuración radical de las economías hacia las energías renovables. La pesadilla de una incontrolable trayectoria de emisiones de carbono y un planeta que se calienta rápidamente se está fijando cada vez más.
3) El acuerdo sobre el carbón: El “presidente climático” Biden ni siquiera puede comprometerse a poner fin al combustible más sucio de todos
El carbón es el combustible más sucio de todos en términos de su contribución al dióxido de carbono en la atmosfera. En Glasgow, 40 países firmaron un acuerdo para eliminar el uso del carbón por etapas. Alok Sharman, presidente de la conferencia, proclamó que “el fin del carbón está a la vista”8. Pero la realidad es que los consumidores más grandes de carbón y algunos de los productores más grandes de carbón ni siquiera firmaron el acuerdo. China e India, que queman dos tercios del carbón en el mundo, no lo firmaron, ni tampoco Australia, un importante productor de carbón.
Fiel a su estilo, el acuerdo sobre el carbón en Glasgow no tiene fechas límite; solo dice que las grandes economías se comprometen a eliminar por etapas el uso de las centrales potenciadas por carbón “en la década de 2030 (o tan pronto como sea posible a partir de ese entonces)”, mientras que el resto del mundo eliminaría por etapas el uso del carbón alrededor de la década de 2040. Y no dice si los países que reducen por etapas el consumo de carbón simplemente pueden recurrir a otros combustibles fósiles como el gas natural9.
En cuanto a Estados Unidos, tampoco firmó el acuerdo para eliminar por etapas la producción de carbón. Es por eso que la mayoría de la gente en Estados Unidos ni siquiera ha oído hablar del acuerdo sobre el carbón, pues el gobierno de Estados Unidos no puede usarlo para aventajarse a sus rivales, por lo que se mantiene callado. ¿Por qué Estados Unidos no firmó el acuerdo? Debido a que el carbón todavía juega un papel importante en la producción de energía en Estados Unidos, y a que es una fuente importante de ganancias — el 20% de la electricidad en Estados Unidos proviene de centrales eléctricas potenciadas por carbón. Además, Estados Unidos es el cuarto exportador más grande de carbón del mundo. ¿Otra denuncia repugnante de las afirmaciones estadounidenses de “liderazgo climático”?
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Los gobiernos que se han reunido en Glasgow se han mostrado absolutamente incapaces de responder a la crisis ambiental. Su conferencia es un fracaso y un fraude. Es peor que “bla, bla, bla”. Este sistema y sus gobernantes están llevando a la humanidad por el precipicio. Solo la revolución nos da la oportunidad de salvar al planeta.